Cartas al Libertador

Boletín de un Librepensador

Quito, 13 de Agosto del 2003

 

Omnis potestas a populo

 

        

La razón de ser de la democracia subyace en su etimología, las raíces griegas: Demos y Kratos. El poder del pueblo y todo poder nace y se sustenta en el pueblo. Si una democracia se distancia del soberano, se distancia en proporción directa de su esencia misma, deja de ser democracia y se configura en el terreno de la autocracia o dictadura.

 

                En su aplicación real la democracia ha desarrollado sus organismos encargados de sintetizar el término vago y general de soberanía popular, los Partidos Políticos y las organizaciones ciudadanas que adquieren la forma de gremios, movimiento sociales, asociaciones, etc. Instituciones democráticas que se encargan de sintetizar la diversidad social y de politizarlos. No podemos concebir una democracia huérfana de instrumentos, cae en la abstracción pura, resulta inexistente.

                De tal manera que a una democracia desarrollada corresponde organismos desarrollados y profundamente arraigados en el tejido, complejo y diverso, social. Una democracia se mide por lo que hacen o dejan de hacer las instituciones democráticas.

 

                La pirámide de las representaciones, legitima y sustenta el entramado político. De tal manara que un líder sin el sustento de representatividad, resulta ilegítimo y arbitrario. Un Presidente de la República, cúspide de la pirámide democrática, sino goza de los debido canales y sustentos representativos, resulta arbitrario y cae en la tiranía autocrática, mina las bases mismas de la democracia.

 

                En términos generales, estos preceptos inamovibles, cual leyes universales, configuran un régimen democrático.

 

                Pertinente a esta reflexión afirmaremos: Una democracia se mide por la profundidad de sus sistema de representaciones, por la fortaleza de sus Partidos y esa fortaleza, se mide así mismo por su penetración en el tejido social.

 

                De principio afirmaremos que un régimen presidencialista, debilita el sistema de representaciones y se afirma en el terreno de la autocracia, resulta una mascarada de dictadura.

 

                Afirmamos con ello que la propuesta implantada por los neoliberales, del régimen presidencialista, distorsionas las bases mismas de la democracia e implanta un régimen autocrático. Por ello, a medida de que el modelo se implanta se universaliza una debilidad de los Partidos Políticos y de los organismos de representación social. El pensamiento que se escuda detrás de la fachada neoliberal es en esencia un pensamiento autocrático. Y es que solo un régimen dictatorial, una autocracia, puede impulsar una concentración de riquezas de tal magnitud, como la que asistimos en la región azotada por la plaga neoliberal. Solo así se logra empujar al abismo de la miseria a toda una población. No existen políticas de bienestar social en una sociedad con una democracia débil y frágil y la única vía de robustecimiento atraviesa por el desarrollo de las instituciones democráticas: los Partidos Políticos y las organizaciones sociales.

 

            El escenario de síntesis y politización en el Parlamento o Congreso Nacional. Ahí convergen las representaciones y las voces de lo diversidad social. Ahí convergen mayorías y minorías que en libre juego establecen las políticas generales.

 

                Si los Partidos Políticos se convierten en rehenes  de los bloques de poder económicos y estos imponen, por cualquier mecanismo sus intereses por sobre el interés social y general, la pirámide democrática se observa severamente comprometida, flaquea, se debilita y entra en periodos de inestabilidad. Ocasiona tensiones en la sociedad, tensiones que concluyen en jornadas de rebelión. Un cuerpo social gesta espontáneamente sus respuestas ante los factores que alimentan una autocracia o una dictadura abierta o encubierta.

 

                En esta lógica se suscribió el ascenso al poder del presidente Gutiérrez, la sociedad canalizó su rebelión votando por lo que le sugirió un cambio de rumbo, buscó así una salida al entrampamiento que condujo al país la derecha neoliberal. La sociedad buscó una apertura hacia la inclusión política y económica. Distante está de la visión del coronel Gutiérrez que piensa que se sustentará a base una acción asistencialista y populista. No bastan shows, a lo sumo le servirán para salir del paso, pero jamás lo proyectarán a mediano o largo plazo.

