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Núm 16, II Época  - Agosto 1998 - Edita FE-JONS  -   Director: Gustavo Morales


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Liderazgo y República

Hay ciertas condiciones históricas, como el desvanecimiento de la religión, en que un gran número de personas están hambrientas de carisma. Gente que siente un vacío de identidad, temor existencial incluso. El líder carismático ofrece a todos ellos seguridad e identidad, la misma capacidad relajante que inspira lealtad o repulsión. Hitler y Lenin fueron dos grandes conductores de masas, dándolas identidad y señalando un enemigo exterior definido pero condujeron sus naciones al desastre y a la aniquilación.Una sociedad que debe producir un gran hombre en cada generación para sostener su posición nacional o internacional se condena a sí misma, pues la aparición, y aún más el reconocimiento, de un gran hombre son cosas, en gran medida, fortuitas. Si el capitán de artillería Napoleón no disuelve una manifestación a cañonazos no es llamado por el directorio de la revolución para interrogarle y hubiera sido un chusquero.Tampoco un movimiento carismático se transforma automáticamente en un movimiento de masas y ese ejemplo lo tenemos en la Falange primigenia.No son las acciones individuales sino los movimientos de pueblos los que forjan la Historia. Roma no es fruto de César o de Trajano sino al revés. La acción del líder ahorra tiempo pero la conquista del espacio queda a la acción de los pueblos.El liderazgo es, en cierta forma, un alejamiento del hombre con respecto a Dios, al depositar la fe, la confianza y la soberanía efectiva en un ser humano para gobernar nuestras vidas, libertad a cambio de irresponsabilidad. El entusiasmo nacional lo facilitan los lazos establecidos entre el pueblo y su gobierno, mediante una serie de cambios, que vienen facilitados por el triunfo de la voluntad, la acción de la comunidad política militante. Cada uno de sus componentes, cada revolucionario, debe poseer al menos dos cualidades: una concepción incompatible con el orden existente y la voluntad de imponer su visión. El desarrollo de las estrategias requiere calendarios y objetivos, con el trabajo de muchas personas, oscuras en apariencia, pero que merecen el recordatorio de los requetés: Ante Dios no hay héroe anónimo. La tarea del gobierno consiste en gran parte en el prosaico trabajo de recaudar impuestos, de legislar, de administrar. De ellos también depende formar la república, una sociedad de personas guiadas por la misión de Falange y no al revés, confusión peligrosa.Aristóteles definía la política como el deliberar de personas libres sobre cómo pueden ordenar su vida en común. Pues eso.

El Director

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