El Cubano

 
Cuba, Isla que nace bajo el signo del desprendimiento, como una pequeña porción de pintura que salpica las zonas blancas del lienzo.

De sus continuas, radicales y constantes transmigraciones geográficas, económicas y sociales nace el Cubano.

Su naturaleza proviene de la mezcla originaria que provocó, ese inmenso amestizamiento de razas y culturas, que nos dieron su carácter, virtudes, vicios, su civilización y sus actividades, fundidos en el crisol de Cuba.

Para el Cubano, su Isla es el mejor paraíso de la tierra, sus playas son las más hermosas del mundo, sus atletas los campeones, su inteligencia una de las más pródigas y sus hombres y mujeres, bellos y sensuales como en ninguna otra parte del mundo.

Dueño de las pasiones más recias, navegando entre los extremos del todo o la nada, leales, amistosos al punto de asumir posiciones altruistas por encima de los intereses individuales, capaces de grandes sacrificios, pero a veces inconstantes y apáticos.

El cubano tiene una identidad clara, fuerte y afectivamente comprometida, que lo salva de las situaciones más adversas.

Es muy fuerte, también por su capacidad de adaptación. Es un luchador, mientras más lo aprieta la vida, más fuerzas encuentra para resistir.

Manifiesta un carácter alegre, al punto de tomar en serio los chistes y convertir todo lo serio en chiste. Es extraño el día en que no aparece en la calle un cuento recién sacado del horno, para desacralizar las últimas novedades.

Son personas concretas, cuando siente que las palabras se distancian de la realidad, simplemente apagan la planta. Después, cada uno hace lo que mejor cree.

Son del platico de dulce para el vecino, de las puertas y ventanas de casa abiertas al visitante, de la conversación callejera, son de la familia, los amigos, los socios... expansivos y auténticos, sin pinta de almidonados y formales.

Es usual que visite sin avisar, que cuente su vida en la parada a cualquier desconocido, le regale los 40 centavos de la guagua y lo invite a tomarse un trago ese mismo día.

Suele usar las llamadas malas palabras para expresar una intensa alegría o una sensación fuerte y casi siempre hiperboliza su gestualidad y la expresión moral.

Pudieran parecer irrespetuosos para cualquier extranjero que no conozca su absoluta falta de prejuicios cuando se proyecta en las relaciones interpersonales, al punto de excederse en ocasiones al no reconocer límites en la familiaridad.

No nacimos para vivir solos, ni en el barrio, ni en el mundo.

"Indómito a veces por lujo de rebeldía, es tan áspero al despotismo como cortés a la razón".

José Martí.

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