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El mono aeronauta

Al amanecer, los habitantes de Mérida se interrogaban asombrados por el origen de los carteles que cubrían las paredes de la ciudad:

El gran Aeronauta

Better Chapman Jup

Tiene el honor de invitar a los habitantes de esta culta población para una ascención que hará mañana a las 8 a.m. en la plazuela del Llano.

-¿Quién será ese musiú que dice que volará mañana?- se oía entre la muchedumbre aún enruanada por el frío mañanero.

La fama que este intrépido Aeronauta ha adquirido en las principales ciudades de Colombia, Ecuador, Chile, Buenos Aires, Perú, República Argentina, Quito, Mucutuy, Acequias, Pueblo Nuevo, Mucuchachí, Mucumpate, Caño Amarillo, Pregonero, La Culebra y otras tantas recorridas que ha dado en el transcurso de quince años, son garantía segura del buen éxito de mi compañía.

Y ya ganado el interés del público, no podía faltar la mención de la venta de los boletos:

Los billetes, en el establecimiento del señor Clemente Lamus, en el que se encuentra y ofrece a sus amigos y favorecedores su nuevo surtido de mercaderías y artículos de la actualidad como: vinos, ginebra legítima, brandi, rom fino, cocuy legítimo, (mistela de canela), losa fina, cigarros y tabacos superiores, zarasas anchas, casimires y las afamadas (empanadas calientes).

El espectáculo prometía diversión, y la verdad que a estas montañas no llegaba muy a menudo:

Desde ahora ofresco traer á los que me han favorecido con su presencia en mi función de gracia, lindísimas vistas de los mundos siderales y algunos retratos de las personas más notables de los habitantes de la Luna.

La compañía excita al joven y entusiasta profesor señor Gil Antonio Gil, para que junto con sus compañeros de armas inicie la partida del gigantesco globo recitando algunas piezas de su lírico repertorio. Se calcula en más de treinta metros la altura de este.

NOTA.- La asención se verificará á las 8 de la mañana por ser la ora más oportuna en que el viento es más suave y que por la tarde puede presentarse además la llubia y ahogarse ó desnucarse el pallaso.

Mérida: setiembre de 1890

Better Chapman Jup

Director

(Colección Hojas sueltas de la Biblioteca Febres Cordero, Mérida)

Y el espectáculo vino a realizarse, según lo prometido, a las 8 de la mañana en la Plaza El Llano, pero del domingo 5 de octubre de 1890. Una carpa se levantó en la Plaza donde se exhibirían las supuestas tomas del espacio y los retratos de selenitas; la música, a cargo de Gil Antonio Gil -creador de la música del Himno del Estado Mérida-, amenizaría el ascenso. Entonces un gran globo de tela comenzó a hincharse y los espectadores, boquiabiertos, observaron el payaso que haría "el chorreo por las costillas" y otras suertes del variado repertorio que prometía el cartel.

-¡Miren, el payaso es un mono!- gritó uno de los muchachos que asistía al espectáculo. Y el rumor, como pólvora, corrió de boca en boca oyéndose la algarabía en lo que para entonces eran los cuatro extremos de la ciudad: de Milla hasta El Llano, de El Espejo hasta la calle Lora.

Los muchachos aupaban con gritos al mono y las damas merideñas reían ocultando sus sonrisas con las manos enguantadas. Había en el mono como un tedio, como una costumbre por haber realizado en más de una veintena de pueblos el mismo acto de montarse en la cesta del globo inflado y ejecutar acrobacias con las sogas de la nave.

-Quizás eso explica la tristeza en los ojos del animal –aventuró a decir el cura en voz baja, para sí, tratando de ver entre la muchedumbre el ascenso del globo.

Y el globo ascendió a más de treinta metros y el mono, con su tristeza, hacía sus piruetas en el aire. Los aplausos no se hicieron esperar y aumentaban de intensidad cuando la música de Gil Antonio Gil aceleraba la marcha; los muchachos corrían siguiendo la trayectoria del globo, riendo y señalando al cielo. Poco a poco la nave iba descendiendo hasta caer sobre un árbol en una margen del río Albarregas. Apenas se posó el globo sobre el árbol, aquél comenzó a incendiarse, huyendo el mono de inmediato para resguardar su vida. Los muchachos que seguían la trayectoria del globo llevaron en hombros al intrépido aeronauta, cual héroe del día, regresando así a la plaza.

Una semana después, el domingo 12 de octubre de 1890, como lo reseñó Tulio Febres Cordero en su periódico "El Lápiz", número 82, del 16 de octubre de 1890, se repetiría la función. De nuevo la música de Gil, las sonrisas cubiertas de las damas, el museo-carpa con los objetos exóticos, la algarabía de los muchachos, el tedio del mono y el globo remendado.

Nuevamente el globo estaba a más de 30 metros de altura, pero esta vez comenzó a incendiarse en el aire. El público guardó silencio temiendo por la vida del animal a quien, por costumbre, ya le habían tomado cariño. La nave fue descendiendo y tuvo tiempo el tripulante de llegar a tierra antes de que lo alcanzaran las llamas. Nuevamente el mono fue llevado en hombros por los muchachos y por primera vez se le pudo notar un brillo de alegría en los ojos.

Diego Rojas Ajmad

Ensayos