Juegos tontos
Creado por: Pia Ulloa.


Había pasado bastante tiempo desde que Akane había comenzado a caminar sin rumbo por ese pequeño pueblito junto a la playa. Había estado llorando; su cara estaba roja y sus ojos hinchados. El sol estaba a punto de ponerse, y la suave brisa primaveral jugaba con su cabello y hacía revolotear la falda de su vestido alrededor de las rodillas. Sus manos estaban apretadas junto a su pecho. Se veía perdida y frágil.

Estaba de pie en la cima de una pequeña elevación en las afueras del pueblo, del que tenía una hermosa vista a su izquierda. Enfrentaba un interminable océano azul, mientras el sol se ponía, formando largas sombras en la Tierra y hermosos arcoíris en tonos naranjos y rojos para pintar el cielo. La naturaleza sobrepasaba sus propios límites con una hermosa presentación de colores, pero Akane se sentía profundamente deprimida por toda la belleza que la rodeaba. Deseaba que él pudiese estar aquí con ella para compartir toda esa belleza.

Akane estaba cansada de llorar, cansada de huir, cansada de todo. Especialmente, estaba cansada de él. Y a pesar de que él era la causa de todo su sufrimiento, deseaba que pudiese estar ahí, con ella. La gente que había estado en la playa aquella tarde, la había abandonado por el día, haciendo el solitario lugar más triste aún, a excepción de alguna pareja de enamorados que podían ser divisados paseando en la solitud de la arena, esperando la puesta de sol. ‘Podríamos ser nosotros’, pensaba Akane ausente. Los únicos sonidos que llegaban hasta ella eran el viento, y las olas que rompían en las rocas algunos metros más abajo de donde ella se encontraba.

Llevó una mano a su cabeza, para colocar un mechón de azulado cabello tras su oreja. Su mano se quedó ahí, y el viento dejó de soplar, y las olas dejaron de sonar. Su rostro reflejaba la angustia que sentía. Sus ojos se fijaron en el colorido horizonte.

“Oh, Ranma...”

Y mientras otra lágrima corría por su mejilla, una ola chocó contra las rocas. Molesta con sigo misma, limpió la solitaria lagrimita con fiereza. Le gustaría ser capaz de sentir ira contra Ranma, pero solo conseguía concentrar tristeza en su corazón. Una vez más, deseó que pudiese estar ahí con ella para compartir el momento, para simplemente disfrutarlo, para _estar_ con ella. Deseó que _quisiese_ estar con ella.

*****

Ranma y Akane habían sido unidos en matrimonio hacía una semana. Sus padres habían decidido que sería una buena idea si pasaban un par de semanas solos, por su luna de miel, de manera que Nabiki había arreglado su estadía en una cabaña en este pequeño pueblo vacacional, cuya ubicación había guardado en secreto, por razones obvias, por el bien de la pareja... y por una suma módica extraída de los poco felices padres.

La boda había sido prácticamente forzada, tal como la primera lo había sido. Pero en su corazón, Akane sabía que quería llevarla a cabo. Amaba demasiado a Ranma como para seguir estirando esa extraña relación entre ellos. Cuando se habían conocido, Akane había estado furiosa por el hecho de que su padre había arreglado su vida para ella sin consultarle, pero lentamente había comenzado a querer a Ranma. Se había dado cuenta, finalmente, de que a pesar que Ranma era usualmente bastante rudo, terco e insensible, su corazón era también romántico e idealista. El problema era que cuando intentaba llevarse bien con él, simplemente no funcionaba.

Aún así, en numerosas ocasiones, Ranma había luchado fervientemente para salvarla de peligro, había demostrado profunda preocupación cuando ella parecía no sentirse bien. Y habían tenido momentos solo para ellos dos, en que Ranma había demostrado lo tierno y dulce que podía ser con ella. En aquellas ocasiones, Akane había pensado que tal vez él la amaba. Pero de un momento a otro el la había insultado, y arruinado cualquier atmósfera que hubiesen podido crear.

