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Panorama del Sector Pesquero Argentino Marcela Cristini y Lorena Schupak La Argentina y el mercado mundial pesquero El comercio mundial de pescado representa el 1% del comercio mundial de mercancías. Se comercia el 40% del volumen capturado, lo que resulta un porcentaje muy elevado en comparación con la agroindustria (15%). La Argentina ocupa el n°18 en el ránking de exportadores mundiales aportando el 1,8% de la oferta bruta de exportaciones al mercado mundial, valor que representó el 3,5% de las exportaciones totales de la Argentina en 1998 y luego ha ido en declinación. Debido a que la pesca de captura encuentra un límite natural en la tasa de reproducción del stock, la importancia de la pesca es decreciente con el grado de desarrollo de los países y pequeña dentro del Producto Bruto (a excepción del caso de Islandia). En la Argentina el producto pesquero es 0,16% aproximadamente del Producto Bruto Total y el 1,3% del Producto Bruto Agropecuario. La sobreexplotación ha sido una característica generalizada en el mundo. El sobredimensionamiento de la flota ha sido el rasgo más destacable del fracaso en las políticas de conservación del stock. Las pesquerías industriales han evolucionado hacia una reducción en el uso de la mano de obra (Japón, Islandia, Noruega), reemplazándola por capital. En cambio, en los principales países pesqueros en desarrollo ha ido en aumento el tamaño de la flota. En particular, en los principales países pesqueros de América Latina (Argentina, Chile, México y Perú) el tamaño de la flota se incrementó, al igual que en Filipinas, Indonesia, Marruecos y la India. El fuerte crecimiento de las capturas marítimas observado desde 1950 ha tendido con el tiempo a declinar a medida que la productividad del esfuerzo se ha reducido. En efecto, la captura mundial de especies marinas ha tendido a mantenerse constante (con tasas de crecimiento iguales a cero) lo que estaría indicando el límite a las capturas posibles. De acuerdo con la FAO, aproximadamente el 44% de las especies ícticolas marinas están totalmente explotadas estando sus capturas en el nivel máximo o muy cerca del mismo, no previéndose margen para la expansión de su explotación. Se estima, asimismo, que el 16% de las especies están sobrepescadas y, por lo tanto, no se prevé que se pueda continuar con ese ritmo sin afectar fuertemente el recurso a menos que se introduzcan nuevas formas de manejo del mismo. Otro 6% de las especies fueron colapsadas. Un porcentaje cercano al 3% de las especies se encuentra en vías de recuperación. Aunque en las últimas dos décadas se han hecho importantes esfuerzos para realizar una explotación más racional de los recursos ictícolas a través de un mejor método de manejo sostenible, las ganancias derivadas de una mayor extensión de las restricciones a la sobrepesca todavía pueden ser muy significativas. En efecto, los beneficios estimados por la FAO son un incremento en la producción de 8 millones de toneladas sólo por un mejor manejo de los recursos, esto es, más del 9% de la captura mundial anual promedio de los últimos años. Un estudio reciente de la OCDE, indica que la transición a pesquerías con manejos más responsables de los recursos puede involucrar costos importantes en términos de pérdidas de empleo y de capital. La actividad pesquera local La Argentina se ubica dentro del mercado mundial como un país productor intermedio, cuyo desarrollo es relativamente reciente y un país exportador relativamente importante. La pesca constituye tanto desde el punto de vista de su aporte al producto como desde el punto de vista de sus exportaciones un sector relativamente pequeño. No obstante, tiene dos características que lo distinguen. Por un lado, la explotación pesquera aprovecha un recurso renovable y, por lo tanto define potencialmente una contribución permanente al producto, como ocurre con la producción agrícola o con la propia industria. En consecuencia, se trata de producciones localizadas regionalmente, con un alto impacto local. Mar del Plata ha sido históricamente el puerto de mayor importancia, si bien a partir de mediados de los 80 la actividad pesquera movió su eje hacia los puertos patagónicos debido al desarrollo de especies como el langostino y el calamar. La explotación comercial del recurso se concentra en la flota de altura que puede dividirse en fresquera y congeladora. La flota pesquera fresquera desembarca el pescado fresco, con hielo. Los congeladores elaboran y congelan el producto a bordo, que es mantenido y desembarcado en temperaturas inferiores a 20º bajo cero. Hasta fines de la década del 90 la flota estaba constituida casi exclusivamente por barcos arrastreros. Aceptando la distinción entre buques fresqueros y congeladores, los buques fresqueros arrastreros participaron en los 90 con el 30% aproximadamente de las capturas totales, concentradas en un 80% en la especie merluza. En el curso de la última década casi la mitad de la captura combinaba buques fresqueros y congeladores como parte de la reconversión de varias empresas que mantienen plantas en tierra. Un cuarto de la captura se hace por armadores que tienen planta en tierra propia. El centro de esta flota es el puerto de Mar del Plata. Debido al colapso en la merluza, los buques de menor porte diversificaron su captura a otras especies como corvina y lenguado. Los buques de mayor porte debieron intensificar su permanencia promedio en el mar, sin poder compensar el efecto del menor stock con un mayor esfuerzo. Este hecho generó una situación crítica del recurso con mantenimiento de la sobrepesca. La flota de procesadores congeladores arrastreros participó en los 90 con el 50% de las capturas totales. Los buques de mayor porte producen surimi