Declaración Final del Primer Encuentro Internacional de Solidaridad y por la Paz en Colombia y América Latina
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El esfuerzo de una gran diversidad de movimientos sociales,
fuerzas políticas, organizaciones de solidaridad y de derechos
humanos, personalidades progresistas y destacados intelectuales
de todos los continentes ha confluido en este hermoso y fructífero
Primer Encuentro de Solidaridad y por la Paz en Colombia, América
Latina y El Caribe, realizado los días 20, 21 y 22 de Julio de
2001, con la participación de 35 países, 50 organizaciones y 320
delegados y delegadas internacionales y más de 100 delegadas y
delegados de El Salvador .
Destacamos que este Primer Encuentro ha sido una alta expresión
de unidad y solidaridad internacional de América y el Mundo ante
las permanentes agresiones imperialistas contra los pueblos que
luchan contra el neoliberalismo por la liberación, por la justicia
social, por la democracia participativa y por la soberanía de
los pueblos.
El Plan Colombia es un proyecto de guerra intervencionista de
Estados Unidos contra los pueblos de América Latina y El Caribe,
que busca aplastar las diversas y crecientes expresiones de lucha,
rebeldía y victorias populares y patrióticas e impedir que se
consoliden y surjan democracias participativas, contrarias a los
planes hegemónicos de esa potencia imperial y a su pretensión
de imponer el llamado Acuerdo de Libre Comercio (ALCA).
Estrechamente vinculado al Plan Colombia y al ALCA están los
nefastos procesos de Dolarización con expresión concreta en El
Salvador y el Ecuador, y la instalación de varias bases militares
estadounidenses, concretamente en Aruba, Curazao, El Salvador
(Comalapa) y Manta en el Ecuador.
Rechazar esas iniciativas imperialistas, recolonizadoras, es
un deber ineludible. Tan ineludible como el rechazo al pago oneroso
de la deuda externa.
Con todo esto y la culminación de las privatizaciones extendidas
a puertos, aeropuertos, agua, electricidad, reserva científica,
bosques, costas..., Estados Unidos pretende hacer irreversible
la recolonización del Continente.
El pretexto que ante el mundo trata de justificar esta nueva
escalada militar en el continente americano, es la llamada "lucha
contra el narcotráfico". En este esquema Estados Unidos encuadra
no sólo a los movimientos guerrilleros, Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia - Ejercito del Pueblo (FARC-EP) y Ejercito de Liberación
Nacional (ELN), si no a las demás formas de lucha y de expresión
popular y democrática que enfrentan abiertamente al imperialismo.
Este plan en marcha forma parte de una estrategia global de
recolonización económica, política y militar del imperialismo
estadounidense destinado a dominar en forma absoluta y permanente
los pueblos y naciones de nuestro sub-continente.
El mismo tiene nefastas consecuencias para nuestros países puesto
que pretende impedir los procesos hacia verdaderas democracias,
esto es, democracias participativas, con justicia social y soberanía
nacional. Obstaculiza también la reconstrucción de sus economías
devastadas tanto por la crisis económica como por los desastres
naturales, desviando esfuerzos y recursos para alimentar una absurda
guerra que compromete gravemente la seguridad y la soberanía de
nuestras naciones y crea grandes focos de tensiones bélicas que
generaran una incontenible carrera armamentista con la cual se
lucran las grandes empresas productoras de armamento y los traficantes
de armas.
El Plan Colombia y su componente de guerra química destruiría
la selva amazónica, lo cual traería como consecuencia la desaparición
del principal pulmón del planeta y la mayor reserva hídrica del
mundo.
Las fumigaciones y la violencia oficial ejercida por las fuerzas
intervencionistas, locales y el paramilitarismo, que son la misma
cosa, agravan el problema. Por estas razones condenamos el Plan
Colombia - Iniciativa Andina - y exigimos que se anule el mismo
en aras de continuar buscando por los caminos del diálogo en la
Mesa de conversaciones una salida política al conflicto social
y armado que vive Colombia.
