El Pensamiento Salvaje de la
Antropología (Kant en la teoría antropológica).
Por:
Javier Flórez Miranda.
Abstract.
Las teorías antropológicas, especialmente el
estructuralismo y el funcionalismo, provienen de la cepa del idealismo
subjetivo de Kant, lo que las aleja de una
explicación auténticamente científica de la cultura; pero las acerca a una
teoría fenomenológica de la cultura. En este ensayo se reflexiona sobre este
problema epistemológico, desde la crítica hegeliana a la teoría kantiana del
conocimiento, a la que Hegel califica de conciencia
ordinaria. Desde este punto de vista, estructuralismo y funcionalismo, no
explicarían el fenómeno de la cultura, sino que al recrearla fenomenológicamente, se constituirían en un pensamiento
salvaje de la antropología.
Palabras clave:
Teoría
antropológica, fenomenología, teoría del conocimiento, epistemología.
Introducción.
"Se ve cuando se mira de cerca, que buen número de nuestras
doctrinas filosóficas no son sino una reproducción de la vieja metafísica. Se
halla aquí un pensamiento sin crítica y tal como se presenta a la inteligencia
de cualquiera". Así se refiere Hegel
especialmente al idealismo subjetivo de Kant, al que
hace una despiadada crítica en su Lógica, porque no va más allá de la
conciencia ordinaria. Se refiere a éste, como ciencia de lo inmediato, en contraste con el conocimiento
mediatizado, que es el que caracteriza a la ciencia. Plantea Hegel, que el sistema de Kant es
similar al del pensamiento mágico.
Si Malinowski aplica a su teoría antropológica
el sistema de Kant, las consecuencias epistemólogicas son importantes: Cuando Malinowski
analiza la magia, lo hace desde el mismo sistema mágico. La magia explicada por
la magia, el mito explicado por el mito.
La Cultura como Caja negra.
Malinowski era un hombre formado en las ciencias naturales,
específicamente en la física, y también en la psicología, lo que lo lleva a ser
uno de los primeros antropólogos que aplicaron los métodos de las ciencias
naturales al análisis socio-cultural. La influencia de Kant
en Malinowski no es directa, ocurre a través de uno
de los fundadores de la psicofísica: el científico austriaco Ernst Mach.
Para los empiriocriticistas,
todo lo que está dentro de la frontera del yo (umgrenzung)
es del dominio de la psicología, y lo que está fuera, de la física. Esto llevó
a Malinowski a explicar los fenómenos de la cultura a
partir de un determinismo psico-subjetivo, que se
objetiva al trascender el umgrenzung. Como idealista,
considera que el conocimiento de la realidad es subjetivo, y que la objetividad
es posible como intersubjetividad, y lo más
importante, que sólo vemos en la realidad, lo que nosotros mismos ponemos en
ella. Esto conduce a una contradicción que soluciona gracias a los métodos del
conductismo, pues la estandarización de la conducta humana, permite la
formulación de leyes estadísticas de la cultura:
“El hecho es
que la dimensión social del consenso público es una condición necesaria pero no
suficiente y que, sin el análisis de la mente individual, no podemos avanzar un
paso en nuestro entendimiento de la religión (Malinowski,
1.985 p. 75)”.
Esto implica, el estudio de la conducta humana, al
margen de la conciencia; la construcción de una inmensa caja negra de la cultura,
donde no es posible ver los procesos culturales como fenómeno consciente, sino
como conducta manifiesta determinada por las necesidades:
“La tensión de las necesidades instintivas, las
fuertes experiencias de la emoción, conducen, de una u otra suerte, al culto y
al credo (1.985, p. 14)”
El conductismo en Malinowski, es consecuente,
y está regido por la idea, de que existe un mecanismo psicofisiológico universal ( 1.985 p. 89):
“El valor del conductismo se debe en primer lugar, al
hecho de que sus métodos son idénticos, en cuanto a sus limitaciones y
ventajas, a los de la investigación antropológica de campo (Malinowski,
1.967 p. 35)”.
Esta premisa de Malinowski, tiene
implicaciones muy serias para en el método etnográfico, porque una de sus limitaciones
es que en el análisis conductual puro, la conducta del ser humano está separada
de los procesos cognitivos de la conciencia. Desde este punto de vista, sólo es
posible entender los fenómenos culturales, en función de su efecto pragmático
sobre la sociedad, y no en su significado socialmente elaborado.
“La ruta desde la naturaleza hasta el estómago del
salvaje es muy corta, y en consecuencia, también lo es hasta su mente, y el
mundo para él, es un fondo indiscriminado del que sobresalen las especies de
plantas y animales que son útiles y comestibles primordialmente (Malinowski, 1.985 p. 43)”.
