The Black Dragon Society

by Shougo Amakusa & Misanagi

Capítulo 11

"El Canje"

En el capítulo anterior, Shougo y Misanagi descubrieron que se amaban y lo hicieron de la forma más natural del mundo. La tormenta de la noche anterior había lavado las pocas señales que habían dejado los secuestradores. Misanagi lograba entender con dificultad las que quedaban para hallar donde mantenían secuestrada a Sayo. Le impresionaba la destreza de los miembros de la Sociedad en no dejar rastros, y los que encontraba en lugar de ayudarlos, los desorientaban más.

???: No hemos hecho otra cosa que girar en círculos, acaso no entiendes que Sayo puede estar ¡Muerta!.
Misanagi (poniéndose de cuclillas y llevando sus manos a la cabeza): Lo siento Shougo, por primera vez estoy desorientada, esta gente es muy buena y tengo la sensación de que nos llevan directo a una trampa (y al decir esto escondió su cabeza entre sus brazos cruzados sobre las rodillas).
Shougo (un tanto apenado por haberle gritado y poniendo su mano sobre su cabeza): Disculpa, no quise gritarte. Vamos continuemos la búsqueda, es mejor que quedarnos aquí.

Ella levantó la cabeza, asió su mano y asintió con un movimiento afirmativo.

Misanagi: Nos queda una sola entrada a las minas por revisar, espero que encontremos a Sayo con vida, no me perdonaría si algo le hubiese sucedido.

Entre tanto en el Aoia, Sano despertaba, había pasado el día inconsciente y solo gracias a los cuidados que Kaoru le había profesado, sus heridas ya no habían vuelto a sangrar.

Sano: ¡Sayo! ¿Dónde está Sayo? Se la llevaron, debo ir a buscarla.
Kaoru (que estaba a su lado, lo detuvo): No Sano, no debes levantarte, aún estás delicado. Shougo y Misanagi han ido en su busca, seguro volverán con ella sana y salva.
Sano (Mirándole desesperado): No lo entiendes, yo,... yo, la lastimé y no sabes de qué forma. Antes de que se la llevaran discutimos, quería decirme algo y no la deje. Dios, no, no permitas que la pierda. Moriría yo también.

En ese momento entró Kenshin.

Kenshin: ¿Cómo estás?.
Sano: Me siento muy adolorido; ¡Maldición!. ¡No pude hacer nada!.
Kenshin: Cálmate; Shougo y Misanagi la traerán de vuelta; confío en ellos.
Sano: Lo sé, Shougo no permitirá que le hagan daño a Sayo.

Luego entraron Misao, y Saito.

Misao: Veo que ya despertaste, ahora ¿Podrías contarnos qué fue lo que pasó?.
Saito: Estamos interesados en saberlo.
Sano: La verdad es que todo fue muy rápido; sólo vi que entraron varios sujetos y que comenzaron a golpearme la espalda de forma salvaje mientras me decían que se llevaban a Sayo como castigo y no recuerdo nada más hasta ahora.
Saito: Estos seres saben hacer las cosas y están muy bien organizados.
Kenshin: De verdad debemos que encontrar la forma de frustrar sus intenciones lo más pronto posible, si seguimos sólo a la defensiva perderemos irremediablemente.
Saito: Esperemos que lleguen los demás, tal vez tengan alguna información.

De regreso en el bosque, Shougo y Misanagi ya habían entrado a la última mina, habían recorrido mas de la mitad del túnel cuando al final, hallaron un foso enorme, que a pesar de lo adentrado que estaba en la montaña, se encontraba plenamente iluminado por la luz del Sol, que penetraba por un enorme orificio que había sido esculpido por la erosión de miles de riachuelos internos. Al fondo del foso, podía verse un templo milenario, cuyos únicos vestigios eran tres pares de columnas que en algún tiempo sostuvieron un pesado techo, lo cual se podía inferir al ver el tamaño de éstas. El acceso al templo sólo era posible desde el otro lado, a través de una serpenteante escalinata. Ambos se quedaron sorprendidos, sobre todo Misanagi, por décadas esas cuevas eran conocidas por su pueblo, pero nunca supo de la existencia de ese templo. En ese momento, Shougo rompió el silencio.

