

SECTOR EXTERNO
El escenario internacional de comercio ya no
será tan favorable.
Marcela Cristini y Guillermo Bermúdez.
En los primeros años de la década del 90 (entre 1992 y
1997) el comercio internacional transitó una etapa de fuerte crecimiento, con tasas
promedio del 6% anual. No sólo aumentaron las exportaciones mundiales de mercaderías,
sino también las transacciones de servicios reales (construcción, consultoría, turismo)
y las transacciones financieras. Los costos de transporte se redujeron, integrando
crecientemente a los mercados. En ese marco, la Argentina logró revertir su
"pesimismo exportador", sobre todo a partir de 1993 mostrando un aumento de su
inserción internacional con tasas superiores a las del promedio mundial. Lamentablemente,
1998 fue el primer año luego de
..años consecutivos en el que las
exportaciones cayeron un 2,2%. Este valor es el resultado de un grave deterioro en los
términos del intercambio, debido a la caída en el precio de las principales commodities
en el mundo. En buena medida el efecto no fue mayor debido al favorable comercio dentro
del Mercosur.
En 1999 la situación del mercado internacional en
términos de commodities sólo presentará leves cambios de tendencia hacia valores que,
muy lentamente, se recuperarán. Para el resto de los productos la demanda neta de
importaciones aparece todavía muy por debajo de la tendencia de los 90 debido a que su
principal motor, los países del Este Asiático demorarán en retomar su crecimiento. A
todo ello se suma este año la todavía no resuelta crisis brasileña. Sin duda, la
Argentina no tiene razones para manifestarse optimista.
Con todo, dentro de los mecanismos del comercio
internacional, pueden reconocerse elementos que señalan que 1998 debe anticiparse como un
"mal" año comercial pero no como un año catastrófico para el comercio, y en
particular, para las exportaciones.
En primer lugar, debe recordarse que en el caso del
Brasil la conformación de la Unión Aduanera y la protección natural del mercado
proveniente de los costos de transporte permite que la tasa de rentabilidad de los
negocios dentro del Mercosur sea más alta para las empresas que son competitivas
globalmente. Así, de una muestra del 45% de las exportaciones argentinas de 1997,
correspondiente a 50 productos exportados, en la mitad de los casos el destino Brasil
registra precios FOB superiores a los registrados para el resto de los destinos que
alcanza la Argentina. En 8 casos el precio al Brasil es superior al menos a uno de los
destinos alternativos. Esto indica que al menos para un conjunto de empresas exportadoras,
que reviste importancia en el conjunto exportado, existiría la posibilidad de mantener
las exportaciones resignando parte de su rentabilidad. En ese contexto no todo el mercado
brasileño se perdería y no todo lo que se envía al Mercosur quedaría sin destino
alternativo en otros mercados. Con todo debe reconocerse el problema de ingresar o ampliar
mercados para las empresas en un año en que los países son poco receptivos al comercio.
Este aspecto de los costos de entrada a los mercados no ha sido bien resuelto todavía por
la Argentina, aún cuando se encuentra hoy en mejores condiciones que en el pasado. Sería
aconsejable que 1998 fuese un año dedicado a la tarea conjunta de los privados y del
Estado en ejecutar programas de acceso a los mercados que son uno de los pocos mecanismos
de promoción de exportaciones que se encuentran legitimados por la experiencia
internacional.
En segundo lugar, en la breve historia del Mercosur las
exportaciones al Brasil han estado determinadas casi exclusivamente por el nivel de
actividad de ese país. Las cuestiones de tipo de cambio, aún en el caso de fuertes
fluctuaciones, han tenido un menor impacto, si han tenido alguno. Está claro que el
presente año será muy recesivo para nuestro principal socio. Pero nuevamente, debido a
que los mecanismos del comercio incluyen nuevas oportunidades, el panorama podría no ser
tan negativo como se ha divulgado. Al respecto, en línea con los comentarios anteriores,
en el boletín No. 13 de Análisis de coyuntura de las relaciones bilaterales
Argentino-Brasileñas; editado por la Embajada Argentina en Brasil, se reseñan los
siguientes efectos de la devaluación del Real y el estado de las cuentas fiscales en
Brasil:
*- Se considera que las medidas fiscales anunciadas el
pasado 30 de diciembre poseen un sesgo antiexportador, debido al aumento de los costos en
la obtención de fondos para financiamiento de exportaciones. Se estima que aún con el
mismo costo de captación de fondos, el costo del financiamiento se vería incrementado
alrededor de un 4%; este fenómeno tiende a atenuar el efecto de estimulo a las
exportaciones asociado a la devaluación. Al mismo tiempo, debe considerarse cierta
resistencia por parte del sector bancario de incrementar su exposición crediticia en el
sector de empresas medianas y pequeñas, lo que tiende a atenuar más aún el potencial
expansivo del cambio de los precios relativos asociado a la nueva política cambiaria.
*- El impacto en el complejo automotriz será
determinante en el resultado del comercio bilateral. El mercado al cual apuntan los
productores argentinos es al de vehículos para sectores de poder adquisitivo medio-alto,
y es probable que este consumo se reduzca a la par del salario real medido en dólares.
*- Debido a la caída del salario real en dólares, será
en aquellos sectores intensivos en mano de obra en los que la ganancia relativa de
competitividad debido a la devaluación será mas marcada, y es en esos sectores donde el
crecimiento de las exportaciones brasileñas será más grande (Calzados, Textiles).
*- Según la SAGYP, se estima que Brasil continuará
demandando volúmenes similares a los del año 98 en productos tales como el trigo, harina
de trigo, maíz, arroz, frutas y lácteos; aunque se espera que la retracción de la
demanda sea mayor en los dos últimos rubros. Más concretamente se identifican como
sectores de alta elasticidad de demanda y alta dependencia del consumo brasileño entre
los productos del sector agroalimentario los siguientes productos: Filet de Merluza, papa,
ajo, durazno y ciruela, mijo y alpiste, aceite de oliva.