Esta idea, no es tan original en Malinowski,
pues ya formaba parte de la ideología empiriocriticista,
específicamente de la de E. Mach, quien era aún más recalcitrante en el
determinismo impuesto por el hambre:
“Así
también, la conciencia de clase y los prejuicios de clase, como el sentimiento
de patria, aún de patria chica, puede ser muy útil para ciertos fines. Pero
estos conceptos no los debe tener ante su vista el investigador serio, por lo
menos en el momento de la investigación. Todos estos motivos egoísticos sólo sirven para fines prácticos. Naturalmente
el hábito existe en el hombre de ciencia. Las pequeñas picardías de los sabios,
los logros mañeros, y las torcidas interpretaciones
de las obras de un extranjero, en ciertas ocasiones prueban sobradamente que
los caminos de la ciencia terminan en el estómago, y que el amor a la verdad en
nuestro actual estado social es solo un ideal (Mach 1.948 p. 21)”.
Se puede colegir de aquí, que Malinowski era
el producto de toda una época, donde el empiriocriticismo
o positivismo fenomenológico, perneaba a todas las ciencias, un fenómeno que Konrad Lorenz critica en su obra
sobre la conducta animal y humana. En aquel entonces, Kant
era el padre filosófico de muchos científicos: físicos, psicólogos, biólogos;
pero sobre todo, de los psico-fisícos
como Mach.
Que Malinowski edifique su
teoría científica de la cultura a partir de la necesidad más primaria ( el hambre ), no es una casualidad, es una necesidad
ideológica, que va llevar hasta las últimas consecuencias en la antropología
aplicada. Más adelante advierte que la nutrición adecuada de los obreros
nativos de las transnacionales inglesas en las Islas del Mar del Sur, es una
prioridad; el más importante asunto de la administración colonial. Ahora bien, ¿ cómo es una cultura producto del hambre ?
Magia, ciencia y religión.
Veamos como reconstruye el mundo religioso de los melanesios:
“Si consideramos de este
modo que el alimento es el nexo principal entre el hombre y su entorno, que por
su recepción siente las fuerzas de la providencia y el destino, nos es entonces
posible entender la importancia no sólo cultural, sino biológica, de la
religión en la sacralización de la comida. En ello vemos los gérmenes de lo que
en tiempos superiores de religión evolucionara en el sentido de dependencia de
la providencia, de gratitud y de confianza.
La
comunión y el sacrificio, las dos formas principales en que el alimento se
oficia ritualmente, pueden entenderse ahora de otra manera, sobre el trasfondo
de la misma actitud de reverencia religiosa que el hombre guarda hacia la
abundancia providencial de comida (1.985, p. 40).”
Con respecto a la magia dice:
“…como
por ejemplo en Melanesia, el embrujo reside en el vientre del hechicero, que es
la sede del alimento y la memoria (1.985, p. 84)”.
La magia vista por la magia.
“Ahora bien, en la medida en que haber razón en
dichas ciencias, tiene que conocerse en ellas algo a priori, y este
conocimiento puede poseer dos tipos de relación con su objeto: o bien para
determinar simplemente este último y su concepto ( que
ha de venir dado por otro lado), o bien para convertirlo en realidad. La
primera relación constituye el conocimiento teórico de la razón; la segunda, el
conocimiento práctico (Kant, 1.984 p.16)”.
Se refiere a la razón pura y a la práctica; la segunda fue retomada por Malinowski, para analizar los fenómenos de la cultura,
específicamente, los relacionados con las creencias: magia y religión.
“Por ello, cuando a pesar de todo, se los aplica a
algo que no puede ser objeto de experiencia, de hecho convierten ese algo en
fenómeno y hacen imposible toda extensión práctica de la razón pura. Tuve pues,
que suprimir el saber para dejar sitio a la fe, y el dogmatismo de la
metafísica, es decir, el prejuicio de que se puede avanzar en ella sin una
crítica de la razón pura, constituyen la verdadera fuente de toda incredulidad,
siempre muy dogmática, que se opone a la moralidad (1.984, p. 27)”.
Malinowski insiste en el papel funcional de la fe, casi como
una fuerza física, que incide efectivamente sobre la realidad socio-cultural,
de tal manera, que no importa qué tan absurda pueda ser una creencia, sino su
efecto sobre la psicología social de un grupo(efecto placebo). El problema es
que Malinowski, entiende la fe en función de los
límites de la razón pura, o sea, de sus límites intrínsecos. Por su efectos
psicológicos prácticos, que por la ley del efecto, refuerzan las creencias. Lo
que implicaría tratar de explicar la fe por sí misma; la magia por la magia y
la religión por la religión.
