El escondite de Dios

Un día Dios empezó a pensar que estaba cansado de que todo el mundo le pidiera cosas. Quería descansar, pero garantizarse que nadie más lo molestaría con demandas. Para eso debía ir a un lugar muy remoto. Entonces decidió convocar a sus ayudantes y les hizo ese planteo: ¿Dónde puedo dirigirme sin que nadie me busque, ni me encuentre?
El primero en hablar le dijo: "Señor, debes buscar la montaña mas alta y esconderte allí, nadie te buscará".
El siguiente le propuso: "Padre, tenés que ir a las profundidades de los mares. Al sitio mas hondo y allí quedarte. Nadie te buscará".
Y así uno a uno los ayudantes de Dios le iban proponiendo lugares. Cuando habían finalizado, el Padre le preguntó al ángel más joven, a quien veía disimular una risita cada vez que sus compañeros opinaban.
Entonces Dios le dijo: "A ver tú, dime donde puedo ir para que nadie me moleste".
El joven ángel miró al Señor y muy calmadamente le dijo: "Padre mío si tu quieres ir a un lugar donde estés tranquilo y no recibas continuas demandas, debes esconderte en el corazón de los hombres, allí nadie te buscará".
Un planteo que parece negativo pero que pretende hacernos tomar conciencia de lo cerca que está el Padre de nosotros, y lo lejos que, a veces, estamos nosotros de él.


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