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Celina y Reutilio
Celina Gonzalez nació el 16 de marzo de 1929 en una de la provincia de Matanzas. Esto puede resultar interesante para comprender lo que representa el sincretismo espiritual en su perfil expresivo como artista: la zona donde vivió su niñez concentraba una población mayoritariamente negra, debido a que al ser abolida la esclavitud en 1878, muchos de los que trabajaban en las plantaciones cañeras de Matanzas permanecieron en sus campos como jornaleros agrícolas. Hoy todavía esa región mantiene tradiciones culturales y religiosas Yorubas y Ararás casi en estado puro.
De pequeña Celina escuchó tonadas campesinas, donde el componente de raíz hispánica se hace evidente, pero también las músicas de origen africano. Ese mestizaje se afirmó mucho más en la sensibilidad de la artista, al trasladarse con su familia a Santiago de Cuba. Allí conoció el son más auténtico y escuchó a afamados improvisadores.
Celina se consideró siempre una guajira, término que en Cuba identifica genéricamente a los habitantes de las zonas rurales, y a uno de sus géneros musicales.
Después de comenzar en fiestas familiares y vecinales, debutó en 1947 en la radio, entonces el medio más propicio para darse a conocer. En una de aquellas incursiones iniciales conoció a Reutilio Domínguez, un trovador que ya había comenzado su carrera artística, y pronto unieron sus destinos tanto en el arte como en la fundación de una familia. A partir de ese momento, un dúo se haría grande en los guateques radiofónicos y los jolgorios campesinos: Celina y Reutilio.
El dúo partió a la conquista de la Capital y se hizo imprescindible no sólo en la radio sino en la escena y en el cine. La leyenda, a partir de los 50, saltó desde Cuba al vecino Caribe en numerosas actuaciones.
Ello explica cómo a pesar de que una década más tarde la trayectoria de Celina atravesó una etapa de parcial ensombrecimiento, debido a diversos factores concurrentes -separación de Reutilio quien poco después falleció, la decadencia promocional del folclor campesino en favor de la pujante ola pop, ruptura de los vínculos institucionales con Cuba por parte de la mayoría de las naciones latinoamericanas-, el recuerdo de su arte se mantuvo en la memoria popular de varios países.
Una de sus principales creaciones "Yo soy el punto cubano", define mejor la estética de Celina. Ella es un producto del son aguajirado o de la guajira soneada. Y es justo en los sones montunos hechos por ella, o para ella, o amontunados por ella, donde Celina ha sentado su fama internacional.
El renovado interés por otorgar la dimensión adecuada a la música que sostiene el discurso de la identidad cubana significó para Celina, desde mediados de los 70, un reposicionamiento en la jerarquía artística. Las nuevas generaciones cubanas comenzaron a descubrirla, ahora acompañada por su hijo Lázaro Reutilio Domínguez.
En los sitios del mundo donde antes había dejado huellas, ratificó su clase. Entre 1980 y 1998 viajó en 30 ocasiones a Colombia, a veces protagonizando largas temporadas. A cualquier caleño, cartaginés, paisa o bogotano que se le mencione su nombre, responderá con una frase tajante: "Celina es nuestra".
En las últimas dos décadas, aprovechando el auge de la llamada World Music, Europa pudo disfrutar de su arte: fue aclamada en Londres cuando Peter Gabriel la tuvo como estrella de uno de los festivales WOMAD y en el Albert Hall todavía se recuerda su faena junto a la fascinante colombiana Totó la Momposina, en ciudades españolas, en Francia donde brilló en las galas del Mundial de Fútbol de Francia´98-, en Alemania, en Suecia, en Estocolmo resultó seleccionada para encabezar el festival Divas del Mundo en 1998-. La BBC y Radio Exterior de España le han dedicado programas especiales. La UNESCO le confirió la medalla Picasso. Y en Africa occidental, por la venta de sus grabaciones antiguas y nuevas, mereció en 1991 un Disco de Oro.
Hasta el fin de su vida, falleció hace algo más de un año, vivió en una casa cercana al famoso Tropicana, en el barrio Marianao de La Habana. En el salón principal presidiendo las reuniones que hacía, tenía las sacras figuras de Changó (Santa Bárbara) y de Yemayá (la Virgen de Regla) en un precioso altar abastecido de lo que a ellos le gusta: flores, tabaco, ron y algún alimento. Celina siempre profesó la religión yoruba y tanto su vida como su carrera estuvieron fuertemente marcadas por estas creencias.
El tema más emblemático de su repertorio y caballito de batalla de sus presentaciones, y que marcó el inicio de su fama fue la Guajira-Son "Santa Bárbara", que muchos identifican por su estribillo “Qué viva Changó”. La profunda religiosidad de Celina le inspiró este tema. Cuenta ella que la santa -o quien sabe si el Orisha porque por misterio supremo del sincretismo cubano, en una sola deidad se combina la mártir católica con el macho del panteón Yoruba, dueño y señor de los metales- le dictó en sueños canto y letra.
Ejemplos en mp3 de canciones:
Cubita la bella (147 Kb)
Que viva Changó (162 Kb)