A Hegel corresponde el
mérito de criticar el sistema kantiano de una manera concisa, al cuestionar la
naturaleza inmediata de la teoría del conocimiento kantiana. En
este contexto, inmediato significa, que no trasciende las apariencias, el plano
fenomenológico de la realidad; a la postre, la gran revolución científica se da
cuando el hombre descubre que “las apariencias engañan”. Es a la
mediación de las teorías científicas a lo que se refiere Hegel;
las que permiten trascender la ingenuidad de la conciencia ordinaria:
“Tiene la filosofía crítica de común con el
empirismo, el considerar la experiencia como único fundamento del conocimiento.
Pero, para ella, el conocimiento se detiene en el fenómeno y no alcanza la
verdad (Hegel, p.71)”.
La crítica de Hegel, implica volver al planteamiento clásico de los
griegos, los fundadores de la ciencia como sistema; para quienes el objetivo
del ejercicio cognoscitivo era el de trascender el mundo de los fenómenos,
descubriendo su orden subyacente. Idea que durante muchos siglos se pierde por
el dominio del idealismo subjetivo en todos los dominios del conocimiento, y
que tiene sus raíces en la filosofía clásica alemana. Hasta Malinowski(funcionalismo) y Lévi-Strauss(estructuralismo) es
posible rastrear la influencia de Kant; luego este
idealismo subjetivo se convierte en solipsismo, en las teorías socio-culturales
postmodernas, que asumen a Husserl como su inspirador
filosófico; un ejemplo de ellas, la teoría de la acción comunicativa
del sociólogo alemán Jürgen Habermas.
Al igual que Hegel, otros reparan en la naturaleza salvaje de las
teorías del conocimiento idealistas y existencialistas. Lévi-Strauss nos hace caer en la cuenta, de la similitud que
existe entre el irracionalismo de Bergson y la
cosmovisión de los Siux; podemos también, notar lo
mismo, en el caso de la fenomenología de Husserl y la
cosmovisión embera, por aquello de que al
conocimiento se llega viendo.
Para Malinowski, la magia era la razón práctica del indígena polinésico, y por encontrarse dentro de sus propias
limitaciones cognoscitivas, no era posible su explicación científica en su
acepción clásica: trascender el fenómeno más allá de sus efectos prácticos,
para correr el velo de la caja negra del análisis conductual.
“Hiperkantiano, si me
atrevo a decirlo, yo englobo la vida moral en la problemática de la razón pura:
también tiene sus antinomias imposibles de superar. Y más aún: porque si el
conocimiento científico nos abre lo inmensamente grande y lo inmensamente
pequeño unas miras mucho más vertiginosas de lo que imaginaba Pascal, nos
demuestra nuestra insignificancia. Que desaparezca la humanidad y que
desaparezca la tierra: nada habrá cambiado en la marcha del cosmos. De ahí una
última paradoja: no estamos seguros siquiera de que ese conocimiento que nos
revela nuestra insignificancia tenga una validez cualquiera. Sabemos que no
somos nada o no gran cosa, y, sabiéndolo, no sabemos siquiera si ese saber es
uno. Pensar el universo como inconmensurable al pensamiento obliga a poner en
duda el pensamiento mismo (Eribon, 1.990 p.221)”.
Partiendo de que el mismo Lévi-Strauss se declara hiperkantiano,
registramos lo siguiente:
Leví-Strauss constituye el otro
polo kantiano de la razón: el de la razón pura. Plantea su tesis sobre el
Pensamiento Salvaje, abriendo una radical discrepancia con Malinowski,
cuando afirma:
“Las
especies animales y vegetales no son conocidas más porque sean útiles, sino
porque se las declara útiles
o interesantes porque
primero se las conoce(Lévi-Strauss
, 1.964 p.24)”
Aquí muestra su
adscripción al planteamiento kantiano del apriorismo del conocimiento, pues no
hay nada en la realidad, que primero no esté en el pensamiento.
Refiriéndose a la magia dice:
“So objetará que tal ciencia no puede ser eficaz más que
en el plano de lo práctico; corresponde a exigencias intelectuales antes o en
vez, de satisfacer necesidades (1.964, p.24)”.
La magia no puede
entenderse en el plano de la razón práctica, sino en el de la razón pura: las
necesidades ni siquiera existen, si primero el pensamiento no las concibe.
