El
materialismo cultural como fetichismo de la violencia (el determinismo tecno-ambiental).
Por:
Javier Flórez Miranda.
Abstract.
El
presente ensayo
consiste
en una crítica a una de las teorías de la antropología: el materialismo
cultural.
Específicamente a su tesis de la violencia social basada en los determinismos
ambiental, genético, tecnológico y psicoanalítico. En
contraposición el autor retoma la teoría marxista de la violencia social, basada
en el análisis histórico como una explicación política de este fenómeno.
Califica a esta teoría de fetichista, por su tendencia a explicar los
comportamientos sociales, a través de una metáfora del comportamiento de la
naturaleza y la tecnología para dominarla.
Palabras
clave:
Materialismo cultural, antropología cultural, violencia
social.
“Somos
los primeros en declarar que no creemos en un determinismo de los genes, que
estos no dictan la cultura ni la historia, lo que hemos discutido en varias
oportunidades. Creemos que antes
que un postulado tal, los genes son manipulados por la historia, segregados y
distribuidos por ella, valorados y privilegiados de la misma manera como los
seres humanos lo son. Creemos con Claude Lévi-Strauss, que la cultura
determina las razas, y no a la inversa”
Emilio
Yunis Turbay.
La
reducción mecánica de las leyes de la vida social a las de la biología
(ecología, etología), es la principal característica del materialismo cultural,
sobre todo en lo tiene que ver, con la explicación del fenómeno de la violencia
social. Al traslapar el objeto de estudio de la antropología a la biología, el
materialismo cultural, también reduce un sistema de relaciones a otro; o sea,
reduce las relaciones sociales de producción a relaciones puramente técnicas.
Esto implica soslayar la mediatización de lo biológico por lo social, cuya
solución es la clave de la explicación de los fenómenos de la ecología del
hombre.
Este
esquema ilustra el marco determinista del materialismo
cultural:
Determinado. |
Determinante. |
Objeto |
Objeto |
Ciencias
sociales |
Biología |
Antropología |
Ecología. |
Cultura(Conducta) |
Etología. |
Conducta
humana(costumbre) |
Conducta
animal (hábito). |
Por
otra parte, el materialismo cultural identifica el nexo causal con un sistema de
retroalimentación, confundiendo lo lógico con lo cibernético; donde las causas
son inputs, y los efectos outputs. Es el caso de A. Vayda
quien plantea, que para mostrar las conexiones entre la conducta cultural y el
medio-ambiente, es necesario que la relación causa-efecto, se consideren como un
sistema de retroalimentación (Vayda,
).
Para
no desviarnos de nuestro eje conceptual (la cultura), haremos la crítica con
base en el concepto de conducta, que en este caso, tiene profunda connotación
ecologista. La conducta humana, según los materialistas culturales, está
determinada en primer lugar por el medio-ambiente, en segundo lugar por el
aparato tecnológico, que el hombre usa para enfrentarse a la naturaleza y en
tercer lugar, por el instinto de agresión. Esta es la estructura determinista
del materialismo cultural, que encierra la vida social, dentro de un sistema
ecológico. El traslado de los sistemas conceptuales de las ciencias biológicas a
las ciencias sociales, exige como principio metodológico, entrar en el contexto
de la teoría social marxista. El académico Andrei
Ado, al referirse a Haeckel
quien pretendió extender los principios de la ecología a la vida social,
escribe:
“Haeckel no comprendió la especificidad cualitativa de la
vida social e hizo extensiva a la esfera de las relaciones sociales, la acción
de las leyes naturales. Respecto a los científicos que siguen esta tradición es
significativa la aspiración a considerar los fenómenos y procesos de la vida
social e analogía con los de la naturaleza, a describirlos con los mismos
conceptos con los que se describen los sistemas y procesos ecológicos (Ado, )”.
Respecto
a la cita anterior, hay que aclarar, que tal confusión conceptual se realiza a
través del hecho, de que en el aspecto formal, los conceptos son idénticos; pero
disímiles en el contenido. Es el caso del concepto de cultura, que en el plano
objetual de la biología y las ciencias sociales,
tienen contenidos distintos; verbigracia: mientras que en la teoría conductista
de Malinowski la conducta es aprendida, para la
etología es innata. Los materialistas culturales piensan que el comportamiento
violento de los seres humanos es innato.
