B.R.: No es común
que un profesor de lingüística, o cualquier profesor de
los Estados Unidos se convierta en radical. ¿Cómo
sucedió esto? ¿Qué le condujo a desarrollar y asumir
una crítica radical de la sociedad norteamericana?
Chomsky: Por lo que a
mí respecta, la cosa sucedió totalmente al revés.
En realidad yo llegué a la lingüística más o
menos por accidente, por medio de contactos con
amigos radicales, uno de los cuales daba la
casualidad de que era profesor de lingüística. En
una época en que yo estaba más o menos pensando en
salirme de la universidad, ese contacto político con
él me interesó por accidente en el trabajo que
estaba haciendo. De manera que el problema, en mi
caso, no es cómo el lingüista se hizo radical, sino
más bien lo contrario. Fue el estudiante radical
quien se hizo lingüista accidentalmente.
B.R.: ¿Cómo se hizo
usted estudiante radical? ¿Era radical su familia?
Chomsky: Se
puede decir que crecí en ese ambiente. No mi familia
inmediata, sino todas mis tías y tíos eran parte de
esa inteligentsia judía radical de Nueva
York. La mayoría eran del Partido Comunista, pero a
los doce o trece años, yo había superado ya esa
fase y... Un tío que murió hace poco era activista
de la izquierda antibolchevique. Es decir, había en
aquel momento pequeños grupos separatistas que
criticaban el bolchevismo desde la izquierda y había
ciertos marxistas que criticaban a los bolcheviques,
considerándolos como una desviación, de tendencia
derechista, del marxismo tradicional... y correcto,
como quien dice. Conocí parte de esa literatura y
algunas de sus ideas y simplemente me interesé en
todo ello.
B.R.: ¿Y con respecto
al anarquismo?
Chomsky: En
aquella época, a principios de los años cuarenta...
yo era estudiante de secundaria. Me había interesado
en la Guerra Civil Española, la seguía en los
periódicos. Solía dedicar algún tiempo a rondar
por las librerías de segunda mano de la Cuarta
Avenida, en Nueva York, donde había algunos grupos
anarquistas. Conocí a algunos de esos hombres. En
aquella época había una oficina de la Freie
Arbeiter Stimme (La voz de los trabajadores
libres) y esa gente me dio algunas informaciones.
B.R.: En su artículo
Notes on Anarchism demostraba usted simpatía hacía el
anarquismo. Hablaba usted del proceso de rehabilitación
de Daniel Guerín, de reintegrar el anarquismo al siglo
Veinte. ¿Considera usted al anarquismo tan importante
frente a los problemas sociales de los países
capitalistas avanzados?
Chomsky: El
anarquismo cubre un amplio espectro. Esa corriente
particular estudiada por Guerin me parece valiosa.
Pienso que converge algo con el marxismo liberal.
También el marxismo cubre un espectro bastante
amplio, y hay un punto en el que algunas variedades
del anarquismo y algunas variedades del marxismo se
acercan mucho, como por ejemplo, gente como Karl
Korsch, que tenía muchas simpatías con el
movimiento anarquista español, a pesar de que era
una especie de marxista ortodoxo. Y creo que en ese
complejo de ideas anarcosindicalistas e ideas
socialistas liberales hay cosas muy aplicables... En
realidad, pienso que son las ideas adecuadas para una
sociedad industrial avanzada. Me parece que el
anarquismo, en ese sentido, sugiere ciertos
principios de organización que son extremadamente
realistas. Una especie de evolución natural, con un
nivel alto y suficiente de tecnología y
comunicación, y eliminación de trabajo necesario
pero oneroso. Bajo tales condiciones, me parece
enteramente posible, esencial, dirigirse hacia esas
formas sociales tan apropiadas a la sociedad
industrial avanzada.
.
Los intelectuales y el
pueblo
B.R.: En tal contexto:
(a) ¿qué piensa usted del análisis de las clases de
Marx? y (b) ¿qué grupo económico social de este país
cree usted es el más importante para una transformación
radical?
Chomsky: Pienso
que la idea general del análisis de las clases es
indispensable. Lo que puede ser cuestionado es si las
formulaciones particulares de Marx son
históricamente exactas, y aplicables en la
actualidad. Yo tendería a estar de acuerdo con la
crítica que hace Bakunin de Marx, en el sentido de
que la dictadura del proletariado en una sociedad
parcialmente agraria resultaría un sistema muy
represivo y destructor, como en efecto... No doy por
supuesto que los bolcheviques introdujeron la
dictadura del proletariado, pues no lo hicieron, pero
la perversión particular de la misma que aplicaron
le da algo de injustificación a aquel análisis, y
habría algo más que decir al respecto. Pero yo no
tengo ninguna duda de que es verdadera la intuición
de que el análisis de las clases es indispensable
para comprender los procesos sociales.
B.R.: Con lo que
Bakunin estaba de acuerdo.
Chomsky:
Exacto. Hay problemas de interpretación, etc., pero
yo no veo cómo ningún socialista puede no estar de
acuerdo con ello, ni ningún científico social. Por
lo que se refiere a la sociedad contemporánea, me
parece que se puede identificar toscamente una clase
de trabajadores productivos, que incluye ahora un
espectro bastante difuso, desde trabajadores
manuales, a técnicos, científicos, creadores de
cultura intelectual.
B.R.: ¿Quiere usted
decir productivos en el sentido de productores de
bienes materiales?
Chomsky: No, no
necesariamente. Quiero decir que los artistas son
productivos porque crean partes de nuestra cultura
material e intelectual.
B.R.: Los profesores...
Chomsky:
Algunos de ellos. Ocasionalmente. Podría ser, en
principio. Como en cualquier otro campo. Los
artistas, por ejemplo, podrían diseñar carteles
para el Estado, o algo así. Me parece que son un
tipo de clase muy difuso, pero son gente productiva,
y pienso que esta clase podría tener el papel que
tuvo el proletariado de Marx. Es decir, debería
incluir a todos. Debería tener, control directo de
su propio trabajo productivo, tanto de las
condiciones del mismo, como de la distribución, etc.
B.R.: De manera que el
proletariado como lo definió Marx (los trabajadores de
la industria) no es tan importante porque es una
minoría.
Chomsky: Si
ustedes piensan que el proletariado lo componen
obreros vestidos con tejanos, naturalmente que es una
parte decreciente de la clase obrera, en aquel
sentido amplio. Francamente, dudo que Marx hubiera
estado en desacuerdo con esto. Según mis lecturas de
Marx, lo que él consideraba como crucial para la
noción de proletariado, era la de trabajo
productivo, y en diferentes sociedades, gentes
diferentes tienen que ocuparse del trabajo
productivo.
B.R.: Sweezy
puntualizaba que ciertos sectores de la clase obrera
tienen más poder, porque lo que producen parece más
esencial
Chomsky: Eso es
casi una especie de asunto técnico. Hay que ver y
observar qué es más importante en una fábrica
determinada, si el ingeniero que decide qué
máquinas estarán allí y qué fabricarán, o si el
tipo que está junto a la línea de montaje y ajusta
unas tuercas. No tengo objeciones sobre este punto.
Pero estoy seguro de que varía. No creo que se pueda
generalizar en ese nivel técnico. Dependería de la
industria. Tomemos un laboratorio, que es parte,
ciertamente, del aparato productivo de la sociedad.
Allí, los técnicos son esenciales por lo que
respecta a las ideas. No veo fundamentalmente ninguna
diferencia entre ellos, por lo que se refiere a
contribución a la producción. Ninguno puede seguir
adelante sin los demás.
B.R.: ¿Considera usted
que esta clase proletaria más amplia va radicalizándose
por las privaciones materiales, o más bien por los
aspectos psicológicos de la alienación? Sería difícil
argumentar que la mayor parte de los profesores del M. I.
T. (Massachusetts Institute of Technology) estén
materialmente desprovistos, aunque muchos de ellos sufren
de un desplazamiento o de una alienación psicológica.
Chomsky: No; en
realidad los profesores del M. I. T. y similares son
de los muy pocos que tienen el máximo porcentaje de
ingreso. Pero siempre ha sido así... Tampoco podría
usted decir que Engels sufriera carencias materiales.
No veo nada peculiar en esto. Pienso que hay una
cantidad de gente a la que le ocurre preocuparse por
los demás. Depende... Pero como clase, yo no
esperaría que los profesores del M. I. T. fueran la
vanguardia de la revolución.
B.R.: No, pero usted
mencionó a técnicos y otros. La experiencia de Chile y
de otras zonas parece probar que son esenciales. La
cuestión entonces es radicalizarlos. ¿Proviene eso de
... ?
Chomsky: ¿...
carencias materiales o alguna comprensión
psicológica?
B.R.: Sí.
Chomsky: Bueno,
creo que es muy humillante... En la tradición
radical hay un tipo de corriente que funciona más o
menos así, en caricatura: Oiga, yo sé de los
problemas de la opresión, la falta de democracia,
etc. Pero esos tipos, lo único que entienden, es que
no tienen lo suficiente para comer. De manera que
tengo que expresarlo todo en sus términos. Tengo que
arreglármelas para expresarle en términos de
carencias materiales, etc., porque ésa es la única
manera en que conectarán conmigo . Y esto mucha
gente lo considera muy radical, pero yo no veo por
qué hemos de creer en esa clase de tontería. No hay
ninguna razón especial para que personas ricas o
educadas tengan más preocupación por la opresión
digamos... Si examina usted algo del material
documental proveniente de verdaderas luchas
revolucionarias (por ejemplo, algo del material
colectivo español) lo que resulta evidente es que
aun en el nivel más pobre, más oprimido de la
población, hay una tremenda preocupación por la
justicia, y no por los bienes materiales.
B.R.: Pero ése no es
el caso, por ejemplo, de los partidos marxistas.
Chomsky: De
acuerdo, pero no surgieron de una lucha
revolucionaria. Eran grupos de intelectuales.
.
Apocalipsis e
ideología del consumo
B.R.: Pero donde hay
una crisis energética y la gente está hablando de otro
colapso de capital como la depresión, y los movimientos
revolucionarios tienden a ver las cosas en términos
apocalípticos, nosotros tratamos de construir nuestra
organización y de actuar para cuando se produzca el
colapso del capital.
