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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

 

Y Demás/Ensayo

 

                       La Trevi y otros seudohéroes

 

A punto de lanzar otro disco y de escribir sus memorias, la cantante regiomontana es prueba de a peso del surrealismo mexicano. Pero no es la única: este fenómeno abarca otros personajes

 

MARZO, 2005. En un artículo periodístico publicado hace un par de años, la escritora española Rosa Montero se preguntaba, extrañada, que en México llegaran a considerar a Gloria Trevi un "ejemplo para las feministas" y que de ribete se hubiera transformado en la víctima una vez que salió de la prisión en Chihuahua luego que los cargos en su contra súbitamente dejaron de existir.

"Es difícil llamar feminista a quien fue cómplice de un individuo que sometía moral y sexualmente a sus víctimas", apuntó la Montero, a lo que añadiríamos, más cuando pasó una temporada primero en una cárcel de Brasil --donde se embarazó en un aparente, y frustrado, intento por detener su extraditación-- y luego en México, de donde salió para a los pocos meses encargar otro bebé y, así, asumirse más aún como víctima, pues la mujer que tenga un recién nacido en brazos no puede ser otra cosa más que una inocente, golpeada por las circunstancias.

La observación de Montero es acertada, naturalmente. Pero proviene de alguien nacida en un país de donde también salió un abogado íntegro como Baltazar Garzón. En México y en gran parte de América Latina las cosas marchan con un surrealismo que espanta al sentido común en el resto del mundo, esto es, para convertirse en héroe primero hay que caer en los excesos, retar a la autoridad --identificada en toda el área como un ente corrupto--, tejer componendas, luego huir, esconderse, ser detenido, encarcelado y posteriormente indultado para luego de ahí brincar a la palestra, reivindicado y con una caja llena de consejos para repartir. Es así como hemos hecho héroes a personajes que no merecen serlo.

Esta cantante regiomontana cumple todos los puntos: comenzó su carrera con unos discos de calidad mediocre pero con letras consideradas "ofensivas" y con títulos absurdos (¿que acaso un siquiatra no un doctor?) a los que siguieron los infaltables covers de canciones en inglés, recurso frecuente de los artistas con poco talento. Más tarde ser dio el infaltable paso al cine con películas también magras en inteligencia, apariciones el televisión donde la cantante se burlaba de las "buenas conciencias" y un desparpajo en los escenarios que alguien llamó, sin asomo alguno de ironía, "provocativo".

El "arquitecto" de tal menjurje era Sergio Andrade, un compositor también mediocre pero con un gusto descomunal por las adolescentes a quienes primero se les anunciaba como "promotor" y luego convencía a sus padres --muchos de ellos seducidos por el potencial económico, más que artístico, que representaban las muchachitas-- para que se fueran a estudiar a una "Centro de Capacitación" donde aprenderían canto, baile, coreografías y de ahí al estrellato.

Fue Gloria Trevi la que atrajo a muchas de estas incautas a la red del "promotor" aficionado a las lolitas; "Si ella ya era famosa ¿por qué yo no?" se preguntaban, las cuales terminaron en una especie de secta a la que la prensa sensacionalista llamó "Clan Trevi-Andrade". Cuando una ex corista escribió un libro y presentaba una denuncia penal, la Trevi anunciaba su "retiro para estar cerca de Sergio (Andrade)" quien, aseguraba, padecía cáncer. Puro cuento, naturalmente: cuando los padres de Karina Yapor, otra de las "prospectos" --y con quien el "promotor" había engendrado un bebé-- denunciaron penalmente al par, éste huyó a Sudamérica; meses después fueron localizados en Brasil, donde la Trevi afirmaba que, si regresaba a México, iban a atentar contra ella.

 

Tras los miles de dólares gastados por el Estado mexicano en el proceso de extradición, y su posterior regreso al país, al cabo de unos meses resultó que la Trevi era inocente y con un "usté disculpe" abandonó el CeReSo de Chihuahua mientras que el "promotor Andrade" (a quien alguien de la prensa llamó "el Dave Koresh de la farándula") sigue encerrado, si no es que ya salió también, aunque quizá no; también hoy sería un "héroe".

<<< El calendario de la Trevi se vendió por millares

La Trevi es sólo un caso: con frecuencia se dice que México es un país kafkiano, y lo es, pero también lo es orwelliano, un sitio donde las verdades son aparentes y las mentiras, relativas, donde lo incuestionable de hoy será lo criticable de mañana, donde la injuria se expresa hasta que estalla el resentimiento, no antes, y donde, arropados entre tales aberraciones, los héroes pasan a ser villanos, y viceversa; a veces la transformación ocurre varias veces.

El caso de la Trevi no es único, por supuesto: basta mencionar a Diego Maradona, quien pese haber dilapidado su fortuna en sus años de mayor fama y de haber destruido su innegable talento en toda clase de excesos, sus paisanos lo consideran un "ejemplo a seguir", tanto así que el oficialista Diario Página 12 señaló hace unos meses que, si se postulara para la Presidencia, un 33 por ciento de los argentinos votaría por él. Quizá la nota esté inflada dado que Maradona es ahora un kercherchiano puro pese a las fotos que hace una década se tomaba muy sonriente al lado de Carlos Menem. Pero tampoco deben andar lejos de la realidad.

Hasta hace poco los héroes eran aquellos que anteponían el bienestar suyo al de los demás, a quienes no importaba el sacrificio si ello llevaba un cambio positivo que ellos no ibna a ver o, simplemente, un héroe ponía el ejemplo de lo que se debía hacer, no al contrario. Por ello nuestra coincidencia con Rosa Montero es total: no puede considerarse héroe a alguien si ello implica chocar de frente con nuestras propias convicciones.