Dentro de este mismo marco conceptual, algunos antropólogos incluyen
terminología jurídica. Es el caso de J. Arocha quien
aludiendo a las posibles causas de la violencia social, introduce el concepto de
impunidad, para caracterizar un fenómeno de justicia vindicativa en nuestro
país. También es típico de ellos, introducir categorías de la economía política
marxista, como la de Imperialismo, llenándolas de contenidos ajenos al marxismo.
Esta enajenación conceptual ecléctica, es la estrategia clave para deformar la
verdadera naturaleza de fenómenos sociales como la violencia. Si bien es
objetivo el fenómeno de la impunidad en Colombia, no es correcto caracterizarlo
como causa de la violencia, cuando en realidad es efecto, de una estructura
social basada en la injusticia social inherente al modo de producción
capitalista. En una sociedad fundada en el privilegio de clase, el contenido de
las relaciones sociales colisiona con su forma jurídica haciéndola reventar. Es
así como el mismo estado colombiano se ha visto en la necesidad de violar la
constitución política, al criminalizar la sociedad desde el poder.
La
tesis del materialismo cultural en general, es que la violencia (conducta
criminal) está determinada por el medio-ambiente, las relaciones técnicas de
producción, y el instinto de agresión. A partir de esta tesis, los materialistas
culturales acuñaron el concepto de cultura
de la
violencia,
para el caso colombiano.
Para
refutarla (antítesis), presentaré la tesis marxista de la violencia social, con
base en el documentado trabajo del filósofo ruso A. Denisov. Según el materialismo histórico, el concepto de
violencia tiene naturaleza histórica; como fenómeno social, aparece en un
momento específico y bajo condiciones concretas. A partir de la escisión humana
en clases sociales (explotados y explotadores). Toda explicación implica el
conocimiento de las leyes que subyacen a la manifestación de los fenómenos
sociales:
“El problema de la violencia encontró su solución científica en el
marxismo, gracias a la revolución que este acometió en la filosofía, al
fundamentar la comprensión materialista del proceso histórico. La ley
fundamental del desarrollo histórico descubierta por Marx conforme a la cual, todos los fenómenos, procesos
sociales, y toda lucha política, son la expresión de las relaciones y lucha de
clases, las cuales a su vez están condicionadas por el régimen económico de la
sociedad y las relaciones de producción determinantes en ella, fue la clave para
comprender la verdadera esencia y el papel de la violencia social y los factores
que la determinan (Denisov,
1.986)”.
Si
hay algo que diferencia cardinalmente a una teoría antropológica de otra, es el
determinismo que establece. Por ello, no tiene sentido, que algunos antropólogos
de inclinación ecléctica, consideren que la explicación materialista dialéctica
y materialista cultural, sean compatibles. Generalmente la sociología idealista,
muestran a la economía como una ciencia ajena a lo social; pero la secular
práctica humana, demuestra que la economía política en particular, es la base
explicativa de los fenómenos sociales, incluyendo los de la
conciencia (fetichismo
de la mercancía). No en vano decía Marx, que la
anatomía de la sociedad civil, debía buscarse en la economía política. El caso
de la violencia social no es la excepción:
“La
interpretación materialista dialéctica de la naturaleza y el papel de la
violencia en el proceso histórico, parte de que el fenómeno es determinado en
definitiva por el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad. Y que su
principal papel es defender los intereses económicos de las respectivas clases
de la sociedad; preservar o por el contrario cambiar sus posiciones económicas y
sociales. La violencia como recalcara Marx, es una
potencia económica (Denisov, 1.986)”.
Etología.
Para
simular el marxismo, los materialistas culturales suplantan las categorías de la
economía política científica por las de la vulgar, reduciendo por ejemplo, las
relaciones sociales de producción a relaciones tecnológicas, o asumiendo el
concepto de trabajo como reflejo de los fenómenos físico-químicos (gasto de
energía). Esto tiene mucha relación con la etología social, especialmente con
las del etólogo francés E. Laborit:
“Hemos
propuesto repetidamente que la agresión sea definida como la cantidad de energía
cinética capaz de acelerar la tendencia de un sistema dado a la entropía o
igualación termodinámica, es decir, a una desestructuralización más o menos total (Citado por Denisov)”.
