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INTRODUCCION
A LA ENTREVISTA A GADAMER.
Amedeo Galván
"Los periódicos tienen con la vida
más o menos la misma relación que tienen las cartomantes con metafísica"
(Karl Kraus). Esta cínica (o realista) afirmación sobre el lugar
epistemológico de la prensa puede encontrar una interesante excepción
en la siguiente entrevista hecha al filósofo contemporáneo Hans
Gadamer y reportada en el periódico italiano "La Stampa". En
efecto no es fácil encontrar en los periódicos que normalmente leemos
unas reflexiones de este nivel, profundas y al mismo tiempo accesibles.
El tema es sumamente importante y actual: la crisis del racionalismo
cientificista y tecnológico que ha caracterizado gran parte de la
modernidad. La propuesta de Gadamer es de tipo exquisitamente humanista
y apunta hacia el buscar un nuevo equilibrio entre hombre y naturaleza,
poniendo en relación culturas diversas en un clima de tolerancia.
Hablando de religión, filosofía, auténtica cultura (versus la
subcultura de los medios de comunicación masivos) Gadamer ofrece unas
consideraciones sugerentes. Quizá el restringido espacio de una
entrevista no le permite detenerse sobre algunas afirmaciones que quedan
como colgadas en el aire.
Por ejemplo cuando asevera que no se debe "volver al camino trazado
por el cristianismo a la humanidad ". A cuál camino se refiere?,Qué
tiene de malo e imposible en la actualidad? ¿Cómo concilia esta
afirmación con su declaración de luteranismo?
Dejamos al lector plantear estas y otras preguntas, seguros que esta
lectura será de gran estimulo por sus reflexiones filosóficas.
ENTREVISTA
A HANS-GEORG GADAMER
La siguiente es una
entrevista hecha a Gadamer y publicada por la revista "La Stampa"
el 7 de Noviembre de 1995.
Traducción del italiano de Amedeo Galván
HEIDELBERG.
Nació con el inicio del siglo, en 1900 exactamente en Marburgo y ha
vivido como testigo ocular de los problemas de la modernidad. Hoy Hans-Georg
Gadamer es el más conocido, traducido, discutido entre los filósofos
alemanes. Ha escuchado directamente de sus voces las lecciones de
Husserl y Heidegger, y es uno de los padres de la hermenéutica moderna,
verdadera y propia "koine" del pensamiento occidental: la más
escuchada, mal interpretada y citada entre las filosofías actuales. Con
sus 95 años, continua dando vueltas por el mundo, a enseñar, a
confirmar esperanzas y límites de su pensamiento, conocido que por la
razón no es nunca demasiado tarde. A partir del '72 que sale en Italia
su obra fundamental "Verdad y método", han sido muchos los
que se confrontaron con sus ideas, pero las palabras de Gadamer, firmes
y serenas, poseen todavía una fascinación enorme. Tanto más hoy que
la intolerancia violenta, la mentira segura de sí , la imbecilidad que
levanta la voz desde las pequeñas pantallas, la obtusidad del muro
contra muro, parecen ser nuestro horizonte del pensamiento.
El filósofo alemán ha sido condecorado con el rico y prestigioso
"Premio Internacional Feltrinelli por las ciencias filosóficas"
conferido por la Academia Nacional de los Lincei. Su último escrito
italiano es resultado de un simposio en Capri que hubo el año pasado.
Se intitula "La Religión Y Las Religiones" y está contenido
en el volumen "La Religión" dirigido por Jacques Derrida y
Gianni Vattimo, recién impreso por la editorial Laterza.
¿Cuál es el estado de salud de la religión en la modernidad
occidental?
"En el siglo XX, el ateísmo dogmático se afirmó con virulencia.
