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Soplan
nuevos vientos de cambio
Soplan
nuevos vientos en el mercado monetario y financiero y no se trata
precisamente de brisas tranquilizadoras. La regulación del sistema
financiero está siendo sustancialmente modificada en su espíritu y en
su letra lo que no harían más que agravar la falta de credibilidad en
el sistema y en la moneda. Como nota destacada, cabe señalar que los depósitos de todo el sistema financiero han continuado descendiendo. Hacia fines de noviembre los depósitos del sector privado habían descendido otros $2.050 millones en un solo mes, esto es, una caída del 3,1%. Desde el 4 de octubre, cuando se registra el último máximo, la reducción alcanza a $4.390 millones (6,4% de los depósitos). Desde el máximo del 2001, también máximo histórico, del 12 de febrero, el descenso alcanza a $ 14.178 millones (18,2% de los depósitos).
Esta corrida ha influido en la situación de los bancos quienes se han visto desbordados en el manejo de la liquidez, lo que explica los sucesivos cambios en la regulación bancaria. En el último mes, por ejemplo, la tasa interbancaria en peso promedió el 71% anual y el 34% en dólares. La tasa de los depósitos para montos de más de un millón alcanzó un promedio del 47% en pesos y 23% en dólares en el mismo período. El BCRA ha instrumentado, para evitar la iliquidez de las entidades, nuevos pases activos y redescuentos por iliquidez cuya magnitud alcanza ya los $6.100 millones (más del 8% de los depósitos).
En este contexto adverso, y en temas de regulación bancaria, se
observaron durante noviembre tres modificaciones en la normativa que
cambian el funcionamiento del sistema monetario y financiero. Estas
normativas son las Comunicaciones A 3361, A 3365 y A 3366. ·
La
Comunicación A 3361 estableció
un menor límite de
cómputo de la integración de los activos radicados en el exterior,
afectando especialmente en los depósitos en el Deustche Bank de Nueva
York. Esto es, si bien antes podían representar en conjunto el 80% de
la integración exigida, ahora no puede superar el 10%. Esto
tuvo como efecto una reducción de la integración de la liquidez en el
exterior y un aumento en la integración en el BCRA en las cuentas
corrientes en dólares. Como consecuencia, las reservas en oro y divisas
en el BCRA, que respaldan la base monetaria en pesos, aumentaron en la
misma proporción en que cayeron los depósitos radicados en Nueva York
(aproximadamente US$1.600 millones). Dado que al mismo tiempo se
constituyó un depósito en cuenta corriente en dólares en el BCRA,
este movimiento no genera reservas excedentes que permitan la expansión
de pesos.
Esto implica que, por ejemplo, hacia el día 21 de noviembre había
US$ 5.800 millones en cuenta corriente en moneda extranjera en el BCRA y
US$ 18.065 millones de reservas internacionales, por lo que el verdadero
excedente de reservas internacionales alcanzaba a US$ 4.355 millones,
dado que $11.300 millones de pesos en circulación exigen al menos que
el 70% de respaldo (US$7.910 millones). Esto es, los US$ 4.355 millones
podrían multiplicarse, manteniendo el respaldo en el 70% en los pesos,
en $ 6.221 millones a través de la expansión monetaria (representa el
8% de los depósitos y el 55% de la base monetaria actual). · El BCRA ha emitido recientemente la Comunicación A 3365 donde se establece que los depósitos, (tanto a la vista, cajas de ahorro y a plazo fijo) cuyas tasas pagadas superen sólo moderadamente (1 punto porcentual en el caso de los depósitos a plazo fijo) el promedio de la tasa de interés de la semana anterior (para depósitos a plazo fijo de 30 a 59 días), están obligados a integrar el 100% de los mismos. La integración de estos depósitos son además de carácter diario, lo que implica que tampoco están disponibles en caso de iliquidez de otros depósitos distintos de los originales. De hecho se trata de un limite superior a las tasas de interés dado que ningún banco tomaría depósitos que no puede utilizar ni siquiera para paliar transitoriamente la iliquidez.
El efecto de esta
medida es incierta por ahora pero debería esperarse una fuga más rápida
de los depósitos de los bancos percibidos como
más riesgosos hacia los menos riesgosos. El diagnóstico detrás de
esta medida parece residir en que bancos que pierden depósitos están
intentando mantenerlos con tasas cada vez más altas con lo que elevan
las tasas del resto de los bancos. Sin embargo, a juzgar por la
información de los balances hacia agosto, no se trata de un grupo de
bancos quienes son afectados por la corrida sino del
sistema en su conjunto. De ser así, esto implica que la salida
de depósitos se podría ver agravada si los depositantes no aceptan las
tasas máximas. ¿Por
qué se tomaría una medida así? Los fundamentos indican de la
necesidad de que “se le otorgue mayor estabilidad al sistema
financiero” dado que “una tasa de interés excesivamente elevada ...
tiene implícito un mayor riesgo de liquidez” (sic). Este fundamento
puede ser razonable si existe una captación de depósitos que es
expansiva pues, a tasas más elevadas, se está capturando depósitos
que habitualmente no están destinados a ese fin pero, en medio de una
corrida, lo que se intenta no es capturar esos depósitos más volátiles
sino mantener la base habitual de depósitos. Detrás de esta medida,
probablemente esté la caída de rentabilidad de los bonos y préstamos
al sector público que representan cerca del 24% de los activos de los
bancos, a partir del canje que, al pagar tasas del 7% anual, no
justifican tomar depósitos a tasas tan altas como las actuales. Esto
tampoco fundamenta apropiadamente la regulación pero es, sin duda, más
entendible aunque no oportuna. ·
También
a través la Comunicación A 3366 se instrumentó para los bancos la
adecuación necesaria para la incorporación de los Préstamos
garantizados, que surgirían a través del canje por títulos públicos.
Esta
medida convertiría aproximadamente $12.000 millones de títulos públicos
y $9.000 millones de préstamos a las provincias en un monto similar de
préstamos “garantizados por la recaudación” a una tasa no superior
al 7%. Además del efecto negativo sobre el “flujo” (la rentabilidad
de los bancos), dado que obtuvieron buenos resultados en ejercicios
anteriores debido a los altos rendimientos de los bonos y préstamos
provinciales, se produce un efecto sobre la composición del
“stock”. En efecto, al generarse un préstamo, se inmoviliza y se
genera iliquidez sobre la cartera de los bancos de una magnitud no
despreciable: si antes existían 10% de la cartera en bonos vendibles (a
menor valor dada la cotización del mercado) hoy no existen más. Esto
tendría como efecto una reducción en todos los demás flujos,
incluyendo cualquier nuevo préstamo al sector privado, para recomponer
la liquidez. Se ha anunciado, sin embargo, que el BCRA seguiría
utilizando estos préstamos como garantía para la asistencia crediticia
en caso de iliquidez pero ahora lo que se ha generado es una mayor
dependencia de los bancos con la autoridad monetaria por lo que esta última
está más expuesta a la emisión de pesos. En
resumen, dada la gravedad de la situación, es entendible cierta mayor
flexibilidad de la autoridad monetaria para la emisión de pesos, aunque
esto puede empeorar aún más la corrida a través de las expectativas
de devaluación que se verían magnificadas. Lo que no parece
justificable de ningún modo es la tasa de interés “tope” que no
hace más que echar leña al fuego, aumentando la fuga de los
depositantes del sistema. |
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