Breve recetario de amor escandaloso: activismo de derechos humanos en el Ecuador

Alexis Ponce, Vocero de la APDH

"Recuerda que perteneces al género humano y olvida el resto" Albert Einstein

El tema que me indicaron preparar llevaba por título "Activismo no-violento y la Objeción de Conciencia". Quien les habla no es un objetor de conciencia, por lo menos no a la manera en que se lo entiende en el mundo contemporáneo, o más bien lo fue a los 18 años, pero como pudo y debido al azar: Por miope se me consideró inhábil para el servicio militar, así que gracias al médico de la Junta de Calificación de las FFAA pude dedicar todo mi tiempo en esa edad fugaz, a lanzar activamente piedras y molotov a los carros anti-motines y a organizar luchas estudiantiles nada pacifistas contra todo lo que oliera a represión.

En cambio, en el activismo no-violento por los DDHH, donde militamos hace siete años, algo se tiene de experiencia, muy poca quizá en comparación a la que tendrán muchos hermanos de otros países del continente y de Europa que se encuentran aquí. Trataremos, entonces, no de descubrir el agua tibia, sino de refrescar la colectiva memoria de lucha y, ojalá podamos sistematizar lo acumulado.

Voy a insistir en pedirles perdón; esta vez por referirme a la experiencia de nuestra entidad, es decir a la experiencia propia y sobre la realidad frontera adentro. No se trata de un vanidoso monólogo de mal gusto en primera persona, sino simplemente de ignorancia y timidez. Unamuno escribía: "perdonen que hable de mí mismo, es la persona que tengo más a la mano"...

Siempre que se habla del tema de derechos humanos el alma nos interroga: Qué es lo que realmente hemos logrado o podemos lograr los defensores y activistas de DDHH en un mundo donde, según Isaac Asimov, "cada veinte segundos un ser humano muere a manos de otros seres humanos en algún lugar del planeta"?.

Son momentos de silencio depresivo y de sentido de auto-culpa, en los cuales quisiera reivindicar el derecho humano y personal al suicidio. Pero pronto, milagro del realismo maravilloso que se vive en este continente, sorteamos la depre y, sin olvidar lo que sucede cada 20 segundos, dedicamos lo que queda del día a imaginar el mundo que se anhela habitar y a pelear por acercarlo, un poquito más, a la realidad cotidiana.

Y esa es la segunda experiencia que puedo transmitir: activismo de DDHH significa incesante trabajo de imaginación, permanente desafío a la creatividad.

Y, paradoja del dolor humano por los 20 segundos en la Tierra, activismo inevitablemente significa no-violencia, o "violencia auto-regulada", para decirlo en lenguaje zapatista.

Si bien sigue comprobándose, con experimentaciones elocuentes, que el tema de los DDHH es tomado en cuenta según el lente que los ve o el voto que veta o decide en el Consejo de Seguridad de la ONU, y que la apocalíptica realidad cotidiana del mundo impondría el silencio por vergüenza antes que el discurso sobre el "respeto a los DD.HH.", hay pasos decidores, todavía pequeños claro, en el avance hacia una legislación mundial y local a tono con la exigibilidad de aquellos derechos.

Ese avance también ha sido posible, en importante grado, gracias al empuje de nuevos actores ciudadanos y escenarios sociales, uno de los cuales -el movimiento mundial de DD.HH.- posee rostros diversos que lo componen, olfatos distintos en su metodología, visiones diferentes en sus estrategias. Hablar de uno de esos rostros, es pisar otro terreno, minado y desconocido hasta hoy en Ecuador y supuestamente "implícitamente entendido" en la sociedad civil, los Estados y el propio movimiento de derechos humanos.. nos referimos, of course, al activismo:

Qué es el activismo de DDHH? No tenemos respuesta. Quizá es un método, pero no es suficiente. Tal vez es un estilo de vida, pero no basta. Como no puedo definirlo, hablaré con sutiles parábolas. Hemos oído hablar alguna vez de Greenpeace, la no-violencia activa, Gandhi, las madres de Plaza de Mayo, Martin Luther King, caso Restrepo, Jesse Jackson y el movimiento Arco iris en EE.UU., Chiapas, Steve Biko, Chico Méndes, etc.