Cuando su padre le había contado que intentarían una nueva boda, y que Ranma había estado de acuerdo, Akane había estado secretamente feliz de que sería finalmente ella la que se casaría con Ranma, en vez de cualquiera otra de sus pretendientes. Pero al hablar con Ranma el día antes de la boda, él solo le ‘había seguido la corriente’, como si de verdad no le interesase lo más mínimo lo que estaba ocurriendo y quisiera evitar cualquier tipo de discusión, así que había estado de acuerdo con ella en todo. Akane no podía saber si Ranma se casaba porque de verdad lo quería, o por mantener el honor de su familia, y la promesa que sus padres habían hecho hacia más de veinte años. La única razón ‘válida’ que Ranma le había dado era:

“Oye, tal vez mi papá y el señor Tendo dejarán de molestarnos por alguna vez.”

Habían atendido a la universidad por un año y medio, y la boda se había llevado a cabo durante vacaciones de primavera. Gracias a Kasumi, nadie había interrumpido la ceremonia esta vez. Muy inteligentemente, Kasumi había invitado a cenar a todas las partes problemáticas la noche previa a la boda, y drogado su comida con un potente somnífero. Ninguno de los artistas marciales que habitaban Nerima hubiesen creído que la inocente Kasumi les gastaría un truco de ese calibre, así que nadie había sospechado nada. Como resultado, todos durmieron mientras la ceremonia se llevaba a cabo, y hasta el anochecer, horas más tarde que Ranma y Akane hubiesen tomado el tren que los llevaría a algún lugar del que solo Nabiki sabía su ubicación.

*****

Era la noche de bodas. Habían llegado a este pueblo hacía algunas horas, siguiendo las instrucciones que Nabiki les había dejado en una carta. Cuando se preparaban para dormir, Ranma tomó una almohada, y sin decir una palabra, se acostó en un sofá. Al día siguiente, su ‘relación’ se deslizó a sus patrones usuales de insultos y pesadeces mutuas. Ranma volvió a ser rudo con ella, solo que esta vez agregaba de paso que no podía creer que se había casado con un marimacho. Parecía aburrido o deprimido, Akane no podía distinguir. Llegó a la conclusión de que Ranma era infeliz, aunque ella intentaba muy duro para complacerlo. No había intentado cocinar, y había usado ropas que creía Ranma encontraría femeninas. Había incluso dejado de lado su diario entrenamiento, en caso que Ranma pensara que era muy masculino para ella. También había intentado sonreír más a menudo... Ranma había una vez dicho que se veía linda cuando reía, después de todo.


Los días siguientes, Ranma se contuvo de insultara, y hasta le preguntó que por qué no intentaba cocinar. Incluso la invitó a dar una caminata por la playa. Fue uno de esos extraños momentos en que Ranma había intentado ser amable con ella. Ver a Ranma tratando con tanto empeño de hacer esa primera semana de su matrimonio llevadera, le dolía aún más. Akane había pensado que después de todos esos años viviendo juntos, Ranma se enamoraría finalmente de ella, tal como ella se había enamorado de él. Pero eso no había ocurrido, se daba cuenta ahora.

Ranma estaba tratando _demasiado_; era sumamente extraño, aún para él, ser tan considerado con ella. Detrás de ese acto, parecía ser miserable. La única razón que Akane encontraba razonable, era que Ranma realmente no la amaba, y que se había casado con ella porque lo creía su deber. Sabía que Ranma era demasiado honorable como para serle infiel, lo que significaba que estaba amarrado a ella, y que nunca encontraría el amor que se merecía. Ser la causa de su miseria, era algo que Akane no deseaba, pero no sabía que hacer al respecto.

Akane creía que sería capaz de manejarlo, que no sería tan difícil soportarlo. No sabía lo equivocada que estaba.

*****

Solitaria, Akane recordó las razones que la habían traído a ese cerro alejado del ruido del pueblo, y de Ranma.

Hora de almuerzo. Ranma estaba muy silencioso, así que Akane intentó empezar una conversación. Sonrió su mejor sonrisa.

“¿Te gustaría ir a nadar a la playa cuando terminemos aquí?”, preguntó Akane.

“No tengo ganas”, dijo Ranma, y siguió comiendo.

“Tal vez deberíamos volver a casa”, dijo Akane, su sonrisa desvaneciéndose. Su respuesta había sido demasiado fría.

“Como quieras”, dijo Ranma sin emoción.

“No, Ranma, por algo te estoy preguntando. No veo que estés disfrutando esto.”

“¿Cómo se supone que disfrute una luna de miel, cuando estoy casado contigo?”

