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No alcanza con mejorar la liquidez bancaria para reactivar Hacia mediados de febrero de 2001 se comenzó a observar un retiro de los depósitos mantenidos en el sistema bancario local. Ello repercutió en una reducción de la circulación monetaria y una caída en las reservas internacionales mantenidas por todo el sistema financiero, incluyendo las del BCRA y las del resto de entidades. En alguna medida este comportamiento ha sido similar al del efecto Tequila, aunque la magnitud de la reducción de los pasivos en los bancos no ha sido tan dramática como la de aquellos años. En efecto, los depósitos del sector privado cayeron entre noviembre de 1994 y abril de 1995 un 17% mientras que los depósitos en mayo de 2001 seràn aproximadamente un 8,5% inferiores a los niveles de febrero de 2001. Si bien aún no está claro que tal proceso se haya detenido, tampoco hay información de que la salida de depósitos continúe agravándose.
La misma dinámica macroeconómica, de resultar positivos los efectos del canje de deuda, va a contribuir a restituir la confianza en las entidades locales y, probablemente en el peso, por lo que los depósitos deberían recuperarse en el corto plazo.
En cambio, resulta más confuso el panorama que puede trazarse de los créditos al sector privado, dado que ahora no se trata de una fuerte y aguda restricción a la liquidez de los bancos como la observada en el Tequila lo que indujo a las entidades a disminuir sus préstamos al sector privado. En el caso actual, debe sumársele también que se trató de varios shocks reales (caìda en los precios de los bienes exportables, devaluación del principal socio comercial y fortalecimiento del dólar) que implicó un proceso deflacionario en la economía.
La deflación induce tanto una restricción en la oferta como en la demanda de créditos. Los bancos no prestarán a empresas cuyos ingresos nominales estàn cayendo porque los productos que venden son cada vez menos valiosos respecto a otros bienes y frente a otros costos (e.g. bienes importados, mano de obra). Las empresas no tomarán pasivos nominales que no se ajusten al nivel de precios porque ello significará, en un proceso de deflación, una carga real de la deuda creciente. Un análisis similar debería haber llevado al gobierno a evitar los déficits dado que la recaudación cae en parte porque el proceso deflacionario es importante.
Esto hace que, a diferencia de lo observado durante la crisis del Tequila, los créditos al sector privado se encuentren en una fase contractiva desde fines del año 1998. Esta tendencia decreciente de los préstamos hace que se observe una caída màs importante que la observada en los años 1995-1996. Sin embargo, cuando se elimina esta tendencia y sólo se mira el comportamiento cíclico, la caída de los créditos está aún lejos de los mínimos del Tequila y es menos pronunciada que la de los depósitos, situación que no se observa cuando se considera con la tendencia incluida. Por lo tanto, no puede esperarse que la recuperación de los depósitos del sector privado de por sí resulte en un aumento de la oferta de crédito si el problema del lado real persiste, i.e. deflación y estancamiento de la economía, de forma de alentar la demanda por préstamos. Otro aspecto significativo de consideración es que puede observarse desde mediados del año 1998 una notable contracción en algunos segmentos del crédito al sector privado más vinculado a la producción. En particular, los adelantos en cuenta corriente han declinado casi en un 30% desde junio de 1998 hasta mayo de 2001. Pero también resulta llamativo que parte de esa declinación no ha sido inducida por un aumento en la tasa de interés dado que la misma casi se ha mantenido constante durante el mismo periodo. En cambio, si se observa el comportamiento de otras tasas, tales como las de préstamos con documentos descontados o a empresas de primera línea, en los últimos 2 meses han mostrado una clara tendencia ascendente. La estabilidad de la tasa para adelantos en cuenta corriente estaría señalando un comportamiento de racionamiento del crédito en este segmento vis a vis los segmentos con mayor garantía y a las empresas de primera línea. Por esto mismo, no puede inferirse directamente por el comportamiento de las tasas si el crédito ha estado restringido al sector privado y tampoco debería esperarse una baja en esta tasa cuando mejoren las condiciones sino en cambio una mayor predisposición al préstamo de las entidades por otras vías diferentes de las tasas. Por último, en materia regulatoria, cabe señalar que recientemente el BCRA dispuso algunos cambios importantes en la exigencia de requisitos mínimos de liquidez. Básicamente ahora se permite el cómputo del efectivo en caja mantenido por los bancos como parte de la integración requerida y se cambia la estructura de porcentajes exigidos sobre los depósitos de acuerdo al tipo (antes era del 20% después se bajó al 18% independientemente del tipo de depósito sujeto a requisitos mínimos de liquidez). La idea detrás de estos cambios es reducir el costo de las entidades con gran número de sucursales dado que ellas son las que requieren una mayor proporción de efectivo en relación a sus depósitos y son las que poseen un número mayor de cuentas corrientes, que ahora están obligadas a integrar el 15,5% en lugar del 18% anterior. Por otra parte, los depósitos a plazo (cajas de ahorro y plazo fijo) deben integrar desde el 22% al 10% dependiendo del plazo residual pero se estima que el efecto es un aumento en la integración promedio. Los cambios en la estructura de obligaciones de integración porcentual responden a la mayor volatilidad que registran los depósitos a plazo ante cambios en las percepciones de la economía argentina y de las entidades financieras respecto a los depósitos a la vista. Las estimaciones del BCRA indican que el efecto de tales cambios no serán sustanciales en la oferta monetaria. |
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