DIOS Y EL ESTADO
El presente texto fue escrito hace mucho más de cien años, lo cual no le resta actualidad, por el contrario, lo podemos ver con el nuevo gobierno "de transición" o "democrático" foxista, que a todas luces quiere dominar al pueblo con la religión. Esta es la relación de Dios y el Estado, no tan simple como parecería y que viene a destruir al humano al subordinarlo a una idea vaga pero con vigencia milenaria. Puedes estar de acuerdo o no con el anarquista ruso, pero definitivamente, es casi imposible ignorar este estudio serio y desapasionado análisis. Hoy, la guerra está siendo justificada tanto por los fundamentalistas talibanes islámicos como por los fundamentalistas cristianos y católicos, justificados por el Papa.
Jehová (y cualquier dios), las malas interpretaciones de las miles de Biblias y los estúpidos fanatismos han sido pretexto para las masacres perpetradas hacia la gente. Un ejemplo Israel, se apoya en la creencia de un dios para acribillar palestinos., Todos los hombres y mujeres de ciencia y que se han atrevido a hacer uso de la razón son calificados de herejes e idiotas, como Freud, Marx, Feuerbach, Nietzsche, Proudhon, etc. La alusión a Satanás es sólo una metáfora.
El patriotismo es un ejemplo de animalidad humana: los perros se alborotan si perciben que entre ellos hay uno que no es del vecindario en el que viven. La indiferencia es otro, como las ovejas, siguen la manada sin analizar.
Si a un campesino le hay buena cosecha en determinado año, le atribuye a Dios la "bendición". Si hay mala, también. Por su ignorancia (causa y consecuencia de la relación dios-estado), no se da cuenta de que detrás de esa buena cosecha está su trabajo, el de los fenómenos naturales y de los elementos de la tierra. En provincia sobran las iglesias; en el Distrito Federal, la Basílica de Guadalupe es visitada en su mayoría por provincianos. Las iglesias están llenas de oro y los burdeles de alcohol y mujeres. Es necesaria, pues, para el pueblo, decepcionado de los castigos de Dios, satisfacer sus vacíos fisiológicos, intelectuales y sentimentales en el burdel, y los morales y espirituales en la iglesia. Ya decía Miguel de Unamuno que la confesión sirve para pecar más tranquilamente, pues ya sabe uno que ha de ser perdonado su pecado. Claro, las iglesias y los burdeles son ocupados por la gente que no quiere enfrentar la idea de que Dios no existe, los otros son quienes optan por la revolución social. Las empresas hacen uso de la imagen de Dios para obtener mejores ganancias, se ve esto más en la Navidad. Los gobernantes también necesitan de una imagen que les haga parecer del pueblo. Recordemos recientemente la propaganda que hicieron Francisco Labastida y Vicente Fox con la imagen de la virgen de Guadalupe, Alguien dijo en la Biblia "Dad al cesar lo que es del cesar y a Dios lo que es de Dios." Parece que el arzobispo primado Norberto Rivera no comprende esta metáfora, pues mete sus narices en la política. Algunas decisiones del actual gobierno se basan en lo que diga el FMI, la OMC, el TLC y claro, el Vaticano, pero, "México siempre fiel" cree que ser pobre es una virtud y adora al ladrón del Papa.
Mientras exista autoridad, no existirá la libertad, y mientras exista la libertad, no existirá la autoridad. O como mejor diría Práxedis G. Guerrero: puede haber agua sin peces y pueblos sin tiranos, pero no peces sin agua ni tiranos sin pueblos. Porque sin el pueblo, ¿de dónde se sostendrían todas esas iglesias que existen?. Si Dios quisiera que los hombres fueran libres, debería desaparecer todo lo que suene a autoridad, comenzando por él mismo.
Los políticos foxistas nos hablan de las "muchas libertades" que ejercemos los mexicanos. Entonces, ¿porqué existen los cuerpos represivos (policías, ejércitos, paramilitares), la censura, la penalización y discriminación hacia las minorías (adictos, homosexuales), discriminación racial (en la T.V.) las cárceles (después explicaremos porqué estamos contra ellas) y las persecuciones?
Así de simple.
Actualización del tema por Timoteo
ludovicoditimotio@hotmail.com .DIOS Y EL ESTADO, Bakunin, Mijail Alexaindrovich.
