The Black Dragon Society

by Shougo Amakusa & Misanagi

Capítulo 22

"Fuera de Control"

En nuestro capitulo anterior, Kenshin y su grupo pudieron sobrevivir milagrosamente a la explosión del barco en el cual se encontraban. La desesperación de los momentos vividos influyó en la actitud de más de uno; y la que más impresionó fue la reacción de Kenshin al saber que Kaoru se encontraba sana y salva. Por otro lado, Amakusa no perdonaba a Misanagi por haber interferido en su pelea con Klaudia, el perder su honor en batalla para él representaba mucho mas que el perder la vida misma. Mientras que Sayo no terminaba por expiar sus culpas y ahora se encontraba muy mortificada por el enfrentamiento entre Himura y un Sanosuke Sagara fuera de sí.

Kenshin (defendiéndose de los ataques de Sano): Podrás golpear todo lo que tu quieras amigo, te detendré hasta que agotes todas tus fuerzas.

Sano (golpeando incesantemente): ¡Vamos atácame! ¡Esto no es divertido si solo te defiendes!

Kenshin: No lo haré Sano, eres mi amigo, no puedo atacarte.
Sayo (sin mover un músculo mientras observa detenidamente a ambos contrincantes, piensa): Dios mío, hasta cuando podrá Kenshin defenderse sin tener que atacar a Sano.

Kaoru (acercándose a Sayo): Tranquila Sayo, Kenshin nunca dañaría a Sano, él es su amigo, si se quiere su mejor amigo, se dejaría matar antes de hacerle daño.

Sayo (asombrada de la calma que mostraba el rostro de Kaoru): Pero, entonces como puedes estar tan tranquila. ¿Y si Sano no deja de atacarlo? ¡No ves que no es él!

Yahiko (que llega corriendo): ¡Vamos Kenshin! Tu puedes ayudarlo, confiamos en ti.

Himura no escuchaba nada, ponía todos sus sentidos en adivinar cual sería el siguiente movimiento de Sano, para poder esquivarlo sin tener que lastimarlo. Poco a poco el constante ataque de Sanosuke iba restándole fuerzas al Samurai, por lo que tuvo que tomar la decisión de herirlo, muy a pesar suyo, para por lo menos obtener un poco de tiempo y recuperar fuerzas. Sano cayó al suelo, con una herida en su hombro derecho, que no le dejaba usar su golpe. Sayo estuvo a punto de salir corriendo para ayudarlo, si no es detenida por Kaoru, quien le recordaba que esa persona que estaba luchando con Kenshin no era Sano, sino un completo extraño. Sayo, se mordía los labios desesperadamente, sin dejar nunca de llorar.

En ese momento, Takashi, Klaudia y Melders habían abordado uno de los barcos que esperaban por ellos en la bahía, al llegar al camarote principal, Melders se lanzó sobre una butaca, cruzó sus piernas sobre la mesa del capitán y colocó su sable encima de ellas.

Melders (visiblemente satisfecho): Al fin nos libramos de esos entrometidos, lo único que lamento es no haber visto la mirada de terror de Himura y esa Ninja maldita a la hora de su muerte. Hubiera sido el éxtasis ver a esos monos ojirasgados volar en mil pedazos.

Klaudia (molesta por la forma en que Melders se burlaba de sus oponentes, que al fin y al cabo eran japoneses igual que ella): A pesar de que estuvieran en nuestra contra, no es necesario menospreciarlos. Además creo que eran dignos oponentes. Vaya, es muy fácil decir esas cosas cuando ni siquiera peleaste, si no que solo te dignaste a montarles una trampa. Ja, la manera más cómoda de destruir a tu enemigo es desde lejos, ¿Cierto mi querido Teniente?

Melders (levantándose de forma violenta, encarando a la Samurai mientras se despojaba de la máscara que le cubría el rostro): Acaso insinúas que soy un cobarde. Esto que ves es producto de un enfrentamiento cara a cara. ¡¿Entendido?!

Takashi (interponiéndose entre ambos, mirando primero a Klaudia y luego a Melders): ¡Basta, es suficiente!. El plan de volar el barco fue mío y tú deja tus rencores para usarlos a nuestro favor y no en contra.