Chomsky: Yo no
lo veo así, o no creo en eso, a pesar de que hay en
ello un grano de verdad. El grano de verdad es que la
riqueza, y más que la riqueza, la perspectiva de
crecimiento sin fin, ha sido una técnica muy
efectiva de control social. La lógica es más o
menos así: la ideología dominante afirma, en
efecto, que cada individuo es simplemente un
consumidor, una persona que trata de llevar al
máximo el consumo, y que en ese acto se da la
vida... la vida se va totalmente, o algo así. Ahora,
si usted acepta esa ideología y además cree que la
producción material aumentará sin límites, puede
concluir que es racional no oponerse a la sociedad
desigual, aun cuando pueda sufrir por su causa, aun
cuando esa sociedad esté dirigida contra usted. Si
es usted un hombre económico , en ese sentido, y
espera que de una forma u otra habrán de producirse
más mercancías, parece racional aceptar esa
sociedad emplazada contra usted, con la esperanza de
que en el futuro usted pueda consumir más de lo que
consume hoy. Ahora, hay muchas cosas que están
equivocadas en esa ideología... La efectividad
descansa, por una parte, en la habilidad para hacer
que las personas piensen que no son sino átomos de
producción y elementos de aumento del consumo.
Por otra parte hay en
el hecho de que antes se creía posible apoyarse en
perspectivas de crecimiento ilimitado. En esta
perspectiva, creo que las carencias materiales pueden
influir mucho para el cuestionamiento de la totalidad
del sistema ideológico, que sí lleva a la
conclusión de que se debería ser obsequioso y
obediente. Por eso pienso que hay un grano de verdad
en la idea de que el déficit material, o la crisis
energética, o lo que sea, puede contribuir a formar
un cierto tipo de nueva conciencia.
SIT.: Me gustaría
precisar más el significado de alteración psicológica
. Estableceré dos polos. Un polo es el moralista, cuya
esencia es un llamado a los sentimientos de culpa, deber
y sacrificio, que afectó fuertemente a la Nueva
Izquierda. El otro polo es la concepción de la
subjetividad como busca del placer, como llamados al
deseo y a la imaginación. Estos son los dos polos, y me
gustaría saber cómo, según usted actúa este tipo de
psicología.
Chomsky: No
creo que sea obligatoria una elección. Pienso que
ambos polos son totalmente válidos. Es decir, pienso
que hay una muy buena razón para sentirse culpable
en más de una ocasión sobre la forma en que
tratamos a los pobres o a los vietnamitas. Yo sí me
siento responsable, porque contribuyo al
funcionamiento de esa sociedad, con mi pasividad, por
ejemplo: dejando que la cosa siga. Siempre que no
actuamos radicalmente para poner fin a todas esas
cosas estamos contribuyendo a ellas, con nuestra
pasividad, con nuestra obediencia, como sea. No veo
ninguna razón para no sentirse culpable en esto, ni
tampoco veo razón para no apelar a la culpabilidad,
que considero debería ser compartida por otras
personas como yo -estudiantes o profesores o
cualquier otra gente a la que me dirija-. Pienso que
esto es totalmente válido. No veo ninguna razón
para rechazar lo que es, creo, una respuesta adecuada
y exacta a dichas condiciones de opresión y
desigualdad. Pero en cambio no creo que sea
necesario, con tal motivo ponerse una especie de
resaca moral, y llorar por la propia culpabilidad. Lo
que hay que hacer, es utilizar esa respuesta
emocional perfectamente válida como base para
cambiar el modelo de acción. De manera que, en un
polo, veo una gran validez en lo que usted
menosprecia. En el otro polo, me parece totalmente
cierto que, para que un movimiento revolucionario
tenga alguna validez para la gran masa de la
población, tiene que abrir nuevas opciones, y la
opción de ser capaz de vivir en una sociedad en que
no se es un opresor puede ser, podría ser, muy
liberadora. Debería serlo. Y a mí me parece, por
ejemplo, para volver a lo que decíamos antes, que
las posibilidades de vivir en una sociedad donde la
esencia humana no se defina por la suposición de que
hay que ser una especie de hombre económico, llevar
al máximo la producción y producir según la
demanda, son posibilidades muy liberadoras, tanto
para el rico como para el pobre, para los
privilegiados como para los no privilegiados. Y esto
también me parece que es muy válido. Sin embargo
creo que es un hecho objetivo en nuestra sociedad que
gente como yo, digamos, contribuye de muchas formas
al perpetuamiento de instituciones opresivas y
destructoras, y no debemos ser ciegos ante el hecho.
Tampoco hago por ello un voto de pobreza, porque no
creo que eso ayudaría en lo más mínimo. Sin
embargo, soy consciente de ello, respondo a dicha
conciencia, y a mi juicio una parte de la conciencia
debe estar formada por ese sentimiento de culpa.
B.R.: ¿No es el caso
que la izquierda de este país, en particular, nunca
pasó de allí?
Chomsky:
Supongo, que lo que me molestó más de la respuesta
de la Nueva Izquierda, no fue el sentimiento de
culpa, que a mi parecer era legítimo y adecuado,
sino más bien lo que mencioné antes, tomarse o
presentarse como miembro de la clase obrera y hablar
en términos de valores que se suponía, debían ser
los valores de ésta: preocupación por el déficit
material, más que la necesidad de libertad. Y yo
pienso que eso era completamente falso.
B.R.: A mí me parece
que partir de principios y cosas así, no es lo mismo que
partir de sentimientos de culpa y sacrificio. En la mayor
parte de sus artículos, usted subraya muchos principios
morales y afirma la acción basada en esos principios.
¿Cómo piensa usted que se pueden restablecer principios
y sentimientos morales en una sociedad como la nuestra,
cínica y orientada hacia la indoctrinación masiva del
consumo?
Chomsky: Pienso
que los principios de esta sociedad, orientada
específicamente hacia el consumo, simplemente tienen
que ser confrontados con principios mejores, más
atractivos para todos. La gente sencilla tiene otras
necesidades... La gente en su vida diaria, no vive
realmente como impulsora del consumo. Quiero decir
que no es cierto, por ejemplo, que en una familia
cada uno de sus miembros trate de acumular la mayor
cantidad de alimentos que pueda, sustrayéndola a
otros miembros de la familia. Los valores oficiales
de la sociedad están muy alejados, creo, de la mayor
parte de nuestra vida real en relación con otras
personas. Y este conflicto tendría que presentarse
en forma perfectamente clara. Entonces, pienso que
hay una necesidad de atacar, de criticar activamente
los valores oficiales, de demostrar cuán lejos
están de la manera en que realmente se actúa y se
quiere actuar como ser humano. Claro que esto es
sólo una parte de la historia.
.
Los principios en una
sociedad de masas
B. R.: ¿Esta
demostración es posible mediante la argumentación
lógica, o la forma en que aquellos otros valores se
inculcaron hace casi imposible el cambiarlos?
Chomsky: Existe
obviamente una disparidad entre los valores con que
las personas realmente viven, cuando pueden ejercer
una elección, y los valores que se les enseña para
vivir. Esto hay que hacérselo ver de algún modo.
Pero la idea de llevar al máximo el consumo es
solamente un aspecto del problema. Otro aspecto es
también la idea de ser subordinado como productor,
que es probablemente más importante. La idea de que
la producción, en el sentido amplio, tiene que ser
organizada en un sistema jerárquico y autocrático,
también es una parte esencial de la ideología
gobernante, y aquí la crítica de dicha ideología
va más allá de la argumentación lógica.
Precisamente en este punto es donde los radicales
quieren crear alternativas. Y en diversos niveles.
Pienso que se podrían decir las mismas cosas sobre
cooperativas de consumo u otros esfuerzos para hacer
solidaria a la gente por los medios que sea. Todas
estas cosas no son realmente alternativas para una
argumentación lógica, son complementarias de la
misma. Antes que nada, ilustran mediante la acción y
la organización, las formas en que los argumentos
lógicos son correctos y cómo se pueden superar las
brechas entre valores oficiales y valores humanos. De
manera que ésos van estrechamente unidos. Por otra
parte, se comprobará, por lo menos así lo creo, que
si alguna vez logramos una especie de sociedad justa,
cosas como mi estándar de vida podrían muy bien no
existir. En ese sentido habrá carencias materiales
de algún tipo para una gran parte de la población.
Y tendrá que ser así. No creo que debamos pasar por
alto este hecho y creer que todos tendrán más.
B.R.: Usted considera a
la democracia económica como básica para ello, porque
en su artículo sobre el anarquismo mezcla de algún modo
al anarquismo con el anarco-sindicalismo. No habían por
ejemplo, del anarcocomunismo. Hemos trabajado sobre la
obra de Reich y no nos parece que la democracia
económica sea suficiente. A pesar de que es una
condición necesaria, no es suficiente. Reich afirmaba
que la gente interioriza en la estructura de su carácter
una gran cantidad de la sociedad autocrática y
autoritaria muy difícil de exorcizar. ¿Cómo encaja
esto en lo que debemos hacer, en nuestra propaganda y en
la cuestión de las juntas obreras o quizá de algo más
amplio?
Chomsky: Yo no
soy muy bueno para aconsejar. Si pudiera aconsejar
qué hacer, lo estaría haciendo yo mismo. No sé
qué hay que hacer. Pero pienso que plantea usted
bien este punto. No querría dar a entender que la
propaganda o los intentos de formar juntas de obreros
son el punto final de la agitación socialista. Pero
sí pienso que es crucial para la gente ser capaz
de... Pienso que hay un aspecto central del
autoritarismo que, como usted dice, se interioriza,
es el autoritarismo del trabajo. En este aspecto
pienso que gozo de un privilegio. Gente como nosotros
sí controla su propia labor. Hay muy pocas presiones
sobre la misma. Podemos decidir cuándo trabajamos,
por qué trabajamos, cómo trabajamos, qué hacemos.
Tenemos responsabilidades, pero son autoimpuestas. Y,
si alguien quisiera ser esquirol, no podría.
SIT.: ¿Gente como
nosotros? ¿Quiere usted decir todos los del ramo del
conocimiento?
Chomsky: No
todos. Esta es una institución de élite. Me
refiero, a los profesores que de alguna manera han
hecho carrera en el M. I. T. Yo no pienso que este
tipo de privilegio tenga que ser reducido. Más bien
tendría que ser generalizado. Pero puede muy bien
ser que algunas de las cosas materiales ligadas a
ello tuvieran que ser reducidas en una sociedad
justa.