 

                Un proceso social se gesta en el país, proceso que descansa en la inserción de diversos movimientos sociales en el escenario político. En la apariencia se presenta a manera de demandas que se plantean en diversidad de tonos. Desde las huelgas de sectores laborales que reclaman mejoras salariales y de condiciones de trabajo, las jornadas de resistencia a las privatizaciones de las empresas estatales, las acciones en torno a la defensa del medio ambiente, las trabajadoras sexuales, los rockeros, los activistas de los derechos ciudadanos, las activistas de género, los defensores de sectores sociales bajo riesgo... Todos a manera de arroyos de agua confluyen en el enorme caudal que impulsan los cambios en la formulación de la democracia.

 

                Como todo proceso no es lineal, se nos presenta con flujos y reflujos, adelantos y retrocesos. No es posible determinar un tiempo, los tiempos obedecen a su dinámica interna. Existen saltos, como existen tiempos “aparentemente muertos”.

 

                Si queremos jugar con los términos de “izquierda y derecha” para designar las fuerzas que impulsan las transformaciones en la sociedad y como derecha alas fuerzas que mantiene el status quo. Quienes asistimos a las diversas movilizaciones sociales del periodo último, percibimos la articulación de una izquierda. Una izquierda ya no subordinada a las siglas históricas de los partidos tradicionales, se trataba de una nueva izquierda. Mucho más viva y actual, pues surgía de la sociedad misma y sus contradicciones.

 

                Esa corriente alterna fue la que llevó al coronel Gutiérrez al poder y fue de esa corriente que el coronel se distanció en el poder. Por ello afirmamos que se inmoló como gobierno.

                ¿Constituyó un error? O un exceso de confianza, es posible. Pero debemos observarlo como parte del proceso de construcción ciudadana. No solo constatamos que podemos ser participes de un derrocamiento. También aprendimos que podemos llegar al poder desde las urnas, en el juego de la democracia. Aprendimos que la democracia es perfectible y que los factores de perfectibilidad subyacen en el desarrollo de nuestras organizaciones.

 

                Luego que la derecha política ha quemado sus opciones y que cada vez el camino para usurpar el poder es más estrecho. El poder que ejercen desde sus cuantiosos capitales y que se expresan en presiones, es un poder deslegitimado, por ello descansa en la fuerza, mientras más alarde ostente de sus fuerzas es más débil y frágil. Las definiciones para la izquierda se circunscriben a sus esferas, hoy son las definiciones que se articulen desde su interior las que definirán el alcance de su proyecto.

 

                De ahí que resulta importante aprender a manejar los tiempos. No debemos sacrificar el todo por las partes, no debemos sacrificar la estrategia por la táctica, no debemos sacrificar el mañana por el presente. Debemos aprender a manejar los tiempos y ahora es tiempo de las definiciones internas. En este contexto se circunscribe la salida de Pachacutik del gobierno, en este contexto se inscribe la instalación del Congreso de los Pueblos, en este contexto se inscriben las jornadas de los trabajadores de la salud, de los trabajadores eléctricos, petroleros, de la seguridad social, de los trabajadores municipales del aseo y del agua potable, de las trabajadoras sexuales, de los rockeros anarquistas, de las activistas de género...etc, etc. Solo la posibilidad de que se articule una respuesta haría temblar a los neoliberales.

 

                Una masa de agua sin caudal es contaminada y oscura, desordenada y altamente destructiva. Es tiempo de abrir el caudal, es tiempo de trascender, de politizar y para ello debemos afrontar los retos de las definiciones internas.

 

La izquierda llegará hasta donde hoy se fije como meta

 

 

 

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