Pienso al autoengaño ideológico de la doctrina marxista en la Unión
Soviética. Pero después del derrumbamiento del sistema, su poder de
seducción está enormemente disminuido. Sin embargo para las religiones
occidentales no es tan fácil alcanzar a los hombres. En efecto, la
negación explícita de la religión, ha sido sustituida por un ateísmo
de la indiferencia. En la sociedad del bienestar, la industrialización
asume de vez en cuando los rasgos de una verdadera y propia religión:
la religión universal de la economía. Las leyes inmanentes del
desarrollo industrial, técnico, económico determinan cada vez más
nuestros destinos. Sabemos de Weber que el puritanismo constituye una
base fértil para el desarrollo del capitalismo moderno. El progreso
arrollador de la técnica ha aumentado las consecuencias del desarrollo
económico, creando una potencia autónoma que la humanidad ahora logra
con dificultad dominar.
El sistema financiero planetario con su ruinosa fragilidad, los
desastres científicos como Cernobil demuestran que los peligros son
reales. Pero también es en otros planos que la racionalidad nacida del
iluminismo se demuestra insuficiente; es incapaz por ejemplo de
responder a los misterios de la vida humana como la muerte, la
trascendencia, el por qué algo existe en vez de nada".
¿La racionalidad es una amenaza para el mundo?
"Oh, sí , cierto. Es una infección del progreso industrial,
comercial tecnológico.
En los últimos tres siglos hemos incrementado nuestros conocimientos
científicos. Pero el optimismo dogmático de la ciencia, el triunfo de
las tecnologías han resuelto sólo parcialmente los problemas del vivir
asociado, de la existencia humana en este planeta. Cierto, el bienestar
está aumentado, pero también la diferencia entre los paises ricos y
pobres, creando las premisas para conflagraciones catastróficas. En los
mismos paises industrializados es ante los ojos de todos el problema
aparentemente ineliminable de la desocupación, que pide discusiones
dolorosas sobre cómo el Estado debe intervenir para sanar la situación.
Pero sobre todo la racionalidad científica se demuestra impotente
frente a la dimensión existencial del hombre. La vida, en su potencia
imperturbable, quiere perpetuarse al infinito, se pretende siempre
prepotente hacia el futuro. ¿Puede existir una aceptación racional de
la muerte?. Creo que esto está por arriba de toda fuerza humana. La
religión, las religiones, ofrecen respuestas sobrehumanas frente a las
cuales la ciencia es ciega".
¿La religión puede abastecer respuestas alternativas a la
arrogante potencia científica, económica, política?
"No soy un profeta, pero no creo que el futuro de la humanidad
prosiga en esta adoración del progreso económico. La tecnología
continuará siendo una amenaza grande para la humanidad hasta que la
religión y la filosofía no alcancen a ponerla en su lugar.
Naturalmente estoy muy lejos de proponer volver al camino trazado por el
cristianismo a la humanidad. Se necesita proponer un nuevo equilibrio
entre hombre y naturaleza, y esto puede suceder solo poniendo en relación
culturas diversas, abandonando cada forma de dogmatismo. Existen
culturas y religiones, por ejemplo en el extremo Oriente, en la India,
que han desarrollado virtudes y actitudes particulares, de la
autodisciplina a la relación entre las generaciones, al orden familiar,
a la disponibilidad con respecto a la naturaleza. Sólo el libre diálogo
entre culturas y religiones puede evitar el peligro de la autodestrucción
de la humanidad".
Pero también la religión hoy muestra un lado de sí peligroso,
violento.
"De los Balcanes al Medio Oriente, nos damos cuenta que la religión
puede estallar en la crueldad, en el fanatismo incontrolado. Es otra
cara del triunfo del dogmatismo seguro de sí, sordo a las exigencias de
los otros. Pero existe también otra forma de razón que emana del diálogo,
que está abierta al reconocimiento de los derechos de los demás, de
las diferencias. La filosofía entendida como arte, cultura, diálogo,
es la forma en la cual la racionalidad reconoce el propio límite, las
propias pretensiones, y se pone en escucha del otro. Sin cultura, sin
religión en sentido amplio no hay salvación para la humanidad".