B.R.: ¿Pero no está
usted hablando de un retorno a la escasez?
Chomsky: No
pienso en ningún retorno a la escasez. Pienso que la
gente con mi estándar de vida suele ser
terriblemente despilfarradora, desde el punto de
vista de lo que existe potencialmente. Ahora bien,
quizá esto no es exacto. Hay, tal vez, recursos
productivos que no han sido utilizados y que serán
descubiertos bajo alguna otra sociedad. No lo sé.
Incluso soy escéptico. A propósito, pienso que yo y
otros nos beneficiaríamos en muchos aspectos con tal
reducción. Examine los hechos obvios. Es casi
físicamente imposible para mí, ir a trabajar sin
automóvil. Me tomaría aproximadamente dos horas ir
a trabajar sin automóvil, por el lugar donde
prefiero vivir. Pero es que no hay ninguna necesidad
de automóvil. Pueden encontrarse alternativas muy
triviales y razonables. Por ejemplo, hay una vía de
ferrocarril que pasa a una milla de mi casa, y se
podría poner a funcionar trenes sobre esa vía. De
manera que habría una forma muy sencilla de reducir
mi estándar material, si yo fuera a la ciudad en
tren; pero mi comodidad personal aumentaría
enormemente. A este respecto no pretendo sugerir que
la reducción del nivel material signifique
necesariamente menos comodidad física. Muy a parte
del factor ideológico o psicológico, podría
significar más comodidad física.
B.R.: Lo que usted
está diciendo se refleja en la polaridad de que
hablábamos anteriormente, entre el tipo de carácter
masoquista y la persona orientada hacia el placer. Pienso
que el problema real no es que debamos asumir ambos
porque sean válidos, sino que la estructura del
carácter se fija en uno u otro polo. En otras palabras,
Reich afirma que el carácter masoquista pondrá toda su
energía en ese lado y lo expresará en trabajo
político. Mientras que alguien que esté orientado hacia
la vida y el desarrollo de su propia sexualidad, de sus
propios poderes, será orientado en la otra forma, pero
seguirá teniendo un sentido moral. La Nueva Izquierda
sí pareció tener aquella actitud masoquista. Se
expresó tontamente y tuvo predilección por una
organización de tipo autoritario.
Chomsky: ¿A
eso le llama usted masoquista? ¿Se refiere usted a
asuntos como el de Weatherman?
B.R.: Por ejemplo.
Chomsky: Yo no
lo vi así. Quiero decir que no estuve cerca del
asunto y no estuve de acuerdo con él, pero la gente
que yo conocí me pareció por lo menos tener una
razón fundamental diferente, que a mi juicio era
equivocada. Al parecer sostenían que para llegar a
las clases obreras, había que acercárseles en su
nivel, específicamente el de la violencia y la
destrucción. Inclusive recuerdo que intelectuales
académicos, gente como yo, me dijeron que si uno
quiere actuar seriamente contra la guerra, debe ir a
un bar de la Tercera Avenida e iniciar un pleito, por
cualquier motivo, con el tipo sentado al lado. Tras
unos cuantos golpes, el tipo lo toma a uno en serio,
y se puede hablar sobre la guerra. Pienso que ése
era más o menos el meollo de la ideología
Weatherman, por lo menos lo que yo entendí de ella.
SIT.: Ese es el
problema con la Nueva Izquierda: siempre se esfuerza en
ser como otros, con el fin de traer a algún grupo a la
corriente principal de La vida norteamericana. Es la
ética cristiana del servicio.
Chomsky: Por lo
que yo pude ver de la actividad en pro de los
derechos civiles de principios de los años sesenta,
trataban de ayudar en la autoorganización de gente
pobre y oprimida, y estoy totalmente en favor de eso.
SIT.: ¿Pero con qué
objetivos?
Chomsky: Ya
escogerían los objetivos cuando estuvieran en
posición de elegir. El activista que viene de fuera
puede muy bien tener sus propias ideas, pero su idea
principal debe ser encaminarlos hacia la elección. Y
para comparar...
SIT.: Pero van a ser
totalmente cristianos...
Chomsky: Bueno,
¿y qué? Una vez que hayan decidido establecer
cooperativas rurales, o que puedan organizar sus
propios sindicatos y luchar por sus derechos, etc.,
¿por qué deberían hacer elecciones cristianas? Si
lo hacen, bueno, ese es el estado de su cultura y de
otros compromisos, y está muy bien. Yo no voy a
obligarlos a hacer otra cosa. Pero lo importante es
que el activista de fuera, al igual que el trabajador
por los derechos civiles, estaba actuando
acertadamente cuando trataba de integrarse lo más
posible en esas luchas, sufrir con el pueblo,
trabajar con él, ayudar lo más que pudiera y poner
su talento donde resulta valioso; y no tratar de
dictar ninguna solución.
.
Nueva Izquierda y
Anarquismo
B.R.: Una de las cosas
atractivas de la temprana Nueva Izquierda, era aquel
sentimiento de felicidad, su gran cantidad de actividades
interesantes y divertidas.
SIT.: ¿Ah, sí? Pues
yo fuí a mitin tras mitin, sin sentimiento de felicidad.
Chomsky: Eso
vino a fines de los sesenta. Entre el sesenta y siete
y el sesenta y ocho, todos tenían que ser más
marxistas ortodoxos que el tipo de al lado, y
entonces sucedieron cosas extrañas.
B.R.: Cuando se
empezaron a hacer distinciones ideológicas muy finas
surgió esa conducta, esa actitud La gente comenzó a ser
muy virtuosa, y resultó que el dos por ciento del grupo
era el que estaba en lo correcto.
Chomsky: Creo
que esto está relacionado con la exposición que
hacen ustedes. Es decir, hubo algunos límites casi
inamovibles respecto a lo que podría lograrse con el
primer movimiento. Y los poderosos fundamentos
institucionales de esta sociedad, simplemente no
podían ser trascendidos por un movimiento de ese
tipo. A mí me parece que cuando la Nueva Izquierda
se lanzó contra esa situación, cuando se lanzó
contra la evidencia de que, con todo lo que estamos
haciendo, sólo lograríamos que alguna gente se
organizase en un sindicato algo mejor, o que pudiese
votar cuando antes no lo podía hacer, con la
consecuencia de que votaría por Humphrey o alguien
del mismo género; cuando tales evidencias empezaron
a calar, entonces pienso que la Nueva Izquierda se
desintegra y trató de encontrar una solución
mesiánica, en su mayor parte en el
marxismo-leninismo. Así que en cierto modo estoy de
acuerdo con lo que ustedes dicen sobre las
estructuras institucionales: que eran demasiado
rígidas, demasiado firmemente encajadas, para que
aquellas primeras actividades las sucedieran con
fuerza.
B.R.: El ya
desaparecido George Lichtheim dijo una vez: La historia
del marxismo es demasiado importante para ser dejada a
las sectas posleninistas, esas pequeñas y feroces
criaturas que se devoran a sí mismas en una gota de agua
. Y esto parece ser particularmente cierto de la
izquierda en los Estados Unidos. Pero al mismo tiempo,
parece que el Leninismo es una especie de extensión
consistente de ciertos aspectos de los escritos de Marx,
por lo menos sus escritos públicos, y siempre es
descrito como marxismo en la práctica . ¿En qué forma
es el marxismo diferente del leninismo, y en dónde se
desvió Lenin?
Chomsky: Antes
que nada creo que hay diferentes corrientes de
leninismo. Está el Lenin de 1917, de las Tesis de
Abril y de Estado y Revolución. Y
luego está el Lenin que tomó el poder y actúo con
métodos que para mí son irreconocibles, si los
comparamos con, digamos, las doctrinas de Estado y
Revolución. Para un marxista, quizás para
Lenin mismo si hubiera mirado hacia atrás, esto no
hubiera sido muy difícil de explicar. Hay una gran
diferencia entre las doctrinas liberales de una
persona que trata de asociarse a un masivo movimiento
popular para adquirir el poder, y el autoritarismo de
quien ha tomado el poder y procura consolidarlo. La
transición quizá no sea muy difícil de
explicar. De modo que, yo les preguntaría de qué
Lenin están ustedes hablando. Y esto también es
verdad con respecto a Marx. Hay en Marx corrientes
encontradas. Pero pienso que es característico, y
desafortunado, el que la lección tomada de Marx y
Lenin para el período posterior fuese la lección
autoritario. Es decir, fue el Lenin autoritario el
que persistió, el que se concentró en la conquista
del poder estatal por el partido de vanguardia y en
la destrucción de todas las tribunas populares en
interés de las masas. Ese es el Lenin que
conocerían las generaciones posteriores. Y una vez
más, esto no era demasiado sorprendente, porque eso
es lo que realmente era en la práctica el leninismo.
Y yo pienso que para todo ese movimiento socialista
es una tremenda tragedia que la Revolución Rusa
fuera identificada como socialista. Lenin mismo fue
ambivalente en esto. Nunca la identificó como
socialista. Habló de cierto tipo de capitalismo de
Estado; de que probablemente no se podía tener
socialismo en un país como Rusia, etc. Cambió
luego, pero básicamente eso había dicho y con esa
precisión. Pero entonces, naturalmente, el típico
ideólogo de partido y sus diversos esclavos en los
llamados movimientos socialistas, tenían, para sus
propios propósitos que identificar el capitalismo de
Estado que estaban formando con algo un poco mejor
que eso. Entonces incorporaron toda la tradición
socialista en su estructura extremadamente
reaccionaria. Y con ello, virtualmente, destrozaron
la tradición socialista.
B.R.: Para construir en
este país un movimiento, alrededor de ideas socialistas
liberales, ¿piensa usted que es útil seguir
utilizando la palabra anarquismo? ¿Piensa usted que
tiene un valor histórico, o que deberíamos ser más
específicos y hablar de asamblea comunista o socialismo
liberal?
Chomsky: Pienso
que tiene un valor que es una parte muy significativa
de todo el amplio movimiento anarquista, de todas las
diversas variantes socialistas del mismo, ya sea el
anarquismo comunista o el anarcosindicalismo, que se
relacionaban con la organización de una sociedad
compleja basada en la igualdad y la solidaridad. Hay
otra corriente del anarquismo que no le da peso a
nociones como igualdad, solidaridad, etc. Esta es el
ala derecha del anarquismo; y es, hasta donde la
conozco, una forma extrema de autoritarismo. Es obvio
que, siguiendo las formulaciones de, por ejemplo,
Murray Rothbard, se llegaría a tales desigualdades
de poder, que sería como vivir bajo Gengis Khan, o
algo por el estilo. Aun cuando todos serían
técnicamente libres, ésa sería la libertad para
hacer contratos con la persona que tuviera todo el
poder, que fuera dueña de la policía, etc. En mi
opinión, ese modo de pensar tiene que ser deseado.
