El sector externo todavía no se recupera:

Marcela Cristini

Las estadísticas disponibles sobre la balanza comercial argentina reflejan lo ocurrido en los 8 primeros meses del año. Las exportaciones cayeron un 15% con respecto a igual período del año anterior y las importaciones lo hicieron un 23%. El saldo del balance comercial se mantuvo negativo en US$954 mill., un tercio de lo acumulado un año antes.

Dentro de las exportaciones, si bien la composición no se modificó sustancialmente, hay sectores que pudieron escapar a la tendencia negativa, aumentado sus ventas externas significativamente. Entre ellos se destacan: carnes, lácteos y miel, floricultura, cítricos, conservas de vegetales, harinas oleaginosas, tabaco, minerales, productos farmacéuticos, abonos, aceites esenciales y albúminas, algunos productos químicos, manufacturas de corcho, pasta de madera, filamentos artificiales, fundición de hierro y acero, plomo, herramientas, material de transporte aéreo y marítimo, mobiliario, armas y obras de arte. Como puede apreciarse en la mayoría de los casos se trata de productos no tradicionales, salvo por los primeros siete rubros.

Los productos tradicionales fueron muy afectados por la caída de los precios de las commodities a la vez que su volumen fue limitado por las pobres condiciones climáticas que caracterizaron a la cosecha 98-99. A partir de mediados de 1997 los precios internacionales de las principales commodities argentinas declinaron marcadamente hasta el primer bimestre de este año. Desde entonces se ha producido una recuperación en el petróleo, que aumentó un 22% cuando se considera el promedio Enero-Octubre 99-98. El resto de los precios (commodities agropecuarias) ha fluctuado en el presente año, con aumentos en trigo, soja y harina de soja y caídas en el precio de los aceites. El índice total ha aumentado un 3% entre enero y octubre y su promedio todavía se mantiene un 12 % por debajo del de igual período en 1998. Las perspectivas de los precios agrícolas son fluctuantes según condiciones climáticas y la evolución del nivel de actividad de los principales países demandantes.

Con respecto, precisamente al sector agropecuario, que constituye entre el 50 y 60% de las exportaciones argentinas vale la pena pormenorizar lo siguiente. La campaña 98-99 marcó el punto de inflexión en un ciclo de buenos negocios en el sector agropecuario. Los precios internacionales de los productos argentinos cayeron, en promedio, un 25% con respecto al año anterior y un 12% con respecto a la tendencia de largo plazo. Las empresas agropecuarias registraron pérdidas o beneficios muy pobres en el período. Tampoco el clima resultó favorable en esta campaña alternándose sequías e inundaciones de magnitud.

Debido al importante componente del crédito en la organización del negocio agropecuario y a la situación crítica de precios, peor que la esperada por los productores, las tasas de morosidad del sector aumentaron y los bancos restringieron su oferta de préstamos al sector. Bajo estas condiciones, el área sembrada cayó un 3% y la producción se redujo un 15%. La demanda de agroquímicos y fertilizantes también fue severamente afectada. Este escenario adverso determinó una importante caída en el precio de la tierra, entre un 15 y 20% en un año, según las características productivas del suelo. Este ajuste sugiere la existencia de una sobrevaluación en la etapa de auge. Para el año 2000 se prevé una recuperación moderada del nivel de producción, en línea con la mejora paulatina de los precios internacionales.

Pese al pobre desempeño exportador de este año, el desarrollo exportador en los últimos años ha sido satisfactorio. Un modo de confirmar este juicio se presenta en los cuadros adjuntos. En ellos se muestra el crecimiento de las exportaciones de la Argentina en comparación con otros países seleccionados utilizando dos índices alternativos. El primero refleja el crecimiento del volumen físico de las exportaciones, que en la década del 80 es similar para todos los países latinoamericanos, debido al aumento de la productividad primaria generalizado pero que en el segundo período se acelera más para México (Nafta), Chile (consolidación de la reforma) y la Argentina (reforma), mientras se desacelera para Brasil. El indicador de la Argentina está por encima del promedio mundial aunque por debajo de los líderes del crecimiento exportador asiático y aún por debajo de España. El segundo índice mide el aumento exportador en término de dólares constantes, por lo que la diferencia entre ambos índices refleja el aumento del valor unitario de las exportaciones. En este caso, el desempeño argentino en los 80 es muy insatisfactorio, por debajo de la media mundial, debido en parte a la fuerte depresión en el precio de sus principales productos de exportación. En el segundo período el crecimiento de las exportaciones argentinas es nuevamente superior a la media mundial, como en el cuadro anterior, reflejando no sólo el aumento del precio de las commodities sino también un cambio en la composición de los productos exportados hacia productos con mayor valor unitario.

Por el lado de las importaciones, la caída ha sido generalizada. Los pocos aumentos observados corresponden a productos primarios de consumo final, a comercio intraindustrial (comercio dentro de la misma rama de actividad) y a algunos bienes finales de lujo.

Por último, en cuanto a los destinos de la exportación, el cambio sustancial ha sido el de pérdida de participación del Mercosur que pasó de representar el 35% en el período 1997-98 al 28,6% entre enero y agosto de este año. Por el contrario, su participación como origen de nuestras importaciones no ha variado significativamente. Dado que el volumen exportado por la Argentina no se ha modificado sustancialmente en los primeros ocho meses del año, cabe deducir que nuestro país ha podido redireccionar gran parte de sus exportaciones hacia otros destinos (tanto los Estados Unidos como la Unión Europea han aumentado su participación como clientes del país)