La primera fundación fue El Soto. en un inmueble abandonado de Santander, en el norte de España. El Obispo de Santander escribió una carta a los oblatos en estos terminos:
"Me es grato comunicarme con Vd, y decirle que mi gran deseo es facilitar a mis diocesanos todos los medios para fomentaar la vida cristiana y favorecer las obras de los Institutos religiosos. Por lo cual estoy dispuesto a hacer lo que de común acuerdo nos parezca conducente a esa doble finalidad.
Les cedo en usufructo perpetuo la Iglesia, el convento y el huerto de El Soto, con facultad de intruducir las modificaciones que crean necesarias para el cumplimiento de sus deberes religiosos, y si por parte de Vds se comprometen a mantener el culto público de un santuario, administrar los sacramentos de la penitencia y Eucaristia a todos los fieles que los requieran, favorecer las asociaciones piadosas que en el curso del año acuden al santuario para celebrar sus fiestas; dar misiones y recibir, si es necesario a los sacerdotes que quieran hacer Ejercicios Espirituales. en el Convento.