The Black Dragon Society

by Shougo Amakusa & Misanagi

Capítulo 23

"Sanando Heridas"

En el capítulo anterior nuestros amigos no solo se enfrentaron a la muerte, sino a un enemigo mucho mayor, sus propios temores, los cuales en ocasiones reprimían sus verdaderos sentimientos. La pelea más cruenta fue la que lidiaron los hermanos Amakusa en contra de sus férreas convicciones cristianas y su propio orgullo. Por un lado Sayo decidió confesarle a Sanosuke que lo amaba y que no estaba arrepentida de lo que había sucedido entre ellos, mientras que Shougo Amakusa al fin comprendió que el amor de Misanagi era sincero, al grado de llevarla a renunciar a ser Líder del Grupo Ninja Sanada, lo cual le fue recompensado con una hermosa propuesta de matrimonio al más puro estilo occidental.

El grupo decidió regresar a Kioto para curar a sus heridos, descansar, tratar de obtener información acerca de los próximos movimientos de la Sociedad del Dragón Negro, sobre todo ahora que conocían el nombre de su líder y prepararse para lo que posiblemente se convertiría en el reto más exigente de sus vidas. Instalados de nuevo en el Aoia, Shougo con la ayuda de Sayo fue atendiendo uno a uno a los heridos, comenzando con Misao, luego el maltrecho Soujiro y por último Cho. Ni él mismo había reparado en sus propias heridas, las cuales al final de la jornada le jugaron una mala pasada. Había terminado de vendar a Cho, cuando empezó a ver borroso. Se lo atribuyó al cansancio y no le prestó la menor atención, pero al cabo de unos minutos, el techo del Aoia dio media vuelta y se colocó a sus pies. Hubiera ido a dar al suelo si no hubiese sido por Saito quien entraba en ese momento en la habitación y logró atajarlo tomándolo por debajo de los brazos. Sayo que estaba cerca, le pidió que lo llevase a la habitación que le habían asignado y allí se encargó de él.

Sayo (pensando mientras limpiaba y vendaba las heridas de su hermano): Pobre Shougo, por cuanto has tenido que pasar; y yo en vez de ayudarte a superarlo, mas bien he incrementado tu carga al darte mas preocupaciones.
Shougo (volviendo en sí poco a poco y colocando su mano sobre la de Sayo): Sayo, siento haber sido tan rudo contigo. Debí entender tus sentimientos, pero temí que Sagara se aprovechara de ti y burlara tu noble corazón. De verdad que no creí que prosperara lo de ustedes. ¿Podrás perdonarme?.
Sayo (tratando de controlar el temblor de sus labios al hablar, sin mirar a los ojos de Shougo): No Shougo, la que debe pedir perdón soy yo. Unicamente yo soy responsable de mis actos; y como tal las consecuencias deben afectarme solo a mí. Realmente lo siento.
Shougo (incorporándose al ver que una lágrima rodaba por la mejilla de Sayo): ¿Qué quieres decir con "responsable de tus actos"?
Sayo (llorando, se abraza a su hermano): ¡Shougo!. ¡Hermano!
Shougo (preocupado, la ve severamente): ¿Qué sucede Sayo? ¿Qué ha pasado entre ustedes?

Sayo no podía sostener la mirada inquisitiva de Shougo, cómo decirle la verdad sin lastimar su orgullo, el orgullo que siempre sintió por ella. En eso una sombra que se había mantenido a distancia para evitar que notaran su presencia, se colocó tras el panel, lo deslizó y entró a la habitación.

Shougo (entre molesto y sorprendido a la vez): ¡Sagara!
Sayo (levantándose): ¡Sanosuke!
Sano (colocándose al lado de Sayo y manteniendo la vista fija en la mirada de Amakusa): Pasó lo que tiene que pasar entre un hombre y una mujer que se aman; y no sólo ella es responsable, yo también lo soy, así que si hay algo que recriminar, estoy a tu entera disposición.

