Visiones de Enya
Enya es una cantante de modulaciones y complacencias. No pervierte ni sofoca, no
castiga ni corrompe. Pero sabe seducir.
Su voz irrumpe delicada y sutilmente, te proporciona suaves atmósferas y suele
proponerse la emancipación de cualquier paranoico estado de ánimo. Es animadora
de un mapa de amores y recuerdos, de paladeos minuciosos sobre la superficie a
veces áspera de su educación sentimental.
Ella tiene la responsabilidad de continuar las tradiciones fértiles de Irlanda,
tierra pródiga en historias maravillosas protagonizadas por criaturas mágicas,
portadoras de mensajes de vida, lucha, solidaridad, ensoñación y encanto.
Enya, quizá la reina del new age menos amaestrado, podría desbarrancarse en las
tentaciones de la megalomanía, pero no lo hace; podría también pertenecer a la
nomenklatura de los grandilocuentes compañeros de género musical, pero no se
anima. Ella pergeña conceptos para cultivar nostalgias y sorprenderse tarareando
sus menudencias rítmicas, clarividencias sonoras, alucinaciones ambientales que
te transportan a cualquier rincón cerca del cielo, pero al mismo tiempo te
colocan con los pies en la tierra.
Eithne Ní Bhraonáin o Enya Brennan en un inglés más mundano, nace en 1961, y
pasa su infancia en Gweedore, un apartado condado de Irlanda donde la lengua
gaélica –base fundamental de las tradiciones celtas- se conserva a pesar
de la modernidad, las modas y la globalización.
Parte de una numerosa familia, Enya se forma en el grupo musical formado por sus
hermanos interpretando sonidos tradicionales del país. Fue entonces cuando
descubre la posibilidad de combinar todas esas musicalidades aprendidas desde la
niñez, con las nuevas experiencias sonoras que comenzaba a apreciar: jazz, rock,
fusiones.
Enya encuentra el camino de la fama con la música para serie televisiva The
Celts (Los Celtas). La composición le lleva diez meses de trabajo. La música
gusta tanto que la BBC decide editar una selección de esa música como disco
independiente, antes incluso de que la serie se emita y titulando el trabajo
sencillamente Enya.
Casi todos los instrumentos del disco los toca ella, conformando densas
texturas, voces etéreas soñadoras y portadoras de estilo que la haría famosa.
Un estilo en el que la mujer, a fuerza de sintetizadores genera escenografías
sonoras, murales ambientales, con el carácter evanescente de la música, cantados
en latín, galés o gaélico escocés.
Gaitas, flautas, pianos, cuerdas y tambores, combinándose con sintetizadores,
cajas de ritmo y guitarras electrificadas.
Su leyenda como gran hada de las cortes del reino celta, se estaba conformando
Así es como Enya colabora con Sinéad O'Connor recitando un pequeño texto en su
disco The Lion And The Cobra, mientras construye un resonante éxito mundial con
su siguiente disco, Watermark.
Repitió más tarde su éxito mundial con Shepherd Moons, (volvió a editarse una
nueva versión del disco Enya llamada The Celts) y en 1995 con The Memory of
Trees, lo que le ha hecho ganar dos premios Grammy, uno en 1992 con Shepherd
Moons y en la edicción de 1997 por The Memory of Trees.
También en 1997 lanza un álbum recopilatorio al que titula Paint The Sky With
Stars que contiene una selección de los temas más conocidos de Enya y en el cual
aparecen dos canciones inéditas: Paint The Sky With Stars y Only If...
Ya en el colmo se ha creado en Brasil una estación de radio por internet sólo de
música de Enya, en un acto que sólo es posible entender desde el punto de vista
de un fanático.
Y lo más curioso, es que no hay un interés más lejano en las estructuras
mentales de Enya que la contemplación de un montón de fanáticos cometiendo
suicidio colectivo en nombre de una secta extraterrestre o una religión new age,
musicalizado con sus creaciones.
Enya posterga la indagación del mundo como un ejercicio antropológico y se
somete a los ritos de la introspección que desde interior del cuerpo se proyecta
hacia los territorios de la fantasía con atributos.
Música para mantenerse cuerdo frente al acabose, lírica hecha de leyendas,
fantasmas y realismo mágico celta. Material sonoro que deja rastros
microscópicos en tus oídos como rastros brillantes de hadas y duendes.
Por Jairo Calixto Albarrán