Ahora bien, el consumo de drogas viene
acompañado de consecuencias que afectan a la persona en sí, a su
familia y a la sociedad. Algunos son:
Al Consumidor:
-Daño progresivo de la salud física y
mental
-Deterioro de sus relaciones
interpersonales
-Apariencia física descuidada
-Deserción escolar y/o pérdida del
trabajo
A la Familia:
-Enfrentamientos y maltratos en el seno
familiar
-Abandono y desintegración familiar
A la Sociedad:
-Aumento del narcotráfico y consumo de
drogas
-Incremento de índices delictivos
-Caos Social
No hay una fórmula mágica para derrotar el auge
de las drogas en nuestro país y en el mundo. La prevención es la
medida más efectiva que podemos tomar como padres y representantes
responsables. Esta prevención exige un trabajo duro y constante
que permita desarrollar en nuestros hijos y representados sus
capacidades y destrezas para defenderse de las drogas. Para
lograrlo, debemos seguir pasos muy concretos.
Sembrar en
nuestra familia los valores de responsabilidad, disciplina,
solidaridad y compromiso social.
Respetar al
joven y al niño como individuos capaces de opinar, decidir y
participar en la vida familiar y escolar.
Orientar al
joven y al niño sobre el uso de su tiempo libre.
Educar al joven
y al niño para que se estimen y se respeten a sí mismos.
Enseñar con el
ejemplo propio.
Conversar
frecuentemente con niños y jóvenes sobre este tema.
Hablar sobre los
mensajes que transmiten los medios de comunicación.
Compartir
actividades para estrechar los lazos familiares.
Relacionarse con
los amigos de los hijos para conocer sus intereses y los lugares
que frecuentan.
Comunicarse con
los hijos, alumnos y jóvenes para discutir las dificultades que
puedan surgir en su entorno.
Asumir
posiciones claras y firmes al hablar de las drogas.
¡ Desconozco a mi hijo !
A veces, el problema es saber si nuestros hijos
son consumidores de drogas. Para saberlo, hay síntomas que pueden
indicar si alguien las está usando. Los más significativos son:
Aparecer y
desaparecer a intervalos regulares sin razón aparente, presentando
modificaciones de comportamiento, como aislamiento, irritabilidad,
tristeza o euforia.
Abandonar
gradualmente el hogar, trabajo o escuela hasta dejarlos
definitivamente.
Disminuir
paulatinamente el rendimiento escolar o laboral.
Incumplir los
deberes y obligaciones, alterando las disciplina del núcleo
familiar.
Presentar
cambios de carácter y violentas crisis de "mal humor".
Ofrecer
un aspecto físico deteriorado y descuidar la forma de vestir.
Robar dinero u
objetos en el colegio, el trabajo o la casa.
Pedir dinero
prestado con excesiva frecuencia a sus compañeros.
Cambiar el grupo
habitual de amigos.
Tenencia de
cápsulas, pastillas, tabletas u otros comprimidos no indicados por
el médico.
Esconder polvos,
sustancias líquidas o hierbas.
Manejar
artefactos que sirven para el consumo de drogas como pipas,
boquillas, inyectadoras u objetos punzantes.
Usar un lenguaje
extraño, que podría ser propio de ese mundo.
Gastar demasiado
dinero sin explicación aparente.
Existen también síntomas físicos evidentes del
consumidor de drogas, entre los cuales se encuentran:
Confusión, crisis de miedo o temor, insomnio,
mal aliento y excesiva expectoración, desorientación, borrachera
aparente, descoordinación, aspecto somnoliento o atontado,
intranquilidad, congestión de ojos, nariz y garganta, hablar mucho
y de forma "pastosa", temblores, excesiva calma o lentitud, crisis
de risa, náuseas, ver y oír cosas inexistentes