Actualizado
el jueves, 20 de febrero de 2003 17:30:15 -0500
¡Escalemos
el Malingas!
Para
encontrar argumentos sobre la imposibilidad de
desarrollar un proyecto minero en el valle frutícola de
San Lorenzo, subir hasta la cumbre de uno de sus cerros
puede ser de mucha ayuda.
Por
Martín Seminario R. y Nelson Peñaherrera C.
Un
trabajo conjunto de factortierra y AETS
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El ascenso
comienza en el caserío de Pueblo Libre. <SLIDESHOW> |
¿Por
qué emplear un domingo para escalar un cerro? Genial
idea. ¿Por qué no hacerlo? Llegó el momento de soltar
las piernas, e ir cuesta arriba, abriéndose paso entre
la vegetación, trepando una que otra piedra, y
coronando la cumbre. Un sueño por cumplir.
Del
dicho al hecho hay un gran trecho... como de unos 80 kilómetros
por carretera, desde Piura hasta las inmediaciones de la
quebrada de San Francisco, en Tambogrande.
Bien,
gente. He aquí lo que haremos: tomaremos mochilas y
escalaremos el cerro Malingas, un punto perdido en el
mapa, un monigote de piedra cubierto de vegetación que
se le mira descuidadamente si se viaja de Tambogrande a
Chulucanas.
Sí,
parece insignificante, pero es el sitio ideal para
escalar si no tenemos mucho tiempo, pero sí el ánimo
de eliminar toxinas un domingo cualquiera.
El
acceso no es cosa difícil. Primero hay que llegar a
Tambogrande, y en el mismo paradero buscar los autos que
nos llevan al caserío de
Malingas por un sol y medio, durante treinta
minutos de camino afirmado.
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El cerro de
Malingas desde la quebrada de San Francisco.
<SLIDESHOW> |
Un
bocadillo antes de subir
La
quebrada de San Francisco nos advierte que ya estamos a
punto de llegar. Ahora no lleva mucho agua, pero con las
lluvias, en cuestión de semanas interrumpirá la
carretera y obstaculizará el tránsito entre Chulucanas
y Tambogrande.
Desde
la ribera vemos el cerro. La carta nacional dice que su
cota no excede los 400 metros de altura. Esta mole de
piedra mide unos 15 kilómetros de largo, y divide los
valles de San Lorenzo y del Medio Piura.
Nos
llama la atención una pared de roca sin vegetación,
inmediatamente debajo de la cima, a la que queremos
llegar.
En
Malingas nos detenemos a comer algo, mientras observamos
posibles rutas para llegar a una de las cuatro cumbres.
La más occidental es una de las más bajas, pero de
mejor acceso.
Entonces,
decidimos internarnos en busca del cerro hasta llegar a
su base donde se extiende el caserío de Pueblo Libre.
Siguiendo la acequia, y cruzando un puente de palos,
encontramos el inicio del camino en el sector sur del
pueblo.
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Los grados de
dificultad del cerro varían por lo que
cualquier persona puede escalarlo según su
nivel de resistencia.
<SLIDESHOW> |
Todos
pueden escalarlo
Nunca
antes alguien ha explorado este cerro con la finalidad
de ver si tiene potencial para incluirlo como destino
ecoturístico. Al llegar a su base tenemos la sensación
que sí lo tiene.
El
cerro no se eleva abruptamente, sino que una de sus
paredes asciende gradualmente, de tal modo que ofrece
varias alternativas para los aficionados a la escalada,
dependiendo de si tengan algún o ningún tipo de
entrenamiento.
Si
bien no todos teníamos la misma experiencia en
ascender, decidimos buscar la ruta más directa hasta la
cumbre, pasando por esa pared de roca que tanto nos llamó
la atención.
Las
cabras y los campesinos que viven en la base han hecho
sus propios caminos a lo largo de la pendiente. Seguimos
algunos de ellos, hasta que nos encontramos con el cauce
seco de una quebrada, que nos servirá de camino.
El
ascenso es relativamente sencillo hasta llegar a la
mitad del monte. A pesar que el camino está repleto de
algarrobos pequeños, faiques, charanes y mucho palo
santo, se siente la fuerza del sol en la espalda.
