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El cambio arancelario y la industria

Marcela Cristini y Lindor Esteban Martin Lucero

Las cifras provisorias del Indice de Producción Industrial (IPI) de FIEL de marzo muestran un aumento del 19.8% respecto de febrero de 2001 y del 0.5% si la comparación se realiza respecto de marzo de 2000. Éste es el primer incremento luego de ocho contracciones consecutivas, si la comparación se realiza con respecto a igual mes del año inmediato anterior.

La evolución del primer trimestre del año presentó una contracción del 1.1% comparado con igual período del 2000. De esta manera se alcanzan tres trimestres consecutivos de contracción en la producción industrial, luego de una recuperación en sus niveles de actividad desde el cuarto trimestre de 1999 al segundo trimestre de 2000.

En el primer trimestre de 2001 fueron 8 los sectores que presentaron incrementos de producción: Agroquímicos (estimado en 294.9%); Insumos Plásticos y Caucho (estimado en 21.5%), Petroquímicos (16.9%), Petróleo Procesado (4.2%), Hierro y Acero (4.1%), Cigarrillos (2.2%), Bebidas (estimado en 1.2%), y Aluminio (0.4%).

Los otros once sectores mostraron contracciones en sus niveles de actividad: Papel y Celulosa (estimada en –1.2%), Línea Blanca Eléctrica (estimado en –3.6%), Línea Blanca No Eléctrica (estimado en –4.9), Neumáticos (-6.7%), Alimentos (-6.9%), Cemento (-8.3%), Químicos Minerales (estimado en –11.3%), Insumos y Bienes de Capital (estimado en –12.0%), Insumos Textiles (-20.1%), Automóviles (-31.0%) y Tractores (estimado en –35.6%).

Si el análisis se realiza por tipo de bien se puede observar que el de Bienes de Uso Intermedio fue el único bloque que presentó un incremento (10.4%). Las restantes tres clasificaciones presentaron contracciones: Bienes de Consumo Durable (-27.4%), Bienes de Capital (-15.8%) y Bienes de Consumo No Durables (-5.4%).

Tanto lo prolongado del período recesivo como la magnitud de la contracción reflejan los graves problemas que ha venido enfrentando la economía argentina desde fines de 1998. En el orden interno la reforma económica perdió impulso y en el orden internacional las crisis rusa y brasileña afectaron gravemente el panorama de los países emergentes y pusieron en marcha mecanismos de ajuste automáticos del sector externo que no fueron acompañados por la necesaria flexibilidad de costos en el mercado local. Consecuentemente, la Argentina perdió competitividad y, a la vez, se vio empujada a un escenario de bajo nivel de actividad propiciado por la salida neta de capitales.

En el período más reciente del último año y medio que ha transcurrido bajo una nueva administración política, lamentablemente, la crisis se ha agravado y la Argentina no ha encontrado una salida adecuada a sus problemas.

La experiencia internacional nos ha enseñado que un paso decisivo en las reformas económicas es el que se da cuando un gobierno de signo diferente al que la lanzó, mantiene el esfuerzo reformista en los aspectos fundamentales. El cercano caso chileno da cuenta de la potencia de ese paso.

Si bien el esfuerzo de la administración actual de nuestro país ha ido en el sentido de mantener las características de economía orientada por el mercado que la Argentina había retomado con convicción a partir de las privatizaciones, el agravamiento de los problemas fiscales y la multiplicación de señales políticas contradictorias desembocó en una situación crítica.

Una parte esencial de la reforma económica es la apertura de la economía. Con distintas modalidades dicha apertura acompañó a todos los casos exitosos. En Chile la apertura fue unilateral y bajo un arancel uniforme en línea con la más pura ortodoxia económica; en los países del Este Asiático la inserción internacional fue más pautada por los gobiernos pero siempre se privilegió la competencia internacional y las exportaciones como un valor superior del éxito empresario. La Argentina eligió el camino del regionalismo abierto y pautó una rebaja arancelaria con el Brasil cuyo compromiso ayudó a dar credibilidad y continuidad a la reforma en el segundo lustro de los 90. A fines de la década estaba pautada un revisión de la reforma arancelaria del MERCOSUR que aún está pendiente. Aunque el mundo ha avanzado rápido hacia la reducción de aranceles y el MERCOSUR se encuentra con algún retraso relativo, no puede negarse que se habían logrado avances importantes a la luz de la historia proteccionista de ambos socios. A la vez, la introducción del proceso del ALCA apuntaba a ayudar a un mayor impulso aperturista.

Lamentablemente, la situación recesiva local llevó a un abandono del esfuerzo hacia la apertura. Con la asunción del Ministro Cavallo se lanzó un programa transitorio de protección comercial a sectores seleccionados que significa una reversión de la política arancelaria establecida. Este programa consta de dos aspectos esenciales: 1. la protección de algunas ramas industriales cuya competitividad se ha visto reducida por diversos factores tanto en el mercado local (sustitutos de importaciones) como en el mercado internacional (productores que exportan parte de su producción) y 2. la promoción de la inversión a través de la reducción de aranceles a los bienes de capital importados. En los párrafos siguientes se tratará de evaluar el impacto de la nueva escala arancelaria sobre la producción y el consumo local. Algunos aspectos especiales del punto 2. anterior, vinculados al mercado de bienes de capital se reseñan en la nota del Sector Externo, en este mismo número de Indicadores de Coyuntura.

