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![]() Un enfrentamiento que viene de tiempos remotos. Comeguaguas contra fachos o como quiera usted llamarlo. Violencia, cantos y pacos. Por Javiera Tapia. |
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Era la una de la tarde y en el Hospital Militar y sus alrededores comenzaba a subir la temperatura. Gente que podría ser padre de mis padres saltaba con carteles con la imagen del señor infartado. Palabras como ‘inmortal’, frases como ‘fuerza mi general’, ‘estamos contigo mi general’ invadían la decena de carteles que movían los abuelitos. Más tarde (y para mi sorpresa) comenzaron a llegar jóvenes, así como usted que está leyendo. Niñas con jumpers, faldas y mochilas de colores acompañaban a sus madres y gritaban consignas junto a ellas. Frente a este ‘pintoresco’ cuadro se encontraban los colegas, já. Camarógrafos que se atropellaban unos a otros para conseguir la mejor imagen. Al caminar entre ellos distinguí algunos acentos. Unos más caribeños que otros. Entendible dada la ‘contigencia e importancia del asunto’ ¿no? Cables, cámaras y camionetas con antenas gigantescas adornaban la entrada de Avenida Vitacura. Está de más decir que las estatuas verdes sudaban la gota gorda ‘resguardando el orden público’. Entre bocinazos simpatizantes y griterío opositor logré cruzar la calle hasta llegar a la Iglesia Castrense. Más cámaras, cables y periodistas varios pegándose codazos. Ahí me encontré con un fotógrafo amigo (qué barza). Mientras conversaba con el simpático caballero, el telón de fondo se ponía cada vez más complicado. Comenzaban a llegar jóvenes con poleras rojas, parches del Ché y carteles como ‘anda a cambiarte los pañales’, ‘adiós general’ y una bandera chilena con un escrito en el centro que, lamentablemente, no puede ser reproducido por este medio o si no me censuran. En fin, mucho cartel, mucho grito, mucho calor. Ahí fue cuando empezó a quedar la escoba. Enfrentamientos entre los jóvenes y los súper abuelitos defensores se multiplicaban como hámsters. Eso también descubrí hoy: no entiendo cómo la publicidad nacional es tan penca si existen jóvenes llenos de ideas, capaces de inventar consignas tan graciosas que hasta los pacos se reían. Debe ser la falta de oportunidades, já. Pero ese es otro tema. ‘Ya po’ deténganlas por desórdenes graves’ Cuando lograron despegar a las Bellotas, Bombones y Burbujas de los Ché, estas se fueron escoltadas por los monigotes de verde (que estaban bien rojitos ya a esta altura) a sus aposentos, es decir, al frente del Hospital de la Milicia. En esos momentos, entró al acto Pavelic Jofré, un amigazo que me hice por ahí, já (ando bien barza hoy). En fin, Pavelic, fotógrafo para Indymedia, que en un tono amigable le dice a un amigui paco: ‘¿Y por qué a ellas no las detienen por desórdenes graves?’, dado que las defensoras del viejito corrieron más de una cuadra para violentar a los nenes del ‘ni perdón, ni olvido’. A lo que el amigo carabinero respondió con una verborrea del porte de la papada de Don Francis. Mientras esto sucedía en la esquina norte de 11 de septiembre con Los Leones, en la vereda sur los chiquillos seguían cantando felices de la vida, mientras el Gope (shananana nananana: música de tiburón) jugaba a la ronda alrededor de ellos, con canciones de Mazapán incluidas. Es que con todo el trajín y el medio ‘show de las masas’ algún detenido tendrían que haber tenido. Pero no. Já. Había demasiada gente entre protestantes, camarógrafos, periodistas y sapos como para discriminar a quién podían llevarse en cana. Sanos y salvos todos, luego de variados gritos de improperios y muestras de ‘cariño’ hacia los paquitos amigos, calabaza, calabaza. Para la casa todos. En mi caso, para la universidad. Había prueba. Pero este no era el final. Tal vez sí, pero sólo de un lado. Mientras escribo esto, miro la tele que está frente a mí, y todavía están los fans de Pinochet agolpados en el frontis del hospital. Pero el tata no es tan malo, deberíamos darle un premio, aunque sea el frambuesa. Gracias a él tenemos noticiarios que no se llenan de fútbol y robos todo el tiempo, tenemos la oportuna Constitución y nos conocen en todo el mundo, si hasta una corresponsal de Al Jazeerah estaba parada frente al hospital. Tenemos la LOCE, es decir, paro, toma, guanaco, piedras, lacrimógena, un septiembre a la luz de las velas y una parada militar como los dioses. Se popularizaron los lentes Rayban modelo aviador y, como si todo esto fuera poco, es multiuso. Hay que pagarle un sueldo al Don. Independientemente que tenga cuentas secretas, se lo merece. ¿Por qué se preguntará usted? Fácil. Mientras el gobierno de turno roba como quiere y hace fiestas de despedida en pubs (con plata de mis papis), desviando fondos como cagados de la mente, o se dan viajes al caribe, mientras las canchas de fútbol de los barrios siguen igual de penca, utilizan a Pinocho como la súper estrella del momento y Lagos Weber lo pela como vieja con tejido. Si después de tanta cagada (no me censuren) algo bueno debe tener el tata. Por lo menos nos da tema. ¿De qué vamos a hablar cuando pare la chala? ¿Acaso Pamela Díaz será nuestro nuevo ícono? ¿Habrán stenciles de ella en las murallas? ¿O juntaremos firmas para que vuelva Cote Lopez a Chile a mover el tambembe? Ahora la conversa va por otro lado. ¿Se merece acaso mi general (já) un funeral de Estado? Lo sabrá en el próximo capítulo.
Por Javiera Tapia a.usted.como.le.dicen@gmail.com
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