La expresión de Shougo cambió de repente, como se atrevió ese infeliz a ponerle una mano encima a su hermana, como pudo haber violado su castidad tan impunemente. Entrado en cólera, se levantó haciendo caso omiso del dolor y le propinó un puñetazo directo al rostro de Sanosuke, quien cayó al suelo y se llevó la mano a la boca para limpiar el resto de sangre que corría por su mentón. Shougo dio un paso al frente, como para volver a golpearlo de nuevo y lo hubiera destrozado con sus propias manos si Sayo no lo contiene:

Sayo (deteniendo el puño cerrado de Amakusa y viéndolo fijamente a los ojos): ¡No Hermano! ¡Por favor entiende! Es mi culpa también. Sano no me engañó. Lo hice porque lo amo. Algún día comprenderás mis palabras y los motivos que tuve.

La última frase fue como el dardo que da directo en el blanco de una diana de tiro, él mismo vivió la sensación de dejarse llevar por la pasión, ¿Por qué habría de ser distinto con su hermana?.

Shougo (dándose vuelta, tomando su espada y volviéndose de nuevo colocando la punta de la misma sobre el cuello de Sagara): Pues entonces no tenemos otra opción para remediar esta afrenta.
Sayo (tratando de detener a su hermano): ¡No Shougo! ¿Qué estás haciendo?
Sano (no sin cierto coraje): Bien si eso te satisface ¡Hazlo!
Shougo (cerrando los ojos y suspirando): Te casarás con ella y la harás feliz o si no, puedes jurar que te haré pagar cada una de las lágrimas que Sayo derrame por ti. ¡¿Escuchaste Sagara?!

Sayo se abrazó a su hermano, no podía creer lo que había escuchado, pero ¿Sentía Sanosuke la misma emoción?. La respuesta llegó al momento en que sintió el brazo de Sanosuke apoyarse en sus hombros y con la otra le daba un apretón de manos a su hermano sellando de esa forma el compromiso.

Sano: Shougo Amakusa, tu hermana es ahora mi responsabilidad.
Shougo (sin cambiar su expresión de molestia y mirando a Sayo): Don't even think that I'm happy with this, neechan.

Sano, aunque no entendió nada, no sintió agrado con el tono de voz que utilizó el Samurai, era obvio que no le perdonaba el haberse atrevido a fijarse en su hermana. Sayo, quien sí entendió todo, tampoco se sentía muy cómoda, pero creyó que con el tiempo Shougo cambiaría su manera de pensar hacía Sanosuke, por lo que lo tomó de la mano y ambos salieron de la habitación. Shougo cuando se creyó solo, descargó todo su malestar dando un puñetazo y se decía para sí mismo "Maldito Sagara, me has robado el tesoro más preciado que tenía, pero si ella llega a derramar una sola lágrima por tu culpa, te juro que el mundo será pequeño para que puedas escapar de mí".

Mientras tanto, Takashi, Melders y Klaudia habían llegado a su base de operaciones muy conformes por su victoria ante Kenshin y su grupo.

Takashi: Bien, pronto iniciaremos la segunda fase de nuestro plan.
Melders: ¿Cuál es?.
Takashi: Aplastar a este gobierno; pero lo haremos con paciencia, antes que nada debemos crear caos en el país, y para ello debemos comenzar a crear una segunda era Tokugawa.
Klaudia: Es una buena idea, de ese modo la gente desconfiará del gobierno, y tomarán la justicia en sus propias manos y regresarán las batallas Samurai.
Melders: Y de ese modo crearán una Guerra Civil.
Takashi: Y eso terminará por acabar al gobierno Meiji. Pronto el Japón tendrá un nuevo liderazgo, ya falta muy poco mis queridos amigos, muy poco.

En el patio del Aoia, Kaoru trataba de poner al día en sus lecciones de kendo a Yahiko.

Kaoru (con su expresión de maestra autoritaria): ¡Vamos Yahiko! ¡Muévete! No seas perezoso.
Yahiko (sobándose la cabeza): Ya voy Kaoru, no ves que estoy fuera de práctica ¡No seas tan estricta!
Kaoru (golpeando de nuevo a Yahiko): Vamos, así nunca llegarás a ser un buen exponente del estilo Kamiya Kasshin.
Kenshin (observando todo desde la sombra de un árbol, sonreía): Déjale ya Kaoru, ha tenido suficiente.
Yahiko (aprovechando el descuido de Kaoru, sale corriendo a buscar algo de comer): Si Kenshin dice que es suficiente, es suficiente.

