Permanece la incertidumbre acerca de la política doméstica
El mercado financiero internacional espera en estos días una nueva definición de la Reserva Federal acerca del movimiento que se la dará a la tasa de referencia para los fondos federales.
Cabe recordar que el movimiento de esta tasa ha sido sostenido en el último año especialmente, al pasar del 5% en junio de 1999 hasta los 6,5% definidos en la última reunión de mayo de este año y que colocan a este nivel como el más alto en los últimos 9 años. Este incremento de 150 b.p. parecen haber tenido cierto efecto sobre la economía real, a juzgar por los indicadores de los analistas "más optimistas", aquellos que no esperan nuevos aumentos en lo que resta del año. La lectura consiste en mirar los indicadores de mayo que mostraron declinaciones en las ventas minoristas, en las ventas de bienes durables y una caída en el empleo por primera vez en cuatro años. Sin embargo, muchos piensan que un número de un mes no es suficiente para determinar una tendencia de la economía americana al enfriamiento, más aún cuando el PBI continúa creciendo fuertemente (registró un incremento anual del 5,4% en el primer trimestre de este año), la tasa de inflación continúa acelerándose y los activos bursátiles recuperaron gran parte de la pérdida sufrida en el mes de marzo. Respecto a este último comportamiento, debe señalarse que una de las preocupaciones centrales de la Reserva Federal ha sido el efecto riqueza creado por la "sobrevalorización" de las acciones, especialmente las tecnológicas.
Estas circunstancias indicarían que la decisión acerca de cómo se va a mover la tasa en el corto plazo no está definida, pero sin duda el panorama acerca de la continuación de una demanda agregada en permanente expansión ya no es tan optimista como antes. La Reserva Federal, ponderando además la circunstancia de un "shock" de oferta negativo por el aumento de los precios del petróleo y de sus derivados, debería mostrar cierta cautela antes de endurecer la política monetaria.
Es decir, el panorama de la política monetaria en el futuro parece más favorable para países deudores como la Argentina, dado que la tasa de interés internacional no aumentaría tanto como se esperaba hace unos meses. Adicionalmente, debe también ponderarse el hecho de que una política monetaria norteamericana menos restrictiva que la esperada puede favorecer la competitividad argentina vía la depreciación del dólar versus el euro.
Por su parte, el mercado de bonos latinoamericanos mostró cierta volatilidad aunque los precios de los bonos recuperaron parte de las pérdidas sufridas durante el mes de mayo con la caída del Nasdaq para los primeros días de junio. Este comportamiento no fue, sin embargo, idéntico para todos los países latinoamericanos, dado que Argentina mostró una recuperación hasta mediados de junio pero de allí en más los rendimientos ímplicitos tendieron a aumentar, incrementando el riesgo país más que otros países como Brasil o México.
Por el lado de los activos búrsatiles, las bolsas latinoamericanas mostraron una recuperación desde el mínimo de mayo pero, nuevamente, la bolsa de Argentina fue la que mostró una peor perfomance relativa. Por ejemplo, el índice Bovespa creció desde el 22 de mayo hasta el 19 de junio un 27% en dólares, mientras que el Merval en el mismo período la recuperación fue de sólo 14%. Medido desde principios de año, el índice de la bolsa brasileña no mostró variaciones mientras que la bolsa argentina se encuentra aún un 12% abajo.
Con respecto al sistema financiero doméstico, los depósitos continuaron creciendo durante junio, lo que muestra la confianza del público en el sistema bancario. Hasta junio, la tasa anual de crecimiento de los depósitos habría superado el 6,5%. En términos monetarios, el aumento de los depósitos durante el primer semestre del año fue de alrededor de $4.500 millones. La aplicación de esos fondos correspondió a préstamos al sector público (cerca de $ 800 millones), a cancelar líneas con el exterior y a la compra de activos líquidos (títulos públicos). La reducción en los préstamos al sector privado no financiero superó los $ 1.300 millones, aún cuando los préstamos hipotecarios aumentaron en $500 millones.
Esta situación de alta liquidez bancaria es la consecuencia de una demanda de crédito que no reacciona manifestándose en tasas de interés en baja. En efecto, las tasas de interés sólo aumentaron levemente durante los últimos días de junio aún cuando la tasa de interés internacional (e.g. Libor) y el riesgo país mostraron ascensos pronunciados en los últimos dos meses. Existe, en este sentido, una capacidad prestable ociosa que se encuentra disponible ante cualquier reacción de la demanda de crédito por lo que, excepto que ocurran cambios en las condiciones externas, no debería esperarse aumentos en la tasa de interés.
En resumen, la situación financiera internacional se muestra más favorable para la posición de la Argentina, aunque los títulos y valores del país parecen haber sido más castigados que los de los otros países latinoamericanos. Este comporta-miento denota una menor disposición de los inversores extranjeros a mantener valores argentinos. El problema ahora se encuentra en la situación interna, manifestada en bajos precios de los activos locales.