Shougo: ¿Cómo haremos para bajar?. Necesitamos una cuerda muy larga para escalar.
Misanagi: No, pero iremos por ahí (Señalando un delgado borde que llevaba a las escaleras).

Habían recorrido mas de la mitad del camino, cuando Shougo pisó una roca que se desprendió del borde, lo que hizo que perdiera el equilibrio. Hubiese llegado a caer si Misanagi no logra contenerlo sobre el borde, colocándose rápidamente delante de él y aferrándose con sus manos en la roca de la montaña. Se miraron, él un tanto sorprendido todavía por el traspié y la velocidad con que la Ninja reaccionó, y ella sonriendo complacida de haber actuado a tiempo.

Shougo (robándole un beso): Gracias.
Misanagi (sorprendida y sonrojada): Estoy a tus servicios.

Llegaron a la escalinata y la descendieron a toda velocidad, al llegar al templo, Shougo reconoció el cuerpo inconsciente de su hermana, corrió hacia ella y la tomó en sus brazos mientras Misanagi miraba a su alrededor.

Misanagi: Shougo, nos observan. ¡Es una trampa!

Shougo, levanta la mirada y ve que hay un hombre en la cima de cada columna y uno de ellos.

???: Ha llegado la hora de la venganza.
Misanagi (reconociendo la voz del individuo): ¿Melders?. Era cierto, sobreviviste al incendio.
Melders: Sí, mi querida aliada, y te doy las gracias por servir el banquete. Has traído a uno de los Samurais más poderosos directo a su tumba. Gracias, Misanagi, siempre supe que podía contar contigo, ya me ayudaste una vez.

Shougo sintió como si le hubiesen clavado una daga, estaba petrificado, sus instintos le decían que no confiara en ella, pero esos mismos instintos lo habían llevado a amarla. Pero si Melders no mentía, no podría confiar en ella nunca más, y lo que más le aterraba era pensar que lo que había sucedido entre ellos era un montaje, una vil actuación.

Shougo: ¿Cómo te atreviste Misanagi?.
Misanagi (ofuscada y gritándole a Melders): Ya destruiste mi vida una vez y no lo harás de nuevo.

Los cinco hombres habían rodeado a Shougo y Sayo, mientras Melders descendía de la columna, cerca de Misanagi, en ese momento, la Ninja pudo ver que la mitad de la cara de Melders y parte de su cuerpo estaba cubierto por una delgada capa de acero, como una segunda piel. Melders, observando el gesto repulsivo de Misanagi, dijo:

Melders: Sí, mi querida Misanagi, este es el obsequio que me dejaste la última vez que nos vimos, ¿recuerdas?.
Misanagi: Tú, tú intentaste matar a Snyder, y ahora intentas implicarme en tus asuntos. ¿Por qué?.
Melders (acercándose y diciéndole algo al oído, que por supuesto Shougo no escucho): Porque me la debes, por tu culpa Snyder, mi pupilo, me traicionó y perdí la oportunidad de ser el amo del mundo. Ahora es mi turno de destruirte, y que mejor que hacer que pierdas lo que más amas y anhelas. ¿Ves allá, donde están tus amigos?. Pues bien, si no me sigues y haces lo que yo te digo, ambos morirán. El Samurai es poderoso, pero con su hermana inconsciente no podrá hacer mucho. Así que, ¿Harás lo que te pido?.

Misanagi volvió su mirada hacia donde estaba Shougo, y la distancia no le dejó ver a él que una lágrima recorrió la mejilla de ella. Bajó la cabeza y dijo un "está bien" ahogado en un sollozo. Melders rió maliciosamente y le pidió que lo siguiera. Misanagi volvió a ver a Shougo, pero no pudo sostener la mirada, dio media vuelta y siguió a Melders, hasta que desaparecieron de la vista del Samurai, quien no salía de su asombro. Melders la llevó por varios túneles que Misanagi desconocía en el camino, Misanagi no pudo contener las lágrimas y comenzó a llorar en silencio.

Melders (irónico): Vaya, la pequeña Ninja está llorando.
Misanagi: Esta me la vas a pagar; me quitaste lo único bonito que me quedaba; nunca te perdonaré.
Melders: Esa era la idea; pero no te preocupes; para que veas que no soy tan malo; no dejaré que él crea que somos aliados por mucho tiempo.
Misanagi (confundida): ¿Eh?.
Melders: En este momento ya mis hombres deben haberlo matado a él y a su hermana.
Misanagi: ¡No puede ser!. Tú me dijiste que....
Melders: Vaya, ¿Volviste a pensar que teníamos un trato?. Nuevamente has sobre estimado el valor de tu ayuda; pero te agradezco una vez más pues esta vez sí me entregaste a Shougo en Bandeja de Plata.