Akane casi podía escuchar su corazón mientras se quebraba en pedazos. Intentó esconder su enorme tristeza, pero sus ojos se llenaron de lágrimas, traicionándola.

“¡Discúlpame, Akane! No quise decir eso... es que... quise decir...”

“Está bien, Ranma... entiendo”, dijo, mientras fijaba los ojos en su plato. Tomó un largo aliento y lo dejó salir como un suspiro mientras Ranma volvía su atención a la comida.

“¿Y? ¿Te gustaría hacer algo después de almuerzo?”

Akane intentó sonreír, pero le fue imposible. Ranma pareció pensar por unos instantes, y luego miró a Akane a los ojos.

“Quiero estar solo... para pensar un poco las cosas. Pensé que sería más fácil después de casarnos, pero...” Ranma bajo su vista.

“Ya veo”, murmuró Akane.

Terminaron su comida en silencio. Akane comenzó a retirar los platos. Ranma estaba ahí sentado, sin mirarla ni decir palabra. No pudo soportar su silencio, era demasiado para ella. Y antes de darse cuenta siquiera, corría por las calles, llorando desconsoladamente. No quería que fuese así. Los dos era tan miserables... Si iban a tener siquiera una oportunidad, iban a tener que trabajar mucho juntos, sentarse a hablar. Pero antes, necesitaba dejarlo todo libre, y llorar las lágrimas que había contenido durante casi una semana.

A veces caminaba, a veces corría, se sentaba en una roca o bajo un árbol, y reanudaba su marcha. Recorrió cada calle. A veces la pena volvía con más fuerza, y lloraba y corría, sin saber a donde la llevaban sus cansados pies. Así se encontraba cuando se dio cuenta que había dejado atrás el pueblo. El sol estaba por ponerse. La belleza de ese espectáculo la llevó a quedarse en ese lugar, en vez de volver. La llenaba, a pesar de que su mente estaba triste y confundida, al igual que su corazón. Se relajó un poco ante la calma del cuadro que se le presentaba. Sí, necesitaban hablar; estaba segura de que podrían llegar a algún tipo de acuerdo. Eran adultos después de todo, ¿o no? Aún así...

“Oh, Ranma...”

*****

Ranma había estado corriendo por todos lados buscando a Akane. Se había ido después de almuerzo. Le había costado darse cuenta de que estaba solo. Estaba demasiado abstraído por sus pensamientos. De pronto sintió la casa un poco más fría, y se preguntó en qué momento Akane habría salido. El único problema era que se demoraba demasiado en volver. Ranma comenzó a preocuparse, era demasiado tiempo, no podía estar tranquilo y sentarse a esperarse.

“¡Maldición! Esta vez si que sobrepase el límite.”

Lo peor de todo era que él sabía que _todo_ era su culpa para empezar. Había estado entrometiéndose en la vida de Akane desde el día en que había llegado al dojo Tendo. Había sido tan viva y alegre cuando la conoció, y lo único que él había hecho desde entonces, era insultarla y mentirle. Después de la boda, algo le había pasado: ya no entrenaba ni intentaba cocinar. ¡Ni siquiera le había pegado! Por supuesto, Ranma se había dado cuenta que Akane había estado tratando de ser más ‘señorita’. Pero esa no era la Akane de la que Ranma se había enamorado.


‘Aún así,’ Ranma pensó, ‘está más hermosa que nunca.’

Una sonrisa se filtró hasta su rostro, pero desapareció en un instante. Tantos cambios en tan poco tiempo no podían ser nada bueno. Algo estaba definitivamente mal con ella. Ranma estaba seguro de que él era la causa de todo, porque Akane no lo amaba como él a ella. Ahora, era sencillo admitirlo. Se había enamorado de Akane casi a primera vista, a pesar que en ese momento no se había dado cuenta. Ranma había deseado con toda su alma que tal vez ella podría llegar a amarlo, pero ahora estaba convencido de que eso no había ocurrido. En vez de eso, su espíritu estaba decaído. Ranma siguió corriendo, haciendo girar ese anillo en su mano izquierda con su dedo pulgar.

“Akane...”

Finalmente había accedido a los planes paternos de contraer matrimonio, porque era ella la única mujer con quien Ranma quería pasar el resto de su vida, y había incluso creído que Akane había estado de acuerdo por razones similares.

