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Efecto de las crisis financieras en los activos y pasivos de los bancos Si bien la turbulencia en los mercados internacionales de activos financieros es un fenómeno reciente, que sobrevino a partir de una creciente interconexión de los mercados, en la actualidad (fines de octubre), parece repetirse la misma situación que la observada en ocasiones anteriores, e.g. agosto de 1998. Esto es, por una parte, una reducción de las posiciones financieras de los activos de los países emergentes, manifestándose en caídas en las bolsas y en los precios de los bonos y, por otra, una salida también de los activos de renta variable de los países desarrollados hacia títulos de renta fija (e.g. bonos del Tesoro norteamericano).
Las consecuencias de las crisis anteriores sobre los países emergentes han sido notablemente negativas. A partir de la caída de la actividad de los países emergentes más dinámicos en Asia, se revisaron las previsiones de la evolución de las demandas de bienes primarios, con un importante ajuste a la baja en los precios de los commodities. Esta caída en los precios de los bienes primarios afectaron aún más a las balanzas comerciales de los otros países emergentes no asiáticos, entre ellos a la Argentina, que iniciaron un ajuste en las absorciones domésticas. Algunos de estos países lograron resolverlo parcial y temporariamente con ajustes en el tipo de cambio.
Aún cuando el fenómeno parece recién estar en sus inicios, es probable que las consecuencias no sean tan dramáticas como en ocasiones anteriores, dado que muchos países se encuentran hoy, después de aquellas experiencias, mucho más sólidos en sus aspectos reales y financieros. Lo que es claro es que los mercados de deuda se tornaron en las experiencias anteriores mucho más aversos a los títulos de los países emergentes, lo que en la práctica significó grandes dificultades para continuar financiando deficits estatales de estos países. Ante una situación internacional que tiende a agravarse para los países deudores como la Argentina, la situación interna no ha contribuido positivamente a la recuperación de la actividad económica. Al estancamiento se le ha sumado la crisis política, lo que ha alentado grandes cambios en los precios de los activos domésticos ante la incertidumbre de viabilidad presupuestaria del sector público y de continuación del actual arreglo monetario. Esta incertidumbre se ha manifestado en un incremento significativo del riesgo país que se acercó a casi los 1000 puntos básicos en la penúltima semana de octubre, un nivel no alcanzado desde agosto de 1999, con plena campaña electoral. También la bolsa ha mostrado una sostenida caída con el índice Merval en su nivel más bajo del año y registrando una pérdida del 28% desde fines de 1999. Debe señalarse que la bolsa ha mostrado un movimiento "de espejo" de la prima de riesgo- país, por lo que su índice ha tendido a moverse ante cambios en la cartera de activos argentinos (acciones más bonos) más que por cambios en las percepciones de la beneficios de las empresas. A nivel del sistema bancario, también se han manifestado cambios importantes. En primer lugar, debe señalarse que aún con altibajos, la dolarización de los depósitos ha continuado. Los datos de los primeros días de octubre muestran un aumento de los depósitos en dólares a expensas de los depósitos en pesos (1,8% versus –1,7%, respectivamente), aún cuando la totalidad de los depósitos han crecido levemente. Los depósitos denominados en dólares representaban en agosto de 1998 el 56% del total mientras en octubre de 2000 la participación estaría en el 63%. La dolarización ha sido más fuerte en los depósitos que en los préstamos. En el caso de los préstamos, los hipotecarios son los que han mostrado una tendencia a una mayor dolarización, siendo en la actualidad 52 la proporcionalidad de los denominados en dólares a los denominados en pesos. En segundo lugar, en medio del estancamiento de los créditos al sector privado ha aumentado la participación de los créditos al sector público. En efecto, desde enero de 1999 la participación del sector público en el total de préstamos pasó del 13% al 18%. Consecuentemente con la creciente demanda de fondos para el sector público, las tasas de interés se han mantenido por algunos períodos firmes, aumentando con la dolarización la brecha entre las tasas pasivas en pesos y en dólares. Aún con altibajos, se observa desde noviembre de 1997 un aumento en el nivel de esta brecha desde un cuarto de punto hasta no menos de 0,5 % a partir de allí. En setiembre y octubre de 2000 ese nivel alcanzó el 1% de diferencia en las tasas pasivas en ambas monedas. Por último, dado que la crisis tuvo básicamente un origen real (la caída de los términos de intercambio), la trasmisión al sistema financiero se manifestó en un aumento en la morosidad en los bancos, cuya cartera normal pasó de 87% en setiembre de 1998 al 83% en mayo de 2000. Estos movimientos dentro del sistema bancario han sido respuestas racionales a los cambios en las condiciones de los mercados (mayor volatilidad e incertidumbre) desde el inicio de estas crisis financieras y desde la recesión doméstica. No es posible aún observar salida de depósitos del sistema bancario aunque si se tiene en cuenta que los depósitos totales deberían crecer al menos a la tasa pasiva, lo que se puede observar es sólo un mantenimiento de los mismos. En resumen, la situación internacional no es actualmente de las más favorables pero el sistema bancario ha acusado cambios en la composición en sus pasivos y activos pero no cambios de gran significación ni traumáticos, como podría ser una salida de depósitos. Esto indica que la confianza en el sistema financiero argentino se mantiene firme y que actúa como alternativa razonablemente confiable de mantenimiento del ahorro. |