Ambos se separaron, no sin antes lanzarse una mirada retadora. Takashi fue hacía la mesa y tomó un figurín, lo observó detalladamente y luego lo colocó sobre la flama de una vela. A medida que la figura se derretía, Takashi se reía, cada vez mas fuerte, cada vez de una forma mas desquiciante y por primera vez en años Klaudia llegó a tenerle miedo.

De regreso en la playa, Sano se había levantado y se disponía a atacar a Himura de nuevo. Pero de repente, su mirada se volvió aún mas vaga y cayó de cara en la arena. Sayo lanzó un grito y corrió a su lado, empujando a Kenshin que trataba de reanimarlo, a lo que el Samurai solo pudo decir -¡Ooroooo!-.

Sayo (llorando mientras abrazaba el cuerpo inconsciente de Sanosuke): ¡Sanosuke! ¡Sanosuke! No te mueras por favor ¡Sanosuke!

Sano (volviendo en sí, en voz casi imperceptible): ¿Sayo? ¿Eres tú Sayo?

Sayo (abrazándolo aún mas fuerte, riendo y llorando al mismo tiempo): Oh, Sanosuke estás bien, gracias al Cielo, éstas bien. Perdóname por favor, perdóname por quedarme callada y no decirte que te amo, que esa noche fue la más maravillosa de mi vida, que fue mi decisión., nuestra decisión. Te amo Sano, te... amo más que a mi vida, por favor no vuelvas a irte, no sin mi.

Después de confesarle todo lo que sentía, Sayo se incorporó y por primera vez en mucho tiempo venció esa timidez que le impedía expresar abiertamente sus sentimientos. Miró a los ojos a Sanosuke y poco a poco fue acercando sus labios a los de él. Primero los besó con suavidad, delineando con sus propios labios la forma de su boca, para posteriormente darle el beso más apasionado que ninguna mujer se haya atrevido a dar alguna vez.

Sanosuke no sabía que hacer con sus manos, nunca esperó ese comportamiento por parte de una mujer que había sido educada bajo los mas estrictos preceptos religiosos, pero la entrega y sinceridad con la que Sayo le besaba, fue disipando sus dudas lentamente hasta que ambos estaban entregados el uno al otro en un hermoso símbolo de unión perfecta.

Ya el grupo no aguantaba más declaraciones amorosas, primero Misanagi, luego Kenshin y por si fuera poco ahora la hermana "monja" de Amakusa; ya sólo faltaban Misao y Aoshi para que fuera de verdad intolerable. Ante tal escena, Saito metió las manos en sus bolsillos y empezó a patear conchas de caracol mientras miraba al cielo, Shouzo trataba de ayudar a Soujiro, pero al ver a su señora entregada con tal pasión a ese sentimiento, quedó paralizado.

Por otro lado Misao lo que hacía era ver al señor Aoshi, quien estaba inmutable sentado a su lado; y pensaba cuando le tocaría el turno a ella de vivir un momento "tan romántico". Kaoru, de pie junto a Kenshin, estaba contenta de ver que las cosas se habían arreglado entre Sano y Sayo. De repente, alguien muy imprudente interrumpió:

??? (colocándose delante de los tórtolos y gritando): ¡¡¡¡Estamos en guerra!!!! ¡¡¡¿Oyeron?!!! ¡¡Y todo lo que saben hacer es declararse amor eterno!!

Kaoru (golpeando a su pupilo en la cabeza): ¡¡¡¡Yahiko!!!! No seas inoportuno.

Saito (evitando que Kaoru volviera a golpear a Yahiko): El chico tiene razón, ya hemos perdido mucho tiempo y tenemos muchos heridos, debemos volver al Aoia para cuidar de ellos. Además, debemos saber cual es el próximo movimiento de la Sociedad del Dragón Negro, por lo menos ahora sabemos quien corona la cúspide.

A todo esto, Shougo no había querido intervenir y a pesar de no aprobar a Sagara como el compañero de su hermana, él quería demasiado a su hermana y ella ya había sufrido bastante al creerlo muerto y después verlo actuar como si no los conociera. Además, ya tenía suficientes problemas tratando de alejar a Misanagi de su lado, aunque la amaba no le perdonaba el que no hubiera hablado antes y para colmo, haberlo deshonrado delante de Klaudia. A pesar de que su intervención le salvó la vida, su costo fue muy alto. De pronto, sintió como halaban de la manga de su túnica.