También hemos oído hablar de las sesiones a puerta cerrada del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los DD.HH. en Ginebra o del Consejo de Seguridad en Nueva York donde se trata con mucha ternura este mismo tema; de la idea de una autoridad, de crear una Subsecretaría oficialista de DDHH; de la flagrante broma de esa misma autoridad que es funcionaria de una ONG de DDHH y máxima jefe de la Policía a la vez; de un connotado defensor de DDHH apoyando en spots televisivos electorales a un candidato de extrema derecha; de la praxis viciosa y trágica donde rueda interminable la noria: violación-denuncia impunidad-denuncia.

Si hemos escuchado hablar de todo ello y captamos la sutil tonalidad de las palabras, felicitaciones. Nos acercamos un poco más al concepto de activismo. Lo entendemos como una corriente, sin forma, ni bordes o límites, en el movimiento de defensa de los derechos humanos, que para cumplir sus inútiles fines de exigencia de respeto a la dignidad humana o de promoción de las Causas Justas en la Tierra, mantiene varias características que le son inherentes:

Superpone como método de acción la acción misma; desarrolla actividades complementarias o desata acciones suscitadoras que provoquen el conocimiento público sobre las denuncias y el procesamiento de nuevo tipo de las mismas; basa su estrategia de acción en la filosofía de la no- violencia activa; se sustenta en un pacifismo combatiente y en la resistencia no armada; proclama y promueve la auto-defensa pacifista individual o colectiva; prioriza la acción ejemplar ("guerrilla urbana pacifista" le llamó un sociólogo vago convertido en editorialista ejemplar) y la espectacularidad eficaz del ejemplo con el pellejo adelante; le es inherente la simbología como parte de su estrategia de acción y usa elementos lúdicos, provocativos, que seduzcan.

Busca ser moderna, resucita el juego como filosofía atávica de su lucha; superpone la destrucción del lenguaje formal, tradicional, frío y aburridor del sistema y de varios sectores sociales contestatarios; combina la objetividad y seriedad de su trabajo, con la credibilidad de su accionar, junto a lenguajes nuevos, es decir internaliza la poesía en su discurso y práxis; hace suyo, así, el acumulado histórico de América Latina y de este país. Cree en el discurso poético, seguido de acciones evidentes, del Subcomandante Marcos, antes que en el discurso inaugural de la conferencia anual de Derechos Humanos dictada por los mismos de siempre.

Se juega en la calle, además de jugarse en la oficina, el ministerio, el diálogo o la institución; está integrado por activistas voluntarios: es voluntariado a secas, es decir real, que no tiene otro tipo de camisas de fuerza que no sean los de la realidad circundante. Tiene un principio elemental, "implícito" desde la eticidad: la defensa de los DD.HH. se juega con la propia piel, la suerte de las víctimas hay que estar dispuesto a correrla, el pellejo de uno mismo habla por esa defensa. No es heroicidad sectaria, vanguardismo pasado de moda, ultrismo marginal, aunque en su seno quepan perfectamente el ateísmo, la ex-militancia izquierdista, el agnosticismo, la fe religiosa, el new-age, el anarquismo y el diálogo y consensos con el adversario.

Para el activismo, la visión de los DDHH y de su defensa es holística, integradora, global; La ecología es parte, o debe ser, de su agenda, objetivos y estrategias. Aunque se lo juzgue desde el antropocentrismo, la corriente activista -de la que formamos parte- dota de humanidad a Todo: defendemos los derechos humanos del Planeta, porque todo es humano, la fauna, la flora, los bosques tropicales, la Amazonía, los delfines, las estrellas... Destruye a alguien de ellos y destruyes la humanidad. ¿No es acaso el vendaval trágico del fenómeno de El Niño a escalas mundiales, una respuesta, un reclamo, un SOS, del planeta al ser humano, porque estamos acabando, matando, la Tierra?. ¿No nos está diciendo el planeta azul que se ha tocado fondo, humanidad?