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Porción rocosa
del cerro, la parte más difícil a escasos
pasos de la cumbre. Martín Seminario, uno de
los autores, sobre un peñasco. |
Mano
a la roca
Desde
la mitad la pendiente crece, y es necesario escalar
utilizando las manos aprovechando las salientes de roca.
En sólo veinte minutos es posible llegar hasta este
punto. A partir de ahora, tranquilidad, buena respiración
y adrenalina.
¡Ah!,
cuidado con el suelo, o mejor dicho, la pared. Arañas
de patas negras, uno que otro alacrán y posiblemente
serpientes podrían aparecer. Aunque hay posta médica
en Malingas, los domingos no hay atención.
La
pared de roca que tanto nos llamó la atención está a
unos diez minutos más de escalada. Es nido de
gallinazos. Sin cuerdas, ni arneses, escalar el peñasco
es un riesgo. Pero aún así no resistimos la tentación
e intentamos salvarlo por algunas partes accesibles,
aunque no todos confiaran en sus fuerzas.
La
pared en sí debe tener unos 30 a 40 metros (la vegetación
de bosque seco no permite calcular bien las longitudes).
Todavía queda a disposición de quienes quieran
experimentarla.
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Desde las
faldas y la cumbre se contemplan los valles de
Piura y San Lorenzo (al fondo se divisa el cerro
Ereo).
<SLIDESHOW> |
La
atalaya
Veinticinco
minutos después, hemos soltado las piernas, eliminado
toxinas, y comprobado que, en efecto, éste es un
excelente destino ecoturístico: al llegar a la cumbre,
la vista más hermosa de los valles del Alto y Medio
Piura, y todo el valle de San Lorenzo nos esperaba.
Podemos
ver el cerro Vicús (469 m.s.n.m.) al sur, algo más a
la izquierda, el Pilán (520 m.s.n.m.), y a nuestras
espaldas el cerro Ereo (644 m.s.n.m.) ¿Cuál habrá
sido la real importancia de esas moles? ¿Qué relación
tienen con Malingas?
Sin
contar su vegetación –algarrobos, faiques, palo
santos—, la cumbre oeste del cerro Malingas es una
suerte de atalaya para perder la vista en el horizonte,
y contemplar el verdor de los valles piuranos.
Entonces
recordamos que posiblemente seremos algunos de los pocos
que podrán disfrutar ese paisaje, pues el futuro del
valle es todavía incierto.
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Hay otras zonas
ecoturísitcas adyacentes a San Lorenzo que
pueden ser afectadas si se explota la mina en
Tambogrande.
<SLIDESHOW> |
Lo
que nos amenaza
Una
posible explotación minera puede afectar el ecosistema
existente: aún cientos de especies animales y vegetales
no han sido estudiadas a fondo, y podrían migrar o
desaparecer si tal propósito se desarrolla.
El
biólogo Fidel Torres dice que aquí se originan las
lluvias que se precipitan en la costa del departamento
de Piura, donde se potencia la fuerza de El Niño.
Podemos ver las cúmulo-nimbos (las fuentes de agua de
lluvia) formándose sobre las dos ciudades más
pobladas, Piura y Sullana.
Torres
también sostiene que esta es una zona de intercambio eólico,
un tipo de eje Piura – Sullana – Tambogrande –
Chulucanas. Tambogrande está en el vértice norte del
corredor, por lo que cualquier emisión a la atmósfera
afectará toda el área.
Allá
en la cumbre queremos pensar que ello no pasará, que
esto se preservará. El ser humano es apenas un grano de
arena en medio de la Creación, que ni su soberbia puede
doblegar. ¡Todos listos para bajar! ¡Es hora de volver
a casa!
Martín
Seminario Reusche radica en la ciudad de Piura, es
aficionado a la escalada en roca e integrante de la Asociación
Ecologista Trópico Seco; y Nelson Peñaherrera
Castillo es editor de factortierra.
©2003
factortierra excepto las fotografías que son ©2003
Asociación Ecologista Trópico Seco
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