La
guerra se explica también a partir del suministro de energía que todo sistema
vivo necesita para mantenerse en competencia con otro. Así lo expresa Laborit:
“La
guerra, verbigracia, es una simple confrontación entre dos sistemas
estructurales cerrados, intentando cada uno establecer su dominio sobre el otro
en orden de asegurarse un estable suministro de energía y materias primas
necesarias para el mantenimiento de su estructura individual. Por cuanto la
estructura de todos los grupos sociales hasta el presente, siempre se ha basado
en la dominación jerárquica, podemos deducir que toda guerra, no importa los
pretextos políticos o económicos ofrecidos para justificarla, siempre se libra
para mantener las específicas estructuras de dominación de los
contrincantes (Cita de
Denisov )”.
La
guerra tiene una profunda naturaleza social; son anticientíficos los intentos de
los materialistas culturales de explicarla con base en sus manifestaciones tecno-ambientales. Nada mejor que esta cita de un militar y
pedagogo ruso:
“No
se puede comprender la guerra como hecho social y político partiendo sólo de las
sensaciones y percepciones o de representaciones de la memoria, basadas en
ellas. El hombre la percibe sólo como una serie de combates, refriegas u
operaciones, como un cuadro de devastaciones, de sufrimientos de la gente, de
adversidades y privaciones. La esencia de la guerra es otra. Permanece oculta a
la percepción inmediata. Para descubrirla es preciso percibir lo concreto,
analizarlo, y haciendo abstracción de ello, proceder a la síntesis. Es decir, es
necesario el pensamiento abstracto.
Sólo
el pensamiento nos permite comprender que la guerra es la continuación de la
política de una clase social por otros medios, violentos, que la política no es
algo primario, independiente, sino que está condicionada por la economía, por
los intereses económicos vitales de la clase dominante, que en definitiva, estos
intereses dependen del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y de las
relaciones de producción (Glótochkin,
1.987)”.
Es
evidente la tergiversación que hace el materialismo cultural del fenómeno de la
violencia, atribuyendo a lo social todos los rasgos de lo
biológico:
“La
confusión de lo natural y lo social y más aún, las premisas de la superioridad
de lo primero frente a lo segundo en el estudio de los fenómenos
socio-políticos, llevan a deformar el contenido mismo del conocimiento social, a
hacer caso omiso de sus peculiaridades específicas; acarrean en fin de cuentas,
una interpretación idealista de las categorías y procesos políticos (Denisov, 1.986)”.
El
medioambientalismo como factor determinista, explica
el surgimiento de la violencia con base en las duras condiciones climáticas que
imperan en algunas regiones del mundo. Laborit
considera que en los gélidos meses de invierno los grupos de individuos que se
encontraban en condiciones ecológicas menos favorables y padecían un déficit de
reservas de víveres, debían dominar a otros grupos, con el fin de distribuir
esas reservas.
Esta
apreciación se cae con ejemplos concretos, como el de los esquimales, quienes a
pesar de la hostilidad del medio, no manifiestan tales comportamientos. Todos
los males, como enfermedades y vicios, son el legado del contacto con el hombre
blanco en esas regiones. Tampoco tienen sentido las especulaciones malhtusianas, dado que habría que preguntarse, por qué en
zonas de baja densidad poblacional, abundancia de alimento y recursos naturales,
como los Llanos Orientales de Colombia, la gente se mata por la
tierra.
Con
respecto a la confusión de la conducta humana con la animal, característica
también del freudismo, escribe Denisov:
“No
es lícito igualar la actividad social de los hombres y la conducta instintiva de
los animales. Los instintos de los animales que son una reacción al medio, son
de índole inconsciente, se refrendan en el proceso de selección natural y sirven
de importantísima premisa de su existencia y conservación física. Mas es un
error atribuir a los instintos el papel de reguladores de la conducta y las
relaciones sociales(Denisov,
1.986 )”.
