Palabras
entresacadas de una pastoral de 1851 en la que hace una descripción
a nuestro modo de ver profética. De una sociedad que se aleja de
Dios.
Cuando se procede por la rebeldía
en el orden religioso, se introduce por un rechazo o más bien por
una consecuencia necesaria, la rebelión en el orden político.
La conciencia se dice, ella misma, su ley,
es decir, que se impone a sí misma las creencias que quiere y los
deberes que quiere en el orden religioso como en el orden humano... Es
libre de creer todo o de no creer nada, de hacer todo o de no hacer nada
según lo que le parezca bien. Lo que equivale a decir que no se
está obligado a nada en conciencia.
Reconocemos de buen grado de los principios
sociales. Pero decimos que la religión y solo la verdadera religión
es su base necesaria.
¡Ay de los que gobiernan los pueblos
con un fin puramente humano, hablando siempre de religión y haciendo
poco caso de los deberes. Esos no contribuyen más a hacer amar
la religión que a salvaguardar la sociedad y la familia.!
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Somos misioneros, es lo que la Iglesia
necesita. Hoy más que nunca mas que maestros, testigos. Si
son testigos, llegarán a ser maestros.
El impulso misionero de San Eugenio no puede caer en saco roto.
Sus misioneros allí donde estén quieren hacer realidad
también hoy, en pleno siglo XXI aquel sueño que un
día tuvo un hombre integro en el siglo XIX |
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¿Nosotros a quien la divina provindencia
concede el insigne favor de hacer llegar a lo lejos el Evangelio de la
paz a los que la Iglesia no había llevado en su seno, seríamos
lo bastante infortunados como para que el mismo Evangelio permaneciera
sin fruto ante nuestros ojos para una multitud de los que el Señor
nos ha dado especialmente?
¿A qué les serviría haber gustado el sabor del
pan espiritual partido de lo alto del pulpito si todo debiera limitarse
a complacencias intelectuales y a emociones religiosas estériles?
Hay que ir a Jesucristo en el sacramento de su amor, no solamente para
adorarlo como en presencia de los santos altares, sino para alimentarse
de su carne y de su sangre, para poseerlo, para que vosotros viváis
en el y el viva en vosotros. |
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