Pero no creo que se deba abandonar la noción de
anarquismo porque haya una extraña periferia que
también la utiliza.
.
Marxismo y Comunismo
B.R.: Tal como usted no
abandonaría el marxismo.
Chomsky: Sí,
tal como yo no abandonaría el marxismo. Después de
todo, no estarnos interesados en hacer héroes y en
identificarnos con ellos, sino en encontrar lo que
sigue siendo válido en diversas ideas, conceptos y
acciones del pasado.
B.R.: Para volver al
leninismo, ¿qué hay de los problemas de por ejemplo,
Vietnam, o China, o los movimientos del Tercer Mundo en
general? Hay un verdadero desacuerdo entre anarquistas
sobre la cuestión del N. L. F. (Frente Nacional de
Liberación) y el valor de dichos movimientos en general
SIT.: ¿Puedo cambiar
un poco los términos? ¿Aplicaría usted el mismo
paradigma a, digamos, la respuesta de los partidos
comunistas de Europa occidental y (en alguna medida) el
Partido Comunista Norteamericano, y la manera como,
pusieron como ídolo, modelo y prueba a la revolución
bolchevique? ¿Piensa usted que se podría aplicar lo
mismo a las corrientes tercermundistas de la Nueva
Izquierda?
Chomsky: Pienso
que es similar, excepto que menos pernicioso sólo
por razones accidentales, es decir, porque el impacto
de la ideología socialista occidental es mucho
menor, en parte porque ya no existe, y sí existía
entonces. Es ese respecto es menos pernicioso. Pero
básicamente es el mismo error. Digamos que un error
muy similar. Yo no consideraría a los movimientos
revolucionarios del Tercer Mundo como socialistas en
ningún sentido. Todavía pienso que pueden ser
tratados con simpatía, y que se debe alentar su
apoyo, pero eso es un asunto diferente. Yo sí seguí
las posiciones de Solidarity sobre el N. L. F., y
ése es el asunto con el que yo realmente no estaba
de acuerdo, y muy seriamente. En realidad, estaba
virtualmente de acuerdo con todo lo demás. Ellos
estaban en lo correcto, aunque no fueran pertinentes,
al señalar que Vietnam del Norte no es una sociedad
socialista liberal. Tienen razón cuando dicen que
debemos criticar a tal sociedad. Sin embargo, no la
tienen en criticarla cuando las bombas están cayendo
allí. Había muchas cosas que no andaban bien, por
ejemplo, en la Inglaterra de 1943. Pero no pienso que
era el momento, o el lugar, para señalarlas,
particularmente si se estaba viviendo en la Alemania
nazi, Y esa es la situación aquí. Occidente trata
de aplastar esos movimientos y creo que todos, aquí
y en Inglaterra, son responsables por ello. London
Solidarity, al no impedir que el gobierno británico
ayude al aplastamiento de la independencia
vietnamita, estaba, en un cierto sentido,
contribuyendo a ello. Y, por lo tanto, que está en
una posición muy débil para criticar a Vietnam del
Norte porque no es socialista, a pesar de que tal
crítica es correcta.
SIT.: Estoy de acuerdo
en eso en su mayor parte, excepto que parece que la forma
en que la izquierda en general, el movimiento antiguerra,
quería presentar o manejar las cosas en favor del N. L.
F. Y de los norvietnamitas, apoyándose en gran medida en
la idea de que éstos creaban una revolución, una
revolución socialista. Con ello, los de la izquierda
radical propiciaban una situación como la de después de
la revolución bolchevique, una situación que condujo al
apoyo del socialismo en un solo país, etc.
Chomsky: Creo
que la actitud correcta para con la revolución
bolchevique fue la que tomó Bertrand Russell. Dijo
que estaba bastante podrida. Pero también dijo que
era grotesco que los pueblos de Occidente hablaran
sobre la opresión de los revolucionarios rusos,
mientras la reforzaban apoyando la
contrarrevolución.
SIT.: Sí usted va a
ser moralista, parece realmente duro mantener más de una
idea en la cabeza a la vez... Sí se va a azotar a la
gente con frenesí para que haga algo, tiene que ser en
dirección de algo. Básicamente se tiene una tendencia
hacía el maniqueísmo, ¿no es cierto?
Chomsky: Pero
todo es algo totalmente aparte de la oposición a la
guerra norteamericana. Pienso que está fuera, en una
dimensión diferente.
A mí me parece que
fue siempre un error del movimiento antiguerra tomar
la posición de estar por el N. L. F., o por Vietnam
del Norte, o por lo que sea. Por lo que deberían
haber estado es por que se sacaran de allí las
sangrientas manos del imperialismo occidental. Lo
demás, ya sería problema de los vietnamitas.
Pero éste es un
asunto complicado. Si se examina verdaderamente a
Vietnam del Norte, o digamos el Pathet Lao en Laos (y
yo sí traté de saber algo acerca de ello) se ve que
se ha comprometido muchísimo con el bienestar
social. Allí hay algo como una versión de
democracia local. Es muy difícil de saber
qué versión, pero sin embargo la hay. Hay algún
tipo de participación en el nivel de la
planificación, en el nivel local. Pero todo eso se
encaja dentro de una estructura fantásticamente
autoritaria. Un control total desde arriba, con muy
poco campo de acción para el libre acceso a la
información. Esto yo lo sospecho, a pesar de que no
lo podría decir con seguridad. Y los elementos de
democracia o de control popular probablemente sólo
funcionan a través del aparato del partido
comunista. Claro que esto, en sí mismo, es una cosa
tramposa. Porque la estructura del partido comunista
se extiende desde el comité central hasta las
células y fábricas, y por lo poco que yo pude
deducir, pienso que hay allí probablemente algún
acceso al control, etc., a través de la estructura,
pero naturalmente se está muy lejos del control por
los trabajadores. Pienso que lo que hay que hacer es
comprender en qué consisten dichas sociedades,
simpatizar con lo que es bueno, criticar lo que es
malo, ofrecer alternativas, etc. En realidad, me
interesó ver que ellos están en cierto modo
abiertos a esto. Por ejemplo, tuve una entrevista con
Pham Van Dong, quien había leído El poder
norteamericano y los nuevos mandarines en la
traducción francesa, y su primera observación fue
que la obra era demasiado anarquista... Tuvimos
algunas discusiones sobre el punto. Estoy seguro de
que no lo convencí, como él no me convenció a mí.
Sin embargo, percibió inmediatamente que se trataba
de una especie de crítica anarquista al comunismo,
entre otras cosas, y pienso que si se tiene algún
respeto por esa gente, se debe ser muy sencillo y
claro en la crítica sobre ellos, se debe tratar, si
se puede, de discutir con ellos.
SIT.: Pienso que usted
pudo haber jugado inadvertidamente contra usted mismo, a
pesar de que, como sabe, tanto los capitalistas como los
capitalistas de Estado, en su juego de ajedrez global,
han tratado de representar un mundo en el que sólo hay
dos opciones, sin tercera fuerza. Hicieron esto en la
Guerra Civil Española. Lo hicieron en gran medida
en Hungría. Quiero decir que hubo gran similitud en la
forma en que los norteamericanos presentaron el caso: (
Esta gente quiere el capitalismo ) y la forma en que
Rusia lo presentó: ( Esta gente quiere una
contrarrevolución fascista ). Ninguno de los dos hubiera
dejado surgir una voz que dijera: No, no quieren a
ninguno de los dos, quieren algo que no es ni el
capitalismo ni el socialismo tales como los conocemos .
En otras palabras, se dejaba fuera la posibilidad de una
tercera fuerza la falla de La Nueva Izquierda,
identificarse respondiendo: No, nosotros no queremos lo
que tienen en Rusia cada vez que alguien decía: Bueno,
¿por qué no se van ustedes a Rusia , fue de lo más
dañino. Esta es una gran parte de la razón por la cual
no nos oyen más norteamericanos medios, que tienen esos
fuertes miedos anticomunistas. Y se debe a que no nos
identificamos claramente como distintos a aquello. Por
eso una gran cantidad de gente, como mis padres, pensó
que estábamos, conscientemente o no, siendo manipulados
por una segunda fuerza.
Chomsky: Yo
recibo muchas cartas sobre el particular. Aquí mismo
tengo una. Es una típica respuesta de esa clase.
Dice: ¿Es usted un comunista con carnet o
simplemente un simpatizante? , o algo así... Quién
que no fuera usted podría decir todas esas cosas
malas sobre el presidente Nixon. es realmente muy
duro romper con una suposición ideológica dada, del
tipo de o está usted con nosotros, o con los rusos .
No importa cómo se diga, no importa cuánto se haga
al respecto, a mucha gente le cuesta ver que haya
otra posibilidad.
SIT.: ¿Mencionó usted
alguna vez precisamente a las asambleas?
B.R.: Naturalmente, en
Notes on Anarchism.
Chomsky: Claro,
y en El poder norteamericano y Los nuevos
mandarines uno de los grandes temas de discusión
era el anarquismo español. Una de las principales
razones que yo trataba de establecer allí era que el
bolchevismo y el liberalismo norteamericano son
básicamente manifestaciones de la misma cosa. Eso
era algo abstracto y no creo que mucha gente supiera
de lo que yo decía. Probablemente no lo hice bien,
pero yo no estaba de ninguna manera solo en eso.
Mucha gente estaba Intentando lo mismo. Pero es
difícil combatir la suposición dominante de que o
se es comunista, lo que significa apologista de los
rusos, o se es partidario del imperialismo
norteamericano. Había una crítica más válida, la
de que la Nueva Izquierda sí idealizó de modo
bastante tonto a Cuba, China y Vietnam en particular.
He visto a gente que regresaba de Vietnam diciendo
cómo los vietnamitas eran todo amor y ridiculeces
por el estilo.
.
La cuestión de Vietnam
B.R.: Usted siempre
argumentó, inclusive en su último libro, que el N. L.