‘Supongo que estaba equivocado. Mi _estúpido_ ego se entrometió de nuevo, y yo asumí que ella _quería_ casarse conmigo. Já. Seguro que estaba pensando algo como “¿sería posible que no se enamorara del genial Ranma Saotome como todo el mundo?” Supongo que realmente soy un baka.’

Luego se había esperanzado en que podrían resolver sus diferencias luego de casarse. Podrían pasar tiempo solos, en su luna de miel, sin ser interrumpidos por cámaras de video o cosas parecidas (o al menos eso esperaba), y hablar de cómo se sentían respecto a toda esta situación... si es que tenían las agallas. Pero, para variar, no había resultado así. Akane parecía tan triste después de la boda, que Ranma había decidido dejar las cosas calmarse un poco antes, para poder hablar con la cabeza un poco más fría, y la había ignorado durante el viaje en tren, el resto de la noche, y hasta el otro día. Prefería evitar que ella creyera que _tenían_ que tener relaciones por el hecho de estar casados. Al igual que en muchas otras ocasiones, lo último que Ranma desearía era forzar a Akane a hacer algo que ella no quisiera en un 100%. De seguro Akane no quería que un fenómeno como él la tocara. ¿Acaso no había arruinado su vida lo suficiente?

Ahora, Ranma estaba considerando seriamente anular el matrimonio, con la esperanza de que Akane pudiera encontrar a algún tipo _normal_, y no un fenómeno como él. Después de todo, ¿qué tipo de hombre era ese que pasaba la mitad de su vida como mujer? Inconscientemente, Ranma empuñó su mano con fuerza.

Ahora, Akane estaba amarrada a un imbécil mitad hombre, mitad mujer, porque, admitámoslo, había sido un verdadero imbécil con ella a la hora de almuerzo, para ver si reaccionaría como normalmente lo hacía, pero en vez de recuperar a su Akane, solo había conseguido herirla. Tal vez ella decidiría dejarlo a un lado, y buscar otro hombre. Él sabía perfectamente que no le costaría mucho esfuerzo encontrar una buena persona. Era gentil, y tan hermosa... Pero ahora que estaban casados, dudaba si Akane decidiría abandonarlo, y de seguro no tendría un amorío a sus espaldas. De eso estaba seguro.

‘Y aunque encuentre a otro tipo,’ Ranma pensó, ‘de seguro yo me pondría tan celoso, que haría todo lo posible para alejarlo.’ Ranma _siempre_ había sentido celos de cualquier tipo que se acercara a Akane demasiado, y por su culpa, Akane nunca podría encontrar el amor que se merecía, y que Ranma tenía tantos deseos de darle. Se odiaba por eso.

¿Qué tal si le confesaba lo que sentía? De seguro no funcionaría. Akane era demasiado generosa, y ahora si que sentiría que debía quedarse con él. Tal vez ella llegaría a quererlo con el tiempo, pero ¿cuánto tiempo? ¿Cuánto tiempo tendrían que ser infelices? Por otro lado, tal vez Akane entendería su manera de obrar y podrían llegar a algún acuerdo.

Ranma cesó su apurada marcha cuando sintió una suave brisa. Miró al cielo teñido de naranjos. Se había alejado un poco del pueblo. Estaba en una zona cubierta de pequeños cerritos en la salida norte del lugar. Desde aquí podía ver la cabaña en que se estaban quedando. Había ya recorrido todo el pueblo en busca de algún rastro de Akane.

Miró al sol que ya casi tocaba el ancho mar. La brisa volvió a soplar, refrescando su rostro. Ranma cerró los ojos, y dibujó a Akane en su mente. Siempre había pensado que era una hermosa muchacha, y se daba cuenta que era una mujer ahora. La imaginó llorando mientras se alejaba de él, y se le rompía el corazón al darse cuenta cómo la hacía sufrir.


“Oh, Akane...” suspiró suavemente.

Ranma tomó un largo aliento y abrió sus ojos. Entonces la vio. Estaba parada a unos treinta metros de él, dándole la espalda mientras observaba la puesta de sol. Estaba tan hermosa que su corazón comenzó a latir más fuerte. Por fin la había encontrado.

