![]() |
|
![]() |
|
Prospectiva de la industria manufacturera argentina (Segunda Nota) En la primera nota referida a la industria manufacturera, publicada en Indicadores de Coyuntura del mes de Agosto se analizó el panorama de la industria local en comparación con otras experiencias en el mundo. En síntesis, se mostraba que durante los noventa las manufacturas se habían movido hacia una rápida modernización más alineada con la demanda mundial y que ese paso no había estado exento de costos debido al punto de partida afectado por el proteccionismo comercial y por una prolongada desinversión en las tres décadas previas. Para completar el análisis en esta nota se expone la evolución manufacturera de la década, los obstáculos que enfrentó su desarrollo y, finalmente, se suman elementos para definir su futuro.
Al inicio de los 90 la industria manufacturera argentina venía de atravesar un período de contracción generado por la gran inestabilidad macroeconómica de los años ochenta (el PBI industrial se contrajo a razón de un 1.9% anual entre 1980 y 1989). El crecimiento de los 90 se vio afectado por dos episodios de crisis en 1995 y 1999. La contracción de 1995 tuvo como origen un shock externo a partir de la devaluación mexicana. La contracción industrial del año 1999 reconoce su inicio a partir de la crisis asiática de mediados de 1997, desacelerando el crecimiento en 1998 con un posterior empeoramiento debido a la devaluación brasileña de inicios de 1999.
En el nuevo marco económico apareció un fuerte flujo de inversiones extranjeras que por un tiempo se orientaron hacia las empresas de servicios públicos recientemente privatizadas, y luego hacia sectores industriales de gran dinamismo como el sector Alimentos, Bebidas y Tabaco, los sectores Químicos y Petroquímicos y luego al complejo automotriz (como posición estratégica para saltar a un mercado mayor vía el Mercosur). La expansión del consumo de las familias generó un incremento de la rentabilidad de las empresas elaboradoras de productos de consumo masivo, estimulando la inversión en esas ramas de la actividad. Se lograron ganancias de productividad importantes que tuvieron su origen por un lado, en la posibilidad de tener acceso a bienes de capital de origen extranjero que se encontraban más cerca de la frontera tecnológica y de la mejor práctica internacional; y por el otro, en la necesidad de realizar profundas modificaciones de los procesos de producción para poder subsistir ante el desembarco al mercado de nuevas empresas con tecnologías superiores y ante el ingreso con mayor fluidez de las importaciones. Es de destacar el comportamiento de la productividad de la industria con referencia a la de la economía como un todo. En la década de los ochenta la industria manufacturera presentaba una productividad laboral levemente superior a la observada para el promedio de la economía. En la década de los noventa industria comienza a ganar productividad con una clara aceleración del crecimiento a partir de 1992. En términos de la industria manufacturera, se puede observar que gran parte de la productividad que se generó a inicios de la década de los noventa es explicada por el hecho de que el nivel de utilización de la capacidad instalada fue bastante baja a fines de los 80, permitiendo expandir la producción sin la necesidad de contratar mano de obra extra. Dado el contexto de la reforma económica y sumando a la ventaja comparada del país en recursos naturales y mano de obra calificada, otros elementos estratégicos como las economías de escala y el cambio tecnológico, la Argentina exhibe algunas características ventajosas en potencia para mantener una tasa de crecimiento elevada en su actividad manufacturera. Por un lado, algunas empresas locales empiezan a internacionalizarse y las empresas internacionales se han establecido en el país atraídas por la mejora en el clima de negocios (privatización, desregulación, estabilidad macroeconómica). La escala y grado de concentración en algunos sectores no es muy diferente de la escala de la industria brasileña, por ejemplo. En el Cuadro 1 se muestra una aproximación a la comparación de la concentración en las dos principales economías del Mercosur. Esta comparación es imperfecta por la limitada disponibilidad de datos pero da una buena idea de las similitudes. Por su parte, en términos de la escala, Brasil aventaja a la Argentina en automotores y autopartes, plásticos y químicos y electrodomésticos, pero la Argentina supera la escala brasileña en molinos y aceiteras, lácteos, equipos de comunicaciones y bebidas no alcohólicas. En varios sectores como alimentos, metalúrgicas, limpieza y cosméticos, laboratorios, las escalas no difieren mucho con una ligera ventaja en tamaño para el Brasil. Por último, debe analizarse el factor tecnológico. La introducción de la informática en el ámbito productivo ha dado lugar a una nueva revolución industrial, basada en la información. Los flujos de