La lucha contra el flagelo del narcotráfico debe estar dirigida
en lo fundamental a impedir el aumento de la demanda en los países
de mayor consumo, castigar y expropiar a los grandes capos de
las mafias internacionales que se mueven libremente con sus capitales
por el mundo de las finanzas y las inversiones, controlar el flujo
hacia los países productores de los químicos necesarios para esta
nefasta industria, destinar mayores recursos a la recuperación
médica de los enfermos; y sustituir los cultivos ilícitos a través
de la erradicación manual, voluntaria y concertada con los campesinos
pobres y los trabajadores que se dedican a esa actividad como
forma de subsistencia y de políticas que garanticen elevar el
nivel de vida de los habitantes del campo. De esta manera resultaría
totalmente innecesario el uso de medios militares para enfrentar
un problema de profundas raíces sociales y económicas.
Persistir en el Plan Colombia equivale a escalar la guerra y
a comprometer más gobiernos del continente en el apoyo a esa política
destructiva que apunta en lo inmediato contra la heroica insurgencia
colombiana, contra la revolución bolivariana encabezada por el
presidente Hugo Chávez y contra el significativo ascenso de las
luchas populares y patrióticas en otros países del continente.
Todo esto se enmarca dentro de la pretensión de los Estados
Unidos de ejercer una dominación perpetua y universal sobre el
planeta, configurando en la actualidad una peligrosa amenaza contra
la humanidad y generando una crisis de civilización y de existencia
de la inmensa mayoría de los habitantes de la tierra.
Sin embargo, como las causas que han determinado los grandes
cambios revolucionarios en la historia mundial no han desaparecido,
por el contrario se han agudizado, las resistencias y la lucha
de los pueblos en este inicio del siglo XXI están confirmando
la vigencia de los ideales revolucionarios y la necesidad de una
alternativa mundial al sistema vigente que garantice a los pueblos
desarrollo, justicia, dignidad humana, participación democrática
y paz.
Y por eso las organizaciones, entidades, personas y movimientos
participantes de este encuentro declaramos ante América y el Mundo
nuestra indeclinable solidaridad con Cuba revolucionaria y con
la lucha contra el criminal bloqueo que le impone Estados Unidos,
nuestra solidaridad con la Venezuela bolivariana, con la rebeldía
Zapatista y las fuerzas democráticas de México, con la insurgencia
heroica y con todos los sectores progresistas de Colombia, con
los patriotas puertorriqueños que luchan por sacar las tropas
yanquis de Vieques y alcanzar la independencia de Puerto Rico,
con la lucha de los pueblos originarios por sus derechos inalienables,
con la hermosa rebeldía de las mujeres y de todos los sectores
discriminados, con los movimientos sociales y políticos en combate
en Brasil, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Argentina, República Dominicana,
Jamaica y otros países, con las luchas patrióticas y populares
de las izquierdas y las fuerzas políticas progresistas del continente,
con los movimientos antiglobalizadores y antineoliberales que
impactan a Europa y Norteamérica y con los esfuerzos de los partidos
y movimientos políticos transformadores que procuran nuevos avances
y nuevas victorias electorales.
Condenamos a la vez la descarada ingerencia del gobierno de
los Estados Unidos de América en el proceso electoral nicaragüense
en interés de favorecer al Partido Liberal e igualmente rechazamos
ingerencias parecidas, aunque mas discretas, puesta en marcha
en otros países donde las fuerzas de izquierda y progresistas
avanzan hacia nuevos triunfos electorales. Exigimos en consecuencia
que Estados Unidos cese su política de chantaje ante la posibilidad
del triunfo sandinista en Nicaragua y demandamos el derecho soberano
de los pueblos del continente a elegir libremente sin presiones,
sin ingerencias, a sus gobernantes.