Dénisov subraya el hecho, de que la lucha
política y muchos tipos de violencia social, expresan las relaciones de clase,
de personas conscientes que se trazan objetivos claros y persiguen intereses
concretos. Refuta a los apologistas del ecologismo, por identificar esos
fenómenos de la vida social con los de la conducta animal y la manifestación de
sus instintos. Con respecto a la confusión trabajo-energía, Dénisov evoca a Lenin quien en su
obra Materialismo y empiriocriticismo, fustiga el
facilismo de los materialistas vulgares:
“Nada
más fácil que poner una etiqueta energética o socio-biológica a fenómenos como
las crisis, las revoluciones, la lucha entre las clases, etc. Pero tampoco hay
nada más estéril, ni más escolástico, ni más muerto que dicha ocupación (Lenin, 1.979)”.
El
determinismo tecnológico.
Además de tener en cuenta el aspecto
etológico-ambiental del materialismo cultural, es muy importante hacerlo con el
tecnológico, porque sirve a la apología del materialismo
vulgar.
Si
bien la revolución científico-técnica conduce a la exacerbación del armamentismo
imperialista, también es la premisa para el progreso socio-cultural de la
humanidad; por ello, no es lícito hipertrofiar su función destructiva. Los
materialistas vulgares y algunos románticos antropólogos, culpan a la ciencia de
todas las calamidades humanas, y sobre todo, de crear una cultura de la
violencia. De esta manera, los materialistas culturales complementan su
determinismo medioambiental:
“Al
culpar por todas las manifestaciones de violencia y actos agresivos en la vida
social, al progreso de la ciencia y la técnica, formulan sobre esta base, otra
novísima doctrina de la violencia, la llamada concepción del determinismo
tecnológico (Denisov, 1.986)”.
Los
medios de comunicación reproducen esta ideología a través de la televisión, en
películas como el hombre increíble, que muestra el daño que un desafortunado
experimento de ingeniería genética le ha causado a un bondadoso científico. Ni
qué decir de los terminators, aliens, etc. Los materialistas culturales exageran la
función de los medios tecnológicos en el comportamiento de las comunidades
negras del Pacífico colombiano, o de los cafeteros del Quindío. Plantean, que
este tipo de relaciones técnicas de producción son la causa de comportamientos
violentos (Arocha, 1.979).
La
fetichización de la técnica.
Al
reducir la causa de la violencia y los demás fenómenos sociales a la naturaleza
en sí de los medios tecnológicos, los materialistas culturales se enajenan en
las cosas. Plantean que un arma genera violencia por sí misma, o que son los
juguetes bélicos los que enseñan la violencia a los niños, quienes serán en el
futuro, hombres violentos. Esto dio pie a exorcismos convocados por los medios
de comunicación, cuando en un parque bogotano, un grupo de niños quemó sus
juguetes de guerra, para conjurar la violencia.
Lo
cierto es que la tecnología no es ciencia aplicada en sí, sino para sí; o sea,
una entidad sobre la cual el hombre tiene dominio, acomodándola a unos u otros
intereses de clase. El filósofo Dénisov manifiesta su
crítica así:
“Algunos
teóricos fetichizan el papel de la técnica y señalan
que al evolucionar la civilización, de instrumento en manos de la sociedad se ha
convertido en fuerza constituyente de ésta, independientemente de ella y
colocada por encima de ella. Ya no se enfoca la técnica de otro modo sino como
símbolo de todas las tribulaciones de la humanidad: los hombres pasan a ser
indefectiblemente su apéndice, son aterrorizados y oprimidos por las fuerzas
ciegas e independientes de ellos, de una cultura tecnologizada y de la omnipotencia de la máquina burocrática
a su servicio (Denisov,
1.986)”.
El
neofreudismo del materialismo
cultural.
Además
de usar el concepto de violencia como entidad supraclasista abstracta, confiriéndole la característica
universal de mero instrumento técnico de las relaciones sociales, los
materialistas vulgares como Henderson, especulan con
el neofreudismo hasta el punto de tomar los sueños de
un atormentado hombre, como dato con validez científica(Henderson, 1.985).
Cuáles
son las características de este neofreudismo aplicado
a la explicación de la violencia?
1)
Reducción de los fenómenos y procesos sociales a la conducta
individual.
2)
La conducta es efecto de la acción excepcional de factores
psicológicos.
3)
Separación de la actividad psíquica del hombre y los factores materiales y
sociales.
4)
La actividad psíquica aparece como la suma de instintos inconscientes e
irracionales.
La
teoría de Freud sedujo a muchos antropólogos, como
ocurrió con Malinowski, quien después la desecha a
consecuencia de sus estudios de psicología primitiva y antropología sexual.
