LA VERDAD DE UNA NACIÓN PISOTEADA
 
En descrédito de los acontecimientos que han adornado la palestra de la vida pública de nuestra Nación, miro con decepción como la infamia y el cinismo parece estar por encima de las necesidades prioritarias de nuestro país.  La exhibición de la desidia y de la ambición por el poder económico y político, han presentado a la luz pública pequeñas muestras de la corrupción más nefasta que no se ha vivido en nuestro terruño, desde la época de la fenecida dictadura militar.  Frente a nuestros ojos vemos todo un historial de acciones y hechos que ponen en tela de juicio las acciones de la clase política que dirige los destinos de nuestra Nación; señalando sin excepción a todos, desde oficialismo hasta oposición.
 
Vale la pena hacerle a los ciudadano de nuestra Nación, un breve recorderis de las continuas situaciones que adornan de corrupción, la mediocre administración del actual gobierno.  Primero fueron los famosos relojes Cartier, el asunto de la casa de Punta Mala (que se prometió vender, pero que aún no se vende), luego la Décima Cumbre, los cádilacs y los fondos de “misceláneos” que aún no sabemos en qué se gastaron; después el famoso helicóptero que aún no deja de ser un escándalo inaudito y la utilización del problema del IDAAN como un arma de proselitismo político para lograr morder el Fondo Fiduciario. Luego, la indecente unificación del pasaje metropolitano (hoy el servicio sigue igual o peor), la presentación de un presupuesto indecoroso que ellos sabían iba a ser rechazado y la imposición de dos personas, que son más políticos que juristas, como magistrados de la Corte Suprema de Justicia.  Seguido, la creación de una comisión anticorrupción, cuyas recomendaciones han sido ignoradas en casi su totalidad, más bien se respondió con un aplauso al nepotismo y con un indecente viaje a España, del cual no se aclaró el porque de la presencia de los nuevos magistrados (nuestra presidenta respondió que ella viaja con quien quiera); después, la redacción de una ley de transparencia, cuya reglamentación viola la propia ley.  Esto, sin contar lo más reciente, la nefasta equiparación del “contrato ley con la Panama Ports Company”, modificado por una resolución ministerial...  Puedo seguir enumerando, no obstante no me quiero desviar del tema.
 
Quiero centrarme en la más patética muestra del constante insulto que nace de la corrupta clase política actual, para con los ciudadanos decentes de este país.  Hablo, nada más y nada menos, que del soborno; la venta indigna e intolerable de la opinión y de las ideas, al mejor postor.  El vil mecanismo de manipulación de opiniones que parece ser la base del funcionamiento de nuestro indecente y vergonzoso parlamento legislativo.
 
Las declaraciones del señor Carlos Afú (enero 2002) dejaron entredicho más de una acción dentro del hemiciclo legislativo; el aberrante planteamiento de que “no todas las leyes son leyes en la que hay que repartir dinero”, mismo que dio como respuesta a la pregunta de un periodista sobre si en cada ley que se aprueba hay dinero de por medio; muestra claramente ante los ojos de nuestra sociedad, el impudor y la desvergüenza con que se manejan las gestiones legislativas en el interior de nuestra Asamblea Nacional.  Compatriotas, lo que vemos hoy es una pequeña muestra de la cantidad de horrores que se deben dar en las esferas gubernamentales, gestionadas tanto por el oficialismo como por la oposición; una pequeña muestra de las barbaridades que desconocemos y de las que pueden suceder si permitimos que se sigan burlando de nosotros.
 
Más que decepción, asco es lo que sentiría cualquier ciudadano decente de nuestro país, al conocer lo que por meses ocupó las primeras planas de todos los medios de comunicación social. Por sobre esto, vergüenza causa escuchar la reacción de nuestra Presidenta, que tuvo la osadía de declarar lo acaecido como “un problema interno del PRD” (aunque después quiso acomodarlo), como si los ciudadanos responsables de este país fuésemos unos despistados, incapaces de percatarnos de que lo sucedido pone en peligro la institucionalidad de la República, misma que está cayendo en el desmembramiento ocasionado por un gobierno improductivo y por una oposición decadente.
 
Hoy, se desarrollan investigaciones que están arrojando irregularidades en el asunto del Centro Multimodal Industrial y de Servicios de Colón (CEMIS), pero es tanto el deseo de nuestra presidenta porque se haga justicia, que ha encontrado excusas vagas para llamar a unas innecesarias sesiones extraordinarias.  Nuevamente nuestros decentes legisladores quedan protegidos por su “inmunda inmunidad”.
 
Sinceramente, la historia está empezando a demostrar que a estos políticos de segunda no se les puede estar dando más oportunidades.  Los ciudadanos de este país no podemos seguir permitiendo que un gobierno escandalizado por tantos actos indecorosos, que ya señalé al inicio, y que una oposición que se ha olvidado de las verdaderas necesidades de esta Nación y que solo tiene sus ojos puestos en sus intereses partidistas, sigan destruyendo esta sociedad que ya no da para más.  No podemos dejar en manos de quienes se burlan de la miseria y de la marginación en la que vive gran parte de la población de la República, el futuro de nuestra Educación, nuestra Economía y de nuestra dignidad y posición Internacional, sin contar otras muchas cosas.
 
Como ciudadano decente, condeno sin temor todos los actos de usurpación que se han cometido contra la dignidad de mi país, incluyendo a aquellos que fueron partícipes de los mismos, sean quienes sean; y por este medio invito al resto de los panameños y panameñas que se identifiquen con estas palabras, a que se levanten y, juntos, exijamos a esta clase política moribunda, de una vez por todas, un alto a sus denigrantes acciones y que muestren respeto para quienes realmente trabajamos por hacer un país mejor cada día.
 
Jueves 15 de agosto de 2002
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