Exigimos la libertad de todos los presos políticos comenzando
por Mumia Abu Jamal y los 5 patriotas cubanos en los Estados Unidos,
los argentinos de la Tablada encabezados por Roberto Felicetti,
el sentenciado Emilio Alí y los dos mil quinientos luchadores
sociales procesados a los cuales amenazan aberrantes condenas.
Exigimos la libertad de los presos políticos peruanos, puertorriqueños
y colombianos.
Nuestra voluntad solidaria asume hoy todas las causas justas
en el mundo, entre las cuales la lucha heroica del pueblo palestino
contra el genocidio israelí - imperialista ocupa un lugar señero.
Rechazamos a la vez todas las agresiones y bloqueos imperialistas
tales como los que persistentemente ejerce los Estados Unidos
de América contra Libia, Irán e Irak.
Igualmente nos solidarizamos con las luchas de los pueblos de
África, Asia y Oceanía.
Asumimos íntegramente la herencia del libertador Simón Bolívar
y de los héroes y heroínas de nuestra primera independencia y
nos comprometemos en hacer realidad sus sueños y sus metas emancipadoras.
Agradecemos sinceramente la hospitalidad y el afecto desplegado
por el pueblo salvadoreño y las organizaciones que sustentaron
este evento. Saludamos sus esfuerzos por el éxito de este Primer
Encuentro Internacional de Solidaridad y por la Paz en Colombia
y América Latina, llevado a cabo en condiciones difíciles en vista
de los efectos destructivos de los recientes terremotos que afectaron
sensiblemente su economía y sus condiciones de vida y además enfrentando
la persistentes obstrucciones desplegadas por la Embajada de los
Estados Unidos en su empecinado interés de impedir este fructífero
encuentro. Todo esto potencia el valor de este gesto de solidaridad
internacionalista desplegado generosamente por los hermanos y
hermanas salvadoreñas. A todas y todos quienes hicieron posible
este éxito les expresamos nuestro sincero reconocimiento.
San Salvador, 22 de Julio de 2001.
RESOLUCIÓN ESPECIAL SOBRE LA CONTINUIDAD DE ESTE ESFUERZO
DE SOLIDARIDAD
Los participantes en este Primer Encuentro de Solidaridad y
por la Paz en Colombia y América Latina, nos comprometemos a llevar
a la práctica sus acuerdos, contenidos tanto en su declaración
final como en las resoluciones especificas de las diferentes comisiones
de trabajo, las cuales asumimos plenamente.
Nos comprometemos además a llevar adelante la convocatoria,
organización y realización del Segundo Encuentro Internacional
de Solidaridad y por la paz en Colombia y América Latina, para
lo cual asumimos los siguientes compromisos:
1. Mantener en funcionamiento las oficinas de Eventopaz en México
y El Salvador, como formas de contacto permanente, difusión de
materiales e intercambio.
2. Reproducir esta declaración final, difundirla, recoger firmas
de adhesión a la misma; hacerla llegar a gobiernos, parlamentos,
medios de comunicación, organizaciones sociales y políticas.
3. Conformar en cada país, comités preparatorios del Segundo
Encuentro, que denuncien el Plan Colombia y lleven adelante todas
las actividades que garanticen el éxito del mismo. 4. La elección
del país para este Segundo Encuentro se hará mediante consulta
con los actuales participantes y comités de auspicio, de manera
democrática, la cual se abrirá 4 meses antes del evento. De manera
tentativa señalamos el mes de marzo del año entrante para este.
5. Como organizaciones encargadas de la coordinación internacional
del Segundo Encuentro, actuarán las mismas que originalmente organizaron
el primero, a fin de aprovechar el trabajo realizado y la experiencia
acumulada, estimulando los aportes y las incorporaciones de otras
fuerzas que deseen contribuir a su desarrollo ascendente.
San Salvador, 22 de Julio de 2001.
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