Núm 26, II Época  - Septiembre 2000 - Edita FE-JONS  -   

Director: Gustavo Morales


Libros

FE 26

La claqué de Franco 

De vez en cuando me gusta bucear entre mis papeles y releer aquellos artículos que hablan de Falange o de los falangistas escritos más o menos recientemente y, sobre todo, por personas ajenas a nuestro mundo azul. Así este verano he podido volver a releer unos artículos publicados, ahora hace un año aproximadamente, en el diario madrileño La Razón, firmados por Rafael Borrás Betriu que ha dirigido desde 1973 a 1995 la colección Espejo de España, y a partir de esa fecha Así Fue. La Historia Rescatada, de la editorial Plaza & Janés, de la que es director literario: los títulos de los artículos fueron “La claque de Franco” y “Falange y falangistas”. En el primero Borrás parte de algo que escribió Dionisio Ridruejo cuando éste dice que al revés de lo que pasó en Rusia y luego en Italia y Alemania, en España el Estado –su jefe, refiriéndose a Franco- sería el que se apoderaría de los partidos fundiéndolos para acomodarlos a sus propósitos; de esta manera Franco se autonombró jefe nacional de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, y tras la derrota del Eje la formación política sería camuflada como Movimiento Nacional.
A partir de aquí, Rafael Borrás, va desarrollando las distintas fases, a través de varios testimonios, de lo que el partido único representaba para Franco según fueran soplando los vientos. Termina recogiendo tres importantes testimonios. El primero de ellos de Antonio Garrigues Díaz-Cañabate, embajador de Franco en el Vaticano, quien cuenta lo que un día escuchó de labios del propio jefe del Estado: “Para mí el Movimiento es como la claque. ¿Usted no ha observado que cuando hay un grupo de gente hace falta que unos pocos sepan aplaudir para que los demás se unan a ellos y les sigan? Pues más o menos es como yo entiendo la finalidad del Movimiento”. Por otro lado, recoge lo que también escribió quien fue su médico personal durante varios años, Vicente Gil, que en su libro “Cuarenta años junto a Franco”, escribe lo que un día le dijo el propio Franco: “Vicente, los falangistas, en definitiva, sois unos chulos de algarada”. Aquel día Gil no se pudo contener y le contestó con todas sus ganas después de llorar en silencio como el día en que murió su madre: “Mi General, eso es algo que no consiento y desearía que ésta fuese la última vez que hable de este tema. Porque mi General, de los falangistas no opinaba usted así en el comienzo de la guerra, cuando nos utilizaba. Recuerdo que usted, mi General, fue a felicitarme a Posada de Llanera y a felicitar a mi centuria de falangistas de esos a los que usted llama hoy <<chulos de algarada>>. Entonces nos conceptuaba como a héroes”. Termina Rafael Borrás con unas palabras de Martín Villa y de las que algunos de ellas los falangistas de una amplia época podemos dar fe: “Franco dejaba que en los campamentos del Frente de Juventudes se cantase eso de <<no queremos reyes idiotas>>, pero él era el que traía la Monarquía, y en su testamento -supongo que con gran desencanto de quienes denominaba la claque, añade Borrás- Franco no hace alusión alguna a ninguna de las instituciones de su régimen, no habla del Movimiento Nacional ni del sindicato vertical”.
A este artículo, en el mismo diario, le contesta quien al parecer es un falangista, Alfonso Paraja Gaberró desde Sabadell, quien le dice con muy buen acierto que aquel híbrido de FET y de las JONS nada tenía que ver con la Falange de José Antonio Primo de Rivera quien en su opinión murió con su fundador el día 20 de noviembre de 1936. Desde luego yo no me atrevería a decir tanto porque si una gran parte de los postulados de José Antonio, sobre todo en materia social, siguen vigentes, no hay razón para pensar que todo se terminó en aquella fecha que señala el amable comunicante y también, según parece, falangista. Lo que ocurre es que a los falangistas de buena voluntad no les han dejado, o los han dejado en contadas ocasiones, durante le época de Franco, desarrollar la doctrina nacional-sindicalista y encima hemos tenido que soportar a miles de advenedizos que al igual que hoy y que siempre están con el sol que más calienta o siguen a la vela que les lleve a mejor puerto desvirtuando de esta manera los postulados falangistas porque repugnancia me da todavía hoy ver a muchos que han vestido la camisa azul militando en partidos tanto de la derecha como de la izquierda.
Pero decía que en materia social los falangistas tenemos mucho que decir todavía hoy como también en otros tiempos lo hizo el ministro más social que ha tenido España en toda su historia y que era nada más y nada menos que un falangista llamado José Antonio Girón de Velasco. Este hombre hoy tan injustamente olvidado a pesar de que una gran mayoría de españoles se siguen beneficiando de su labor gigantesca en pro de los trabajadores después de haber firmado a lo largo de su vida como ministro, de 1941 a 1956, nueve mil órdenes ministeriales. A Girón le debemos los españoles, entre otras cosas, que todos los que forman parte del mundo del trabajo, incluso los pensionistas, cobren las pagas extraordinarias que conmemoran la Navidad y el 18 de julio, esta última que hoy llaman, creo, simplemente la paga de julio; también le debemos a este falangista el Seguro Obligatorio de Enfermedad; el Plus de cargas familiares o de puntos, etc., etc. A Girón le sustituyó otro falangista, Fermín Sanz-Orrio, que siguió su labor social al frente del Ministerio y que según sus propias palabras todo lo que hice “consta en el B.O. de la época y otras cosas que no aparecen en ese órgano oficial”. Por otro lado, Sanz-Orrio ha declarado en el libro “Franco visto por sus ministros”, lo que yo vengo sosteniendo en este artículo y siempre: que la Falange quedó en buena parte inédita a lo largo del periodo llamado Movimiento Nacional. Y sigue diciendo Sanz-Orrio que FET de las JONS que asumió la animación política del régimen fue cada vez más politizada por otros grupos que cada vez sentían menos los propios fundamentos de aquella Falange ya prehistórica.
El segundo artículo de Rafael Borrás es una contestación a lo escrito por Alfonso Paraja Gaberró al que no cita limitándose a llamarle “un amable lector”, y que después de una serie de consideraciones que nada tienen que ver con lo que había escrito Alfonso Paraja, termina responsabilizando a todos los falangistas -sin excepción alguna-, de no haber sacado adelante el proyecto de José Antonio y de haber engatusado a un par de generaciones con la tabarra de la revolución pendiente. Esto es cierto, e incluso como él mismo dice algunos cambiaron sus ideales por un plato de lentejas, pero no es menos cierto que muchos lo intentaron y no pudieron porque no los dejaron, otros que también lo intentaron fueron a parar con sus huesos a la cárcel y otros simplemente se marcharon a sus casas totalmente decpcionados; pero lo que no cabe la menor duda es que la inmensa mayoría que formaron la claque nunca fueron falangistas aunque los que no saben una palabra de la historia falangista, llámense, por ejemplo, César Vidal o Paul Preston, meten a todos en el mismo saco, incluso todavía hoy algún desaprensivo como es el caso del monárquico y seguidor, para su desgracia, de quien nunca fue rey de España, Alfonso Ussía, haya escrito el pasado día 22 de agosto en el ABC, refiriéndose al entierro del etarra Urko Guerricagoitia, que la parafernalia etarra no cambia “y su escenografía fúnebre tiene mucho de nacionalsindicalista”. A este ignorante mental me gustaría preguntarle dónde, cómo y cuándo vio él un entierro nacional-sindicalista.

J. Mª Gª de Tuñón