HOMEPAGE
para suscribirse

 

 

El objetivo a alcanzar está más lejos

Daniel Artana

La Argentina está sufriendo una larga recesión, que lleva ya tres años, por razones económicas y extraeconómicas. La caída de precios de exportación y las devaluaciones del Euro y el Real generaron un problema de competitividad, al mismo tiempo que la menor disponibilidad de crédito y mayores spreads para los países emergentes pusieron en evidencia el problema fiscal de nuestro país que, en verdad, tiene su origen en una expansión imprudente del gasto público y de la deuda en una economía con una regla cambiaria rígida. A ello se suman las dificultades políticas domésticas, que en un escenario económico complejo, agravan los problemas comentados anteriormente.

Resolver el problema de competitividad cuando al mismo tiempo existe una restricción fiscal es complejo. Se genera una presión deflacionaria que sólo es moderada cuando se pueden concretar nuevas ganancias de productividad o mejoren las condiciones externas que dieron origen al problema.

Durante 1999 y el año 2000 la Argentina fue, gradual y dificultosamente, corrigiendo el problema de competitividad. La deflación de costos internos, alguna revaluación del Real brasileño y mejoras de productividad permitieron ir recuperando el tipo de cambio real, aún a pesar de que en el ínterin la política pública complicó el ajuste que estaba realizando el sector privado, al aumentar el gasto y la presión tributaria formal.

Al mismo tiempo, esas correcciones en los ingresos y egresos del Estado resultaron en un mayor déficit que comenzó a despertar dudas sobre la solvencia del gobierno argentino. La estrategia adoptada a finales del año 2000 consistió en solicitar ayuda internacional especial y emprender algunas reformas estructurales (pensiones y obras sociales) que ayudaran a mejorar las perspectivas de mediano plazo.

Los acontecimientos de los primeros cinco meses del año 2001 han agravado en forma importante el problema económico argentino. Por un lado, se complicó la situación política, pero fundamentalmente en el flanco económico ocurrieron tres hechos que vuelven a dificultar la recuperación.

En primer lugar, se observaron nuevas depreciaciones en el Real y el Euro (la primera explicada por razones políticas fundamentalmente). Ello echó por la borda gran parte del esfuerzo realizado por el sector privado argentino durante 1999 y 2000, generando nuevas presiones deflacionarias en una economía algo exhausta luego de una recesión tan prolongada.

En segundo lugar, la crisis energética de Brasil reduciría el crecimiento esperado para el año 2001 en nuestro principal socio comercial de 4.0% a 2.5%, moderando un factor que había contribuido positivamente al aumento en las exportaciones argentinas.

Por último, y luego de un esfuerzo impositivo de 1% del PIB y de una reducción de gasto de 0.3% del PIB, el gobierno nacional está luchando para volver a las metas del programa firmado a fines del año 2000, pero luego de haber utilizado una parte importante de la ayuda financiera comprometida. Y todavía el riesgo país se ubica en un nivel superior al que regía a fines del año 2000.

Ante este escenario y para ganar algún espacio financiero el gobierno ofreció un canje de deuda pública que, a diferencia de operaciones anteriores, se realizó en momentos de "estrés". Esto resultó en un aumento de la deuda modesto (0.7% del PIB), que es el precio a pagar para lograr aliviar las necesidades de financiamiento de los próximos años.

Pero el canje de deuda da espacio pero ni mejora la competitividad de la economía ni asegura, per se, la solvencia fiscal. Por ello, si bien podría tener un efecto positivo adicional sobre el riesgo país, es dudoso que éste se reduzca a niveles compatibles con una rápida recuperación de la economía (por debajo de los 600 puntos básicos).

Lo más probable si no mejora el contexto internacional y regional es que la Argentina logre evitar una caída adicional en su nivel de actividad, pero que no se observe una recuperación vigorosa. Para que esta última se concrete es necesario avanzar en reformas estructurales y, además, esperar que las rebajas de tasas de interés de corto plazo en los Estados Unidos se reflejen también en las tasas de largo plazo internacionales y en un debilitamiento del dólar. No parece sostenible en el mediano plazo un déficit en cuenta corriente superior a 4% del PIB en la primera economía del mundo, tal cual se ha observado durante los tres últimos años.

Finalmente, parece existir en algunos analistas la percepción de que es posible recuperar la economía merced a un aumento en el consumo inducido o bien por rebajas de impuestos o bien por una postergación del 50% de los aportes a las AFJP. Las variables de la economía argentina no permiten inferir que éste sea un camino adecuado. Durante la década del 90 la Argentina sufrió de un insuficiente ahorro nacional que fue complementado por ahorro externo. Las cuentas nacionales sugieren que durante esta recesión el ahorro nacional se redujo como una forma de responder a una caída en el nivel de actividad (seguramente considerada transitoria por muchos agentes económicos). Para recuperar de modo sostenible al consumo agregado hace falta mayor financiamiento externo (el cual no parece estar disponible) o que la gente perciba un aumento en su ingreso permanente (lo cual luce difícil en una economía con alto riesgo país, problemas de competitividad y empleo y parálisis en las reformas estructurales). Por ello, lo más probable que ocurra si se intenta alentar la recuperación del consumo es que, en el mejor de los casos, se observe un "veranito" transitorio en las cifras de actividad de cortísimo plazo, al costo de agravar la situación de la economía a los pocos meses.

La Argentina debe encarar con decisión la solución de sus problemas de solvencia fiscal y de competitividad. Para ello, se requiere de un programa de reformas estructurales muy agresivo que reduzca en forma sustancial el gasto público presente y futuro, al mismo tiempo que los tres niveles de gobierno avanzan en la desregulación de la economía. Si la dirigencia política no demuestra su vocación por reducir el déficit fiscal y atacar los sobrecostos de las regulaciones será muy difícil que la Argentina pueda atraer las inversiones necesarias para alcanzar un crecimiento vigoroso. No sólo es importante la recuperación de corto plazo sino también el crecimiento de mediano y largo plazo al que puede aspirar nuestro país. Y éste depende de nuevas reformas y de despejar las dudas en el frente fiscal.

Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) Córdoba 637 4to piso - (C1054AAF) Capital Federal - Argentina -

 TE: 54-4314-1990 Fax 54-11-4314-8648

 Esta página esta optimizada para una resolución de 600x800 y Java