Misanagi quedó totalmente inmóvil ante esa revelación y cayó de rodillas sin decir una palabra; entre tanto en el Templo; Shougo derrotó con suma facilidad a sus atacantes y descargó parte de su ira en ellos; luego tomó a su hermana y salió del lugar; en medio del bosque, Sayo recobró el conocimiento.

Sayo: ¿Eh?. ¿Dónde estoy?. ¿Shougo?.
Shougo: Cálmate; ya estás a salvo.
Sayo: ¿Viniste solo a buscarme?.

La pregunta afectó a Shougo quien no respondió, sólo apresuró el paso; debía llegar rápido y avisar lo sucedido; pero además tenía su corazón hecho pedazos; desde niño tuvo que sufrir los embates del destino; la pérdida traumática de sus padres, todos los cristianos asesinados; en fin, muchas cosas; él no creía en el amor y hasta se burlaba de él; pero esa mujer lo hechizó, pero todo era parte de un plan para asesinarlo; Sayo notó que su hermano estaba mal y le habló.

Sayo: Hermano, ¿Qué tienes?. No me has dicho si viniste solo.
Shougo: No tengo nada; y no vine solo.
Sayo: ¿Con quién, entonces?.
Shougo: ¡¡No me atormentes con tus preguntas!!. Confórmate con saber que no vine solo y punto.

Sayo se sintió atemorizada al ver esa reacción de Shougo, era la primera vez que le hablaba de esa forma; desde siempre él la había protegido y la había tratado con cariño; en ese momento pensó que podía ser por Sanosuke.

Sayo: Es por Sanosuke, ¿verdad?.
Shougo: No es por ese sujeto y de verdad te agradecería que no me siguieras interrogando.

Mientras tanto en la cueva.

Melders: Bueno, ya que no quieres caminar puedes quedarte, de hecho puedes irte; ya no te necesito y quiero que vivas; que vivas para que sufras por todo lo que has perdido.

Al decir esto Melders se fue y dejó a Misanagi; ella rompió a llorar; sentía que había perdido todo; ya no le importaba nada, Melders lo había hecho de nuevo, otra vez le había arrebatado todo en la vida; al poco rato se levantó y comenzó a caminar para salir de ese lugar. Mientras tanto Shougo llegó al Aoia y dio las noticias; Sayo se quedó con ellos (ya se había recuperado del todo) y él se fue; en el Aoia.

Kenshin: No puedo creer que fuera una traidora.
Saito: Bueno, eso explica que siempre nos llevaran un paso adelante.

Todos hablaban pero Sayo sólo pensaba en su hermano; pues sabía que esa noticia le dolía mucho más allá de lo que todos pensaban; Shougo salió del Aoia y comenzó a caminar sin rumbo fijo. En el camino iba pensando en muchas cosas; el momento en que la conoció, la muerte de Snyder, la noche en la cueva, la escena en el Templo; todos esos recuerdos lo atormentaban.

Shougo: He sido un idiota, ¿Cómo pude caer en su trampa?. Tal vez ella misma mató a Snyder; tal vez ese secreto era que ella era la traidora; como están las cosas es lo más probable; Pero al final tenía razón; eso que llaman amor no existe, es una farsa para aprovecharse de los incautos y yo fui uno de ellos.

Shougo se sentó en una piedra en el camino y apretando sus puños dejó escapar una lágrima; tanto que la amaba y ella sólo lo usó; al final cayó en sus redes, se dejó arrastrar por ella; esa noche le entregó todo su amor y pensaba que ella había hecho lo mismo, pero todo había sido un Teatro para matarlo; eso no lo dejaba tranquilo.

Shougo: Te juro que esta me la pagas, Misanagi. Haré que pagues por esto que me has hecho.

¿Qué va pasar entre Misanagi y Shougo?. ¿Y entre Sano y Sayo?. Y lo peor; ¿Podrán detener a la Sociedad?. ¿Qué pasará con Melders?. No se pierda el próximo capítulo.

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