Jehová, que de todos los buenos dioses que han sido adorados por los hombres es ciertamente el mas feroz, el más injusto, el más sanguinario, el más déspota y el más enemigo de la dignidad y la libertad humanas, que creó a Adán y a Eva por no se qué capricho, (sin duda para engañar su hastío que debía ser terrible en su eternamente egoísta soledad, o para procurarse nuevos esclavos)... les había prohibido expresamente que tocaran el árbol de la ciencia. Quería que el hombre,privado de toda conciencia de sí mismo, permaneciese un eterno animal, siempre de cuatro patas ante el Dios eterno, su creador y su amo.
Pero he aquí que llega Satanás el eterno rebelde, el primer librepensador, y el emancipador de los mundos. Avergüenza al hombre de su ignorancia y su obediencia animales; lo emancipa e imprime sobre su frente el sello de la libertad y de la humanidad, impulsándolo a desobedecer y a comer el fruto de la ciencia. Nuestros teólogos católicos y protestantes hallan que eso es muy profundo y muy justo, precisamente porque es monstruosamente absurdo.
Dios, siempre justo, siempre bueno, es quien entrega la tierra al gobierno de los Napoleón III, los Guillermo I, los Fernando de Austria y los Alejandros de todas las Rusias.
Tres principios fundamentales constituyen las condiciones esenciales de todo desenvolvimiento humano, tanto colectivo como individual: primero, la animalidad humana, segundo, el pensamiento, y tercero, la rebeldía. A la primera, le corresponde la economía social y privada; a la segunda, la ciencia, y a la tercera, la libertad.
La materia de que hablan los materialistas- materia espontánea y eternamente móvil, activa, química u orgánicamente determinada y manifestada por las propiedades o las fuerzas mecánicas, físicas, animales o inteligentes, no tiene nada en común con la vil materia de los idealistas.
Mundo material es un movimiento por completo natural de lo simple a lo compuesto, de abajo a arriba, de lo inferior a lo superior, un movimiento conforme a todas nuestras experiencias diarias, y, por consiguiente, a nuestra lógica natural.
En lugar de seguir la vía natural abajo arriba, los idealistas, obsesionados, cegados e impulsados por un fanatismo divino que han heredado de la teología, toman el comino arriba- abajo. Comienzan por Dios, sea como sustancia, persona o idea divina.
Lo peor... es la creencia en un Dios creador, ordenador y juez, amo y bienhechor del mundo, se haya conservado en el pueblo, y sobre todo en las poblaciones rurales, mucho más aún que en el proletariado de las ciudades,... el pueblo, desgraciadamente, es todavía muy ignorante.
Hay otra razón que legitima y explica las creencias absurdas del pueblo. Reducido, tanto intelectual y moralmente, encerrado en su vida como un prisionero en su prisión, sin horizontes, sin porvenir mismo, el pueblo debería tener el alma singularmente estrecha y el instinto achatado de los burgueses para no experimentar la necesidad de salir de ese estado; pero para eso hay tres medios, dos de ellos ilusorios y el tercero real: los dos primeros son el burdel y la iglesia, el libertinaje del cuerpo y del alma; el tercero es la revolución social.
Hay una categoría de gentes que si no cree, debe aparentar al menos que cree. Son todos los atormentadores, los opresores, y los explotadores de la humanidad. Sacerdotes, monarcas, hombres de Estado, de guerra, financistas públicos y privados, funcionarios de todas las especies, monopolizadores capitalistas, verdugos y abogados (...) hasta el último comerciante, todos repetirán al unísono estas palabras de Voltaire: " si Dios no existiese, habría que inventarlo."
Porque, comprenderéis que es precisa una religión para el pueblo. Es una válvula de seguridad.
Si Dios existe, el hombre es esclavo; ahora bien, el hombre puede y debe ser libre. Por consiguiente, Dios no existe.
La contradicción es ésta: quieren a Dios y quieren a la humanidad. Se obstinan en poner juntos estos dos términos que, una vez separados, no se pueden encontrarse de nuevo mas que para destruirse recíprocamente. Como celos amante de la libertad, doy vuelta a la frase de Voltaire y digo: "si Dios existiese, habría que hacerlo desaparecer."
Quizá también hablar de la libertad como de una cosa que para ellos es muy respetable, la comprenden de un modo distinto a como nosotros la entendemos; en efecto, no hablan de libertad sin añadir inmediatamente otra palabra, la de autoridad, una palabra que detestamos de todo corazón.