Las negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur despiertan expectativas empresarias.

Marcela Cristini y Mónica Panadeiros.

El Mercosur ha encarado desde fines 1994 varias negociaciones simultáneas para mejorar su inserción mundial en su calidad de "unión aduanera" abierta al resto del mundo. Por una parte, se ha puesto en marcha un proceso de ampliación del bloque con la incorporación paulatina de varios países latinoamericanos; por otra, se han abierto negociaciones con los principales países y bloques con los que el Mercosur tiene lazos económicos: los países del continente americano, para la conformación del Acuerdo de Libre Comercio Americano (ALCA) y el acuerdo-marco con la Unión Europea (UE).

En este último caso, la firma del acuerdo, que incluyó la iniciativa para un área de libre comercio bajo un fuerte aval político expresado por el Consejo de Ministros europeos junto a los cuatro presidentes del Mercosur , generó una importante expectativa referida al alcance que tendrán las negociaciones. Naturalmente, los empresarios locales (nacionales y extranjeros) resultarán afectados por las decisiones que se tomen y tienen su propia óptica sobre las ventajas y desventajas de una mayor liberalización comercial bilateral.

Al respecto, cabe recordar que en el caso del Mercosur, el acuerdo fue fundamentalmente una iniciativa política y muchos empresarios tenían expectativas adversas en cuanto al progreso de las negociaciones. Su participación, salvo en el caso de algunos sectores en los que se firmaron acuerdos por actividad, fue poco activa y con influencia limitada sobre los resultados actuales. En el caso del ALCA, en cambio, los empresarios han participado desde el inicio en foros paralelos de negociación, en particular al nivel de las grandes empresas. En el caso de la Unión Europea, las rondas de negocios, sobre todo para empresas PYME, constituyeron instrumentos de acercamiento empresario.

Un reflejo de esa óptica empresaria se muestra en los resultados de una encuesta que FIEL dirigió, en 1998, a empresas y holdings industriales y de servicios (de capital nacional y europeo), donde se les preguntaba sobre qué evaluación hacían de las futuras negociaciones UE-Mercosur, cuáles eran los principales obstáculos que enfrentaban en la relación bilateral y cómo sugerían solucionarlos.

En síntesis, la opinión empresaria mostraba el siguiente panorama. Para el 70% de las empresas consideró la negociación como una oportunidad beneficiosa, sin distinción de tamaño empresario. Las empresas de capital europeo fueron un poco más optimistas aún que las de capital local.

El principal obstáculo para la integración se identificó en la barreras comerciales de carácter no arancelario (cuotas, procedimientos aduaneros, política antidumping, etc). A ellos deben sumarse, también, las barreras sanitarias y ambientales. La remoción de estos obstáculos, que en conjunto explican más del 50% de los obstáculos que visualizan las empresas, requiere evidentemente de un importante proceso de negociación política y técnica. No necesariamente dentro de la acción de los gobiernos, también se indicó que es difícil identificar oportunidades de negocios y acceder las redes de comercialización. Por último con respecto a los obstáculos, puede observarse que las empresas de capital europeo señalaron mayores problemas para la integración que las de capital local.

En materia de inversiones, los limitantes más importantes se vincularon con los aspectos legales e institucionales: inseguridad jurídica e incertidumbre sobre la estabilidad de las normas legales. Son de mucho menor importancia los aspectos referidos a la información e identificación de las oportunidades de inversión. La opinión de las empresas de capital europeo sobre el tipo de obstáculos a la inversión fue similar a la de las empresas de capital nacional, aunque las primeras muestran mayor preocupación por la existencia bastante generalizada de estos limitantes.

Donde la opinión empresaria aparece más dividida es en la selección de los mecanismos más adecuados para facilitar la integración. Sin embargo, se observa que las acciones que el sector privado considera más efectivas son aquéllas en las que las mismas empresas interactúan con el sector oficial, ya sea a través de foros empresarios, de la organización conjunta de programas sectoriales para la promoción de negocios,etc.

Este interés empresario por participar en las negociaciones regionales es consistente con una interpretación más amplia del proceso negociador en la que los privados ayudan a generar espacios para el progreso de la integración económica en temas no conflictivos, pero que deben armonizarse para asegurar la creación de un clima de negocios adecuado.