Kaoru coloca su bokutou sobre el piso, se apoya en ella y lanza un suspiro mientras mira el cielo que empieza a llenarse de nubarrones. Su mirada se entristece y ello es percibido por Kenshin.

Kenshin: ¿Qué sucede Kaoru? ¿Por qué tan pensativa?
Kaoru: Lo siento Kenshin, pero todo esto me tiene muy preocupada. A pesar de todos nuestros esfuerzos, es muy poco lo que sabemos sobre los planes reales de la Sociedad del Dragón Negro. Y ahora esta Hitokiri.., el pasado vuelve a cernirse sobre nosotros.., hasta cuando Kenshin, cuando terminará y podremos vivir una vida normal.
Kenshin (un tanto melancólico): Estás en lo cierto y la verdad no lo sé. Lo único que podemos hacer por los momentos es seguir tratando de obtener información a través de los contactos de Saito en el Gobierno y de la red de información de los Onniwabanshu; para enfrentarlos nuevamente y tratar de vencerlos esta vez.
Kaoru (con tristeza en sus ojos): Otra pelea Kenshin.., otra vez sentir mi corazón detenerse a la espera de que nada te suceda. ¡Oh Kenshin!

Kenshin miró el cielo y pensó que las oscuras nubes que ocultaban los rayos del sol semejaban su pasado, un pasado había podido dejar atrás y por mas que trataba, siempre encontraba la forma de volver a él, recordarle quien fue y porqué decidió convertirse en quien era. Volvió la mirada hacia Kaoru. Cómo le dolía verla triste, cómo extrañaba su risa despreocupada o sus gritos en el Dojo mientras entrenaba. La llevó hacia él y la abrazó suave pero firmemente.

Kaoru se dejó llevar, Kenshin siempre había sido tierno con ella desde el primer día, la ayuda que le prestó contra aquel falso Battousai, su despedida cuando marcho a Kioto para enfrentar a Makoto Shishio; pero ahora era distinto, ahora tenia la certeza de que él correspondía a sus sentimientos. Se quedaron abrazados unos instantes, el tiempo suficiente para escuchar que sus corazones palpitaban al unísono. Kaoru se aferró aún más a Kenshin y escondió su rostro entre sus hombros.

Kenshin: Lo siento Kaoru.., siento haberte causado tantas preocupaciones desde mi llegada, mientras que tú..., tú solo has brindado a mi vida un poco de luz en medio de tanta oscuridad.., estarías mejor si nunca...
Kaoru (interrumpiéndolo y haciendo que Kenshin la viera a los ojos): ¡No Kenshin! ¡Nunca! Lo mejor de la línea de mi destino fue el haberte conocido y que aceptarás quedarte conmigo. Has sido mi soporte Kenshin y no me importa lo que fuiste, nunca me importó, porque he llegado a conocer al verdadero hombre dentro de ti.

Kenshin pudo ver su rostro reflejado en los ojos de Kaoru y vio que ella tenía razón. Efectivamente había cambiado, el odio que una vez inundó y atormentó su alma había menguado, quizás desapareció del todo. La pérdida de un ser amado lo hizo cambiar de camino, pero solo una persona era la responsable de que no hubiera vuelto la vista atrás.

Ella estaba ahí, frente a él y le agradecía al destino por haberla puesto en su camino. La miró fijamente, delineó con sus dedos su perfil, comenzando en su frente, deslizándose por su nariz, bordeando la comisura de sus labios para detenerse en su mentón. Se acercó lentamente y expresó su agradecimiento de la mejor manera que su amor por Kaoru le permitía hacerlo.

Misao, que observaba la escena desde la ventana de la habitación donde descansaba, sentía un poco de envidia, pero a la vez se contentaba por Kaoru. Realmente había llegado a apreciarla, y se sentía unida a ella ya que ambas compartían la posibilidad de que su amor por Aoshi y Kenshin nunca fuese correspondido. Ahora era distinto, al final la espera de Kaoru había terminado, pero y ella, cuanto tendría que esperar para conocer los verdaderos sentimientos del señor Shinomori.

