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   Literatura   Sección de
  Libros
    Las mentiras de mis maestros  Luis González de Alba  Ediciones Cal y Arena, 2002    Cuando este libro apareció por primera vez fasenlinea aún no
  existía, pero pese al tiempo transcurrido desde el 2002, su contenido no ha
  caducado, por el contrario, ha adquirido más actualidad.    La historia de los países es como la de la gente: parte de lo que
  somos hoy es por nuestro comportamiento en el pasado. En México se nos
  atosiga desde la primaria con un pasado glorioso, donde Porfirio Díaz era el
  demonio nacido en Oaxaca, Lázaro Cárdenas un presidente inmaculado, Hernán
  Cortés un súcubo peninsular y la Malinche una ultrajada que se vendió al
  mayor postor y traumó a los suyos.    En los libros de texto no hay términos medios, los malos sólo
  conocieron el trinche y los buenos el aura. Pero si nuestro pasado fue tan
  perfecto, tan ideal, vencimos al enemigo o nos convertimos en héroes
  arrojándonos envueltos en la enseña patria ¿por qué entonces México está tan
  emproblemado? ¿Los bienhechores pertenecieron a otro siglo y ya no volvieron
  a surgir? Y finalmente, ¿por qué no hemos podido hacer las paces con nuestro
  pretérito?    Este libro aborda la interrogante y lo hace de un modo que tal vez no
  resulte agradable para muchos lectores pues cuestiona, entre otras cosas, la
  autenticidad de Juan Diego y la aparición de la Virgen de Guadalupe. Es
  también conveniente anotar que Las mentiras de mis maestros fue
  escrito por Luis González de Alba, quien fuera líder estudiantil del 68 y
  quien descubrió su vocación literaria mientras estaba recluido en Lecumberri.
  Conforme transcurrieron los setenta y veía que detrás de las
  "revoluciones populares" se escondía un totalitarismo atroz,
  González de Alba emigró hacia el centro aunque siguió colaborando en
  publicaciones de centro-izquierda como La Jornada hasta que la
  "línea dura" lo forzó a salir del periódico. "Son medios que
  pregonan la libertad de prensa y la tolerancia y terminan siendo intolerantes
  ellos mismos", escribió el autor en Contenido.    Las mentiras de mis maestros nació como un ensayo que
  el autor publicó en Nexos y más adelante lo complemento con otros
  textos y dibujos de los caricaturistas Gis y Falcón. La primera
  reivindicación que hace González de Alba es acerca de Hernán Cortés de quien
  dice "si era sifilítico y conquistó todo un imperio, ¿qué no habría
  hecho estando sano?" y lo ubica como el padre de un país que, cierto,
  nació de la dolorosa mezcla de españoles e indios pero no fue culpa suya, en
  lo absoluto, como muchos historiadores oficialistas han insistido    Paradójicamente, Cortés sentía como suya esta tierra que hoy lo
  repudia en sus libros de texto, tanto así que al regresar a España se sintió
  ajeno. Si Cortés era tan odiado, añade González de Alba, no se explica
  entonces cómo recibió el apoyo de los tlaxcaltecas y cómo la gran Tenochtitlan,
  metrópoli de 300 mil habitantes, cayera frente a 300 españoles y menos de 40
  caballos.    ¿Por qué, entonces, la historia oficial satanizó a Cortés? Porque fue
  una versión difundida por gobiernos totalitarios empeñados en justificar
  nuestras derrotas por el abuso y despojo de los poderosos. Para el efecto se
  contrató a "investigadores" como Antonio Caso.    González de Alba llena su libro con dosis de humor exentas del
  academicismo y pose seriota cuando se trata 
  de relatar la historia de México. Mitos y mitos abundan: desde la
  --injusta-- vilificación de Cortés hasta la Independencia, Revolución, vida
  moderna y, claro, Tlatelolco, periodo al cual el autor, que vivió los sucesos
  en persona, quita la mitificación que se le ha dado al movimiento que empezó
  tras una pelea entre dos vocacionales luego de un partido de futbol.    Tras una releída a Las mentiras de mis maestros y ya en la
  última recta del sexenio foxista, vemos cómo la mentalidad que denuncia
  González de Alba que terminó por entorpecer y abortar todo intento de cambio
  en ese país. Cinco siglos después y con casi 200 años de vida independiente
  son mucho tiempo perdido en luchar contra nuestros fantasmas. El autor lo
  sabe, por eso también denuncia la perpetuación de esas mentiras por parte de
  quienes, se supone, debieran estimular la construcción del futuro en vez de
  obstaculizarlo con fábulas del pasado.                |