usando polaca y merluza de cola como materia prima, el resto se dedica a la merluza hubbsi. El 80% de esta flota cuenta con frigorífico o planta en tierra. El colapso de la merluza llevó a desactivar algunos buques y a diversificar especies por los buques de mayor porte hacia la merluza de cola. En 1993 comenzó a operar el sistema de charteo para pesca del calamar Illex. Por este sistema las empresas armadoras argentinas pueden arrendar a casco desnudo o fletar por tiempo determinado barcos extranjeros habilitados para la pesca por un permiso asociado al proyecto pesquero que presenta el armador. El valor del producto por tonelada en el mercado interno es 50% mayor que el que va al mercado internacional, ya que en el mercado interno se absorbe el sobrecosto que implica el mayor esfuerzo de pesca que genera el stock depredado. Los envíos al mercado interno crecieron 85% entre 1995 y 1997 mientras que las exportaciones lo hicieron en un 40%. La posibilidad de discriminar precios en el mercado local es producto de la protección natural del costo de transporte y del arancel vigente del 13%. El mecanismo de la competencia en el mercado abierto hace que el mercado internacional imponga un límite a la depredación debido a que las empresas no pueden traspasar los costos crecientes con precios dados. En cambio, la protección del mercado interno conlleva a un aumento del precio que no envía señales de limitación de la depredación. Desarrollo y Política Pesquera en Argentina En la Argentina el desarrollo de la pesca data de los años 60 pero la explotación industrial creció aceleradamente en los 80. El 75% de la producción se exporta, de modo que el precio y el estándar de calidad deben responder a los mercados internacionales. El crecimiento del sector entre los 80 y los 90 se ha construido sobre un conjunto de normas desordenadas desde el punto de vista del rol del Estado; del alcance de los derechos de los privados a la explotación del recurso; y de la naturaleza, valor y destino de la renta proveniente del recurso. Al igual que en otros países, la legislación avanzó muy lentamente en la organización sectorial y en las normas para la protección del recurso. La adjudicación de una porción importante de la renta del recurso a los privados a través de la concesión de permisos contra el pago de un canon inferior a la renta pesquera se puede interpretar como una decisión de promoción sectorial o como un modo de compensar la inversión en una actividad específicamente capital intensiva, en un país con un alto riesgo macroeconómico. El incentivo al desarrollo pesquero proveniente de los mercados internacionales con precios en alza hacia mediados de los 90 y el nuevo marco de estabilidad local que permitió el desarrollo de la economía pusieron de manifiesto el error en el manejo del recurso que regía en la Argentina. El mantenimiento de la pesca olímpica (acceso abierto), las carencias de los controles sobre capturas, con falta de acatamiento de la Captura Máxima Permisible (CMP) y la incentivación del crecimiento de la capacidad de pesca confluyeron al agotamiento del principal recurso, la merluza hubbsi, y a la explotación máxima de gran parte de las especies de importancia comercial. Así como en otras experiencias, la Argentina ha desarrollado restricciones a la explotación del recurso en el marco de la presión de distintos grupos de interés en la pesca y como resultado la conservación del stock ha sido dañada. Sólo la evidencia de una situación cercana al colapso ha hecho reaccionar a los gobiernos internacionalmente y ese es el caso que enfrenta hoy la Argentina con la crisis de la merluza hubbsi. Esta situación adquirió particular dramatismo a partir de 1997, cuando el inminente colapso en el recurso merluza fue seguido de una serie de medidas que no lograron superar la crisis. La Ley Federal de Pesca N° 24.922 reconoce en gran parte el diagnóstico anterior y, en consecuencia, elimina el acceso abierto y organiza las cuotas individuales de pesca; reconoce la existencia de un contrato implícito entre el Estado y los incumbentes y asigna las cuotas de pesca de acuerdo a parámetros que tratan de aproximar, muy estilizadamente, las expectativas de las empresas cuando entraron al contrato a través de su inversión y desempeño reciente; funda las bases de un nuevo contrato tratando de no ejercer oportunismo económico La ley de pesca se adapta para dar una solución a los problemas críticos de la actividad, pero su aplicación se encuentra transitoriamente bloqueada por diversos factores que van desde la puja por los intereses de grupo hasta la dificultad habitual de abordaje que impone el tema pesquero a cualquier administración debido a las características propias de recurso renovable sujeto a depredación. En síntesis, la utilización de los recursos naturales renovables de propiedad común, como la pesca, bajo un régimen de acceso libre es incompatible con la explotación sustentable del recurso. En el caso de las pesquerías, el desarrollo del sistema de cuotas individuales transferibles es una solución adecuada para el establecimiento de derechos de uso específicos. Los cambios en la administración del recurso hacia un sistema que logre su conservación y explotación sustentable afectarán el funcionamiento del mercado. Actualmente las empresas participantes del sector operan con un acceso restringido al recurso que es el resultado de un juego de presiones y decisiones administrativas que no aseguran la conservación del recurso ni la racionalidad económica de la explotación. Debido al sobredimensionamiento de la flota y a la sobreinversión sectorial, el ordenamiento de la pesquería conllevará necesariamente un redimensionamiento de la actividad. |
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