???: Shougo Amakusa, vamos a aclarar esto de una vez y para siempre.

Shougo (dando vuelta): No tenemos nada que aclarar. Tomaste una decisión, pero lo hiciste en el momento menos adecuado.

Misanagi: Lo hice por que te amo, porque no quería perderte.

Shougo (soltándose y viendo a los Sanada que están detrás de Misanagi, pero ella al parecer no se había percatado de ello): Vamos, vuelve con los tuyos.

Misanagi: No tengo a donde ir, lo que hice en el barco significa mi renuncia a ser la líder de los Sanada, es que no lo entiendes, no puedo volver.

Shougo (volviéndose, la veía de una forma muy dura y a la vez sonreía sarcásticamente): Por favor, no me hagas llorar. ¡Diles que fue una de tus magistrales interpretaciones! Un acto extremo hecho en un momento extremo, solo eso.

Misanagi (tomándolo de los brazos y obligándolo a mirarla a los ojos):Mírame, no soy mas la líder Sanada, solo soy Misanagi.

Shougo (sin mover un solo músculo): ¿Y eso qué? Sabes bien que lo que hiciste fue un simple arrebato y no quiero eso. No me vengas con papelitos trágicos ahora, no te creo. Al menos Takashi me devolvió parte del honor que me quitaste.

Misanagi lamenta que el Samurai esté tan dolido con ella y que ninguno de sus actos haya sido correcto para él. Se siente indefensa ante la mirada tan dura de Shougo. Se da cuenta que, el haber intervenido en su pelea contra Klaudia mas allá que ayudarle, lo alejó de ella.

Misanagi (sin poder sostener la mirada de Amakusa, baja la cabeza): Entiendo, lo lamento. Lamento haber actuado tarde y lamento., lamento no ser digna de ti.

Shougo (acercándose a ella): No es eso, pero no lo entenderías, eres una Ninja al final de cuentas y no comprendes ciertas cosas. Misanagi, si tan solo hubieras hablado antes.

Misanagi (apoyándose en él): Ya no hay marcha atrás Shougo, no puedo retroceder el tiempo. Quisiera hacerlo, no sabes cuanto, pero no puedo.., no puedo.

Shougo: Vamos, regresa con los tuyos, si les dices que tu comportamiento fue producto de la desesperación, que lo hiciste para distraer a Klaudia y salvar mi vida ellos te creerán.

Misanagi (no aguanta más y rompe en llanto): No quiero, no puedo, ya he mentido bastante, ya he actuado bastante. Quiero ser yo misma, sin poses, sin máscaras. No quiero esconder más mis sentimientos, ni por ti, ni por nadie. No lo soporto más.., no puedo...

En ese momento, Amakusa ve que Haita y a Ren se habían acercado lo suficiente para escuchar las palabras de Misanagi, quien se desahogaba en brazos del Samurai. Luego Shougo tomó el rostro de la Ninja, lo levantó, la vio a los ojos y luego miró a los dos Sanada que estaban detrás de ella:

Shougo: Bien, entonces creo que es hora de aclarar ciertas cosas.

Misanagi: No te entiendo, ¿Qué quieres decir?.

Shougo: Detrás de ti están Ren y Haita, y creo que es el mejor momento para decir la verdad.

Los dos Sanada no necesitaban explicaciones, lo que habían escuchado y lo que habían visto era más que suficiente, pero no se opusieron a las palabras del cristiano.

Ren: Sí, creo que nos debe una explicación, Misanagi.

Haita: Sí.

Misanagi se sorprendió al ver que Ren no la llamó "Jefa" como siempre lo hacía, eso dejaba en claro la posición de sus compañeros.

Misanagi: Bien, empecemos. Ya deben saberlo pero ahora lo escucharán de mí; yo amo a la persona que está a mi lado, lo amo con todas mis fuerzas y daría mi vida por él si fuese necesario, este sentimiento me ha acompañado desde hace algún tiempo y se los oculté, pues no estaba segura de muchas cosas ni siquiera del sentimiento mismo, ahora lo estoy, por eso y porque sé que sería muy difícil intentar que ustedes y los demás acepten mi unión con él, al ser él un Samurai he decidido renunciar a ser la líder del Grupo Sanada.

Las palabras de Misanagi hicieron efecto en Ren y Haita, ellos se esperaban eso, pero la determinación con que Misanagi lo dijo los sorprendió.