¿Y ahora qué? Ranma sintió el urgente deseo de correr hasta ella y abrazarla, pero no quería arruinar la hermosa visión. Empuñó sus manos, frustrado por su indecisión. Ella tenía razón. Era un pobre imbécil, y nada más.

Se veía tan pacífica, no quería arruinar esa calma que Akane parecía haber encontrado. Pero antes de darse cuenta siquiera, sus pies ya caminaban hacia ella. Se detuvo a un metro de Akane. ¿Qué debería hacer? No había otra salida. Tenía que contarle cómo se sentía. Ahora que lo pensaba, era bastante sencillo. Pedir disculpas, admitir sus sentimientos, y empezar de ahí... Por unos instantes, estuvo tentado de dejarla sola, tan silenciosamente como había llegado, pero lo peor que podía hacer ahora era acobardarse.

‘Los pandas huyen,’ pensó, ‘no los hombres.’

Fue entonces que la escuchó suspirar.

“Oh, Ranma...”

“Aquí estoy, Akane...”

*****

Por alguna razón, Akane no estaba sorprendida. Su corazón comenzó a latir más fuerte al sonido de su voz. Giró lentamente sobre sus pies para encontrar a Ranma ofreciéndole una débil sonrisa. Akane podía ver el sol y su rostro reflejados en eso hermosos ojos azules.

“¡Ranma!” y miró al suelo. Luego, tímidamente, subió su mirada, “¿Cuánto tiempo has estado ahí?”

“No mucho,” y miró al suelo, al igual que Akane.

Un poco más atrás, y no muy bien registrado en la mente de estos dos confundidos seres, las olas seguían rompiendo en la playa, mientras el silencio ente ellos crecía. Ranma levantó su cabeza para mirar a Akane, en el mismo momento en que ella hacía lo mismo. Inhaló.

“Akane, Yo...”, “Ranma, Yo...” Ambos sonrieron ante la coincidencia.

“Me encontraste,” dijo Akane por decir algo, su cerebro estaba bastante maltratado por confusas ideas que la habían asaltado por toda una semana... por casi cinco años.

“Tenía que hacerlo--” dijo Ranma con urgencia. Se detuvo por un momento cuando se dio cuenta con la facilidad que esas palabras habían salido de su boca y de su corazón. Dio un par de pasos, acercándose a Akane. Ella inhaló con sorpresa, que la mente de Rana pareció no registrar.

Sus brazos caían a sus lados, mientras empuñaba sus manos con furia. Ranma podía sentir su corazón latir ruidosamente. ‘Akane...’ pensó, mientras observaba su propio rostro en reflejado en esos ojos hermosos y claros. Akane sonreía, se veía feliz. Para Ranma, eso era todo. Obligó a su cuerpo a relajarse, soltó las manos y relajó sus hombros. Intentó enfriar un poco la cabeza para no decir idioteces. Tenía que salir sin errores a la primera. Ranma cerró los ojos tomó un largo aliento.

Akane se sobresaltó cuando Ranma abrió sus ojos para clavarlos en los suyos. Esperaba con contenido aliento sus palabras, deseando con todo el corazón que fuesen...

“Lo... lo siento, Akane.”

Akane estaba confundida. ¿Qué era lo que sentía? ¿Que su vida había sido completamente arruinada? ¿Que estaba atascado con una tan patética excusa de esposa, que ni siquiera podía cocinar sin arruinar alimentos en perfecto estado?

“Siento mucho haber sido tan desconsiderado con tigo todo este tiempo... Siento mucho haber actuado como un imbécil. Y siento aún más que hayas tenido que casarte con este pobre tonto. Es mi culpa que estés tan triste, y desearía que hubiese alguna forma en que pudiese compensarlo.” Su mirada bajó hasta el suelo.

Akane estaba temblando. Se llevó una mano a la boca, como si con eso pudiese esconder la sorpresa que sentía. ¿Qué quería decir? ‘Por favor Ranma, no trates más, me duele que trates tanto...’ Akane ya no sabía que pensar.

Ranma luchaba consigo mismo para encontrar las palabras adecuadas, y que Akane no las mal entendiese.

“Sé que es difícil ahora que estamos casados, y que es aún más duro estar casada con un fenómeno que cambia de sexo.”

