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NACIONAL
1.
López Obrador ayuda a la gente y sabe de sus necesidades La
"ayuda a los pobres" en forma de subsidio no resuelve el
problema, únicamente agrava el déficit público. La "ayuda a los
viejitos", por ejemplo, son 65 dólares mensuales que constituyen
una bomba de tiempo que el Jefe de Gobierno heredará a sus sucesores (y
que cuando estalle seguramente éste achacará al
"neoliberalismo"). En vez de organizar a esta gente para que
realice una actividad productiva o que se conviertan en
microempresarios, este absurdo los transforma en "apáticos de la
tercera edad". Lo ideal sería hacerlos sentirse útiles a la
sociedad y a sí mismos.
Ahora bien, se estima que del 2007 al 2012 México tendrá una
población del 28 por ciento mayor de 60 años. Supongamos que, ya como
presidente, López Obrador aplique ese subsidio a nivel federal. La
única manera de mantener tan elevado gasto sería imprimiendo más
papel moneda y de ahí, a la inflación con lo cual el subsidio
aumentaría como espiral interminable. ¿Es esto ayudar a los pobres?
Porque, naturalmente, este dinero no proviene del bolsillo de López
Obrador. Proviene de los impuestos pagados por el sector productivo,
ése que el Jefe de Gobierno afirma sólo hace más pobres a los pobres.
Todos sabemos las necesidades de la gente que subsiste con lo
indispensable pero en nada beneficia, ni a ellos ni a la sociedad, con
estas transferencias que vienen a ser un peligro potencial.
2.
El PRI y el PAN ya tuvieron su oportunidad. Dejemos que el PRD llegue a
la Presidencia. No
existe objeción alguna si una izquierda más responsable y madura, como
la chilena o de los demócratas norteamericanos, llegara al poder;
incluso sería sano para la vida política del país. Lo ominoso aquí
es que se trata de un personaje que enarbola planes cuyos efectos, se ha
demostrado hasta el hartazgo, producen daños devastadores al sector
productivo y sólo traen mayor inflación. De tal modo y como del Jefe
de Gobierno del DF ya conocemos su desdén por la ley cuando ésta no le
conviene, ¿para qué darle oportunidad de hundir más al país? Es
mejor que el PRD tenga un candidato de una izquierda más acorde con los
tiempos y no la de un político cuyas ideas debieron haberse inhumado en
1989.
3.
La honestidad de López Obrador lo haría un político confiable. Durante
los años más negros del príato el presidente nunca erraba; quienes
fallaban eran sus colaboradores. El argumento hoy es idéntico: los
derroches de su tesorero en Las Vegas, su colaborador más cercano
embolsándose fajos de dólares frente a una cámara y un jefe
delegacional acusado por desfalcos no indican errores del Jefe de
Gobierno al escogerlos. De nada sirve ser funcionario honrado si los
colaboradores son corruptos; y si el jefe no se da cuenta de lo que
hacen sus subordinados es inepto, tonto o cómplice, no hay de otra.
4.
López Obrador está decidido a acabar con los privilegios en este
país. Casi
nadie menciona la razón por la cual comenzó el proceso de desafuero;
fue la invasión ilegal de un predio con el objetivo de construir una
carretera que lleva hacia el Hospital Inglés, uno de los más caros del
DF. ¿Cuál habría sido la reacción en caso de que la construcción de
esta carretera hubiera sido un Jefe de Gobierno panista? ¡Exacto! Por
doquier retumbaría la denuncia flamígera de que ello
privilegiaba a los más ricos. La construcción de los segundos
pisos es una loa descomunal a la cultura del automóvil, o al menos así
lo verían los perredistas si esta obra la hubiera realizado un Jefe de
Gobierno del PRI o el PAN. Este no es un detalle pequeño: el subsidio a
los "viejitos" también es un privilegio pues en cierto modo
discrimina a los jóvenes y a los "adultos menores". Como se
ve, López Obrador no ha terminado con los privilegios y seguramente los
aumentaría como presidente.
5.
Necesitamos un presidente que tenga congruencia en sus declaraciones y
acciones. Si
ese es el caso, entonces López Obrador no debiera siquiera ser
considerado presidenciable. Esta aseveración nos recuerda aquella
ocasión en que la exUnión Soviética acusó a Estados Unidos de
"quererse anexar al resto del mundo" mientras tranquilamente
invadía Afganistán. López Obrador ha llamado "deshonesto"
al gobierno federal sin reparar en los casos de corrupción de su
principal consejero, su tesorero y su jefe delegacional; suele pedir un
respecto irrestricto a la ley pero cuando ésta se aplica en su contra
la denuncia como un plan inconfesable para sacarlo de la carrera
presidencial; acusa al expresidente Salinas de ser parte de un complot
pero jamás menciona que Manuel Camacho Solís, exregente capitalino y
con una abultada trayectoria salinista, sea colaborador suyo. El
disparate es aún mayor pues López Obrador acusó al secretario de
Gobernación Santiago Creel "por venir de una familia que tenía
fuertes lazos con el porfiriato". ¿Cuando se es amigo no cuenta
tener un colaborador que fue a Chiapas a defender al sexenio del
harrypotteresco Innombrable como Comisionado para la Paz hace apenas 11
años, pero constituye un pecado capital cuando el enemigo tiene
parentela que colaboró con Porfirio Díaz, de ello hace ya un siglo?