F. era independiente, no un títere de China, o de la U.
R. S. S., o de cualquier otro. El año pasado, usted
argumentó que el convenio que Kissinger firmó era,
esencialmente, el programa del enemigo. En vista del
vagabundeo mundial de Kissinger, y de lo que todos dicen
con relación a una solución fraguada por las
superpotencias y con la presión de China y Rusia sobre
la República Democrática de Vietnam para frustrar
cualquier ofensiva desatada por el N. L. F., ¿es
todavía posible, después del Tet, decir que el N. L. F.
es una fuerza independiente, y que la República
Democrática de Vietnam es independiente, ya sea de China
o de la Unión Soviética?
Chomsky: No
creo que el vagabundeo mundial de Kissinger, o sus
planes globales, hayan tenido realmente ningún
efecto sobre lo que pasó en Vietnam, aunque lo
intentó. Por diversas razones: principalmente,
porque ni los rusos ni los chinos estuvieron nunca
muy entusiasmados con el comunismo vietnamita, y no
necesitaban a Kissinger para que los hiciera menos
entusiastas de lo que probablemente ya estaban
dispuestos a ser.
B.R.: ¿Por qué piensa
usted que fue así?
Chomsky: En el
caso de China, en parte porque pienso que China no
quiere ver junto a sus fronteras sociedades
independientes y fuertes. Y una Indochina bajo el
comunismo, dominada por los vietnamitas, bueno,
representaría una fuerza importante y muy
independiente, que no tendría utilidad para China y
que seguiría su propio camino. Y los chinos no
están interesados en eso. Es, más o menos, la misma
razón por la que Stalin se opuso a los comunistas
griegos: no quería ver una federación comunista
balcánica. Esta es, básicamente, política de gran
potencia. No importaba si eran comunistas, fascistas,
o cualquier otra cosa, si eran fuertes,
independientes y con apoyo popular.
Por lo que se refiere
a los rusos, pienso que están aterrorizados en parte
por los elementos liberales del comunismo indochino
que están allí a pesar del autoritarismo. Este tipo
de cosas asusta a los rusos, y por razones obvias.
Muy aparte de esto, los rusos son muy racistas, y
pienso que en esa actitud hay implícita una gran
cantidad de odio racial. Pero el punto principal, por
lo que se refiere a los rusos, es que su política
internacional siempre consistió en buscar lo que
ellos llaman detente , y eso significa subordinación
a los Estados Unidos. Lo que quieren, por lo que yo
veo, es ser aceptados dentro del sistema
norteamericano como una especie de socio junior :
ellos hacen su trabajo, nosotros no los molestamos,
etc. Por eso, el apoyo al nacionalismo vietnamita es
inconsistente. No podían negarse a darlo, porque
entonces hubieran perdido toda la confianza
internacional, la del tercer mundo, o la que sea, y
esto también les interesa como posibilidad de
influencia y con propósitos de poder. Pero sin
embargo, pienso que ése es un aspecto fundamental de
su política, y no se necesitó convencerlos mucho
para hacerlos seguir ese rumbo. Pero pienso que sólo
han tenido efectos marginales sobre los asuntos de
Indochina, simplemente porque allí no tienen tanta
influencia. Sin embargo, ustedes tiene razón, cuando
preguntan si el N. L. F. dejó de ser independiente
por la época del Tet, o algo parecido. Pero esto no
tendría nada
que ver con China o
con Rusia, sino con el buen éxito de la ofensiva
norteamericana. La guerra norteamericana iba
realmente contra Vietnam del Sur; el otro asunto era
una pantalla. Y la guerra contra Vietnam del Sur tuvo
éxito en un cierto sentido. Es decir, destruyó en
gran parte esa sociedad, y dado que el N. L. F. era
una fuerza social arraigada en esa sociedad, al
destruir esa sociedad pienso que los Estados Unidos
minaron al movimiento. Creo que parte del propósito
de la guerra era forzar al N. L. F. a la dependencia
del exterior, de manera que no pudiera ser un
movimiento auténticamente sudvietnamita. Por la
misma razón, los Estados Unidos trataron de conducir
a China a las manos de Rusia.
B.R.: ¿Qué piensa
usted de una decisión como esa?
Chomsky: ¿Dice
usted por parte de los Estados Unidos?
B.R.: Sí, en términos
de la estrategia que se expresaría así: Lo que queremos
esforzar al N. L. F. a una estrecha asociación con el
norte, a fin de desacreditarlos
Chomsky: Sí,
esto es duro de decir. Supongo que la gente más
sutil tenía conciencia de ello. Los escritores
mercenarios habituales hicieron probablemente ese
trabajo en una especie de forma refleja. Se creyeron
probablemente su propia propaganda. Es decir, desde
el comienzo la propaganda consistió en hablar de
agentes del norte. Y los del tipo Bundy probablemente
la creyeron, y actuaron de acuerdo con ella. Pero,
alguna gente debe haber sabido lo que estaba pasando,
bajo la superficie. Tomen a alguien como Robert
Perlman, el tipo que dirigió los programas de
pacificación, que es un verdadero tecnócrata, es
decir, un verdadero tecnócrata brutal y que lo dijo
muy abiertamente: Vean, ninguno de nuestros programas
es muy efectivo, pero los vamos a triturar por
simples peso y masa , o algo por el estilo... Y esa
es la cosa.
B.R.: ¿Cuánta
influencia tienen sobre la política tipos como Pool, que
defendió cosas semejantes: la destrucción del campo,
bombardeos de saturación, campos concentracionarios?
Chomsky: Eso es
verdaderamente difícil de saber. Sospecho que toda
esa gente como Pool, Huntington y el resto, eran
apenas ideólogos periféricos; gente que, más o
menos, veía lo que pasaba y trataba de dorar un poco
la píldora.
B.R.: Por ejemplo, los
de un instituto de investigación como el Center for
International Studies , ¿son ideólogos para dorar la
píldora, o efectivamente tienen una influencia sobre la
política?
Chomsky: Es
difícil de juzgar, pero yo no puedo creer que esa
gente haya tenido nunca mucho que ver con nada.
Querían hacerlo, creo, pero dudo de que lo hayan
logrado. No creo que Huntington entienda, ni siquiera
hoy, por qué la gente se molestó tanto por lo que
escribió. Yo, por ejemplo, probablemente su crítico
principal, simplemente dije: Vean lo que el tipo
está diciendo , y cité largos pasajes. Y él no
entendió, y dijo: Bueno, ¿y qué? , es decir, ¿por
qué tanto escándalo con esto, qué es lo que no va?
.
Los nuevos dirigentes
B.R.: Ha habido mucha
relación entre la universidad y los militares. Kissinger
fue sacado de Harvard, y ahí estaba esa cosa, la Foreign
Affairs Association , a la que pertenecía mucha gente
universitaria, que aparentemente sí estuvo relacionada
con el gobierno. ¿Actúa Nixon en forma independiente de
la intelligentsia liberal del Noreste, o simplemente la
descarta?
Chomsky: No,
pienso que hay una especie de sistema de filtro, a
pesar de que una parte muy sustancial de la
intelligentsia liberal, aspira al empleo
gubernamental. Son nuestros bolcheviques. Pero,
naturalmente, sólo se colocan los que tienen la
ideología y los compromisos adecuados. Cuando
Kennedy busca a un historiador para adornar su
administración escoge a Arthur Schlesinger y no a
Barrington Moore. Porque aquél dice las cosas
adecuadas, cree en las cosas adecuadas. Así es el
negocio. Lo mismo pasa aquí; si un tipo como
Kissinger quiere ganar poder, propondrá la clase de
política internacional que es aceptable para la
gente que dirige la sociedad, pero haciendo ver como
que él está determinando las cosas. Se puede saber
cuánto está determinando Kissinger la política,
haciéndose esta pregunta: ¿Qué sucedería si
Kissinger presentara una propuesta que fuera contra
los intereses de la clase dirigente norteamericana?
Estaría enseñando historia en el Tecnológico de
Georgia o algo parecido.
B.R.: Parece ser un
hábil tecnócrata, un yes-man.
Chomsky: Se las
arregla para articular y formular políticas que
representan, en gran parte, los intereses de los
grupos de la clase dirigente, y por eso éstos lo
convierten en un manipulador.
B.R.: Entonces el
problema está en cómo se hace la política. Porque
Vietnam y Watergate han sacado a la luz una cantidad de
cosas, y está toda esa imagen del cowboy yanqui y todo
lo demás. ¿Cómo piensa usted que se toman las
decisiones? Es decir, se toman claramente para fortalecer
al sistema capitalista, pero también parece haber
competencia, y yo no puedo aceptar el mecánico punto de
vista leninista de que el Estado es simplemente el
comité ejecutivo de la clase capitalista.
Chomsky: Algo
hay de eso.
B.R.: Sí, pero debe
ser más conflictivo.
Chomsky: Debe
ser, porque la clase dirigente misma tiene conflictos
internos y, hay una especie de dinámica que condujo
a que la Interstate Commerce Commission fuera
adquirida por los ferrocarriles. Aquellos elementos
de la clase dirigente, que tienen intereses
particulares en una u otra esfera de la actividad
gubernamental, tenderán probablemente a dominarla.
Lo que hagan, podrá estar en conflicto con los
intereses de clase de otros, pero los otros no se
preocupan tanto y lo dejan pasar.
Y pienso que, en gran
parte, lo mismo sucede con la política exterior. Hay
algunos elementos de la clase dirigente, es decir,
los abogados corporativos, que tratan con
corporaciones multinacionales y, por lo tanto,
representan un tipo de interés general, en una
economía libre, internacional, global, y esas cosas.
Estas son las gentes que trataron, y tuvieron éxito
en ello, de tomar posiciones donde se toman
decisiones, en el sistema político del extranjero,
exactamente en la misma forma en que los
ferrocarriles tratarán de adueñarse de la I. C. C.
(Cámara de Comercio Internacional), o cualquier otro
centro de poder tratará de adueñarse de la
estructura gubernamental que lo regula. Naturalmente,
esto significa que a menudo estarán haciendo cosas
que son dañinas para otros elementos del sistema
corporativo que no se preocupan mucho por ello, y
sufren marginalmente. A veces esto puede desembocar
en conflictos reales. Conflictos serios. Pero
todavía, con todo lo expresado, me parece a mí que
no es desleal hablar del ejecutivo estatal como
simplemente una rama de la clase dirigente, que está
gobernando esa estructura centralizada.
