Revestir sabe el vino los más sórdidos antros
de un milagroso lujo, y hace surgir más de un pórtico fabuloso entre el oro de su rojo vapor, como el sol que se pone en un cielo nublado. |
Agranda el opio aquello que no tolera límites,
lo ilimitado alarga, el tiempo profundiza, los deleites ahonda, y de placer triste y oscuro, anega y colma al alma rebasada. |
Mas todo eso no vale el veneno que fluye
de tus ojos, de tus verdes ojos, lagos donde mi alma tiembla y se ve invertida... llegan mis sueños en tropel, para abrevar en esos dos abismos amargos. |
Mas todo eso no vale el prodigio terrible
de tu mordiente saliva, que sume en el olvido a mi alma impenitente y, el vértigo arrastrando, la trae desfallecida a orillas de la muerte. |
Charles Baudelaire |
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