En todo caso, volviendo al tema, la diferencia entre defensor y activista, como se puede apreciar en la gráfica, es sutil, no estratégica. Por tanto no hay distinciones aparentes, y menos aún irreconciliables, entre el defensor de DDHH y el activista de DDHH. O ustedes creen que hay alguna diferencia entre Luz Helena Arismendy en Ecuador, Hebe de Bonafini en Argentina, Rosario Ibarra y Ofelia Medina en México, Biko en Africa, Estudiantes Democráticos en China Popular, con los ilustres miembros de las comisiones de DDHH de Naciones Unidas, OEA, etc.?

El activismo no cree en el poder, no le interesa llegar a él, ni lo busca. No cree en los espacios de poder ni en las cuotas de ejercicio del poder. Es el anti poder no-violento, por tanto gusta más del anarquismo que del leninismo. Ello no obsta para que sí crea -y firmemente- que el poder deba ser controlado, glosado, vigilado, integrado por la sociedad civil organizada. En tal sentido, apuesta a la acumulación de fuerzas en la resistencia al nuevo tiempo y a su multiplicación, en el tejido de redes sociales que determinen el control a dicho poder.

No quiere tomar el poder, sí quiere tomar el cielo por asalto, entendiéndolo como la conquista por parte de la sociedad civil, de mayores espacios de participación y construcción ciudadana de una democracia distinta, no a la imagen y semejanza de la desgastada y pluscuamperfecta democracia occidental.

El activismo pacifista quiere ser la conciencia oculta del pasivismo, su urgencia, reto, seducción y rompe-cabezas. Quiere obligarlo a repensar su realidad. Puede ser el oscuro objeto del deseo y a la vez el espejo donde se niega a mirarse el tradicionalismo pasivista. El adagio chino "una imagen vale más que mil palabras" y el pensamiento martiano "hacer es la mejor manera de decir", son sus guías para la acción.

Verbigracia: el barquito pirata de "Greenpeace" rumbo a Muroroa, desafiando las lanchas torpederas de la marina francesa, con siete activistas a bordo, preparados física y políticamente para el abordaje, mientras en Europa y el mundo sus hermanos saturan los teletipos con dicha información al planeta entero. Combina el máximo provecho al internet y la comunicación satelital, junto a una Causa Justa que llega a millones de seres humanos a través de los ojos, el corazón y el inconsciente.

Posiblemente otros hermanos aconsejarán que ese no es el camino, que se habla de método pero no de contenido, que no hay tal corriente, que sería el colmo permitir la enfermedad infantil del aventurerismo en los DDHH, que es un gesto de los desesperados pequeño-burgueses que ingresaron al movimiento de DDHH a partir de la segunda década perdida (los noventas).

Es posible todo ello, incluso puede que sea cierto en verdad. El activismo respeta, pero no cree en la acumulación prolongada de poderes populares inciertos, estrategia que en varias ocasiones ha ocultado la ausencia de estrategias, que se juega la piel, es cierto, pero a largo plazo, porque -se sabe- los provocadores terminan como el Che o Lennon.

El activismo hace suya la frase de César Vallejo: "Si yo te amara, qué sería? una orgía!. Y si él te amara? sería todo ritual, pero menos dulce". Me explico, verdad? El activismo detesta la ritualidad, pagana o secular, el pegarse al escritorio, la garantía de obtención de santidad en la Tierra o de un preferido lugar en el paraíso. Nosotros no queremos el paraíso lejos de la Tierra, es decir lejos de la vida tal cual es.