información se aceleran, son transferidos sin importar la distancia y los volúmenes, y esto genera modificaciones importantes en las reglas económicas, impulsando a los agentes económicos a adecuarse al nuevo contexto global. Las nuevas reglas de juego llevan, al menos en la transición, a la diferenciación de la economía de la información de la economía tradicional. Muchos productos de industrias y profesiones pueden ser capturados en forma de información digitalizada, y a partir de ello ser replicados a costo marginal nulo, por tal razón, la información podría llegar a considerarse un insumo productivo sustituto de otros factores como la mano de obra o el capital. En este nuevo ambiente, productos y procesos son rediseñados atendiendo a la tecnología de la información, al tiempo que nuevas industrias aparecen. El crecimiento en las industrias de tecnología de la información es conducido por diversos factores. En el lado de la oferta pueden considerarse el desarrollo y la introducción de nuevos productos al nivel de las firmas a partir de la inversión en innovación, el desarrollo de nuevos productos y servicios y el movimiento en general hacia la prestación de servicios. En el lado de la demanda, puede considerarse la reducción de costos de equipos y la aceleración del comercio internacional de servicios. En el caso de la "nueva economía", la difusión de la tecnología de la información a nivel de las firmas derrama su impacto en la economía como un todo mejorando la productividad y el crecimiento. Trabajos muy recientes indican que en el caso de los Estados Unidos la tasa de crecimiento de largo plazo del 2,5% que se usaba para caracterizar su desarrollo habría pasado al 3,5 por efecto del aporte tecnológico. Los recursos informáticos se encuentran disponibles a bajos costos, de manera que no se trata de una oportunidad de negocios sólo abierta para grandes empresas, sino también una oportunidad abierta a los pequeños y medianos empresarios. El movimiento hacia la reducción de escala productiva y la tercerización son fenómenos cada vez más frecuentes, y no es casual que el nuevo contexto económico requiera este tipo de empresas. Las llamadas PYMES están en condiciones de especializar su producción capturando demandas específicas y dada su flexibilidad son susceptibles de rápidas reacciones a cambios en las condiciones de demanda o competencia. Así, surge una tendencia hacia la conformación de "compañías virtuales", las cuales participan de redes de producción en la cual se asignan las tareas antes conferidas a una única unidad productiva integrada verticalmente. En Argentina, se dio un espectacular crecimiento del sector de telecomunicaciones desde la finalización del proceso de privatizaciones. En este sentido obsérvese el comportamiento de las líneas telefónicas instaladas y en servicio, y el importantísimo crecimiento en materia de teléfonos celulares. Una política adecuada asegurando el acceso a esta infraestructura, que tiene un carácter global, permitiría, como se dijo, no sólo lograr ganancias de productividad en sectores tradicionales, sino también, el desarrollo de nuevas actividades como servicios financieros, entretenimiento, servicios empresa-riales, etc. Junto con el desarrollo de la infraestructura tecnológica es necesario el desarrollo de un ambiente jurídico y económico que favorezca el desarrollo de las nuevas tecnologías. Es necesario contar con un sistema jurídico que proteja la propiedad privada, asegure el resguardo de la privacidad de las personas y mantenga un abierto acceso al mercado de las comunicaciones. En este contexto, los factores asociados a la localización, reducen su importancia en cuanto a las firmas tecnológicas. Para las firmas tradicionales la disponibilidad de recursos estratégicos y mano de obra sigue siendo relevante, pero, otros factores son cada vez más importantes, entre ellos, la disposición de recursos humanos altamente capacitados, el estado de la infraestructura física y de información, el sistema de cargas impositivas y la transparencia del sistema de regulaciones. Existe evidencia que indica que la Argentina puede mantener el impulso modernizador incorporando los elementos de la "nueva economía" a su espectro productivo. Entre los más importantes están: el desarrollo de las telecomunicaciones, la integración vertical de los negocios y la disponibilidad de infraestructura. Entre los obstáculos más importantes, la Argentina deberá resolver los problemas de estabilidad de las normas y seguridad jurídica [1]
Esta nota sintetiza la primera
parte del estudio “Reflexiones sobre el futuro de la industria
manufacturera en la Argentina”, preparado por un equipo de trabajo de
FIEL para ser presentado en la Convención Anual organizada por el
Instituto de Ejecutivos de Finanzas de la Argentina. FIEL agradece el
patrocinio del IAEF. [2]
Se compararon las escalas de las
cuatro empresas más grandes por sector de acuerdo a lass ventas
declaradas.
|