López Obrador es, sino el más, sí uno de los funcionarios más
incongruentes de este sexenio.
6.
El proyecto de López Obrador es viable El
"proyecto de nación" de López Obrador retrata lo que piensan
muchos diputados priístas y aun panistas, no sólo del PRD: la
economía mundial avanza hacia un rumbo pero la economía nacional puede
caminar hacia lo que más convenga al país. Parece novedad pero no lo
es: como parte del "desarrollo estabilizador" del expresidente
Luis Echeverría (1970-1976) señalaba la urgencia de aplicar "un
esquema de desarrollo enfocado en las necesidades de la Nación antes
que las exigencias mundiales", mientras el Plan Global de
Desarrollo de José López Portillo (1977-1982) enfatizaba
"proponer a la Nación y sus prioridades como ejes del desarrollo
sin depender de las tendencias del orden mundial".
Cuando una facción legislativa se opone, por ejemplo, a la reforma
eléctrica, se suma a lo expuesto por López Obrador en su llamado
Proyecto Alternativo de Nación. Y los resultados son evidentes: un
rezago respecto al resto del mundo como no se veía, extrañamente,
desde los sexenios de Luis Echeverría y López Portillo. Dicho de otro
modo: el querer avanzar a un ritmo distinto al resto del mundo o
desdeñar sus tendencias marca una escandalosa ignorancia del presente.
Los países que han logrado caminar hacia el desarrollo se han acoplado
a lo que sucede fuera de sus fronteras: López Obrador y sus consejeros
parecen no entender que la globalización de los mercados no es capricho
impuesto por el imperialismo sino consecuencia de un proceso que inició
tras la Segunda Guerra Mundial y se aceleró con el avance en las
comunicaciones.
El Proyecto Alternativo de Nación de López Obrador nos regresaría al
mismo contexto de los setenta cuando se consideraba que la riqueza
potencial (petróleo, gas, minería) garantizaba el desarrollo y no la
riqueza activa, enfocada en la producción de bienes. Sería un error
tomar esta vereda como alternativa de desarrollo para México.
7.
Si López Obrador quisiera cometer excesos, los diputados de oposición
detendrían sus intentonas. Seguramente
nadie obtendrá la mayoría absoluta en la Cámara de diputados en las
elecciones del 2006. Hay quienes consideran este hecho como garantía de
que López Obrador, de alcanzar la Presidencia, sería detenido por sus
opositores ante cualquier iniciativa delirante. Pero ello ocurriría
sólo si la mayoría legislativa fuera del PAN, lo cual se ve muy
improbable. Lo más seguro es que el PRD necesite del apoyo del PRI
frente a lo cual debemos recordar las coincidencias ideológicas entre
ambos partidos, así como el PT y el PVEM, usuales patiños del
tricolor. De ese modo las iniciativas presidenciales encontrarían más
apoyo en las Cámaras, incluida la de Senadores, la cual también
seguramente ostentará mayoría priísta. El PRI y el PRD se han unido
para detener muchas "medidas neoliberales" de Vicente Fox.
¿Existe mejor antecedente que actuarían juntos su Andrés López
Obrador alcanza la Presidencia?
8.
López Obrador es víctima de un complot para que no se postule como
candidato. Lo
del complot es obviamente una cortina de humo en torno a los casos de
corrupción de Ahumada, Bejarano, Ímaz y Ponce, tanto así que hasta
hoy el Jefe de Gobierno no ha dado pruebas irrefutables de ese supuesto
complot en su contra. Lo recalcamos: de tratarse de un panista o un
priísta, las acusaciones de "paranoico" y
"macartista" serían comunes en los encabezados de prensa.
Pero como el señor López Obrador es “progresista”, pues no lo son.
9.
López Obrador es un político modesto y humilde. El
ansia de notoriedad de López Obrador quedó en evidencia tras la muerte
del Papa Juan Pablo II pues coincidió con la noticia de su desafuero.
Pero el Jefe de Gobierno regañó a la prensa por "no haber
cubierto" una decisión que lo perjudicaba. Este es un antecedente
peligroso pues nos habla de un personaje obsesionado con ser el centro
de atención de las cámaras y de los flashazos. ¿Acaso tendremos, si
llega a la Presidencia, maratónicos programas suyos llamados Aló,
Peje? Con ello resulta difícil hablar de humildad si recordamos que
su chofer percibe 65 mil pesos mensuales.
10. López Obrador rescatará al proyecto
revolucionario de las manos del neoliberalismo. Quizá
López Obrador y sus asesores no lo sepan pero por más que se desee, es
imposible resucitar el proyecto revolucionario puesto que sus
principales propósitos (distribución de la riqueza, educación para
todos, ejido, etc.) culminaron en fracasos terribles y, segundo, nos
dejaron una estela de pobreza donde se consideró al
"neoliberalismo” como alternativa; este es un efecto por tantos
años de políticas populistas más que coincidentes con el Proyecto
Alternativo de Nación de López Obrador. ¿Se quiere curar al paciente
con el mismo veneno que casi lo mató en los setenta?
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