El informe de Gutiérrez
José María Peralta Sucre

Gutiérrez, el Presidente Ecuatoriano, ha leído su informe anual al país y la primera conclusión que podría extraerse es que, al mejor estilo de los políticos tradicionales a los que dijo iba a combatir, hizo esfuerzos para mostrar que lo que sostienen las personas en las calles y lo que reclaman las organizaciones populares, es un problema de percepción equivocada o insuficiente información sobre las realizaciones gubernamentales. Para él, los problemas del Ecuador van camino a su solución y cree ciegamente, en consecuencia a su pregonada falta de ideología, que ellos nada tienen que ver ni con la sociedad capitalista ni con la dominación de los monopolios y peor con el modelo neoliberal en curso. Trasmite la idea de que, al margen de tales circunstancias, es posible resolverlos.

Los entendidos en economía sostienen que la dolarización va camino al descalabro y la crisis, como en Argentina, nos sacará forzosamente de ella.

Esto supone que más temprano o más tarde, qué más da, Ecuador se verá avocado a decisiones económicas que intenten sostenerla a costa del agravamiento de las condiciones de vida de la población. De modo que el entusista anuncio de que no se adoptarán paquetazos y que el año 2004 será de logros una vez puesta en orden la casa adentro, es una ilusión que terminará poniendo en jaque al gobierno ante las movilizaciones que, habiendo empezado, tienen un horizonte de mayor plazo para agudizar las confrontaciones con los dueños del poder y su entusiasmado pelele.

En algunos temas Gutiérrez, ante la ausencia de resultados que mostrar, tuvo el desparpajo de recitar los conceptos para pasarlos como acciones y resultados.

Se olvidó de la corrupción en Pacifictel donde apuntó cínicamente que hay éxitos; habló de moralizar la CAE a pesar de que no ha dicho nada sobre la extradición del cura Flores ni sobre la incorporación a su gabinete de una de las mayores contrabandistas del país, la Joyce de Ginatta; ha sostenido que tiene apoyo internacional para la lucha contra la corrupción pero no explicó por qué no incluyó en la lista de extraditables ni a Landes ni a Bucaram; tampoco hizo referencia a rectificaciones sobre el nepotismo y las influencias familiares en sectores estratégicos de la economía como el petróleo.

Aparentemente conciliador y en una forzada pretensión de sensatez ha querido exhibir una débil e insustancial autocrítica en la que se reconoce errores sin determinar ni cuáles fueron ni cómo los habrá de rectificar y ha terminado llamando a los crédulos y oportunistas que quieran sumarse a su gestión a juntarse para ir adelante. Obviamente se ha cuidado de dejar muy claro que no cejará en su defensa a la dolarización, a la intención de suscribir una TLC muy a pesar de la colgada que recibiera de la embajadora del imperio y declarar que sus enemigos son todos los que luchen por la defensa de la soberanía, el patrimonio público y los intereses populares.

Gutiérrez ha cumplido un año y parace ser que seguirá en el gobierno ... hasta cuando las fuerzas que expulsaron a los gobiernos de Bucaram y Mahuad hayan articulado una estrategia que les cohesione y permita canalizar y movilizar a esa inmensa mayoría de ecuatorianos que siguen esperando cambios reales que no sean materia de ensayos interpretativos en los discursos presidenciales o en los informes burocráticos. El límite no es predecible.

Lo único claro y sostenible es que estas fuerzas fueron las que ganaron las elecciones y tienen el derecho a gobernar y a rendir cuentas en el 2005, en lugar del pobre retirado militar que hoy hace esfuerzos por parecer preparado y gobernante.

 

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