EL NUEVO PARLAMENTO
 
Las voces panameñas que anhelan un futuro mejor para la Nación, no cesan de repetir que esto solo tendrá viabilidad, a partir del día en que nuestra identidad nacional sea reestructurada desde la más profunda de sus raíces.
 
El fenómeno de la Constituyente busca establecer este precedente, pero ya hablamos de esto en una ocasión anterior.  Ahora, hemos decidido traer a colación uno de los puntos más críticos de nuestra realidad institucional, que, ciertamente, tiene mucho que ver con la creación de una Nueva Carta Magna; pero que puede ser tratado con independencia a la hora de emitir opiniones.  Este tema, que para muchos resulta molestoso tocar, es prudente traerlo a la palestra, debido a su importancia y a su actualidad.
 
Nos referimos al Órgano Legislativo y a la realidad que lo envuelve; una realidad que ha contribuido a su desprestigio ante la ciudadanía en general, al punto que la confianza en este Órgano del Estado está en el más bajo de sus niveles en los últimos doce años.  En pos de esta realidad, no nos interesa recordar hechos ni traer a colación situaciones que ya son hartamente conocidas por todos los que estamos pendientes de la realidad nacional.  Lo que realmente queremos ahora, es elevar a la faz nacional la voz de aquellos que reclaman que el Parlamento cumpla realmente con su función y se convierta en una institución caracterizada por la excelencia y por un rendimiento positivo a la Nación.
 
Como ciudadanos decentes, solicitamos un cambio estructural total en el funcionamiento de la Asamblea Legislativa, no por capricho, sino porque es eminentemente necesario. Cambio que incluye todos los aspectos pertinentes a este órgano y que trataremos de considerar en base a las siguientes aportaciones, mismas que creemos, reflejan la esperanza de miles de ciudadanos que consideran el sistema parlamentario actual, como contraproducente, decadente y antidemocrático.  Si algo se nos escapa, no dude en hacérnoslos saber.
 
1. Establecer una Asamblea Nacional Legislativa, compuesta por un número determinado de legisladores (recomendamos 27 miembros); esto podría fin de una vez por todas, al crecimiento indefinido del número de legisladores, precepto indebido que establece la legislación vigente.
 
2. Establecer la elección de legisladores nacionales; es decir, representativos de todo el país.  Nuestra Nación es pequeña y se hace necesario acabar para siempre con el sistema de circuitos electorales, los votos en plancha; el complicado y antidemocrático método de cuociente electoral; con el famoso puesto por residuo y con aquella curul que se le otorga al partido que no consiga una, pero que haya logrado los votos para sobrevivir.
 
3. Acabar para siempre con la partidas circuitales, las exoneraciones de impuestos y demás servicios; y el restante de los privilegios de los que gozan los parlamentarios, como si se tratase de los más necesitados de la Nación.
 
4. Eliminar las improductivas figuras de suplentes a legislador.
 
5. Aumentar los periodos de sesiones y eliminar la cláusula que permite que un legislador pueda ocupar otros cargos gubernamentales; o bien, cargos especiales es sus colectivos políticos.
 
6. Ser estrictos en los casos de ausencias injustificadas al pleno de la Asamblea.
 
7. Permitir la libre postulación para el cargo de  legislador.
 
8. Establecer una reelección inmediata.  Si la consigue, no podrá aspirar al mismo cargo hasta pasados dos periodos electorales.  Si no la consigue, podrá aspirar en el periodo electoral siguiente al que no se reeligió.
 
9. Establecer las elecciones legislativas en un periodo diferente a la de los demás puestos de elección popular. Hablamos de que estas sean realizadas en la mitad del periodo presidencial.
 
10. Ponerle fin a la insana inmunidad parlamentaria y a la deplorable revocatoria de mandato.  Solo los que eligen deben tener la potestad de revocar mandatos, no la dirigencia de un partido en particular.
 
11. Establecer la presencia de 10 asesores legales en la Asamblea Legislativa, abogados de profesión, a fin de que a la hora de analizar leyes o proyectos, los legisladores tengan la ayuda necesaria.  Estas personas sería independientes de las decisiones que se tomen en el pleno y su mecanismo de selección debe ser ampliamente consultado.
 
Este es nuestro aporte en pos de un nuevo Parlamento.  Tal vez caiga en oídos sordos de aquellos que adoran el status quo, pero hará eco en los de aquellos que saben que el sistema actual debe pertenecer al pasado.
 
Lunes 27 demayo de 2002