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Fados
El Fado, es el alma de Portugal, porque habla de sus sentimientos y sus melancolías. El Fado es antiguo pero no anticuado. El Fado es triste pero no infeliz. Es oscuro, pero no gris. El fado es de Portugal, es de Lisboa y sus sonidos son genuinamente únicos. Encantan al mundo entero.
La palabra "fado" viene del latin fatum (destino) y su desarrollo está asociado al esfuerzo y el dolor de los más pobres. Los estudiosos fijan su existencia tan atrás como el año 1829. Las primeras grabaciones son de 1910 pero su origen negro y marginal hizo que se le considerara durante muchas décadas como un género menor. Más tarde, se le asoció a los sufridos 45 años de dictadura de Oliveira Salazar.
El fado es música triste, eminentemente urbana. Se define por lo que los portugueses llaman el sentimiento de saudade, un anhelo profundo e intenso alimentado por la soledad y la nostalgia. "El fado tiene que ver con un sentimiento profundo, que se identifica con una forma de ser del portugués, de la fatalidad de nuestra vida" explica el líder del grupo Madredeus, Pedro Ayres Magallanes.
El Fado como expresión definitivamente portuguesa ya se encuentra en la lírica galaico-portuguesa del siglo XIII y en la poesía del renacimiento.
Por otro lado, si se quisiera colocar al fado como parte del folklore urbano y compararlo con otros igualmente establecidos como son el Tango de Buenos Aires y el rebetika de Atenas no habría ningún problema ya que todos ellos emergen o se tipifican a mediados del siglo XIX en barrios pobres o periféricos de grandes ciudades de industria naciente, con un componente demográfico en la marginalidad, entregados a una vida bohemia y asiduos visitantes de las tabernas y los prostíbulos.
Otro paralelismo es el paso de una existencia oscura y marginal a una realidad de lujo, su descubrimiento y apropiación por la clase social más elevada en su incesante búsqueda de lo exótico. El fado se convirtió en motivo de interés y diversión de la aristocracia lisboeta. Esta folklorización o exotización de un género intrínsecamente popular, lo convertirá en objeto de exploración turística, explotación comercial y atributo obligatorio de la ciudad donde nació.
Así como no se puede escuchar a Susana Rinaldi sin pensar en Buenos Aires, es imposible escuchar a Amalia Rodrigues o a Cristina Branco sin que nos venga a la memoria la ciudad de Lisboa. Si con el tango y el rebetika se tiene una idea bastante definida de dónde vienen, con el Fado no ocurre lo mismo, ya que existen numerosas hipótesis que cubren al género de un halo de misterio.
La primera hipótesis que se puede mencionar es una de las más compartidas entre los estudiosos del género. Se dice que el Fado es la versión lisboeta y de Coimbra del lundum de Cabo Verde que fue traído por los marineros que llegaban a Portugal. Otra teoría sostenida por muchos es que el fado viene de las melodías que trajeron los estudiantes brasileños, quienes al convivir con los estudiantes portugueses en Lisboa, dieron forma al fado actual.
Pero el Fado está cambiando. En la década de los 90, surgió una nueva generación de excelentes intérpretes, que renovaron el Fado haciéndolo más ligero y armónico, recurriendo a instrumentos en otro tiempo impensables..
Hablábamos de las promesas de la nueva generación: es el caso de Camané, al fado tradicional, profundo y de alma, el cantante introdujo la modernidad, en muchas de sus interpretaciones con el contrabajo. Y también las voces ya emblemáticas de Lisboa como las de Cristina Branco y Bevinda.
No se puede hablar del fado sin nombrar a Amalia Rodríguez. Ella es todavía la gran dama del Fado, la gran referencia, y seguirá siendo para la posteridad, a pesar que murió en 1999, ya que se mantiene como un símbolo vivo del estilo peculiar de cantar las tristezas y los dolores del alma.
Durante la dictadura que vivió Portugal, el Fado fue una de la pocas manifestaciones culturales de este país. Aún hoy, la trilogía Fado, Fátima y Fútbol ( personificadas por Amalia, Nuestra Señora y Eusebio) es una herencia de esos tiempos. Además, hay una gran relación entre el fado y la poesía portuguesa que es fuente inagotable de sus letras. Si Amália Rodrigues fue la precursora en ese sentido a partir de los años cuarenta, Mísia es hoy la que iza la bandera del nuevo fado. Con su disco Garras dos sentidos, esta fadista intelectual como muchos le llaman ha recopilado una serie de poemas hasta ahora excluídos del fado.
Mísia ha sabido, junto a Dulce Pontes, Camane, Cristina Branco, Madredeus y Bévinda, atrapar el sentido universal de la poesía portuguesa e incorporarlo a la más auténtica expresión del sentir y pensar de esa nación única en su lirismo y en su música. Misia bebió en las raíces del Fado-la melancolía- y le unió las palabras de grandes escritores de la lengua portuguesa, como José Saramago y Lobo Antunes, entre otros.
Mísia encandiló con sus presentaciones a los públicos de Barcelona, Madrid, New York, Paris, Sao Paulo, Helsinki, Seúl y Tokio, todo el espíritu, el sentir y la poesía que se conjugan en el fado, agotando el mítico Oympia, en París. Admiradora de Maria Bethania, Edith Piaf y Susana Rinaldi; Mísia confía en que son las mujeres "quienes expresan mejor el dolor. Tengo el más grande de los respetos por el dolor de los hombres. Pero, tal vez porque les enseñan a reprimir el llanto, no son un vehículo ideal, como nuestra voz, para transmitir los grandes ciclos de la vida".
Una noche en las distintas casas de fado de Lisboa puede ser un momento único: con un caldo verde en frente (sopa típica portuguesa, con base de papas y verduras), un buen chorizo asado y un trozo de maíz, siempre regados con un buen vino tinto de la casa, generalmente servido en jarra de barro.. La sala está oscura, levemente embrujada por la luz de las velas, las mesas llenas, mientras se prueban sabores típicos. El silencio es imprescindible: “Silencio, que se va a cantar el fado!”, es una expresión portuguesa adecuada al momento. Después el suave repiqueteo de la guitarra, la voz limpia y arrastrada. Un placer que se prolonga en la oscuridad de la noche...
Ejemplos en mp3 de canciones:
Guitarra de Lisboa interpretada por Camané (156 Kb)
A palavra dos lugares interpretada por Misia (147 Kb)