Y renegamos del misal y la solemnidad. Es decir, somos unos renegados... de la rutina , del reloj y del timbre de tarjeta público o privado, del buró y del bufete. Ya se sabe que es muy sabroso tertuliar sobre derechos humanos en "sillones mullidos" y sabroso, aunque no tanto, repetir -de manera menos elegante- el mismo esquema de tertulias en talleres financiados para nuevos talleres donde se reflexiona sobre la reflexión anterior acerca de los DDHH

El activismo es, a su pesar, un "énfant terrible": es una corriente emergente que ha declarado el estado de emergencia al movimiento emergente de DDHH del que forma parte. No lo contradice, ni se contrapone a él. Simplemente se diferencia. No es su adversario, ni su competidor, no busca la primera página ni las ocho columnas con pie de foto para la siglita sino para la Causa Justa que defiende; no intenta supremacía alguna ni vanguardizar inútilmente lo que no se puede: Es imposible vanguardizar el amor a la vida. No ejerce su derecho a la acción por protagonismo , aunque más de una vez se lo acuse de tal. Hemos aprendido, de tanta acusación, que el protagonismo es malo si lo tiene el otro, si lo tiene uno mismo es buenísimo.

Aunque no se lo pueda definir, al activismo se lo ubica a lo lejos, se lo divisa, se lo detecta. Luz Helena, madre de los hermanos Restrepo, activista desde la tragedia impresionante del dolor a secas, activista a su pesar tal vez, absolvió en su nombre, martirio y dignidad, a todos los que defienden la vida, incluso a quienes desde ese movimiento no compartían con ella su método (nunca tuvo método: el amor no tiene método, para ser exactos).

A propósito de ella y Pedro Restrepo , taitas nuestros del activismo, pero sobre todo a propósito de los iluminados de siempre, vale la pena compartir con ustedes un recuerdo... A tanto llegó el dogmatismo estalinista de ciertas izquierdas, que hace no muchos años escuchamos de boca de algunos camaradas que la defensa de los derechos humanos es una tarea "burguesa", pues los DDHH son una herencia consecuente de la revolución francesa de 1794. Y que se reservaban de apoyar la causa de los Hermanos Restrepo, porque sus padres eran "de extracción burguesa", no proletarios. Recuerdo las justificaciones injustificables del silencio del Partido Comunista argentino frente a la maquinaria de muerte de la dictadura militar de los setentas...

Quiénes, en verdad, se quedaron anclados en otro siglo, en otro tiempo? Quiénes se quedaron paralizados en 1794? Las madres de la Plaza de Mayo, Luz Helena Arismendy o las aberrantes inteligencias del dogmatismo sectario o del pragmatismo cínico?

Se ha dicho, con toda razón, que "Greenpeace", uno de los honrosos grupos que integran esta corriente, maneja sincronizadamente el poder de la comunicación y los titulares de prensa para las Causas Justas que defiende. Sabe hacerlo, y saber hacerlo no es fácil ni sencillo. Nadie regala espacios, se los conquista a pulso, con inteligencia, transparencia, corazón y credibilidad.

Precisamente esa es otra experiencia del activismo: el rol de la comunicación. Para los activistas de DD.HH., la comunicación -es decir lenguaje, símbolo e imagen- es un elemento inherente, integrador, de su razón de ser, de su estrategia, de su filosofía. No es parte de su táctica , es parte de su vida misma.

Ninguna lucha ejemplar en este país, que haya desarrollado acciones ejemplares, desde el Caso Restrepo hasta el "destape gay" en Ecuador, por tomar dos ejemplos, ha descuidado el elemento comunicacional ni el profundo aporte que a las causas justas entregan los comunicadores sociales; es más, ha situado a la comunicación social en su dimensión verdadera, le ha dado su justo valor, ha respetado mucho a ella y a los que la integran.

Ha priorizado el valor y la belleza de la comunicación en DDHH. Porque para ganarse el corazón de la gente, no es posible un trabajo popular prolongado que dure hasta la eternidad, con todo el respeto y cariño que nos merecen nuestros hermanos que así piensan y actúan, sino que -pensamos- se debe llegar a millones de seres humanos en poco tiempo. La televisión, el satélite, el cable, el internet, la prensa escrita, la voz enorme de la radio, las artes, permiten aquello.

