EU,
un país totalitario: Chomsky
Noam Chomsky
no se calla. Hoy advierte de los riesgos de la crisis latinoamericana
Juana Libedinsky/Exclusivo
para EL UNIVERSAL
El Universal
Domingo 04 de agosto de 2002
Cambridge,
EU. "El intelectual, hoy, más importante del planeta".
Así presentó The New York Times a Noam Chomsky en
un editorial reciente. Sin embargo, el legendario filósofo
y lingüista del Massachussets Institute of Technology (MIT),
autor de libros siempre controvertidos, se irrita cuando uno se
lo recuerda.
"A
la gente le impresiona esa frase, pero se olvidan de la oración
siguiente, que decía siendo así, cómo puede
ser que tenga opiniones tan erradas sobre la política exterior
de EU. ¡Era una crítica, no un elogio!", aclara,
sin ocultar su satisfacción. Porque para Chomsky, ser un
"contreras profesional" es parte del quehacer cotidiano.
Especialmente desde que, poco después del 11 de septiembre,
llamó a Estados Unidos "la principal nación terrorista"
y quedó tildado de apologista del terrorismo islámico.
"No
me importan las críticas. Los intelectuales siempre se van
a comportar así. Es su rol histórico: apoyar la violencia
de Estado y difamar a quienes tratan de no olvidar del todo las
reglas morales más elementales", dice en entrevista
a La Nación .
Chomsky,
de 73 años y profesor del MIT desde 1955, es alto y desgarbado,
viste jeans arrugados y zapatos viejos y tiene un ademán
de gran timidez que no se condice con su status de celebridad académica.
Nacido en
Filadelfia e hijo de inmigrantes rusos, alcanzó el doctorado
en la Universidad de Pennsylvania y sobresale como feroz ensayista
político. Entre otros libros, es autor de Secretos, mentiras
y democracia y Estados canallas (de flamante aparición en
la Argentina, editado por Paidós), donde formula una profunda
crítica a la política exterior estadounidense. "¡Es
tan absurdo! ¿En Argentina, si alguien critica la política
exterior lo tildan de antiargentino? Puede ser en la época
de los militares, pero no ahora, salvo por grupos que se consideren
de extrema derecha. En cambio, aquí cualquiera que no comparta
la línea oficial automáticamente es antiestadounidense,
y ni siquiera se dan las razones para la acusación. Eso es
propio de una cultura totalitaria."
Tras el
11 de septiembre usted comparó el accionar de Bin Laden con
el de Estados Unidos en el resto del mundo. Muchos interpretaron
que sugería que se la estaban buscando. ¿Fue
así?
Por supuesto
que no, es increíble que se haya interpretado así.
Lo único que dije fue: Esto es una atrocidad espantosa. Pero,
desafortunadamente, el número de muertos no es inusual, lo
único inusual es la dirección hacia la que apuntaron
las armas. Si algo es un crimen cuando es cometido contra nosotros
también lo es cuando nosotros lo cometemos. Y estuve en contra
de la acción militar en Afganistán.
¿La
violencia nunca puede traer paz?
Sí,
en la Segunda Guerra Mundial trajo paz. Yo era un niño, pero
apoyaba la guerra y hoy, en retrospectiva, lo sigo haciendo.
¿Detrás
de todo hay objetivos imperialistas de Estados Unidos?
No creo
que Estados Unidos tenga más objetivos imperialistas que
otro país. Lo que ocurre es que EU es tanto más poderoso,
y lo ha sido por los últimos 50 años, que su alcance
es incomparablemente mayor a los demás.
¿Y
qué hay del imperialismo económico?
Lo mismo
se aplica. El Fondo Monetario Internacional es una subsidiaria del
Departamento del Tesoro estadounidense. Si Estados Unidos se guiara
por sus recomendaciones a países como la Argentina tendría
que estar realizando enormes reformas estructurales porque su déficit
es muy superior al admisible. Algo que jamás hará
y que ningún país poderoso haría. Entonces,
¿por qué deberían aceptarlo los demás?
Hasta la titular de la Comisión Económica para América
latina reconoció que los países que habían
seguido más de cerca las recomendaciones de Washington eran
a los que peor les había ido.
¿Argentina
tiene otra alternativa?
Una vez
que uno cayó en la fosa puede no haber demasiadas alternativas
a mano. Incluso puede ser que uno necesite pedirle ayuda al que
le cavó la fosa. Pero hay que ser muy cuidadosos. Los estudiosos
de teorías del desarrollo más honestos concuerdan
en que no hay remedios mágicos. Pero hay un solo punto claro:
sólo les va bien a los países que logran ingresar
en el mercado internacional en sus propios términos. América
Latina no es colonia formal desde el siglo XIX, pero lo es en términos
económicos. Volviendo a Argentina, nada sirve si se permite
que los ricos no paguen impuestos y salga el capital del país.
¿No
cree que sólo puede exigirse que no salga el capital del
país si existe algún nivel de confianza en el gobierno
y las instituciones?
Uno nunca
debe confiar en el gobierno ni en las instituciones supranacionales.
Lo único que hay que hacer es forzar al gobierno a implementar
las medidas impuestas por el pueblo. En una tiranía, o con
un rey carismático, se puede hablar de relaciones de confianza.
No en una democracia.
Hace poco,
el Nobel de Economía, Joseph Stiglitz dijo que debería
hacerse juicios por mala praxis a los asesores internacionales que
dan malos consejos para un país, como un paciente puede hacer
con un médico. ¿Coincide?
No creo
que Stiglitz haya querido decir literalmente eso, pero en principio
estoy de acuerdo. La gente debe ser responsable por acciones que
afectan a terceros. Pero la forma en que se lo puede implementar
cuando se trata de países es para discutir. Hay que tomar
en cuenta, también, que es muy fácil para todos los
políticos corruptos intentar lavarse las manos echándole
la culpa de todos los males al FMI. Usted siempre fue muy crítico
de los medios estadounidenses. ¿Cómo abordan a Argentina?
La principal
forma es ignorándola, salvo que se presente una crisis. El
mismo sentido se aplica para el resto de los países de América
Latina. Y una crisis no significa algo que afecte a la gente común,
sino a entes inversores, a los ricos y poderosos. Por supuesto,
el enfoque que se les da a las noticias en Estados Unidos está
diseñado pensando exclusivamente en ellos.
El
Universal , 04 de Agosto del 2002