Misao (suspirando): ¡Vaya que esperanza!
Yahiko (entrando en la habitación y observando tras Misao la romántica escena): Si crees que Aoshi se va a comportar de esa forma, mejor espera sentada.
Misao (cuyos colores del rostro pasaron de un rojo a un verde encendido en menos de tres segundos): ¡Yahiko! Te aprovechas porque estoy herida, pero eso no es impedimento para ¡Matarte ahora mismo!

Yahiko esquiva un golpe de Misao y sale corriendo de la habitación, cuando llega a la puerta, tropieza con Aoshi, quien entraba en ese preciso instante, observando que su pupila se había levantado de la cama y correteaba tras el muchacho. Cuando Misao lo vio se quedó helada, qué pensaría Aoshi de ella al verla actuar de ese modo, es probable que siguiera pensando que es una niña; esa idea la atormentaba; ¿Cuándo se daría cuenta Aoshi de que ella ya no era una niña y que lo amaba?. Tal vez nunca, tal vez pronto, sólo el destino lo sabía. Mientras tanto Sayo y Sanosuke estaban en el patio sentados, ella recostada de él y él abrazándola.

Sayo: Sanosuke, ¿Qué va a pasar ahora?. Dímelo, yo no lo sé.
Sano: Cálmate Sayo, todo va a salir bien, yo quiero estar contigo siempre y no me separaré de ti, ya no, hemos sufrido mucho.

Sayo veía y escuchaba a Sanosuke y no podía creer la forma en que le hablaba, él siempre tan despreocupado por las cosas y siempre viviendo tan a la ligera, pero siempre tan fuerte ante los problemas, en él había una mezcla de personalidades y a ella le gustaba, lo amaba y se sentía segura a su lado.

Sayo: Te amo.

Sayo se quedó dormida recostada de su amor y Sanosuke se limitó a acariciarle el pelo mientras la veía; cuánto la había hecho cambiar esa mujer, pero no importaba, ella valía la pena eso y mucho más. Mientras tanto Shougo quien estaba un poco más recuperado seguía atendiendo a los heridos, esta vez ayudado por Misanagi.

Shougo: Bien ya terminamos, creo que se van a poner bien muy pronto.
Misanagi: Bien. Shougo, pude ver a tu hermana con Sanosuke en el patio, supongo que estás al tanto de eso.
Shougo (poniéndose serio): Sí, lo estoy; ese sujeto se atrevió a tocarla, debería matarlo.
Misanagi (poniéndose seria): ¡Shougo Amakusa!. ¿No se te olvida algo?. ¿No crees que hay otra persona que también merece ese castigo?.

Shougo entendió el mensaje y sólo bajó la cabeza, era verdad, él también había hecho lo mismo con Misanagi; aunque lo negara el amor hace olvidar muchas cosas.

Shougo: Lo sé, lo sé, claro que lo sé; por eso decidí no oponerme a la unión de ellos, pero ellos tienen que casarse, si de verdad se aman y han llegado a tanto deben hacerlo; deben formalizar su unión.
Misanagi (inquisitiva): ¿Por qué te quieres casar conmigo, Shougo?.
Shougo: Ya sé por dónde vienes, pues por ambas razones, porque te amo y porque debemos formalizar nuestra situación, si no te amara entre nosotros no hubiera pasado nada. Así que dejas las desconfianzas.
Misanagi (sonriendo): No desconfío de ti, pero me gusta escucharte decir que me amas, es todo.

Ambos salieron del Aoia y ante los que estaban allí para verlo Shougo tomó de la mano a Misanagi.

Sano: Vaya, ¿Quién iba a decir eso del "Hijo de Dios"?.

¿Qué sucederá cuando Takashi y los demás se enteren del fallo de su plan?. ¿Qué hará Kenshin y los demás para detener a la Sociedad?. ¿Vendrá la Guerra Civil?. No se pierda el próximo capítulo.

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