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Vivir
con serenidad
El
equilibrio entre acción y contemplación
La
quietud es fecunda

Del
mismo modo que existen el día y la noche, acción
y contemplación son las dos polaridades entre las que se
desenvuelve la existencia humana. No se trata de opuestos sino de complementarios.
Lo
deseable es que ambas tendencias estén equilibradas, tanto a nivel
personal como colectivo. Así, al igual que una persona que trabaje
mucho y duerma poco puede caer enferma, una sociedad como la nuestra,
abocada a una actividad febril, termina por poner en peligro la propia
existencia.
El
motivo esencial de la actual crisis ecológica no es otro que un
predominio exagerado de la acción sobre la contemplación.
Ciertos engranajes sociales se han puesto irreflexivamente en marcha y
la degradación del medio ambiente es la consecuencia más
visible.
Por
ello, fomentar la sensibilidad contemplativa, lejos de ser una especie
de lujo para ociosos, es, hoy más que nunca, una necesidad.
DANIEL
BONET (Cuerpomente n95)

Si
quieres saber más sobre este tema...
-"Poemas
sobre el río Wang" de Pei Di-Wang Wei en Ed. del Oriente
y el Mediterráneo. Madrid, España.
-"Ensayos
sobre el conocimiento sagrado" de Titus Burckhardt en J.J. Olañeta
Editor. España.
-"Umbral
de la vida interior" de Lanza del Vasto en Editorial Sígueme.
Salamanca, España.
-"El
mundanal silencio" de Raimon Panikkar en Editorial Martinez Roca.
Barcelona, España.

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SUGERENCIAS
PARA MOMENTOS ESPECIALES
CAMINAR
Caminar
no sólo es el medio de que disponemos para ir de un lugar a otro.
Puede sugerir también una meditación en movimiento.
Sin
pensar nada en concreto, relajados, sintiendo los pies sobre el suelo,
avanzamos tranquilos entre cielo y tierra.
SURCAR
EL MAR
El
mar es siempre idéntico a la vez que cambiante y renovado. La
mente es a veces como el mar agitado por las olas o como un océano
en calma. Pero en nuestro interior siempre hay suelo firme como una
barca que nos lleva a buen puerto.
CONTEMPLAR
EL CIELO
El
cielo está ahí, aunque no acostumbremos a mirarlo.
Podemos
contemplar las nubes viendo cómo surcan el cielo o cómo
cambian de forma.
El
cielo estrellado nos hace sentirnos de repente pequeños, pero no
insignificantes, al ser testigos privilegiados de su belleza.

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