Ud. habla de cultura, de filosofía, pero ¿no le parece que éstas
están marginadas, insuficientes en el mundo que exalta la voluntad de
potencia?
"El hombre está todavía muy lejano de haber tomado conciencia que
está en juego el destino mismo de nuestro planeta. Quizás la humanidad
no ha aprendido todavía a observar el pasado para evitar errores trágicos.
Si es así, nos espera un futuro lleno de crisis. El optimismo científico
busca cancelar la angustia, el dolor, pero como sabía Heidegger, la
angustia es una situación en la cual el hombre siente la imposibilidad
posible de su existencia. Si la filosofía no es suficiente, se necesita
una grande catástrofe natural, una epidemia gigantesca para garantizar
la salvación de nuestro planeta. Bajo el estimulo de la necesidad, podrá
renacer la solidaridad, la humildad, la piedad, la autodisciplina".
Ha dedicado una entera vida filosófica al problema de la verdad,
de la interpretación, del método. ¿Cómo es ahora posible hablar de
esto en la era de la televisión que parece hacer de la manipulación
constante de la verdad su razón de ser?.
"La televisión se ha vuelto insoportable. Es una forma de parálisis
del espíritu. Cuando entras a un hotel, la primera cosa que el camarero
hace no es indicarte la ventana sino cómo encender la T.V. Esta parece
ser la cultura dominante. Pero a nosotros nos queda un instrumento
importantísimo para ejercitar la libertad: el botón para apagar el
aparato. Lo recomiendo siempre a mis estudiantes y amigos oprimir
aquella tecla para mantenerse libres. Y es importantísimo actuar en los
niños, porque las bases culturales se asientan en los primeros 3 años
de vida".
Esto presupone un papel fuerte de la familia. Pero, en la
modernidad occidental, se ha asistido a su disgregación.
"Debemos recomenzar con la familia. Es muy difícil, naturalmente,
porque la sociedad industrial ha hecho más débil a todos los estratos
sociales, las fuerzas vinculantes de la familia tradicional. En otras
partes del mundo esto aun no ha llegado, pienso al Islam, al Este Asiático.
La Europa religiosa cristiana tiene delante de sí una gran tarea,
restituir la importancia, la dignidad y grandeza al núcleo fundamental
de la sociedad. La salvación de la humanidad depende de la firmeza de
la familia, de la fuerza que ésta tiene para transmitir al niño los
valores, el sentido de la libertad, la importancia de la cultura".
¿Ud. es religioso?, ¿La vejez lo ha hecho ser más creyente?
"No es simple serlo... Cierto es que el ateísmo como indiferencia
es una enfermedad, un signo de decadencia del género humano. Sin
trascendencia no hay humanidad. Soy un luterano, estoy siempre expuesto
a la amenaza de la racionalidad, de la otra parte de mí mismo. Mi
pastor comenzaba siempre el sermón citando a San Marcos, la relación
entre creer y no creer, entre fe e incredulidad, dos posiciones opuestas
que se ayudan mutuamente. Si dijera que la filosofía es superior a la
religión sería un ateo fanático".
El domingo ha habido la desaparición imprevista, dramática de un
colega suyo filósofo, Gilles Deleuze. ¿Ud. a sus 95 años piensa en la
muerte?.
"La muerte es un misterio que me ha acompañado siempre. Desde niño,
desde que murió mi madre y no tuve tiempo de conocerla. Por una parte
estaba el sentido de triunfo jubiloso para la apropiación del mundo, de
la lengua. Por otra la conciencia del límite de cada experiencia
nuestra. Pienso siempre en la muerte, esto es natural. Pero pienso también
en todas las cosas de valor de la vida, en la cultura, en la amistad, en
el matrimonio. Todas estas cosas me dan satisfacción, quizás he hecho
algo para mejorar la vida. Pero quizás ésta sea una ilusión de todos
los hombres de responsabilidad".
Bruno Ventavoli
[©Drake
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