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El problema es la inversión

Daniel Artana

Luego de la reunión del Fondo Monetario Internacional en Praga ha surgido la tesis de que la recesión argentina tiene un origen psicológico. Incluso, hay varias opiniones respecto de que lo que se necesita es reactivar el consumo. En verdad, cuando se analizan los números de actividad económica hasta el segundo trimestre del año 2000 que acaba de publicar el gobierno nacional se observa que el problema es claramente la fuerte caída de la inversión. (Ver gráfico adjunto).

Comparando todas las variables de las cuentas nacionales ajustadas por estacionalidad con los niveles alcanzados en el segundo trimestre de 1998 (pico de actividad económica), se observa que el PIB luego de dos años continuaba 5% por debajo del nivel base. Luego de insinuar una recuperación en el cuarto trimestre de 1999 se vuelve al valle de actividad del primer semestre del año pasado. Las exportaciones de bienes y servicios medidas a precios constantes (una proxy de la evolución de las cantidades exportadas) recuperaron lo que habían perdido durante 1999, mientras que el consumo recuperó alrededor de 2 de los 5 puntos perdidos. Si bien es cierto que hay algún margen para el error, el gráfico muestra con elocuencia, que la inversión bruta se ubicó 22% por debajo de los niveles alcanzados hace dos años atrás.

Otra forma de confirmar que el problema no es la falta de consum, es reconocer que la Argentina mantiene todavía un déficit en cuenta corriente elevado cercano al 4% del PIB. En ese contexto, lejos está la Argentina del caso japonés de la década del 90 con consumo aletargado y fuertes superávit externos.

La pregunta entonces es porqué no reacciona la inversión. Debe notarse primero que los dos grandes componentes de la inversión caen fuertemente. La actividad de la construcción se redujo en dos años alrededor de 17% y las compras de equipos durables nacionales e importados alrededor del 28% en el mismo período, promediando el total de la inversión bruta una reducción del orden del 22%.

Una primera razón que podría explicar este fuerte descenso en la inversión es la caída en la rentabilidad de los sectores transables de la economía como consecuencia de los menores precios de exportación, la devaluación del real y del euro y el aumento en el riesgo país que impacta negativamente sobre el costo del capital de terceros. Si bien es cierto que algunos de estos factores han mostrado alguna recuperación, todavía la Argentina tiene un problema de tipo de cambio real y de alto riesgo país y por ende de alto costo del crédito para el sector privado.

Pero también habría contribuido negativamente una cierta actitud antinversión de la coalición gobernante. Parecería que sólo interesan las inversiones cuando las realizan empresas Pymes a las cuales se las trata de apoyar con créditos de fomento, compre nacional y otras medidas similares. Por el contrario, se han adoptado algunas decisiones que tienen un sesgo opuesto para el resto de la economía y que traslucen cierta falta de respeto a los derechos de propiedad. Algunos ejemplos son los siguientes:

El paquete tributario de diciembre de 1999 incluyó el impuesto a las altas rentas de las personas con un claro componente retroactivo.

Se decidió modificar lo estipulado en los contratos de distribución y transporte de gas natural para evitar la corrección de las tarifas por la inflación de Estados Unidos.

Se forzó un código de buenas prácticas comerciales entre supermercados y proveedores que contiene aspectos que limitan la competencia. Sumado a nuevas normas provinciales que traban la inversión de los comercios de grandes superficies se trasluce cierta animadversión contra las empresas de gran tamaño.

Se ha sugerido la regulación de ciertos aspectos de la actividad petrolera que procuran interferir con relaciones contractuales entre mayoristas y minoristas. Buena parte de estas restricciones han sido adoptadas en otros países, con impacto negativo sobre los consumidores.

Se han sugerido nuevas reformas tributarias (ahora suspendidas) para gravar ganancias de capital, dividendos distribuidos e intereses de plazos fijos de empresas que aumentan la tributación sobre el capital.

Se ha sugerido la conveniencia de direccionar una parte de los fondos de las AFJP para financiar proyectos que creen empleo aún cuando ello resulte en un menor retorno para los aportantes. Esta propuesta, además de alterar los objetivos de la reforma previsional de 1994, omite que los fondos de las AFJP están financiando otras actividades que perderían esa fuente de recursos y deberían contraerse o buscar fondos alternativos.

Algunos legisladores de la Alianza insisten con reintroducir las cargas patronales lo que encarecería el costo laboral, afectando negativamente el empleo.

Es cierto que la mayoría de estas medidas no se han concretado, pero generan un efecto nocivo sobre las decisiones de inversión que incluso parece contrarrestar algunas decisiones positivas incluidas en el presupuesto 2001. Así, el cumplimiento (aunque gradual) de la reducción del derecho de estadística incluido en el arancel externo común, el intento por reducir la magnitud de algunos tratamientos de privilegio (FET, IVA a la TV Cable y exenciones a los combustibles de la zona sur) y la decisión de no introducir nuevos cambios en el sistema tributario, son señales positivas.

En resumen, la clave para la recuperación de la Argentina pasa por reestablecer señales positivas para la inversión. Aquí no debe cometerse el error de introducir mecanismos de fomento sectorial o distribuir prebendas. De lo que se trata es de entender que las condiciones que mueven la inversión en el mundo capitalista son las reglas de juego estables, y obviamente la rentabilidad.