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Los indicadores monetarios no muestran aún recuperación Aún cuando la discusión acerca de si la actividad económica está repuntado o se mantiene aún en una fase recesiva, cabe preguntarse qué se puede inferir a partir de la observación del comportamiento del mercado bancario.
Con respecto a los depósitos, lo que ha podido observarse es que los mismos continúan creciendo a tasas cercanas al 5% anual en forma constante desde diciembre de 1999. Sin embargo, mirando a lo largo del último ciclo de actividad, la tasa de crecimiento ha sido descendente, dado que en enero de 1998 la misma superaba el 27% al año, hacia fines de ese mismo año la misma tasa era 14% y en mayo de 1999 no superaba el 8%. Si se tiene en cuenta que cerca del 80% de los depósitos del sector privado están constituidos por plazos fijos, suponiendo una tasa de interés promedio de 6% al año, esto resulta que el solo devengamiento de intereses generaría un crecimiento de 4.8% al año, tasa muy cercana al incremento anual de los depósitos. Por lo tanto, el crecimiento de los depósitos sería en gran parte resultado del mantenimiento de los activos del sector privado no financiero dentro del sistema bancario, lo cual no constituye un punto menor y de hecho expresa una demanda por depósitos creciente, teniendo en cuenta el alto contexto de incertidumbre que durante varios meses se ha evidenciado en otros indicadores (e.g. el riesgo soberano). Aunque dentro de estas observaciones cabe señalar que el grado de dolarización de los depósitos ha tendido a aumentar. En efecto, en el primer trimestre de 1998 el 55% de los depósitos del sector privado estaban denominados en dólares; con los datos de los primeros días de setiembre es posible esperar que en el tercer trimestre del 2000 el mismo porcentaje sea del 62%.
Hasta aquí es díficil inferir si los depósitos están indicando alguna recuperación de la actividad, aunque tampoco muestran que se trate de un período recesivo. Cabe ahora preguntarse qué ha pasado con el crédito al sector privado, ¿cuál ha sido el comportamiento de cada uno de los componentes?. El crédito al sector privado ha detenido su crecimiento (medido en tasas interanuales) en agosto de 1999 y partir de allí ha comenzado un decrecimiento a una tasa constante hasta enero de 2000 observándose desde ese mes una caída aún más pronunciada hasta julio/agosto de 2000. Los datos de setiembre de 2000 indicarían que si bien la tasa interanual de crecimiento también sería negativa en torno al –5%, la misma mostraría una reversión.
En términos de montos absolutos de crédito, el valor máximo desde agosto de 1999 correspondió a enero de 2000 comenzando desde ese mes una caída que sólo se habría detenido en agosto para mostrar (con cifras provisorias) un leve repunte en setiembre. Es posible inferir con el comportamiento de las tasas de interés cuál ha sido el comportamiento de cada uno de los lados del mercado. Aquí pueden observarse básicamente dos etapas: la que llega hasta diciembre 1999, cuando los préstamos al sector privado se contraen mientras las tasas de interés se incrementan, y desde enero de 2000 hasta abril, cuando pudo observarse una contracción del crédito con tasas de interés también decrecientes La primera etapa puede asimilarse a una contracción de la oferta de crédito que prevalece sobre el movimiento de la demanda explicada por la incertidumbre acerca del futuro de la economía (recuérdese las elecciones y el recambio presidencial durante el año 1999) sumada a los temores del efecto del año 2000 lo que llevó a los bancos a acumular activos líquidos contrayendo la oferta de crédito. Pasado fin de 1999, el exceso de liquidez llevó a las entidades financieras a reducir las tasas fuertemente (la tasa activa en pesos promedio pasó de 13,5% en diciembre a 9,5% en abril del 2000) pero el crédito continuó contrayéndose porque prevaleció una reducción de la demanda. A partir de mayo se observó un incremento de la tasa de interés activa, mientras el crédito continuó en descenso. Este aumento en el costo del crédito puede atribuirse al aumento del riesgo país en ese mismo período.
Esta caída en la demanda de crédito sin duda que está asociada a la reducción del nivel de actividad económica. Más si se tiene en cuenta que dentro del sector industrial los rubros que impulsaron el crecimiento estuvieron alentados por las ventas externas, tratándose en general de empresas cuyo financiamiento no sería predominante bancario. Otros indicadores como el consumo y la inversión no fueron alentadores por lo que la demanda de crédito no pudo haber sido importante. Recientemente ha sido argumentado que parte de la causa de la caída del crédito al sector privado puede deberse a un tema impositivo, dado que desde principios de 2000 los bancos locales ya no pueden deducir el impuesto al endeudamiento que les retienen a las empresas por el otorgamiento de préstamos de la retención de la ganancia presunta (withholding tax) que le realizan a los prestatarios extranjeros. Esto implicó un incremento del costo del crédito para las empresas que tomaban crédito en los bancos locales que se fondeaban en el exterior por lo que podrían optar por financiarse directamente en bancos del extranjero. Claramente, esta alternativa podría haber sido utilizada sólo por empresas de mayor envergadura. También una de las causas que podrían en parte explicar la caída de los préstamos es el hecho de que varios bancos han decidido titulizar parte de sus carteras de créditos, por lo que habría habido alguna reducción contable en este rubro.
Dado que los créditos bancarios al sector privado estuvieron cayendo, los bancos aplicaron el crecimiento de los depósitos hacia los préstamos al sector público, los que se mantuvieron creciendo hasta el punto de representar en agosto del 2000 el 17,5% del total de los créditos al sector no financiero (público más privado) cuando en 1998 representaron en el promedio del año el 10,7%. Esta demanda del sector público explicaría el sostenimiento de las tasas de interés pasivas y activas, lo que se ha traducido en un desplazamiento del crédito al sector privado. Otra aplicación fue la compra de títulos públicos, lo que permitió obtener una notable rentabilidad a las entidades financieras. En efecto, los títulos públicos le permitieron reportar a los bancos resultados en sus balances inusualmente altos (rentabilidad anualizada del 8% respecto al patrimonio neto en el primer trimestre del 2000 mientras que en el mismo trimestre de 1999 – cuando aún no se había manifestado la recesión claramente- la misma alcanzó a 4,9%). En resumen, la actividad de los bancos, tanto por los depósitos como por los préstamos, no indican que se esté en un sendero de expansión a juzgar por los indicadores. Sin embargo, la observación reciente de setiembre muestra un incremento de la tasa de interés para préstamos y un leve aumento en los préstamos, lo que podría indicar alguna recuperación de la demanda. Es conveniente ante un sólo dato continuar observando qué es lo que ocurre en los próximos meses. |