Sin el valor de la comunicación ninguna lucha de DD.HH. sería posible hoy o será posible mañana. Más aún en tiempos difíciles, de retorno a "manos duras" en América o de regresos, esos sí jurásicos, al febrescorderato "cool" en Ecuador, por citar otro ejemplo.

No se trata de anteponer la comunicación y los medios de comunicación por sobre todas las otras herramientas de la acción. Solamente de darle el lugar, importantísimo, que merece en una utopía humana y en una lucha civil como éstas, la nuestra de DDHH y la suya de la Objeción de Conciencia, a las puertas de un nuevo siglo.

Al periodismo se mal entendió y mal usó desde las izquierdas: se creía que los comunicadores "buenos" eran quienes te sacaban el boletín de prensa aburrido de cada dos semanas, que el periodista solo servía para eso, y que el periodista "malo", "burgués", era quien no te paraba bola . Ese maniqueísmo de parroquia, presente aún en estos tiempos, nada tiene que hacer en el activismo de DDHH.

No se puede defender la vida humana en la Tierra sin acción, y no es posible activar la defensa de los DDHH sin comunicación. Esa es otra experiencia que la traspasamos a ustedes.

Por algo nos habrán invitado nuestros queridos hermanos Objetores de Conciencia y del SERPAJ de Ecuador para que precisamente nosotros, rudos obreros más que intelectuales, tratemos el tema del "activismo". Lo peor de todo es que olvidamos nuestra tosca condición de groseros trabajadores manuales de los DDHH y pretendimos teorizar lo que no pudimos.

Bueno... se llevan alrededor de mil acciones, de todo tipo y género. Caminatas, huelgas de hambre, ayunos, exorcismos, tomas de embajadas y agencias de prensa, cambio de nombres a las calles, embanderamientos de cruces en el Quito colonial y travesuras medianas y peores.

Cada acción debe ser planificada al detalle, la discusión sobre si es correcta o no la actividad jamás se discute durante la acción, sino antes (para no hacerla) o después (para carajear), se hacen balances posteriores individualmente y uno colectivo, se busca -a veces se logra- la preparación política y física de los activistas para esa acción, se diseñan los equipos de trabajo para cada actividad: uno en la luz y otro en la sombra. Siempre el de la sombra es el más importante, porque de él depende el éxito de los que aparecen a la luz. Está encargado de tejer las redes con los medios, faxear, telefonear, armar contactos con sectores amigos y no amigos, etc. Es importante persuadirse que para combatir al neoliberalismo y su cuadratura globalizada, debemos ejercitar el derecho a la imaginación, el deber de ser creativos: un defensor de DDHH sin creatividad, ni imaginación en este nuevo tiempo, no defiende la vida como se debiera, sino el estancamiento, la modorra, la calma chicha.

Cada actividad tiene un manifiesto que, en lo posible, es escrito "a dos voces": el contenido poético, no frío, junto a la objetividad del tratamiento del caso. Lo bueno de todo este detalle es que, sin haberlo conversado, se pudo empatarlo con activistas del mundo. Cuando por acá llegaron integrantes de "Greenpeace" para dictar un taller sobre activismo hace tiempos, descubrimos y descubrieron que teníamos afinidades obvias: todos estos detalles lo teníamos registrado ambos, como "métodos de acción".

En una sola cosa no coincidimos: cuando los hermanos mayores nos indicaron que un informe o proclama para las acciones debe ser absolutamente sereno, frío, sin adjetivos, imparcial y equilibrado. Acotamos esa vez algo con lo que hoy concluimos: la defensa de los DDHH no está reñida con la poesía. El activismo no está divorciado con el amor por la palabra. Para nosotros, dijimos esa vez y lo decimos hoy, la proclama ideal de cada acción es aquella que conjuga la riqueza poética de Marcos con la implacable objetividad de un informe de Amnesty.

Además esto es América Latina y aquí no es posible caminar utopías ni defender la vida sin pasión, es decir sin vida.