Depósitos estables en un contexto externo más difícil
Los mercados financieros se encuentran desde mediados de mayo frente a un nuevo escenario en preparación a una suba en la tasa de interés en los EE.UU. lo que ha provocado cambios de expectativas y humor generalizado entre la primera y la segunda mitad del mes. De la anticipación a una suba durante la segunda mitad de mayo se pasó a un estado de menor pesimismo en las primeras semanas de junio, luego que se conociera que la inflación minorista estadounidense había sido casi nula y restaba chances a un ajuste importante en las tasas por parte de la Reserva Federal. Posteriormente durante la segunda quincena esta expectativa tendió a revertirse y se inició un nuevo ciclo ascendente de la tasa de interés a largo plazo al entorno de 6.15%. Los inversores no han podido ponerse de acuerdo en cuanto a su sentimiento respecto de lo que implica el cambio de política monetaria en los EE.UU., no tanto por lo referido a la magnitud de la suba en la tasa que anunciaría la "Fed" (si bien sobre ésto hay algún desacuerdo con un promedio esperado de suba de un cuarto de punto porcentual), sino más bien por la secuencia de cambios que se pueden esperar luego y la forma en que ésto afectaría la dinámica de los mercados de bonos y acciones. Trasladando esta actitud hacia los mercados emergentes las perspectivas no son particularmente buenas teniendo en cuenta que se pueden desatar reacciones de ventas de activos financieros de los países latinoamericanos en general y de la Argentina en particular si se establece un consenso entre los inversores de que la Argentina presenta dudas o flancos débiles en su posición fiscal y en su evolución macroeconómica de mediano plazo. Este riesgo fue subrayado en la nota del mes pasado descripto como instalando un nuevo escenario más volátil tal que puede impactar en el corto plazo o preanunciarse en algún momento hacia el tercer trimestre del año.
La disímil evolución de los precios de bonos y acciones muestra que la Argentina ha venido exhibiendo en las últimas semanas una performance relativa débil en el caso de los bonos y más favorable en el caso de las acciones. Al momento de escribir esta nota en la tercer semana de junio los principales bonos argentinos mostraban pérdidas menores en algunos casos como el Par (-0.8% respecto del fin de mes anterior) y los bonos globales más largos (-2.5% en el G 2027) que contrastaban con una mejor performance en los títulos brasileros. Esto ha significado que se mantiene la tendencia si bien leve a contraer la ventaja de la Argentina sobre Brasil en cuanto a prima de riesgo país. Definiendo los spreads sobre bonos globales a largo plazo, la Argentina exhibía una prima de riesgo de 650 puntos básicos contra 720 de Brasil (y algo menos de 400 puntos en el caso de México). Así la diferencia de spread en favor de la Argentina con respecto a Brasil, que era de 150 puntos durante mayo, se contrajo a la mitad en el mes de junio. En cuanto al comportamiento accionario casi todas las bolsas latinoamericanas mostraban mejoras leves y el Merval se ubicaba en el entorno de los 540 puntos con una suba de más de 3% respecto del fin de mes anterior, luciendo comparativamente mejor que los casos de Brasil y México. Ello en parte obedece a un fenómeno de alineamiento y recuperación respecto de meses anteriores y en parte al efecto de la venta de YPF.
Hacia la tercer semana del mes algunos bancos de inversión dejaron conocer su posición respecto de decisiones de compras de títulos y acciones que significaban cierto corrimiento desde la Argentina hacia otros países latinoamericanos lo que haría más intenso el patrón de "desdiferenciación" respecto de Brasil que se comenta en el párrafo anterior. De prolongarse las señales negativas sobre la evolución real de la economía, la situación fiscal y la evolución de los precios internacionales, no se vislumbran cambios que puedan revertir fácilmente este cuadro en el corto plazo.
Si se observa la evolución de la situación financiera interna durante junio se ve que la misma no presentó grandes cambios respecto del mes anterior en cuanto al comportamiento de los agregados monetarios y la tasa de interés. En otras palabras el desempeño financiero muestra ningún sobresalto y se puede juzgar como normal teniendo en cuenta el contexto recesivo que enfrenta la economía. Existen tres o cuatro puntos que pueden remarcarse. El primero es que la evolución de las reservas internacionales (netas de depósitos del gobierno) muestra signos de fuerte estancamiento o más bien cierto retroceso. El segundo es que los depósitos del sector privado crecen muy levemente (0.3%, compatibles con una tasa anual que es inferior al 5%). El tercero es que la dolarización de los depósitos se ha intensificado (los depósitos en pesos privados caen casi 3% pero los depósitos en dólares suben algo más de 2% dando lugar a una leve suba en el agregado). El cuarto punto es que el crédito al sector privado no financiero se ha estabilizado en un escalón más bajo consistente con la recesión y la menor demanda de crédito. Por último las tasas de interés activas y pasivas se han mantenido relativamente estables luego de la suba registrada en la segunda mitad de mayo que hizo subir tasas en pesos más que en dólares, la tasa interbancaria y la tasa activa a empresas. La tasa prime a empresas de primera línea se mantenía en el entorno del 10%. Por su parte el Gobierno enfrentó durante Junio una suba en la tasa promedio de colocaciones de LETES que, para el plazo de 6 meses en dólares, subió a 8.74% anual (había sido de 7.14% en mayo).
En síntesis en escenario financiero de junio no mostró sobresaltos en lo interno pero se desenvuelve en un contexto complicado por las expectativas de la suba de la tasa de interés en los EE.UU. y las decisiones de cartera respecto de la Argentina. Son estos fenómenos y en particular la evolución del mercado de bonos los que merecen la mayor atención en las próximas semanas.