B.R.: Pensé que era
importante, porque si usted ve al Estado simplemente como
un órgano de clase, entonces la dictadura del
proletariado como un órgano de clase se hace factible,
pero sí usted ve que, particularmente en la sociedad
moderna, el gobierno es el treinta por ciento de la
economía, la más grande corporación y el mayor
empleador, etc., entonces algo es aquí diferente, y el
Estado es mucho más que simplemente el comité ejecutivo
de la clase dirigente. En realidad, tiene sus propios
intereses.
Chomsky: Sí,
tiene sus propios intereses independientes, y creo
que por ejemplo, es posible verlo en alguna medida en
algunas directivas particulares que toma el
capitalismo de Estado. Parte del ímpetu del
capitalismo de Estado hacia la militarización tiene
que ver con intereses especiales que se han
desarrollado dentro de ese sector mismo; y
precisamente han logrado obtener mucho poder de
decisión. En esto, Seymour Melman, a pesar de que no
acepto completamente su análisis, me parece que ha
encontrado algo, cuando dice que hay un sistema
administrativo parcialmente independiente, en la
estructura total del Pentágono, que simplemente
tiene a su disposición tremendas disponibilidades. Y
aunque, naturalmente, la verdadera clase dirigente lo
liquidaría en cualquier momento, por el simple
expediente de retirarle sus recursos, sin embargo eso
no es lo que sucede, debido a su interpenetración
con ella, etc.
B.R.: Corren muchos
comentarios sobre un golpe militar, el fascismo, etc...
Parece que, a pesar de que los militares tienen
tremendas ligas con la industria de la defensa y otras,
en realidad podrían tener intereses propios, un interés
ideológico o lo que sea, que pudiera coincidir con
ciertos segmentos de la clase dirigente. Pero uno
sospecha, al ver en operación al fascismo, que hay
dentro de él elementos independientes que pueden dominar
las actividades, y que en realidad no son necesariamente
elementos comerciales.
Chomsky:
Pueden, pero yo pienso que los antecedentes apoyan
muy bien el punto de vista de que el fascismo es el
último recurso de las clases dirigentes cuando ya no
pueden mantener de otra forma sus privilegios. Y ésa
es la razón por la cual yo no esperaría que eso
sucediera en los Estados Unidos, por lo menos en un
plazo breve.
SIT.: Usted percibe los
peligros de considerar al fascismo en términos
estrechos. Es decir, toda la mass psychology, de
Reich, era un intento de señalarles a los leninoides de
esa época que encasillar al fascismo en esos términos
era demasiado fácil. 0 sea que ello tiene que ver con
una estructura autoritaria del carácter, con gente
criada desde la infancia en familias dominadas por el
padre, la Iglesia, la totalidad del complejo de
instituciones que preparan a la vida adulta. Es decir, la
conciencia de la gente, los motivos de cálculo, el
hombre económico, y el subconsciente del pueblo.
¿Entonces qué papel tenían las bandas en marcha y todo
el llamado machista, que hacía que la gente tuviera
orgasmos colectivos en las reuniones de Nuremberg?
Obviamente, la cosa iba hacia algo más profundo en la
psique del pueblo.
Chomsky: Sí,
no estoy en desacuerdo con eso, pero estos mismos
factores de estructura de la personalidad, estructura
de la familia, etc., son igualmente verdaderos en los
períodos prefascistas. Y yo creo que es correcto
decir que son factores que pueden ser fácilmente
explotados por una organización fascista, o por una
llamada organización comunista, o por cualquier
organización tendiente a movilizar a las masas. En
realidad, en cierta medida, toda la mística de
Kennedy apelaba, en un nivel más bajo, a ese tipo de
cosas, y había elementos de ello en el New Dwal.
Pero, el problema,
¿cuándo recurrirá la clase dirigente a tales
métodos, cuándo tratarán de hacer un llamamiento
semejante, a esas corrientes del autoritarismo en la
familia y en la personalidad? En rasgos generales,
pienso que lo harán cuando ello constituya el
último recurso para la preservación de sus
privilegios. Y que hay para ello una buena razón que
tiene que ver con la naturaleza del capitalismo como
tal. Es cierto que nosotros no tenemos realmente un
capitalismo, sino una variante de él. Pero en su
forma ideal, a la que nos aproximamos en cierta
medida, el capitalismo es básicamente un sistema
donde todo está a la venta, y más se puede obtener
cuanto más dinero se tenga. En particular, esto es
cierto con respecto a la libertad. La libertad es una
de las mercancías que está a la venta; si usted es
rico, puede comprar tal cantidad de libertad. Por
ejemplo, si usted tiene dificultades con la ley. Y
por esa razón tiene mucho sentido, si se acepta el
sistema capitalista, tratar de acumular propiedades,
no simplemente porque se desea el bienestar material,
sino porque eso garantiza la libertad. Se puede
acumular esa mercancía.
O sea que esto
significa que, totalmente aparte del simple bienestar
material, inclusive de la necesidad de libertad,
etc., dichas necesidades en cierta medida se
satisfacen si se tiene suficiente riqueza y poder
para comprar sus soluciones en esa especie de mercado
libre. Y esto significa, que la defensa de las
instituciones libres, estará en gran parte en las
manos de aquellos que se benefician de las mismas, es
decir, los ricos y los poderosos. Ellos pueden
comprar esa mercancía y, por lo tanto, quieren que
existan esas instituciones, como por ejemplo la
prensa libre, y todo eso, Pero, esto es verdad hasta
cierto punto. Si resulta que tales instituciones
libres comienzan a golpear sus privilegios entonces,
naturalmente, cambiarán las reglas del juego. Como,
por ejemplo, sucedió en el caso evidente de Chile.
La clase capitalista defiende la libertad de prensa,
o lo que así se llame, y la libertad del sistema
legal, porque es la beneficiaria de ellos, pero
solamente mientras son una especie de esfuerzo por
redistribuir el privilegio.
.
La actitud anarquista
B.R.: Esto presenta la
cuestión de cuál debería ser la actitud anarquista
hacia una forma transicional, y de cuán profundamente
debería entrar en la política, porque es muy tramposo,
en este país, distinguir entre genuinas
descentralizaciones de poder, que presumiblemente
nosotros apoyaríamos, y descentralizaciones de poder que
simplemente hacen más poderosa y eficiente en su
represión a la estructura total
Chomsky: Sí,
este es un problema muy serio y ustedes deben
enfrentarlo concretamente en cada circunstancia.
Ahora mismo, el caso del impeachtment viene a
cuento.
B.R.: Es cierto.
Chomsky: Yo soy
muy escéptico con respecto al compromiso radical en
cualquiera de estas cosas del impeachment. Me parece
que tienden a contribuir a la mistificación de la
presidencia. Ustedes están en lo cierto, cuando
dicen que Nixon es un bandido y un hijo de puta, y
que hay que echarlo. Pero que la izquierda contribuya
a la creencia de que eso va a traer cambios
sustanciales, es simplemente añadir argumentos a la
creencia de que el presidente es alguna especie de
Dios o Rey, y que sólo necesitamos tener al dios
adecuado.
Algunas de las cosas
que surgieron son realmente graves. Por ejemplo,
recibí una cosa del Emergency Civil Liberties
Committee , que es realmente una buena partida de
gente, la gente que se encarga de todos los casos
difíciles que la A. C. L. U. (Unión Americana de
Libertades Civiles) no tocaría, etc. Pero ellos
tenían esa petición y, bueno, yo generalmente firmo
todo lo que viene, pero eso era tan malo
que yo simplemente no pude firmarlo. Decía que
debíamos hacerle enjuiciar políticamente al
presidente, porque esa es la única manera de
restaurar la dignidad de la presidencia y de
reconstruir nuestro honor nacional. Esa posición
contribuía a la peor clase de creencias, es decir, a
las razones por las cuales la élite corporativa
inteligente quiere librarse de Nixon: porque ha
manchado esas razones, precisamente. Es difícil
reverenciar a un presidente cuando este roba a todo
el mundo para construir algo en San Clemente. Si
quieren sacar a ese tipo de allí, es porque está
perjudicando a la ideología.
B.R.: ¿Cómo ve usted,
entonces, el proceso de descentralización? ¿Tiene usted
una perspectiva del mismo? ¿Es apocalíptico, gradual?
Chomsky: En
principio, es verdad que ustedes tienen que construir
de alguna forma las organizaciones del futuro en la
sociedad presente. La gente tiene que tener un cuadro
de cómo manejará a su comunidad, o industria, o lo
que sea, y tiene que luchar para hacerlo, en la
medida que pueda. Al mismo tiempo, supongo que, en un
cierto punto, la clase dirigente simplemente
contestará con la fuerza, y como tiene que haber una
defensa contra esa fuerza, eso probablemente
signifique revolución violenta. No me sorprendería
que eso fuera inevitable en una cierta etapa,
simplemente a fin de resistir a la fuerza que
permanece en las manos de los privilegiados, los que
en Chile o en cualquier otro lugar, atacarán a todo
tipo de institución libre que comience a quitarles
sus privilegios.
B.R.: Usted incluyó un
capítulo sobre los límites de la desobediencia civil en
su último libro, For Reasons of State. ¿Piensa
que nosotros tenemos que ir definitivamente más allá de
ese tipo de cosas?
Chomsky: Allí
hablaba de los Berrigan. Yo pienso que lo que hacen
es verdaderamente importante y les tengo mucho
respeto, pero esa acción tiene una significación
social muy estrecha. Es precisamente útil en un caso
como el de la guerra de Vietnam, cuando hay un tipo
de intereses de la clase dirigente que serán
llevados adelante si los costos no son muy
elevados en casa, y cuando una gran parte de la
población encuentra que eso no está bien. En esa
combinación de circunstancias, la desobediencia
civil puede ser efectiva. Puede ser una manera de
movilizar a esa gran parte de la población que ve
que no está bien elevar el costo; movilizarla hasta
un punto en que los dirigentes de la sociedad decidan
que ya no vale la pena. Esto es útil, muy valiente,
y lo apoyo por completo, pero no tiene virtualmente
nada que ver con el cambio social, según yo lo
entiendo.
.
La resistencia al
Estado-Policía
B.R.: ¿Quiere usted
hacer algunas sugerencias, con respecto a la
organización necesaria, o comentarios sobre qué tipos
de estratega podrían resistir efectivamente al moderno
estado policíaco tecnológico, que hasta el momento
parece haber resistido a todos los ataques?