Ranma miró hacia el lado por un momento, el dolor fácil de leer en su rostro. Akane sacudió su cabeza en negación, pero Ranma no se enteró. Cerró sus ojos por unos momentos. Cuando los abrió, Akane pudo ver una tranquila determinación que la llenó de preguntas. Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente, temerosa de sus próximas palabras.

‘Vamos, baka, dilo,’ Ranma pensaba, ‘suficiente introducción.’

Ranma miró a Akane nuevamente, para encontrarla a punto de derramar lágrimas.

“Akane, por favor...” dijo, casi en un suspiro. “No llores... Me duele tanto cuando lloras...”

Akane contuvo el aliento y miró a un lado. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, tal como lo habían hecho casi todo el día.

Verla así era demasiado para Ranma. No podía dejar que Akane siguiera sufriendo de esta manera. Ranma dio un último paso, eliminando casi por completo la distancia física entre ellos. Akane no lo notó, las lágrimas lo evitaron.

“Yo te dejaré ir, si quieres dejarme, y si te quieres quedar, haré mi mejor empeño para ser un buen esposo. Vamos a resolver esto Akane, porque quiero que seamos felices...”

De pronto, Akane sintió una mano gentil y tibia acariciar su mentón y aplicar una leve fuerza para levantar su cabeza. Los ojos de Akane vieron a Ranma sonriéndole, decisión reflejada en su atractivo rostro.

“...Quiero que _tú_ seas feliz...”

Akane contuvo la respiración cuando Ranma acercó su cara un poco a la suya.

“...porque te amo, Akane.”

De pronto, el tiempo y el sonido se detuvieron. La mente de Akane solo repetía las palabras una y otra vez. Lo había dicho. La amaba. _Él_ la amaba. Ranma. Y un miles de millones de alocados pensamientos invadieron su cansada mente en cuestión de segundos. Akane no podía hacer nada más que observarlo con ojos bien abiertos.

Ranma comenzó a sentir... ¿pánico?, de que ella saldría corriendo, o que se enojaría con por obligarla a quedarse con él, o que le daría una bofetada, que cómo se atrevía a decirle eso después de la forma en que la había tratado, o que se reiría en su cara, o que--

“Ranma... yo...” Akane susurró, y rompió a llorar con todas sus ganas mientras escondía su rostro en el pecho de un aliviado Ranma. Él la abrazó tiernamente y comenzó a mecerlos a ambos mientras Akane lloraba. Ranma dejó salir un aliviado suspiro que no se había dado cuenta que sostenía, y cerró sus ojos. Akane se sentía tan bien en sus brazos, tan... correcto.

Akane lloró suavemente por algunos minutos. Se abrazaron mientras el sol se hundía en el horizonte. Akane no podía ser más feliz que esto. Estaba perdida en su cálido abrazo. Parecía haber un lugar hecho a la medida de su cabeza en el cuerpo de Ranma, justo entre su hombro y cuello. Luego de un par de minutos, Akane alejó un poco su cuerpo para mirar a Ranma.

‘Tan hermosa...’ pensó Ranma, y no tuvo tiempo para nada más. Akane sonrió maliciosamente, y de pronto, sus ojos se cerraron, y lo besó. Los ojos de Ranma se agrandaron. Su sorpresa era tremenda, evidente por la tensión de todo su ser. Pero luego comenzó a relajarse, para cerrar los ojos y entregarse a su Akane, y contestar ese hermoso beso que ella le estaba regalando. Luego de algún tiempo se separaron. Akane miró a Ranma mientras inconscientemente mordía su labio inferior, pensando en la agradable sensación que el beso le había dejado.

“Yo también te amo, Ranma... Siempre te he amado, así que ni se te ocurra volver a hablar de dejarme, o me voy a enojar _mucho_ contigo...”

Akane sonrió mientras dejaba a Ranma sentir suavemente en su cabeza el mango de ese enorme mazo, que Akane hizo aparecer de ninguna parte. Desapareció instantes más tarde, mientras Ranma devolvía su sonrisa. La besó en la frente con ternura antes de volver a recogerla en sus brazos. ‘Esa’ si que era la Akane que él conocía y amaba...

Caminando de la mano, y reposando un poco en el otro, Ranma y Akane se dirigieron lentamente de vuelta al puebilto, mientras el sol terminaba de hundirse bajo el interminable y azul océano.

EL FIN.


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