“El verdadero problema no
estriba en saber si el contacto de un pico de pájaro carpintero cura las
enfermedades de los dientes, sino de si es posible que, desde cierto punto de
vista, el pico del pájaro carpintero y el diente del hombre vayan juntos,
congruencia cuya fórmula terapéutica no constituye más que una aplicación
hipotética entre otras y, por intermedio de estos agrupamientos de cosas y de
seres, introducir un principio de orden en el universo; pues la clasificación,
cualquiera que sea, posee una virtud propia por razón a la inexistencia de
clasificación(1.964, p.28)”
Principio apriorístico de orden
“Por lo tanto, entre magia y ciencia, la primera
diferencia sería, desde este punto de vista, que una postula un determinismo
global e integral, en tanto que la otra opera distinguiendo niveles, algunos de
los cuales, sólo admiten formas de determinismo que se consideran inaplicables
a otros niveles. Pero no podríamos ir un poco más lejos y considerar el rigor y
la precisión de que dan testimonio el pensamiento mágico y las prácticas
rituales, como si tradujeran una aprehensión inconsciente de la verdad del
determinismo, en cuanto modo de existencia de los fenómenos científicos, de
manera que el determinismo sería globalmente sospechado y puesto en juego antes
de ser conocido y respetado ? Los ritos y las
creencias mágicas se nos manifestarían entonces como otras tantas expresiones
de un acto de fe en una ciencia que estaba todavía por nacer (1.964, p.28) ”
Posiblemente se refiere a la intuición empírica de
los objetos.
Agnosticismo.
La antropología kantiana
se debate entre la ciencia y la ideología, cuando pretende buscar leyes de la
cultura, ya sea como respuesta a las necesidades o como estructuras mentales, y
al mismo tiempo niega la posibilidad de conocerlas. El mismo Lévi-Strauss, reconoce su
agnosticismo cuando declara que es imposible saber, cuál es el papel del hombre
en el universo (Eribon, 1.990 p. ).
A la postre, tanto Malinowski como Lévi-Strauss, adoptan el dogma
kantiano de la incognoscibilidad del mundo, la
imposibilidad de conocer la cosa en sí; o sea, la realidad objetiva. De
la cual sólo es posible tener, una intuición empírica.
Esta es, la gran
inconsistencia (lógica formal) de la teoría antropológica, pues dos cosas no
pueden ser y no ser al mismo tiempo; o es ciencia en los términos clásicos
(trascendencia del fenómeno), o es fenomenología. Con el tiempo, esta
inconsistencia se supera, cuando las ciencias sociales en general y la
antropología en particular, toman el camino de la fenomenología pura, adoptando
la versión extrema del idealismo subjetivo: el solipsismo.
El ejercicio más elegante, lo lleva a cabo el
sociólogo alemán Jürgen Habermas,
quien aplica la fenomenología de Husserl, a la
descripción de los procesos sociológicos. Su obra “La Teoría de la acción
comunicativa”, es el ejemplo por antonomasia de una sociología fenomenológica.
Aparecen por la misma época, ejercicios menos elegantes, como el planteamiento neokantiano de Derrida sobre la difference (cosa en sí), o como los del pintor, cura e
historiador fracasado J.F. Lyotard.
Así se inaugura la famosa moda del postmodernismo, y con él, aparecen las
jergas, los idiolectos y el barroco ideológico; fenómeno que le abre la puerta
a todo diletante que quiera improvisar discurso sobre los fenómenos
socio-culturales.
Toda esta superchería intelectual (1.990 p.225),
eclipsó algunas de las cosas, que la antropología funcionalista y
estructuralista había logrado sintetizar en teorías. Las consecuencias para el
antropólogo son graves, ya que una teoría mágica de la cultura, poco explica el
fenómeno de la cultura. Y en lugar de una teoría científica de la cultura,
tendríamos un Pensamiento Salvaje de la Antropología.
Referencias.
Eribon,
Didier.(1.990) De cerca y
de lejos, Madrid : Alianza Editorial.
Habermas,
Jürgen(1.987
) La teoría de la acción comunicativa, Madrid : Editorial Taurus.
Hegel
() Lógica, Barcelona : Ediciones Orbis.
Kalinikos,
Alex(1.993) Contra el postmodernismo : una crítica
marxista, Bogotá : El Áncora Editores.
Kant I.(1.984 ) Crítica de la razón pura, Madrid :
Editorial Alfag.
Lévi-Strauss, Claude.(1.964)
El pensamiento salvaje, México : Fondo de Cultura Económica.
Mach, E.(1.948) Conocimiento y error,
Buenos Aires : Editorial Espasa-Calpe.
Malinowski B.(1.967) Una teoría científica de la
cultura, Buenos Aires : Ediciones Suramericana.
Malinowski, B(1.985) Magia, ciencia y religión, Barcelona
: Planeta-Agostini.