Porque gracias a éstos, descubre que el famoso complejo de Edipo no es
universal, pues no se manifiesta entre los indígenas de las islas Trobriand. Debido a la ignorancia de la paternidad
fisiológica, la relación genética entre padre e hijo es desconocida, pues creen
que el niño es concebido por los espíritus de las aguas, donde las mujeres se
bañan. En este caso, no existen
celos hacia el padre carnal, sino al tío; pero por la autoridad que
tiene.
El
determinismo freudiano se basa en la fuerza unilateral de los instintos innatos
y las inclinaciones irracionales del hombre, donde la actividad psíquica se basa
en la lucha entre el consciente y el inconsciente, donde el determinante es este
último como sustancia de la psique. Lo consciente es una superestructura que
oculta los verdaderos móviles de la conducta.
En
síntesis, la tesis de Freud es que los instintos,
sobre todo el sexual, determinan la conducta humana en la pugna Eros-Thanatos.
A
partir de esta tesis edípica, especulan sobre las
causas del comportamiento agresivo, especialmente en lo que tiene que ver con su
connotación sexual:
“De
la tesis psicoanalítica de la hostilidad instintiva inconsciente del niño hacia
el progenitor del mismo sexo, Freud construye un
modelo de todas las manifestaciones de agresividad del adulto, del fenómeno de
la violencia en general (Denisov,
1.986)”.
Si
bien los más acérrimos críticos del freudismo son los psicólogos marxistas,
algunos académicos occidentales lo critican acerbamente. Es el caso de Colin Wilson quien considera inadecuado, explicar la
conducta de todos los hombres en general y la vida social, con base en los
análisis del comportamiento de los enfermos mentales.
Causas
y motivos: lo económico y lo cultural.
Los
académicos idealistas critican al marxismo por su reduccionismo económico. Sin embargo, los hechos confirman
sus tesis, es la historia la que le da la razón, quien da testimonio de su
objetividad. Tomemos como ejemplo la invasión a Irak, que comienza con la
denominada Guerra del Golfo. ¿Cuál es la causa de este fenómeno?; ¿Obedece a
determinantes culturales o económicos?; Acaso a la cruda lucha por la existencia
en la duras condiciones medio ambientales del desierto?; ¿O a un gen
asesino en los cromosomas de los árabes?
La
causa es esencialmente económica, pues desde hace muchos años, el imperio
norteamericano con la ayuda de su punta de lanza en el medio oriente(Israel), tiene el monopolio de la extracción,
comercialización trasporte y distribución del petróleo, concentrado en las siete
hermanas petroleras. Si Hussein utiliza motivos
culturales (religiosos) para movilizar a los árabes a una guerra santa contra el
imperialismo, detrás de estos motivos está el determinante sustancialmente
económico. Ahora el estado sionista norteamericano, se enfrenta a aquello que
siempre había temido:
“Washington
siempre ha temido la unidad de los árabes, cuyas acciones coordinadas han hecho,
en última instancia, acrecentar el potencial antiimperialista de su política,
han aumentado su decisión de defensa de sus derechos legítimos y por
consiguiente, han debilitado las posiciones del imperialismo norteamericano
(Zabrodotski, 1.989)”.
El
factor cultural tiene un peso positivo en virtud de su naturaleza psico-social, ya que en lugar de ser opio del pueblo, el
islam se ha convertido en un poderoso mecanismo de
unificación de intereses frente a un enemigo común. A guisa de ejemplo, la
comunidad de intereses entre grupos shiitas y sunitas,
que aunque enemigos durante el gobierno de Hussein,
hoy combaten hombro a hombro contra la coalición
imperialista.
Estos
conflictos deben mirarse desde la dialéctica de lo cultural y lo económico; el
caso del Líbano es un ejemplo concreto. Si bien el conflicto aparece como la
pugna entre cristianos y musulmanes (árabes), quienes son los pobres de esta
Suiza del medio-oriente, este es esencialmente una lucha de clases, que fenomenológicamente se manifiesta como un conflicto
religioso. El que la sociedad libanesa sea una sociedad de clases, se puede
demostrar con cifras. Según el periodista y economista ruso Y. Zabrodotski, en vísperas de la conflagración civil, tan solo
un 5% de la población monopolizaba la mitad de la renta nacional, el 20 % de los
libaneses obtenían ingresos que superaban el índice medio anual per cápita ( US 425 ); la gran
mayoría de la población representada por los obreros de la construcción y la
industria, sólo percibía entre el 12 y el 15 % de la renta nacional. Es de suma
importancia anotar, que quienes ejercían el poder desde el Estado, era la gran
burguesía comercial y financiera, cristiana en un 75 %.