Chomsky: Las
técnicas de vigilancia y de control que se están
desarrollando, son una cosa muy seria. Creo que
nosotros simplemente tenemos que intentar organizar a
la gente en grupos para que destrocen las cámaras
pesquisitivas de televisión, y organizar a los
técnicos para que interrumpan ese mecanismo. Alguien
me contó un artículo de la National Review,
escrito por un tipo llamado Miles Copeland, que
era, quizá todavía es, agente de la C. I. A. El
artículo trataba de la vigilancia doméstica y de
qué amplitud está tomando. Aparentemente, James
Buckley introdujo una especie de proyecto de ley que
proponía una categoría especial de gente a la que
se le permitiera obtener informaciones de cualquier
fuente, y dado que estas personas son muy
respetables, podríamos estar seguros de que no
harían nada malo con tal información , etc.
B.R.: Sorprende la poca
resistencia popular que ha habido contra esto.
Chomsky: No hay
mucha conciencia de ello. En realidad, el tipo de
conciencia que se está formando nace de los lugares
más curiosos. Muchos periódicos de izquierda,
reciben cartas de presidiarios, cartas realmente
interesantes sobre la situación que hay en las
prisiones. De allí es de donde se debería esperar
eso en primer lugar, en instituciones de control
total, como prisiones y escuelas. Allí es donde se
ve en primer lugar la modificación de la conducta...
las drogas.
B.R.: Los electrodos en
el cerebro...
Chomsky: La
psico-cirugía... A proposito, vamos a tener una gran
reunión aquí el viernes, para tratar por lo menos
de obtener alguna información sobre este tipo de
cosas, y ver si no hay algo que pueda hacer esta
clase de gente técnicamente orientada, simplemente
como un servicio, como una defensa de las comunidades
contra este tipo de intrusión y operación. Este es
un paso concreto, en el que ustedes pueden ver el
comienzo de una forma de relacionar el interés
inmediato de una comunidad, con el interés inmediato
de los técnicos del M. I. T., por ejemplo.
B.R.: Oí decir que el
M. I. T. está transmitiendo uno de los proyectos de
construcción de esta zona con cable de televisión libre
de cargo. No puedo imaginar cómo pueden llegar a tales
extremos de generosidad.
Chomsky:
Circuló una historia, con respecto a que los cables
de televisión tienen una capacidad de dos vías.
B.R.: Tienen
posibilidades de control por encima de la vigilancia.
Permiten una programación mucho más selectiva en
términos de propaganda. Se puede diseñar un conjunto de
programación para proyectos de construcción, otro para
los barrios suburbanos, especializando y refinando con
ello la entrada de la propaganda.
Chomsky:
Conozco a mucha gente de la izquierda interesada en
los medios de comunicación que creía que había un
gran número de oportunidades en ese asunto del cable
de televisión. Pero resultaría tan voraz...
B.R.: Me parece que lo
que sucede es que el llamado acceso libre, o acceso
abierto, empieza a ser reconocido como un dispositivo
ilusorio de relaciones públicas, utilizado por las
corporaciones cablegráficas para obtener franquicias en
pueblos y comunidades. Dado que los grupos de comunidad
en realidad no poseen u operan los sistemas de
televisión, tan pronto como presentan alguna
controversia, se les posterga.
Chomsky:
¿Quién maneja este asunto? ¿Es algo corporativo?
B.R.: Los F. C. C.
(Comisión Federal de Comunicaciones) han diseñado
ciertas reglas de libre acceso, pero son muy vagas, ahora
mismo, se encuentran en la ciudad de Nueva York, en
proceso de definición, y en su mayor parte se Las define
en términos restrictivos. Por lo que se refiere a
propiedad al control último, y control probable por
parte de los F. C. C., se trata básicamente de la misma
gente que posee todo lo demás: Sylvania, Hughes
Aircraft, y AT & T. Todos están muy metidos en la
industria del cable.
Pienso que una
cantidad de grupos radícales que trataron de obtener
cable de televisión cuando apareció por primera
vez, tuvieron hacia él una actitud de manipulación,
encarándolo en términos tradicionales de estructura
del poder, como una oportunidad de darte una
apariencia vistosa y engañosa a la revolución, o
para hacerse publicidad.
.
Determinismo y
conductismo
B.R.: ¿Podría hacer
una pregunta filosófica? Me pregunto por qué simpatiza
usted mucho más con el determinismo económico de Marx,
que digamos, con la teoría conductista de Skinner, que
es otra forma de determinismo.
Chomsky: Yo no
leo a Marx como un determinista económico. Él
explicaba cómo los modelos de elección están
influidos por intereses materiales y por otros
intereses definidos en términos de clase; hablaba de
la significación de las relaciones de producción en
la definición de las clases, y cuáles deberían
ser. Y todo eso estaba bien. Marx identificaba
factores cruciales que tienen un papel en la acción
social, en una sociedad de clases, pero esto no
necesariamente es determinista.
Ahora, en cuanto a
Skinner, simplemente pienso que se trata de un
fraude, que está vacío. Aunque es un fraude
interesante. Hay aquí dos niveles de discusión. Uno
es puramente intelectual: ¿A qué altura llega? Y la
respuesta es cero, zitch... Es decir, no hay
allí más que principios triviales, si hay
principios.
B.R.: En Skinner, no en
Marx.
Chomsky: Sí, en
Skinner. Ahora la otra cuestión es, ¿por qué tanto
interés en ello? Y aquí me parece que la respuesta
es obvia. Es decir, la metodología que sugieren es
conocida de todo buen guardia de prisión o
interrogador policíaco. Pero, ellos la hacen
aparecer benigna y científica, etc.; en cierta
manera, doran un poco la píldora, y por dicha razón
es muy valiosa para ellos. Yo pienso que estas dos
cosas tienen que denunciarse. Usted se pregunta:
¿esto es ciencia? No, es un fraude. Y entonces se
pregunta ¿qué interés hay en ello? Respuesta: el
interés está en que le dice a cualquier carcelero
de un campo de concentración que puede obedecer a
sus instintos y al mismo tiempo pretender que es un
científico. Y que eso es bueno, porque la ciencia es
buena, o neutral, etc.
Lo que sí
proporciona, es una especie de manto de neutralidad a
la opresión y al control; el mismo tipo de manto con
el que la intelligentsia liberal cubrió la
dominación imperialista. Trataron de hacerlo
parecer como una especie de ejercicio de pragmatismo,
y de resolución de problemas, y por tanto
perfectamente neutral. En realidad, es interesante...
Yo he citado decenas de veces observaciones de
algunos de esos especialistas de la
contrainsurgencia, que pretenden decir: Miren, es
como la física; ciertas entradas, ciertas salidas.
Totalmente neutral desde el punto de vista ético.
Simplemente, es cosa de resolver algunos problemas.
Solamente alguna clase de moralista loco se
preocuparía por ello . Bueno, esa es la
contribución conductista: tomar las técnicas
estándar de control, opresión y coerción, y tratar
de hacerlas desaparecer , de aislarlas de la crítica
y del conocimiento, mediante su asimilación y la
ciencia. Eso no tiene nada que ver con Marx.
B.R.: Siento que hay
quizá una analogía entre decir que una clase de gente
hará ciertas cosas bajo ciertas condiciones económicas,
como por ejemplo sí la clase dirigente se ve realmente
amenazada, hará uso de la violencia para defenderse, y
la afición de Skinner de que sí se utilizan ciertos
aparatos de reforzamiento de la conducta, un individuo
está obligado a...
Chomsky: Es eso
de está obligado a lo que resulta significativo. Si
usted dice tiende a , entonces naturalmente es
cierto. Es decir, usted puede muy bien generalizar
sobre lo que la gente tiende a hacer bajo ciertas
circunstancias. 0 sea, usted tiende a ir a la playa
cuando se eleva la temperatura, no cuando desciende.
B.R.: Pero eso no es
una ley.
Chomsky:
Exacto, en primer lugar no es una ley, uno tiene en
ello un control individual. Y no hay necesidad de
acudir a los científicos para descubrir nada sobre
los principios mismos de la tendencia..
B.R.: Pero ¿diría
usted que en ciertas situaciones, la clase dirigente
podría, digamos por razones morales, hacer donación
voluntaria de sus privilegios?
Chomsky: Eso es
concebible, pero no pienso que haya ninguna razón
para creer que tal cosa sucederá. Marx mismo
especuló con esa posibilidad en Inglaterra. Y
podría ser; imagino que un país como Suecia, por
ejemplo, que es una especie de chistosa mezcla de
cosas (y no es que sepa mucho sobre Suecia), si no
fuera por presiones exteriores, el deterioro
dirigente, podría llegar a un punto en que
simplemente no tendría defensa efectiva, ya fuera
física o moral. Es decir, tendrían que convencerse
a sí mismos de que era justo lo que hacían. Poca
gente puede actuar si no se convence de ello.
Naturalmente, no sucedería en Suecia porque sería
conquistada, o algo así. Pero aparte de eso, tal
caso hipotético describe una evolución, una especie
de deterioro moral, de deterioro del poder, por parte
de los grupos de la clase dirigente, que podría
hacerlos renunciar, o negarse a luchar por sus
privilegios, o algo por el estilo.
.
Positivismo
B.R.: Usted escribió
mucho sobre la mentalidad tecnócrata de los
planificadores de Vietnam, etc., que siempre están
trabajando dentro de ciertos esquemas, que no cuestionan
nunca. ¿Cómo podría encajar esto en la tendencia de
Occidente, o por lo menos de la sociedad
anglonorteamericana, hacía el positivismo? Es decir,
puedo ver cómo, por ejemplo, los soviéticos y los
alemanes pudieron usar el hegelismo. Pero parece que en
Occidente hay una tendencia positivista, que tiende a
excluir toda moral como pura subjetividad. ¿Cómo puede
encajar esto en esa mentalidad?
Chomsky: El
positivismo no tiene nada que ver con la ciencia o
algo similar; tiene que ver con el capitalismo. Tiene
que ver con la resolución de problemas técnicos en
interés de quien quiera que plantee tales problemas,
y determine cuáles son las soluciones adecuadas. No
hay nada equivocado en esto. Si, supongamos,
tuviéramos una comunidad que controlara sus propias
organizaciones o industrias locales, o lo que fuera,
y quisiera que un cierto tipo de problema se
resolviera bien, el problema en cuestión sería
resuelto de la manera que llenara mejor tales
condiciones.
