La crisis continúa agravándose

Daniel Artana

El contexto internacional

A pesar de la mejora en la situación de corto plazo de la economía brasileña y del renovado apoyo de la comunidad internacional, el panorama continúa siendo complicado en ese país. La clave es la evolución de la tasa de interés real. El programa con el FMI supone que la misma se reducirá para el promedio del año 1999 a un nivel algo inferior al 10% anual, replicando así los resultados obtenidos en México durante 1995. Ello exige avanzar sin tropiezo alguno en la aprobación de las medidas fiscales que permiten lograr un superávit primario del sector público consolidado algo superior al 3% del PBI y continuar con el proceso de privatizaciones de modo de lograr reunir fondos por el equivalente a 2% del PBI en lo que resta del año. Cuaquier mala noticia puede aumentar la incertidumbre y hacer colapsar el programa, tal cual se observó en el caso del acuerdo de fines de 1998.

El resto de la región continúa sufriendo los costos del ajuste a menores ingresos externos ocasionados por la caída de los precios internacionales y del mayor costo del financiamiento para los países emergentes. Ello se traduce en menores tasas de expansión económica, y en los países con mayores debilidades, en crisis económicas serias (Ecuador). Dado que en esta oportunidad, la naturaleza del problema es similar para todos los países sudamericanos, no existe a diferencia de 1995, un efecto compensador regional, sino que toda el área debe ajustarse a las desfavorables condiciones externas.

En lo que se refiere al resto del mundo, la expansión de la economía americana sigue firme, pero con algunos riesgos. Durante los últimos trimestres la tasa de ahorro privado fue negativa, lo cual muestra la rápida decisión de los agentes económicos de gastarse el incremento en su riqueza producido por la revalorización en los activos financieros. Si se observa una reducción en estos valores puede desencadenarse un ajuste brusco en el consumo, lo cual frenaría a la principal economía del mundo.

La situación en Japón luce algo mejor porque el paquete financiero que procura reestructurar a la banca apunta al centro del problema. Las incertidumbres del sector privado japonés respecto de su futuro (alta deuda previsional y serias dudas sobre el valor de los activos financieros) explican un comportamiento extremadamente cauteloso de los consumidores. Resta saber si esos fondos son manejados con criterio profesional de modo tal de reducir la crisis de la banca, o si se dilapida este nuevo esfuerzo en salvatajes orientados por un criterio político.

En Europa se observa cierta desaceleración en la economía, al mismo tiempo que en Asia parecería que algunos países comienzan a recuperarse de las crisis severas que han padecido. Pero se ha sumado la incertidumbre respecto de la paridad cambiaria de China. En verdad, China debe jugar un papel compensador en la región y evitar entrar en un proceso de devaluaciones competitivas que sólo complicaría más a sus compradores de la región. Al no tener una alta deuda pública, puede seguir políticas expansivas fiscales que mantengan el nivel de actividad y deterioren el superávit externo. Este proceso se frenaría si se decidiera devaluar, precisamente porque se redujo el superávit externo, pero el riesgo de un error en la apreciación de la situación está presente.

En síntesis el panorama internacional y regional no muestra grandes cambios, aunque si se ha observado cierta recuperación en los precios de las commodities motorizada fundamentalmente por el precio del crudo (que sigue dependiendo de un acuerdo sostenible en el seno de la OPEP) y alguna mejora en las perspectivas económicas de Asia.

 

La situación en la Argentina

En los últimos tres meses (diciembre a febrero) los indicadores industriales de FIEL y oficiales muestran reducciones significativas en el nivel de actividad (-11% y –8%, respectivamente, en la comparación interanual). Si bien la naturaleza del shok externo negativo que enfrenta la Argentina golpea más a los sectores transables, es díficil que el PBI global se reduzca durante el primer semestre del año menos del 4 ó 5%. Si mejoran algo las condiciones externas esa contracción podría reducirse al entorno del 0 ó –1% para la segunda parte del año.

La suma de hechos negativos explica esta fuerte contracción. Bajos precios de las commodities que son muy importantes en la producción total del país y la crisis en Brasil, país al cual se destinaba el 30% de las exportaciones del país, son díficiles de procesar en el corto plazo. Pero ello no debe llevar a conclusiones apresuradas. Al respecto es oportuno realizar algunas reflexiones:

• La respuesta del gobierno nacional a la crisis en el corto plazo es poco potente porque se carece de los recursos fiscales necesarios para actuar en forma más enérgica. Ello sólo revela los problemas de no contar con una política fiscal anticíclica que ahorrara en los momentos de auge en los factores externos, para poder desahorrar en los momentos de receso como los actuales. Dada esa falta de ahorro previo (advertida por FIEL desde 1992) se carece hoy de instrumentos más contundentes. Aumentar el déficit fiscal más allá de lo que naturalmente se dará por la contracción económica, no parece ser financiable en un contexto internacional poco favorable para las economías emergentes y podría resultar en un efecto todavía más negativo sobre la actividad económica. Por ello deberían extremarse las medidas que no involucran recursos fiscales (desregulación laboral por ejemplo), pero ellas parecen paralizadas por el particular contexto político del año 1999.

• A partir de una suma de shocks adversos que puede ser transitoria no pueden extraerse conclusiones permanentes. Pero aún si fueran permanentes los agentes económicos de la Argentina tendrán el incentivo para adaptarse a nuevos precios relativos y a vecinos inestables. Lo que está en discusión es el tiempo que lleva ese ajuste y las medidas que deben adoptarse para evitar repetir un ajuste traumático si se repiten otros shocks reales negativos en el futuro. Además de lo expresado en el pàrrafo anterior respecto de la política de gasto y ahorro público, debe mencionarse que si la preocupación es la concentración del comercio con Brasil, la solución de largo plazo pasa por moderar los incentivos que llevan a esa concentración. Claramente el principal problema es el elevado arancel externo común que rige en el Mercosur que alienta al comercio dentro de la región, pero al costo de desalentar el comercio con otros países, ya que incentiva a los importadores brasileños a comprar productos argentinos a mayor costo que el internacional al amparo del diferencial arancelario.

• Si el shock negativo se prolonga la Argentina deberá extremar las reducciones de costos en dólares. La principal traba a este ajuste es el nivel nominal del gasto público. Reducirlo para liberar recursos para el sector privado sería una forma eficaz de moderar el impacto sobre la economía de los hechos adversos recibidas del exterior. La reducción de los salarios públicos (instrumentada mediante un aumento en las contribuciones personales a la seguridad social que se destine a rebajar los aportes patronales) es una medida eficaz para ayudar a un ajuste más equitativo (con menos desempleo) y que reproduce lo que han hecho otros países en circunstancias adversas prolongadas o severas.

La deflación del PBI nominal que enfrenta la Argentina durante los primeros meses de 1999 es de una magnitud importante, que todavía es difícil precisar si se trata de un shock transitorio o permanente, pero que puede demandar en los próximos meses medidas enérgicas por parte del sector público.