Cartas al Libertador

Boletín de un Librepensador

Quito, 09 de Septiembre del 2003

 

Quid pro quo

 

        

La imagen creada del imperialismo como el pulpo que dominaba al tercer mundo con sus tentáculos se estableció a nivel mundial como el icono de los movimientos nacionalistas democráticos y revolucionarios del siglo pasado. Imagen que alimentaba la visión de un imperialismo como un fenómeno externo, un poderosos y voraz cetáceo que azotaba a los países dominados condenándolos al subdesarrollo, la dependencia y la pobreza. La lucha de los pueblos radicaba en cortar los tentáculos que con sus ventosas drenaba nuestra economía y recursos naturales, predominaba entonces la teoría de romper las cadenas de la dominación por el eslabón más débil. Siempre presente la connotación de un imperialismo externo y encarnado en los EEUU.

 

                Esta imagen imposibilitó a muchos sectores de la izquierda el visualizar los engranajes de la dominación nacional como parte del todo imperialista. La idea del imperialismo Yankee encubrían las redes de dominación que atravesaban en lo concreto a los países y que articulaban longitudinal y transversalmente a las regiones armando un entramado complejo que designábamos como imperialismo.

 

                Imposibilitados por una visión abstracta, de la realidad imperialista, no dimos cuenta de los mecanismos de subordinación que incluso se insertaban en nuestras organizaciones de entonces. Así nacieron los primeros rasgos de una izquierda subordinada.

 

                Desviaciones profundas en el concepto mismo de las organizaciones permitieron el afincamiento de dirigentes sustentados en el aparato organizativo y no en el liderazgo, punto de arranque donde surgieron las distancias, primero de la dirigencia hacia las bases del partido...luego del partido y la sociedad.

 

                Los partidos de izquierda se convirtieron , de manera paulatina y sutil al inicio, en altares donde se quemaban inciensos a sus dirigentes, fatuos y dioses de barro. Se concluyó con expresiones groseras de idolatría y verticalismos que sepultaron las organizaciones y todas las proyecciones revolucionarias.

 

                Verticalismos egocéntricos que contagiaron a todos los organismos partidarios, que se reprodujeron de manera automática en las organizaciones sindicales y  populares. Redes de dominación al interior de la izquierda que reproducían los caciquismos y los tejidos clienterales utilizados intensamente por la oligarquía y entrampaban las potencialidades de la democracia. Así se alimentó y sustentó la democracia aérea, elitista y excluyente. La izquierda se sepultó a si  misma en el momento en que se constituyó en un agente de reproducción de la dominación oligárquica e imperialista, reproducción política, al extender las formas de control, utilizadas por la oligarquía,  a las organizaciones populares... Reproducción ideológica ya que introducía el factor subordinación en los agentes sociales portadores del cambio y las transformaciones. Los dirigentes de entonces y de hoy, que aun se sustentan en estos mecanismos políticos e ideológicos, terminaron subordinando a los partidos de izquierda y a las organizaciones populares al dominio. Esa es la izquierda subordinada.

 

                Muchos dirigentes de esta izquierda subordinada concluyeron incrustándose en las esferas estatales y engrosando las filas de los arlequines del dominio. Concluyeron planteándose la tesis de que el poder subyace en los escritorios, en los cargos, en los nombramientos y no en la organización del pueblo.

 

                La distancias se marcaron y nacieron brechas, luego fracturas y terminaron por ser profundos abismos... Los cazadores de cargos hoy resultan verdaderos alienígenas en el seno popular. Por ello nunca se ganaron el cargo por votación, por ellos no votan ni sus familiares, solo cuentan con su círculo íntimo que no se cohesionan por un ideología, encuentran sus vínculos en los circuitos de las oportunidades... por el chancecito.

 

                ¿Cómo identificar al dirigente y cómo identificar a un líder?... El dirigente asienta su gestión en el nombramiento, lo importante es ser secretario general, tomarse la foto en el centro de la mesa directiva, aunque la organización que representa sea solo una sigla o un cadáver insepulto... El líder sustenta su gestión en la organización, recrea su poder en la organización, la potencia liza, la proyecta... Su poder se diluye entre el tejido organizativo. El dirigente se rodea de adulones, de veneradores, de incondicionales, de leales súbditos y tiende a reproducir un comportamiento cortesano donde impera el oportunismo... El líder nace, crece y se alimenta en la confrontación crítica, sintetiza la diversidad que representa y la politiza. El dirigente se sustenta en la verticalidad... El líder surge de las horizontalidades. El dirigente se mantiene en base del control y el silencio... El líder se fortalece en la participación. El dirigente habla del YO... el líder de NOSOTROS.

 

                La caída del muro de Berlín no significó la sepultura de las ideologías de manera alguna, como plantean los dirigentes de hoy para continuar con su dominio, significó el estallido de las horizontalidades. Las tierras donde dominaban “el Buró“ y se pastaban las vacas sagradas quedaron arrasadas dando paso a nuevos agentes sociales... Ese es el proceso que vivimos.

 

                Aún quedan de pie “bolsones” del pasado y los dirigentes seguirán de pié hasta que los nuevos agentes los tumben.... En política, ningún muerto cae sino se lo empuja, decía un anciano militante anarquista... Será la determinación y la voluntad colectiva los que escriban las páginas finales de la izquierda subordinada y será de esa determinación y voluntad colectiva, el huerto donde florezcan los nuevos líderes, los que sinteticen esa fuerza transformadora que subyace en nuestros pueblos.

 

                Toda esa izquierda “bugatti”, esos dirigentes verticales diestros en “lobbies” y poseedores de potentes “contactos”, habidos de consensos dialogados con el estado, prestos a la mano fría del vaso con whisky de los cócteles compartidos con las élites... Tienen los días contados y la cuenta regresiva la marcan las organizaciones que piden la palabra en las asambleas, en los congresos de los pueblos que tienen la vista fija en el horizonte. La izquierda subordinada no es más que un cadáver.... que hiede, sus manifiestos y discursos no son más que periódicos de ayer reeditados, palabras maceradas por la traición y pronunciadas con mentira.... Sus sepultureros ya nacieron... ya crecieron y los acechan paso a paso. Dirigentes..... ha llegado el momento en que no pueden cerrar los ojos, no pueden detener el paso, no tienen tantos dedos para tapar tantos huecos y el dique se les desborda y se acerca el día en que saldrán por la puerta chica.

 

                Un dicho muy popular reza: “No queda más que esperar que bajen al muerto.... y se arme el griterío”... Punto final al Quid pro quo.

 

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