La utilidad
ideológica de este tipo de pragmatismo fue
contribuir a la creencia de que no hay en ello nada
ideológico, de que es simplemente neutral y
científico, que no refleja ni el privilegio ni el
poder. Naturalmente todo eso es basura. Y para
establecerlo fue elevado a la categoría de
ideología universal, en la misma forma en que, por
ejemplo, la ideología burguesa fue elevada a
ideología universal hace algunos siglos. Todo el
final del debate sobre la ideología es muy divertido
a este respecto, porque muchos de los exponentes que
criticaban correctamente ideologías anteriores,
señalando que en realidad universalizaban intereses
particulares, terminaban diciendo: nosotros
simplemente resolvemos problemas, técnicamente, y no
tenemos ningún tipo de ideología. Era volver a
hacer exactamente lo mismo que ellos mismos habían
criticado a los de la generación anterior. La
creencia de que están simplemente resolviendo
problemas aparece como una tontería, cuando uno se
da cuenta de quién establece las condiciones
de una solución aceptable, quien define los
problemas, quién estará en condiciones de hacer uso
de las soluciones que se obtengan, quién rechazará
las que no le gustan, etc.
B.R.: Este es un
problema que siempre me fascinó. Es decir, que la
filosofía puede definir mucho, y limitar una cantidad de
elecciones. Yo no estoy seguro de que exista una
filosofía revolucionaria, pero no logro ver que algo
progresista, cualquier tipo de cosa liberal sucia del
positivismo. Simplemente, me parece que las excluye
totalmente. Toda la cosa de que las elecciones morales
son puramente subjetivas.
Chomsky: Bueno,
no estoy seguro de ello.
B.R.: Gran parte de la
mentalidad de The Backroom Boys , etc., parecía reflejar
esto.
Chomsky: No
creo que sea leal echarle la culpa a los
positivistas. Estos eran, en su mayor parte, más o
menos liberales y socialistas, es decir, que sentían
que era posible, mediante la aplicación de la
razón, alcanzar metas humanamente deseables. Tomemos
a alguien como Bertrand Russell. Siempre estuvo de
acuerdo, básicamente, con Hume, en el sentido de que
la razón es la esclava de la pasión, es decir,
sólo se tiene que decidir
qué tipo de cosas se
quiere, por la razón que sea, y se usa la
inteligencia para tratar de lograrlas. 0 a Rudolf
Carnap, que era un positivista par excellence,
y que sin embargo era un valiente liberal y
luchador por los derechos civiles, y fue de los
primeros en oponerse a la guerra de Vietnam. Y tal
actitud es perfectamente coherente con su creencia de
que no se puede dar una justificación científica a
los juicios de valor, que muy bien puede ser verdad.
El hecho es que tipos
como los del estilo de Bundy, más tarde hicieron uso
de ese esquema y de esa terminología, y los
distorsionaron para convertirlos en un instrumento de
dominio de clase, y esto ya es otra cosa.
B.R.: Yo no me refería
a personas, sino más bien a una tendencia del
pensamiento.
Chomsky: Bueno,
en la medida en que tiende a poner de lado los
juicios de valor, o cuestiones de elecciones y de
dónde vienen, etc., el positivismo puede tener un
efecto muy reaccionario. Pero eso no es inherente al
positivismo; es inherente a una distorsión del
mismo.
.
Actualidad del
Anarquismo
B.R.: El anarquismo es
criticado a menudo por ser utópico e incapaz de manejar
situaciones prácticas complicadas. Una de las
situaciones más complejas de la actualidad es la del
Medio Oriente.
Chomsky: Pienso
que ése es un ejemplo perfecto de la utilidad del
anarquismo. Lo que hay en el Medio Oriente es un
ejemplo casi clásico del absurdo total de un pueblo
que se organiza en sistemas de Estado. Es decir,
¿qué ganan los judíos de Israel, como seres
humanos, con identificarse como el grupo dirigente en
un Estado judío? El único efecto de tal decisión
es destructivo para ellos mismos. Examinemos el
surgimiento de todo el control teocrático en Israel.
Eso no tiene, en lo absoluto, nada que ver con las
raíces del judaísmo, nunca existió. Es el reflejo
del establecimiento de un sistema de Estado. Y para
la gente del país es terriblemente opresivo. Muchos
de ellos no son religiosos; no quieren ningún tipo
de tontería semejante. Pero están unidos a ello,
desde el momento en que insisten en que haya un
sistema de Estado que se distinga de alguna forma de
todos los demás. Bueno, ¿en qué manera se
distingue? Por una especie de ideología que tiene
que ser creada. Obviamente, va a ser teocrática. Y
esto significa interferencias de toda clase en la
vida diaria de cada uno, como por ejemplo, que no lo
van a dejar casarse cuando le dé la gana. De manera
que, aparte de que estorba los obvios intereses
comunes entre, digamos, los obreros palestinos y
judíos, o los intelectuales, o cualquiera, aparte de
que conduce a guerras interminables y finalizará
probablemente con la destrucción de ambos bandos,
aparte de todo eso, precisamente en sus vidas diarias
resulta opresivo y destructor, tanto para aquellos
que ganan como para aquellos que pierden. Es decir,
no podría haber un ejemplo más dramático de lo
absurdo de pueblos que se organizan en sistemas de
Estado, para propósitos de mutua destrucción. Y
hasta que eso no se supere, no hay allí esperanza.
B.R.: ¿Tiene usted un
proyecto para una solución liberal?
Chomsky: Sí,
pienso que allí la única solución, tiene que ser
desarrollar un interés común a judíos y árabes
que trascendiera al conflicto nacional. Y tal
interés común existe; por ejemplo, construir una
sociedad socialista liberal. Si se quieren
identificar nacionalmente en ese tipo de sociedad,
muy bien. Yo no veo mucho interés en ello, pero si
eso es lo que la gente quiere, muy bien, esa es su
elección. No hay razón por la cual no se pueda
tener instituciones nacionales, inclusive que existan
lado a lado, y que la gente escoja identificarse de
una u otra manera, si eso es lo que el pueblo quiere.
Y también tendría que dejar una opción para gente
que no lo quisiera, que no quisiera ser parte de uno
u otro de aquellos sistemas. Y esto es perfectamente
factible, es decir, se podría hacer. Me parece que
realmente la única esperanza para los pueblos de esa
región es ser capaces de construir ese tipo de
compromiso socialista conjunto. Hubo una corriente
temprana del movimiento sionista que insistió en
ello. Y tenían la razón, en todo. Tenían razón en
oponerse al Estado judío, y tienen la razón ahora.
B.R.: ¿Diría usted
también que la crisis mundial de energéticos señala lo
absurdo de un control nacional de recursos
internacionales?
Chomsky: Aquí
pienso que se debe ser muy cuidadoso, porque hay una
línea de pensamiento que está surgiendo en los
Estados Unidos que dice: ¿Por qué tendrían que
tener para ellos solos, esos jeques locos, todos esos
recursos?
B.R.: El próximo paso
sería invadir.
Chomsky: Sí.
En cambio no se preguntan: ¿por qué tendríamos que
tener a la General Motors toda para nosotros, o por
qué tendríamos que tener grano sólo para nosotros?
B.R.: El Globe acaba
de publicar un editorial que dice que, sí no resolvemos
pronto el problema, nos encontraremos a merced de una
tropa de jeques vestidos de sábana , lo que en
vista de sus recientes comentarios sobre el racismo
parece...
Chomsky: Estoy
seguro de que vamos a oír muy pronto muchas frases
por ese estilo.
B.R.: ¿Cree usted que
contemplaremos también un crecimiento correspondiente
del antisemitismo?
Chomsky: Sí.
Si examina usted las elecciones que tuvimos en
Lexington. El periódico local publicó, hace una o
dos semanas, las primeras cartas antisemitas que he
leído.
B.R.: ¿Con respecto a
la campaña?
Chomsky: En
realidad, lo que sucedió es que tienen una ceremonia
en el Lexington Green, en Navidad, con la figura de
Cristo, etc. Y mucha gente lo objetó arguyendo la
separación entre la Iglesia y el Estado, etc. Y cada
Navidad hay pelea por ese motivo. De modo que este
año, las cartas en defensa de la ceremonia tenían
un tono claramente antisemita, por lo menos un par de
ellas; decían, muy bien, se nos critica por hacer
nuestra ceremonia en ese lugar, pero nos vamos a
morir de frío por culpa de ustedes , y así por el
estilo.
Pero pienso que ambas
cosas pueden ir lado a lado, es decir, el
antisemitismo puede desarrollarse junto a los
sentimientos racistas antiárabes. Y creo que eso es
precisamente lo que va a suceder en este invierno.
B.R.: Ambos lados se
señalan para el sacrificio.
Chomsky: Eso es
exactamente lo que parece está sucediendo. Es decir,
ellos mismos han trabajado para crear un sistema en
el que son instrumentos de las superpotencias. Y todo
sobre la base de un compromiso con un sistema de
Estado. Este es todo el problema allí. No podrían
representar un mejor argumento para el anarquismo.
B.R.: ¿Qué esperanza
ve usted para el futuro? Es decir, mucha gente en el
movimiento está deprimida en los últimos tiempos y ha
dejado de actuar, incluso parece echar marcha atrás.
Hemos tratado de enfrentar de alguna forma la situación.
¿Qué ve usted para el futuro?
Chomsky: El
futuro me parece tan esperanzado como me parecía
hace un par de años. Es decir, el movimiento de los
últimos diez años tuvo mucha reacción. Reaccionó
ante atrocidades determinadas. Nunca fue muy
estructural, nunca trató realmente con la sociedad,
ni supo por qué debería cambiar. Por lo menos no en
gran parte; pues hubo quienes sí lo hacían. Pero a
mí me parece que ahora es el momento de tratar de
reconstruir estructuras realmente populares, que no
estén basadas en grupos periféricos, marginales,
como los estudiantes, sino que surjan verdaderamente
de comunidades vivientes, que continuarán, y que
tienen una enorme necesidad de superar estructuras
represivas.
Del
Libro:
Conversaciones
Libertarias con Noam Chomsky
Ed. Madre Tierra, 1994, España.
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