Haita: Misanagi, de verdad, creo que es lo mejor, si de verdad lo ama, no nos opondremos, es su vida y está en su derecho; pero, la vamos a extrañar mucho.

Ren: Sí.

Misanagi: Haita, siempre fuiste mi mano derecha y siempre confié en ti, por eso quiero que seas tú el líder del grupo a partir de este momento, eres el más indicado.

Haita: Gracias, no la defraudaré, créame.

Ambos se abrazaron con lágrimas en los ojos, Ren se quedó a cierta distancia, pero también estaba algo triste, Misanagi había sido un gran líder y ciertamente iba a extrañarla, cerca de ellos estaba Shougo, de verdad se sentía algo fuera de lugar en toda esa escena, no podía estar más incómodo, él no esperaba esa reacción de ella; si dijo lo que dijo fue para que Misanagi desistiera de todo; pero lejos de eso, ella afrontó la situación.

Shougo (pensando): A buena hora decidió sacar su coraje.

Luego del abrazo, Haita y Ren se fueron a ayudar a los demás para llevarlos al Aoia y Shougo quedó a solas con Misanagi. Ambos se vieron por largo rato sin decir nada, hasta que Misanagi rompió el silencio algo enojada.

Misanagi (irónica): ¿Y bien?. ¿Pase la prueba?.

Shougo: Si quieres verlo de ese modo es tu problema.

Misanagi: Lo siento, estoy algo alterada con todo esto.

Shougo: Me alegra no ser el único; lamento haberme portado como lo hice, pero entiéndeme, para un Samurai lo más importante es el honor, más que la vida misma, un Samurai sin honor no tiene razón para vivir.

Misanagi: ¿Qué querías?. No podía sólo sentarme a ver cómo te mataban.

Shougo: No debiste intervenir, quiero que entiendas eso, no era tu pelea.

Misanagi: No puede creer como pueden ser tan insensibles.

Shougo: Una pelea justa debe ser justa, si ella no pidió ayuda yo tampoco debía hacerlo, ¿puedes entender eso?. ¿Te gustaría que en medio de una batalla uno a uno alguien se metiera en tu contra?.

Las palabras de Shougo hicieron reaccionar a Misanagi quien comenzó a entender al Samurai.

Misanagi: Creo que tienes razón, lo siento.

Misanagi comenzó a alejarse pero Shougo la abrazó muy fuerte por la espalda; Misanagi se sintió en el cielo cuando él le susurró al oído que la amaba y que en el fondo él se alegraba de que lo hubiera salvado; ella dejó escapar unas lágrimas, pero esta vez eran de alegría infinita, de pronto Shougo la soltó y se colocó frente a ella y sacó una pequeña caja de su túnica.

Shougo: Tengo esto desde hace algún tiempo y creo que este es el mejor momento para dártelo. Antes te diré algo; los hombres occidentales cuando le juran amor eterno a su pareja le dan un anillo que simbolice ese juramento y que signifique que ya pronto se van a casar y hoy yo quiero hacerlo.

En ese momento Shougo abrió la caja y sacó un anillo que colocó en la mano de Misanagi; ella no podía creer lo que pasaba y estaba muda.

Shougo: ¿Quieres casarte conmigo?.

Misanagi: Yo, Shougo, yo, yo, sí, sí quiero, quiero casarme contigo, claro que lo quiero.

Misanagi abrazó a Shougo con todas sus fuerzas, lo amaba como nunca y sabía que él la amaba también, y sí, ella quería estar a su lado siempre, no le importaba dejarlo todo por él.

Misanagi: No necesito de un anillo para saber que me amas y que quieres casarte conmigo; el que lo hayas dicho es suficiente.

Shougo: Yo quiero que lo tengas, por favor, significa mucho para mí.

Misanagi: Esta bien, si es importante para ti, lo es también para mí, no me lo quitaré por nada, amor, siempre estará en mi mano, lo prometo.

Ambos se besaron un largo rato y luego decidieron regresar con los demás, quienes los habían dejado y habían partido ya hacia el Aoia.

¿Qué pasará ahora?. ¿Habrá más promesas matrimoniales?. ¿Qué hará la Sociedad con el resto de los barcos?. ¿Cuál es la siguiente jugada de Takashi?. No se pierda el próximo capítulo.

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