En una primera aproximación cabe indicar que el universo de importaciones afectado por la nueva normativa es de US$ 8.200 millones, según valores importados en 1999. De ellos, US$ 3100 millones corresponden a importaciones de bienes de capital cuyo arancel se redujo a 0% y el resto, US$ 5100 millones corresponden a bienes de consumo cuyos aranceles se elevaron a tasas entre un 20% y 35%. Como puede observarse, la protección promedio de la economía crece, extendiéndose naturalmente esa protección a nuestros socios comerciales dentro del MERCOSUR.

Con la finalidad de poder observar el comportamiento de la estructura arancelaria de los sectores de la industria se procedió a agrupar las posiciones de acuerdo con el Código CIIU (Rev.3). De esta forma en el Cuadro Nº2 se observa que sólo tres sectores han presentado caídas de protección arancelaria promedio (calculada como los aranceles correspondientes a cada línea arancelaria), contando éstos con el 7.6% de los trabajadores de la industria en 1993 y aportando el 8.2% del Valor Agregado Bruto (VAB) de dicho año. Fueron ocho los sectores que presentaron incrementos de arancel en más de 5 puntos, representando el 48.5% del VAB de 1993. Esa mayor protección corresponde a sectores tales como Alimentos, Bebidas y Tabaco; Ediciones e impresiones; Prendas de vestir; Fabricación de Productos Textiles, Fabricación de Productos de Cuero, y ciertos muebles y maquinarias clasificados dentro de las ramas 29 y 23. Vale destacar que estos ocho sectores concentraban el 55.6% del trabajo de la industria en 1993.

Otra forma de evaluar el cambio es a través del análisis de la protección nominal, es decir el cambio en el arancel promedio de las importaciones. Para ello se procedió a la comparación de la nueva estructura arancelaria promedio para las principales secciones del Sistema Armonizado con la situación vigente antes de las resoluciones. Para ello se sacaron promedios simples de todas las posiciones arancelarias correspondientes a cada sección de forma de contar con una medida simple y objetiva para observar el cambio de los aranceles (Ver cuadro Nº3).

Dentro de las veintiún secciones, cinco presentan incrementos de arancel en sectores donde la Argentina no sólo presenta un déficit comercial total, sino que también lo presenta con los países miembros del Mercosur. Estos sectores están representados por las secciones VI, VII, X, XI, XIII y XV. En estos casos se crea el peligro potencial de inducir o acrecentar el efecto de desvío del comercio. Este efecto consiste en que un país miembro de un acuerdo preferencial puede desplazar a la oferta de un país del resto del mundo gracias a la ventaja de ingresar con un arancel más bajo o nulo al mercado de su socio. El desvío del comercio representa una pérdida de bienestar y constituye un efecto no deseado de los acuerdos preferenciales de comercio.

En las secciones IX, XII, XVIII, XIX y XX los principales efectos son de mayor protección para los productores locales. Las ramas XVI y XVII registran reducciones de los aranceles promedios y corresponden a los bienes de capital.

Hay seis secciones que presentan características particulares, dado que se trata de sectores exportadores netos que ven aumentados los derechos de importación extrazona promedio. En estos casos el efecto buscado es el del mantenimiento del mercado local como plataforma de lanzamiento de las exportaciones, por una parte se limitan las posibilidades de comercio intraindustrial y de productos diferenciados que amenazan esa plataforma y , por otra, permiten que los negocios en el mercado local financien en parte la colocación de exportaciones.

A modo de conclusión, la industria presenta un incipiente repunte en sus niveles de actividad, liderado por los bienes de uso intermedio y en particular los sectores de Agroquímicos, Insumos Plásticos y Caucho, y Petroquímicos, como se ha venido indicando en notas anteriores, consecuencia de la puesta en funcionamiento de ampliaciones de plantas en el sector, destinadas en gran medida a la colocación de estos productos en el mercado mundial. El efecto de las modificaciones arancelarias en la producción industrial busca mejorar el desempeño de los sectores clasificados como Bienes de Consumo No Durables (como Alimentos, Bebidas y Tabaco) y algunos sectores clasificados dentro de los Bienes de Uso Intermedio (tales como Textiles, Ediciones e impresiones, prendas de vestir, etc) a través de un aumento de su precio o  un desplazamiento de la oferta importada. Los efectos de estos cambios, con todo, no son seguros, en parte por el efecto de desvío de comercio apuntado y en parte, por la posibilidad de sustitución en el consumo. A su vez, estos cambios tienen costos importantes en términos de la señales para la inversión y el comercio. En términos de la primera, ninguna medida transitoria de aumento de la protección inducirá mayor inversión sectorial ya que se encuentra atada a incertidumbre sobre la tasa de rentabilidad futura de esa inversión. En términos del comercio internacional, los retrocesos en la apertura reducen la credibilidad y lesionan las relaciones comerciales que han tomado su tiempo para desarrollarse.

[1] Se dieron a conocer dos resoluciones, en la primera de ellas se afectaba un universo mayor, de US$10.000 mill., que luego fue reducido al excluirse las computadoras, los teléfonos celulares y algunos otros bienes de capital y al incluirse algunas partidas de bienes de consumo.

[2] Varios de los productos afectados están sujetos a elevados aranceles específicos que se calculan por unidad. La elevación del arancel ad-valorem  busca aumentar el mínimo que debe usarse para la liquidación del derecho y muy probablemente no afecte la protección que estaba vigente.

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