Para
ilustrar el paso dialéctico de lo cultural a lo económico, esta caracterización
de la estructura social del Líbano:
El
balance del desarrollo del país bajo la égida de la burguesía cristiana
prooccidental puede resumirse en el aspecto social y económico por medio de
estas dos concatenaciones:
Los
cristianos, la esfera no productiva, occidente, los ricos, la derecha, el poder,
los antipalestinos.
Los
musulmanes, la esfera productiva, el arabismo, los pobres, la izquierda, los
dependientes, los propalestinos (Zabrodotski, 1.989 ).
Estas
dos concatenaciones en negación mutua constituyen el molde de la escisión
nacional, que de religiosa se tornó en social y
económica.
Conclusiones.
Todos
los argumentos del materialismo cultural apuntan a explicar
e incluso a justificar los
fenómenos de la violencia social en Colombia, por el determinismo ambiental,
genético y tecnológico.
En contraposición la historia de los pueblos mestizos latinoamericanos, permite
explicar la violencia como un fenómeno político que comienza con la escisión de
la comunidad humana en clases, y la consiguiente explotación de la una por la
otra. Si nos miramos como un producto
histórico,
y como naciones aún en proceso de consolidación, no podemos esperar que una
comunidad fundada en la esclavitud, el genocidio, el saqueo y el
oprobio, sea pacífica; sobre todo si estas mismas
condiciones se mantienen tras la máscara de una modernidad que parece estar
todavía lejana.
Las
endogamias culturales y genéticas retroalimentan el determinismo de una historia
socio-cultural que no cambia, pues el aislamiento geográfico congela en el
tiempo a comunidades que todavía funcionan con instituciones medievales y
creencias
de la edad de piedra:
“Adviértase
que hablo del determinismo geográfico, no del determinismo de los genes; soy un
convencido del indeterminismo genético. El determinismo de la geografía lo
tomamos no de una forma plana, simple, la geografía actuando por ella misma en
el sentido como fue divisado el asunto del clima por Francisco José de Caldas.
Ni el clima ni la geografía por sí solos pueden determinar la conciencia y la
conducta de los hombres, la superioridad de unos sobre otros. Se trata aquí de
la geografía que aísla, impide la comunicación, el acceso, fortalece nichos
ecológicos, aislamientos, tanto más si el hombre permanece impasible e inmóvil
frente a las barreras naturales(Yunis,
2.004, p.134)”.
Son
regiones donde no llegan automóviles porque no hay vías; pero sí aterrizan
aviones cargados de ejércitos transnacionales, dólares y armas. Después esas
mismas naves despegan cargadas con toneladas de cocaína y unas cuantas especies de la fauna
local.
No
se puede esperar la paz si la
esclavitud sigue vigente en África
y América Latina; se reportan casos en Mauritania y el
Brasil.
Colombia es uno de los países involucrados en la trata de personas: la
exportación de mujeres para las mafias de la prostitución en Europa y Japón, y
de hombres para la esclavitud agrícola, es ya, un lugar
común.
Si
se quiere explicar el fenómeno de la violencia social, hay que volver los ojos a
la historia de la humanidad; pero especialmente a la nuestra,
impresa
con caracteres sangrientos.
Una
verdadera saga de esclavitud, corrupción, destrucción y muerte.
Somos
un producto histórico
y como tal tenemos que analizarnos.
Referencias.
Arocha,
Jaime(1.979) La
violencia en el Quindio, Bogotá : Editorial
Tercer
Mundo.
Denisov,
Vladimir(1.986)Violencia
social,
Moscú : Editorial Progreso.
Henderson,
James(1.985)Cuando
Colombia se desangró,
Bogotá : Editorial El Ancora.
Yunis,
Emilo(2.004)¿Por
qué somos así?, Bogotá
: Editorial Temis.